Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
diario El Mundo reproduce hoy la
conferencia pronunciada en la London
School of Economics por su director, Pedro J. Ramírez, bajo el título
visionario de "Hacia una nueva Edad de Oro de los periódicos"*. Como
corresponde al lugar y a la moda del storytelling,
Ramírez crea una historia emocionante de esfuerzos y fracasos, de ideas
brillantes y caídas sonadas, una travesía por la historia periodístico
digital de este país hasta llegar, después de tanta penalidad y "prueba-error",
a la clave del éxito, tal como se anuncia en el título, a una "Edad de Oro".
Comienza
el director de El Mundo en con una conversación mental con Tim Berners-Lee
durante la ceremonia de apertura de los juegos olímpicos de Londres. Digo mal
"conversación", porque evidentemente Berners-Lee no percibió ninguna
señal en el interior de su cerebro ante la pregunta que le llegaba desde el
otro lado del Canal de La Mancha: "Oye, Tim, me debes una respuesta".
Y si lo escuchó, desde luego, no era el momento. Berners-Lee, por toda respuesta, hizo aparecer un gigantesco rótulo en el estadio: "This is for everyone!".
La
respuesta que le debían a Pedro J. Ramírez era a la pregunta que él y todos los
que están en el mundo digital desde el principio han escuchado desde que los
primeros colonizadores comerciales llegaron al ciberespacio:
"Ya que son ustedes tan listos, ¿qué
podríamos hacer nosotros para que nuestros accionistas fueran más
felices?". Ellos sonrieron y contestaron con palabras amables pero
evasivas.*
Tim Berners-Lee en los juegos olímpicos de Londres |
Es la
pregunta que está en el aire desde que los primero colonos llegaron atraídos
por la música del oro a la nueva tierra de promisión virtual: ¿cómo ganar
dinero con esto? Soy editor digital desde 1985 y he escuchado esta pregunta en
cientos, miles de ocasiones. Yo no buscaba dinero, les decía, pero ellos sí. Todavía no se han dado cuenta de que el secreto
para hacerse rico es no contárselo a los otros. Y si se lo cuentas es que ya no
funciona, aunque eso ellos no lo saben.
Así
funcionó gran parte de la burbuja tecnológica, arrastrando a los ambiciosos, a
los que querían ser ricos, cegados por los números de Internet, eso que se
llamaba una "audiencia potencial", es decir, hacer creer que si
existen mil millones de persona conectadas, pasarán
por tu espacio virtual. Gran error.
La alegría
del accionista —la felicidad de la que habla el director de El Mundo— no es más que la felicidad monetaria
a cualquier precio porque si algo interesa a los accionista de hoy (y de siempre) es ganar
dinero, y no tanto cómo se gana. Esa es la diferencia entre el que invierte en
lo que cree que producirá más dinero y el que invierte en un proyecto real
pensándolo en términos sociales y profesionales, con ciertos límites.
Ramírez
se declara víctima de lo que podemos llamar la "falacia de las
audiencias", la creencia en que ese gran número de lectores que ellos
registran con ilusión en sus estadísticas de accesos se traducirá en una mayor
inversión publicitaria. El problema ha sido siempre el mismo: la publicidad
tiende a ser local, pues lo es el producto o su venta, mientras que los
periódicos digitales son globales. ¿De qué me sirve anunciar el restaurante de
la esquina de la calle Pradillo, pongamos por caso, si el 99% de los lectores
están a cientos o miles de kilómetros? Esto condena al periódico a ser su
propia "mercancía" porque cuando el éxito sea mayor, más repartidas
estarán sus audiencias.
Señala
en su conferencia la traducción en cifras de este problema:
En 2007 la inversión publicitaria total fue de 7.819 millones de
euros, correspondiendo un 25,5% a la prensa escrita (o sea 1.993 millones) y
sólo un 3.1% a internet (o sea apenas 242). Cinco años después, las previsiones
son cerrar 2012 con una inversión total de 4.037 millones (muy poco más de la
mitad) correspondiendo un 19,9% a la prensa (803 millones) y un 9,9% a internet
(justo 400). O sea que los periódicos hemos perdido 1.200 millones, recuperando
sólo una pequeña parte de esos 158 de incremento que ha tenido internet.
Esta incapacidad de monetizar a través de la
publicidad el desarrollo on line convierte en potencialmente ruinoso el
espectacular crecimiento de nuestra audiencia. Porque los miles de lectores que
perdemos son de pago y los millones que ganamos a través de nuestras webs
acceden gratuitamente y sin tan siquiera tener que registrarse. Es el camino
garantizado hacia el suicidio.*
La
conferencia de Pedro J. Ramírez es un canto promocional de la creación de
Orbyt, la alternativa al suicidio, el periódico de pago de El Mundo, que pasa a ser una interfaz de la mercancía real, la que
produce rendimiento económico o, como escribe él, "monetizar". El
periódico "visible", el que no es de pago, tiende a convertirse en
una herramienta espectacular de promoción del periódico "invisible",
el de pago.
También
es un canto a las "tabletas", la mejor herramienta para concentrar
información inventada hasta el momento. Aquí no puedo más que darle la razón.
No creo que resuelva "el problema de la felicidad del accionista",
porque el problema no está en la herramienta, sino en el equilibrio entre
elementos de pago y gratuitos. Deberían haber aprendido (El Mundo el primero) de lo que ocurrió cuando los cuatro grandes
diarios españoles intentaron cerrar el acceso libre a sus páginas para obligar
al pago. La cifras "mágicas" y megalómanas que hacían públicas con el
diario abierto, se convertían en oscuras y fraudulentas, tratando de disfrazar
la caída espectacular.
En
julio de 2002, el diario El Mundo se
recreaba contando la sanción de expulsión impuesta a su rival, el diario El País, por manipulación de datos de
las audiencias:
La grave sanción de la que ha sido objeto El País Digital coincide con
un sorprendente incremento de tráfico producido en los tres meses anteriores al
descubrimiento de las irregularidades por parte de OJD.
En los meses de Diciembre de 2001 y enero y febrero de 2002, El País
Digital alcanzó las mayores cifras de visitas y páginas vistas de su historia.
Ante las dudas planteadas sobre la circunstancia de que en el mes de diciembre
tuviera el doble de visitas que de entradas en su página principal, Prisacom,
que ahora descalifica y amenaza a OJD con una demanda, recibió el amparo de
este organismo auditor.
En su edición del 22 de marzo de 2002 el
diario El País proclamó el liderato de El País digital entre los medios de
información en Internet, avalando su afirmación en la seriedad y el rigor de
OJD, que ahora Prisacom pone en tela de juicio. En este texto se aseguraba
incluso que el organismo auditor estaba “endureciendo sus sistemas para
controlar mejor los accesos” y para evitar el cómputo doble de tráfico mediante
sistemas de redirección de páginas web. Justo en marzo de 2002 fue cuando OJD
descubrió las irregularidades de elpais.es, 5dias.com y diario As.com que han
dado lugar a la sanción.**
El
director de El Mundo proclama orgulloso en su conferencia tener 65.000 usuarios de Orbyt,
es decir, lectores registrados y de pago del "producto periodístico".
Señala que su visión del futuro —tablet, pago, registros— seguramente acelerará
la muerte del papel impreso y acabará afectando a las páginas de información
abierta. Los usuarios de Orbyt, señala, tendrán esas ventajas añadidas que los
otros lectores —los del papel, los gratuitos— no tendrán. Nos dice:
En cambio, suscribirse a Orbyt suponía
adquirir el derecho a bañarse en una piscina de agua climatizada e
instalaciones fantásticas con múltiples actividades para los socios. Por eso,
junto a la descarga de los contenidos exclusivos de nuestros periódicos,
ofrecemos retransmisiones en directo de óperas desde el Real, así como acceso a
su videoteca y a la del Festival de Glyndbourne, películas del mejor cine de
autor y estrenos recientes, cuentos para niños, videojuegos, fútbol en 'pay per
view', servicios y descuentos gastronómicos y sorteos semanales para conseguir
una de las 20 plazas del palco Orbyt en el Bernabéu. Es por la suma de todo
esto por lo que el año pasado en Mallorca Rupert Murdoch me dijo: "Sueño
con vuestra aplicación".
Cuando
comprendo a qué llama Pedro J. Ramírez la "Edad de Oro de los periódicos",
veo mi error. Como fino escritor, Ramírez no habla de una "edad de oro del
periodismo", sino de los "periódicos", sutileza de gran alcance
porque releyendo de nuevo cuáles son los beneficios que el "periódico"
me ofrece, veo que se prescinde del periodismo y se centra en el espectáculo.
Decían los sabios que cuando algo tiene dos ruedas, un manillar y pedales, se
suele tratar de una bicicleta. De lo que me habla en el párrafo anterior no es
de un "periódico", sino de la "televisión por cable sin
cable".
¿Por
qué será que a todos los directores de periódicos —al menos a algunos muy
significativos— les da por enterrar el periodismo como el que entierra la
"sardina", entre jolgorio y celebraciones, como final del ayuno, de la crisis? ¿No
se puede encontrar ya gente que dirija periódicos que apueste por el
periodismo? ¿Gente que no confunda el periodismo con el espectáculo y el
entretenimiento? ¿Que no confunda a los periodistas con animadores culturales o técnicos sin pensamiento propio?
¿Que no iguale periodismo y carnaval?
Entre
sus ideas iniciales, las que nos van llevando a la celebración carnavalesca de
Orbyt, Pedro J. Ramírez apunta lo siguiente:
Tenemos más lectores pero menos periodistas
porque hemos tenido que reducir nuestras plantillas. Llegamos a más hogares en
todos los rincones del mundo pero tenemos menos presupuesto para mantener
corresponsales y desplegar enviados especiales. En estas paradojas están los
síntomas de la mayor crisis de la historia de la prensa. Y debemos reconocer
que nosotros, como la práctica totalidad de los grandes periódicos del mundo
desarrollado, no estamos viviendo una crisis coyuntural sino una crisis de
modelo de negocio.*
Sorprende
tanta naturalidad. De la crisis del periodismo no habla nadie; de la crisis laboral,
solo para justiciar despidos y recortes; y de la crisis profesional, de la
destrucción del perfil de informador entre un sinfín de prácticas difusas,
tampoco.
Goya: El entierro de la sardina |
La
primera se refiere al alcance y función de la información en la sociedades
democráticas, con opinión pública, sociedades a las que se deja desprotegidas
ante la manipulación y los intereses políticos y económicos. La segunda se disfraza
dentro de la crisis económica general, destruyendo los puestos que son básicos
para la obtención de una información que no sea mercancía comprada o vendida.
La tercera, finalmente, es la crisis de la finalidad y sentido del profesional,
convertido en persona sin conciencia por innecesaria, solo una herramienta
mecánica, un Charlot de Tiempos Modernos,
al servicio del rendimiento económico, condenado recrearse en la banalidad, el
sensacionalismo o la tendenciosidad manipuladora.
El
desparpajo con el que se habla de cómo se ha prescindido de los elementos
básicos para la informaciones, de los profesionales, revela que los periódicos
del futuro serán ese carnaval del que hablábamos: espectáculo y promoción.
La omnipresencia
de la deriva "comunicativa" y el deterioro de la
"informativa", por poner etiquetas a las dos tendencias, las
pagaremos todos estando peor informados de lo que realmente nos importa, algo
que solo sabremos si beneficia a terceros. Se ha confundido el periódico con el
kiosco.
Descubrimos
que lo de la "edad oro" de los periódicos en el título de la
conferencia no era referencia mitológica, ni metáfora, sino literalidad del deseo
insatisfecho. Puede que llegue la "edad de oro de los periódicos",
pero solo será de bronce para los ciudadanos y los profesionales.
*
"Hacia una nueva Edad de Oro de los periódicos" El Mundo 27/09/2012
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/09/26/comunicacion/1348685616.html
*
"La OJD expulsa a 'El País Digital' durante cuatro meses por cometer faltas
graves" El Mundo 23/07/2012
http://www.elmundo.es/navegante/2002/07/23/empresas/1027394872.html
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