Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En la
obra que el premio Nobel de Economía Amartya Sen dedicó a repensar la idea de
Justicia, hay, lógicamente, pasajes dedicados a debatir las ideas de John Rawls
sobre la justicia como equidad, una de las teorías más influyentes y citadas del pasado
siglo en la Filosofía práctica, la Ética,
el Derecho y, en general, en cualquier campo en el que lo que yo decida pueda
afectar a los otros.
Escribe
Amartya Sen en La idea de la justicia:
En el corazón del problema particular de una
solución imparcial única para la sociedad perfectamente justa radica la
sostenibilidad de las razones plurales y rivales para la justicia, que tienen
todavía aspiraciones a la imparcialidad y que no obstante difieren unas de
otras y compiten entre sí. (44-45)*
Plantea
Sen el problema real de que no existe una forma única de justicia, sino el
problema más espinoso, frecuente y humano de tener que elegir entra opciones
que tienen todas ellas su sentido y justificación. Plantea el siguiente caso práctico
en que "hay que decidir cuál de tres niños —Anne, Bob y Carla— debe tener
una flauta que ellos se disputan" (45).
Amartya Sen |
Anne,
nos dice Sen, reclama la flauta porque es la única de los tres que sabe
tocarla. No hay duda respecto a eso y nos parece que lo justo sería que la
aprovechara quien realmente va a tocarla. Anne sería nuestra candidata. Pero,
nos avisa Sen, Bob reclama también la flauta exponiendo un nuevo argumento que
abre un "escenario alternativo" para considerar quién debe tener la
flauta. Bob expone que es el único que no tiene juguetes; la flauta sería su único
entretenimiento. El argumento de Bob parece sólido también; es justo que tenga
algún juguete, como los demás. Y nos hace dudar.
Para
complicar más las cosas, Carla, la tercera en discordia, resulta ser la que
fabricó la flauta. Estaba tranquila hasta que los otros dos llegaron con sus
reivindicaciones. También parece justo que si es ella quien ha fabricado la
flauta la disfrute. Nos dice Amartya Sen:
Tras escuchar a los tres niños y sus
diferentes líneas de argumentación, hay una decisión difícil que tomar. Los teóricos
de diferentes persuasiones, como los utilitaristas, los igualitaristas
económicos o los libertarios pragmáticos, pueden opinar cada uno por separado
que existe una solución justa e inequívoca que salta a la vista y que no hay
dificultad alguna en avistarla. pero casi cada uno vería una solución diferente
como la obviamente correcta. (45)
John Rawls |
Una de
los aspectos más negativos de la visión partidista o maniquea de la realidad es
pensar que existe un solo criterio para la valoración de las cuestiones que se
nos plantean. La dificultad de la justicia es encontrar primero el marco en el
cual se pueda aplicar, no dejarse ninguna perspectiva sin considerar. Antes de
decidir qué es "justo", tenemos que decidir qué vamos a entender como
"justicia". Y eso no suele ser
sencillo porque es una toma de posición previa sobre qué valoramos más, como en
el caso de los tres niños que reivindican la flauta.
Hoy me
acordé de los niños y la flauta cuando asistí y participé en una acalorada discusión
en la que el problema que se planteaba era bastante similar. Los recortes
económicos que han llegado a los colegios están acumulando argumentos, nuevos "escenarios"
diría Sen, para poner encima de la mesa cuando se han de tomar decisiones sobre
becas de comedor, de libros, por ejemplo.
La
cuestión real de la justicia en el caso expuesto no es quién tiene
"razón", sino que solo hay una flauta. La "flauta-recurso"
puede ser insuficiente para satisfacer los deseos de los tres interesados. Las
personas que tienen que repartir los pobres recursos que les van llegando se
encuentran en una situación crítica porque es mucho más fácil hacer justicia
distributiva cuando hay mucho que distribuir. Las personas que están en los
Consejos escolares y a las que les toca "distribuir" no lo tienen
fácil cuando han aumentado las peticiones de ayudas y se recortan los recursos.
Es este aumento de la tensión crítica el que desespera a las personas a las que
les gustaría ejercer más que la justicia, la generosidad. El justo tendrá que decir a unos que sí y a otros que no; al generoso, le gusta decir a todos que sí, algo que no siempre es justo.
Como en
el caso de Sen, se enfrentan los que consideran que las becas deben ir a donde
mejor se van a provechar y los que piensan que hay que usarlas para equilibrar
a los que menos tienen. Pero la auténtica cuestión, la que da otra vuelta de cuerda,
es el aumento de los casos de las personas que habitualmente no han solicitado
becas y que ahora, debido a la crisis económica, se ven obligados a pedirlas,
frente a los casos de los "destinatarios naturales" de las becas, cuyo
desaprovechamiento es, en muchos casos, probado. Se plantea entonces una lucha por los recursos digna de la naturaleza.
Hemos
desarrollado un estado rico, bueno y, en algunos momentos, demagógico. Es fácil
ser distributivamente justo cuando se es rico; es más difícil (y meritorio)
cuando se comparte lo poquito que se tiene. En las claras situaciones de
deterioro social que estamos padeciendo, en donde la merma de los recursos
familiares es notoria por el aumento de los desempleados en las familias,
extinción de los subsidios, recortes de los ingresos, aumento de los gastos, de
los impuestos, etc., se tendrán que reconsiderar muchas situaciones en la que
las cosas que antes eran "justas" pueden —sin dejar de serlo— quedar
relativizadas por el aumento de "niños" con buenas razones, es decir,
por la aparición de nuevos argumentos provenientes de las necesidades
sobrevenidas. Hay más pobreza, sencillamente.
La
justicia distributiva o la forma de distribuir los recursos depende de dos
circunstancias: los recursos asignados y los casos planteados. Es obvio que
ambos están interrelacionados y que no pueden ignorarse. El problema ya no es cuál
de los tres niños tiene razón, sino que el número de niños pretendientes a la
flauta haya aumentado, que crezca sin cesar, y todos tengan tan buenas razones
—tan justas— como los demás.
El
problema ahora —y esto no lo plantea Amartya Sen en el ejemplo— que los tres niños exijan que solo se decida entre ellos y los nuevos
pretendientes a la flauta dejaran de ser considerados aunque tengan razones poderosas.
La
crisis económica hace aumentar los casos y estudiar y evaluar -con mucho tiento
y ajuste- cómo se han de distribuir los recursos. De no hacerse así, se estará
abriendo la puerta a una reconsideración general del sistema de distribución
mismo que empezara a ser fuente de conflictos porque se le considerará injusto.
Nadie
dice que ser "justo" sea fácil, entre otras cosas porque siempre se
barajan situaciones complejas. Por eso hemos profesionalizado la Justicia. En
general, no solo es difícil, sino complicado y, aunque no se diga, el resultado
deja muchas veces un fondo de duda, cuando no de insatisfacción por las decisiones tomadas.
La
justicia no es solo cosa de los jueces, claro. El profesor que corrige los
exámenes, por ejemplo, debe serlo. Ser justo
no es solo poner la nota justa: es cuestionarse qué tipo de prueba es la más
adecuada para obtener un resultado más próximo a la realidad de lo que el
alumnado merece. Crea normas generales que le llevan muchas veces a auténticos
conflictos porque ninguna norma general puede atender la casuística que se le presentará.
Y muchas veces tendrá que elegir entre llevar a rajatabla esas normas o
entender que la vida tiene muchas grietas y que se puede ser injusto aplicando
la justicia en forma ciega, como quiere el tópico.
Mi
amiga probablemente tendrá que seleccionar algunas personas que no se lo
merecen pero tienen los requisitos, y dejar fuera personas que se lo merecen porque
no hay más recursos. Es duro tener que aplicar una norma pensando en conciencia
que no es del todo justa porque se han reducido las ayudas y los que antes
tenían ahora no tienen y también necesitan.
El
Estado no quiere admitir más "pobreza" que la "oficial", que
es la que ya ha incluido en sus presupuestos, y no suele escuchar las
variaciones hasta que no haya que plantearse los nuevos presupuestos en los que
recoger las situaciones nuevas. Ya se discutirá entonces.
La situación ideal que algunos apuntan, que haya tres flautas, no es "justicia"
es poco sentido de la realidad o ingenuidad o demagogia. Eso no pertenece al ámbito de la justicia distributiva, sino al político. Hay "una"
flauta, aunque los niños sean ahora seis y mañana doce. Pero por eso la llaman
"crisis".
Por eso
es esencial ser lo más justo posible;
porque hay poco que repartir. Ser justo es contemplar todas y cada una de las
circunstancias y tratar de evitar los automatismos. Después, actuar en consecuencia. La
justicia distributiva no es fácil de aplicar porque es dinámica; hoy da
y mañana quita, porque hay otros más necesitados que tú.
Lo
único que sacamos en claro de nuestro debate es que, hiciera lo que hiciera, mi
amiga acabará teniendo la culpa de toda la frustración y enojo que causen los
resultados a los afectados, que nunca podrán quedar todos satisfechos. Si por
ella fuese, no se quedaba nadie sin cubrir sus necesidades. Pero eso no es justicia. Si fuese su dinero y fuera
millonaria, se dedicaría a la filantropía, algo que ya hace al participar en su
comunidad escolar y dedicar su tiempo y esfuerzo a los demás. Pero eso no le
importa a nadie porque solo quieren "justicia".
Las
crisis ponen a prueba muchas cosas.
* Amartya Sen (2010). La idea de la justicia. Madrid, Taurus. 449 pp.
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