Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
¿Por
qué gastar en formar ingenieros
cuando solo necesitamos peones, vendedores y, ahora, croupiers?, es la pregunta que algunos se hacen con completa
naturalidad. ¿Por qué "sobreeducarse", con el gasto que supone?
Contemplar la educación como "inversión" y no como
"formación" supone planteamientos de este tipo.
En
España el fenómeno "utilitarista" se agrava por el alto paro juvenil
que lleva a los dos extremos, al abandono educativo, por un lado, y a la
acumulación de conocimientos en un intento desesperado por mejorar las
posibilidades laborales, por otro. Esto no ha hecho más que acabar por
convertir la educación en una "industria cultural" que vive de la
frustración laboral más que de metas de mejora social y personal. También aquí
se ha pecado de falta de miras. Especialmente aquí.
La idea
aberrante de un "exceso de conocimiento" tiene una doble dimensión,
la personal (la persona sabe más de lo que necesita) y la social (hay
demasiadas personas que saben más de lo que necesitan). El concepto esencial
aquí es el de "necesidad" ya que no es absoluto, sino relativo a la
oferta de trabajo disponible en la sociedad en que se vive. Si el modelo socioeconómico
es de bajo perfil, como ocurre con nuestros "motores" turístico y del
ladrillo, comienzan a producirse el abandono o fracaso por desmotivación y el
abandono por emigración, dos formas de hartazgo social. El primero comprende
que no necesita estudiar para los puestos de trabajo que le esperan en la vida,
y el segundo entiende que jamás le van a ofrecer en su entorno el puesto al que
aspira por su formación.
El
énfasis puesto en la "educación" para salir de esta situación de
crisis se convierte entonces en uno de los grandes tópicos recurrentes. Pero el
éxodo de los buenos estudiantes es la prueba definitiva de que, si no se
modifica la oferta de empleo, la
educación se vuelve "inútil" desde la perspectiva laboral, no desde la
personal. Se produce entonces una pregunta sobre la causalidad del fenómeno:
¿hay desempleo juvenil porque hay poca formación o hay poca formación
(abandono, fracaso, bajo rendimiento) porque hay demasiado desempleo juvenil y
una mala oferta laboral? La respuesta que demos es la que permitirá una eficaz estrategia.
El
aumento del precio de la educación tiene, en este sentido, un doble impacto negativo
que se debería haber tratado de evitar o limitar al máximo: no solo repercute
sobre el sector más castigado por el paro, los jóvenes (y sus familias, también
castigadas, porque son quienes les financian), sino que se les condena
finalmente a entrar en el bajo perfil formativo que la pobre oferta laboral existente
reclama. Menos educación y más cara; menos y peor educados y más baratos.
Con la
educación ocurre como con la "sanidad": una parte se contempla como "necesitada"
de ahorro en el gasto, reduciéndose, mientras que otra deriva en negocio
ampliándose. Igualmente, hay una educación que se trata de reducir al mínimo gasto
posible, mientras se crea el lucrativo negocio educativo de la ampliación o
mejora de la formación. La educación pública está entrando en este juego encareciendo
los niveles superiores. Desde la perspectiva de los precios, se tiende a subirlos
considerando que mientras exista una diferencia sustancial con los de la
enseñanza privada, el mercado tendrá que aguantar. Que la enseñanza pública
suba sus precios beneficia a la privada, ya que quien tenga que elegir verá
reducidos los márgenes de diferencia para su elección.
Toda
actividad acaba generando sus propios intereses. El interés del sector
educativo no es solo que otros aprendan. Se "enseña" también para que
la maquinaria educativa pueda seguir funcionando.
En
función de las presiones por la situación crítica por los recursos escasos, los
intereses sectoriales pueden pasar a ser los decisivos por encima, incluso, de
los generales. Por poner un ejemplo claro: los planes de estudios de una
carrera pueden reflejar con más claridad los intereses de los departamentos
universitarios, que los de los alumnos que los van a cursar. No es
políticamente correcto decirlo, pero lo vemos todos los días. Tampoco es correcto decir que los dentistas viven de los malos hábitos de la mayoría de sus pacientes o que los ayuntamientos viven de las multas, pero es así. Ocurre en todos los
sectores, no solo en la educación; los intereses profesionales tienen su peso y
acaban dibujando el terreno y creando las reglas del juego.
En
declaraciones aparecidas en La Vanguardia de la
Consejera de Educación de la Generalitat catalana, Irene Rigau
[...] ha subrayado la importancia de los
estudios "postobligatorios" para poder encontrar un trabajo. A su
juicio, "un 85 por ciento de la población futura necesita estudios
postobligatorios" para poder incorporarse al mercado laboral.*
La
primera respuesta que le dan los lectores por medio de los comentarios es
obvia: "¿Qué mercado laboral?". Suena a provocación o a tomadura de
pelo. La falacia queda al descubierto cuando se habla de un ¡85%! de la "población
futura" necesitada de educación "postobligatoria", concepto
impreciso que manifiesta la vaciedad del discurso oficial sobre educación
desconectado de las acciones sociales sobre el empleo. Se trata de poder
mantener vivo al sector, de seguir
captando alumnos estimulándolos con una oferta educativa que ha quedado
desconectada de la laboral.
Es en
la enseñanza no obligatoria en donde se pueden recaudar ingresos para mantener
vivo el sistema. Esto es una obviedad que se camufla con discursos sobre una teórica
necesidad inexistente, hoy por hoy, del empresariado en sus demandas de
formación. Es una forma de estimular las matriculaciones para recaudar lo que
no se logra con la enseñanza obligatoria y gratuita.
Los
sociólogos nos hablan de un mundo sin trabajo, resultado de la globalización y
de los automatismos. Solo acciones positivas, estímulos concretos, es decir,
firme voluntad, remediarán los problemas de una sociedad que, dejada a sus
fuerzas, tiende al máximo beneficio y no al máximo empleo, que es lo
socialmente deseable. La alternativa es una sociedad feroz de diferencias brutales.
La educación
es imprescindible para la mejora social y personal, pero no debemos confundirla
con el "sistema educativo" que pasa a tener sus propias metas. En época de crisis puede perderse el sentido de la educación y confundir sus fines.
No puede recortarse o reducirse por un lado hablando de
"sobreeducación" y ampliarse por otro hablando de
"postobligatorio" y similares. Sobre todo si sirve para reducir o
recortar la educación obligatoria y "gratuita" mientras que se fomenta
un aumento de la que "se cobra".
La proliferación de especialistas y publicaciones sobre los problemas del sistema educativo es un síntoma de su "cronificación". No lo solucionamos, pero lo explicamos hasta el aburrimiento. A veces es más rentable.
* "Los alumnos
aprobados suben un 10% gracias a la recuperación de septiembre" La Vanguardia 9/09/2012
http://www.lavanguardia.com/vida/20120909/54347457971/alumnos-aprobados-10-septiembre.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.