Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
The New York Times incluye el obituario del que
fuera su editor durante treinta y cinco años, Arthur Ochs Sulzberger. El editor
falleció ayer sábado, a los ochenta y seis años. The New York Times dedica un
extenso artículo —once páginas— a recordar su memoria y su logros al frente del
periódico que había sido creado en 1851 por su familia. Sulzberger era la
cuarta generación y el testigo pasó a su hijo en 1992, como editor del
periódico, y abandonó la presidencia en 1997.
Recoge
el periódico que Arthur Ochs Sulzberger señaló que no era casualidad que
algunos de los periódicos que mejor funcionaban estuvieran llevados por
familias, pasándose el testigo de unos a otros. «“My conclusion is simple,” he once
said with characteristic humor. “Nepotism works.”»*
La familia representaba lo contrario del periódico
controlado anónimamente. El proceso de transmisión implica un compromiso con
una tradición que el periódico ha establecido a lo largo de décadas con sus
lectores. Es ese compromiso lo que han perdido nuestros medios en la actualidad
y lo que ha establecido una deriva suicida hacia otros derroteros.
El secreto de un buen periódico —y de un buen periodismo— es
el compromiso respetuoso con su lectores y el compromiso respetuoso con sus
profesionales. "Compromiso" y "respeto" son las dos claves
para que se pueda hacer un buen periodismo que sirva de referencia social.
Cuando un periódico se convierte en una referencia social
en el tiempo, la exigencia no es solo la de la "excelencia", sino el
respeto de la historia del propio medio. El profesional sabe que debe estar a
la altura de los otros profesionales que han cimentado el nombre del periódico.
Sabe que cada artículo que publique, que cada información que realice es un
acto que se mide por un rasero, el de la historia del medio. Eso afecta al que
lo dirige, tratando de seleccionar y formar un personal que mantenga o mejore
el nivel anterior, y afecta también al profesional, que tiene el estímulo de la
historia del medio como referencia. Hay modelos, referencias.
El respeto a la profesión es una condición ineludible para
el buen periodismo. El buen periodismo no es una cuestión de
"estilo", como pretenden algunos formalistas o de "ventas", los que lo consideran un negocio más. El periodismo cuenta el
día a día de lo que ocurre y eso es una responsabilidad social porque el rumbo del
mundo, nuestro propio rumbo, depende también de lo que sepamos de él. El respeto implica
responsabilidad ante este papel esencial del periodismo. Señala el periódico:
A newspaper publisher may be a business
executive, but the head of an institution like The Times is also inevitably
cast as a leader in legal defenses of the First Amendment. It was a role Mr.
Sulzberger embraced, never with more enduring results than in his decision to
publish the Pentagon Papers.*
Que un editor comprenda que su medio no solo es importante
por lo que cuenta, sino que está obligado moralmente a defender el conjunto de libertades
que implican la Primera Enmienda —expresión, prensa, culto...— y que eso es
determinante de su labor es esencial porque inserta al periodismo en el centro
del sistema de libertades que nos afectan a todos. Se constituye en un programa
de acción, en un compromiso, con la sociedad y los valores generales que
permiten la existencia de los demás valores particulares.
Informar no es solo un negocio, una cuestión de "dar una
alegría a los accionistas", como el preguntaba el director de un diario
español a Tim Berners-Lee, uno de los creadores de la Web. Arthur Ochs Sulzberger quería, por supuesto,
que como empresa fuera rentable, pero la cuestión de la rentabilidad está al
servicio del propio periódico. Sulzberger fue el responsable de la gran expansión
de The New York Times, dejándolo como gran empresa mediática al entrar en los
noventa, al comienzo de la era digital:
The expansion reflected Mr. Sulzberger’s belief
that a news organization, above all, had to be profitable if it hoped to
maintain a vibrant, independent voice. As John F. Akers, a retired chairman of
I.B.M. and for many years a Times Company board member, put it, “Making money
so that you could continue to do good journalism was always a fundamental part
of the thinking.”*
La frase de Akers refleja que el deseo de la rentabilidad
está al servicio de la independencia del periódico y no de los accionistas. Las
acciones y los accionistas de un periódico deberían tener esa idea clara: el
valor de la acciones no es solo económico, sino de un orden diferente, un
prestigio basado en su independencia y compromiso.
En estos tiempos en los que todo se sacrifica por una
rentabilidad manchada por el desprestigio de los medios y las exigencias a los
profesionales —a los que se obliga muchas veces a pisotear su propia profesión
mediante el sensacionalismo, el partidismo, el sesgo, la publicidad encubierta
y todas aquellas prácticas que se consideran rentables—, la defensa de la
independencia económica para poder hacer buen periodismo resulta casi
anacrónica. Pero es la buena. Nos hemos acostumbrado a justificar todo en las
cifras, perdiendo de vista los valores que representa el medio.
Un aspecto esencial de la profesión periodística en su
vertiente empresarial es la confianza en las personas que se elige. Un periódico
no es una máquina impersonal sino que es una entidad viva, que reacciona ante
lo que ocurre en su entorno y estableciendo una opinión responsable. La
selección de las personas responsables es esencial porque han de respetar y
defender esa línea de independencia del medio que es la garantía de sus
lectores sobre estar bien informados. Los periódicos no son las personas, pero
los hacen las personas, desde la escritura y desde la dirección. En varios
momentos del artículo se resalta el papel que Sulzberger eligió y cómo lo
administró:
“His confidence in the people he chose to trust
was almost total,” said Max Frankel, one of five executive editors during Mr.
Sulzberger’s time as chairman. “He did not want to edit the paper, plain and
simple. He was there to adjudicate disputes and to set standards and values.”*
Solo un buen criterio de selección de las personas puede
permitir al editor mantener esa labor de mantenimiento del compromiso del
periódico. Sulzberger confiaba en los que había elegido y ellos confiaban en él
como garante del compromiso del periódico respaldando a sus profesionales.
Confianza mutua y compromiso conjunto: el periódico con sus profesionales, los
profesionales con el periódico y todos ellos con sus lectores.
Los que se empeñan en que el "periodismo" es el
"negocio de la información" se equivocan. Y el malestar y el
descontento crecen entre los públicos que desean una buena información y los
profesionales a los que se les desvía hacía el espectáculo informativo. El triple
compromiso de respeto de Sulzberger con la historia y trayectoria de su
periódico, sus profesionales y el público son ejemplares. Dejó el periódico en los umbrales del mundo digital. La transformación posterior, los problemas que han tenido todos los medios —no solo los periódicos, incluido The New York Times— para su subsistencia ha sido en casi todos los casos dramática. Pero la elección no debía ser nunca abandonar las raíces del buen periodismo, el comprometido con la historia y con su tiempo.
The New York Times, con todos su problemas,
es hoy un periódico de gran prestigio —algo más que un "nombre" o una
acciones— que puede leerse sin sonrojarse, algo que se siente leyendo muchos
otros que buscan el sensacionalismo o la parcialidad escandalosa como forma de
aumentar unos lectores a los que no respetan pero adulan permanentemente.
*
"ARTHUR OCHS SULZBERGER, 1926 - 2012: Publisher Who Transformed The Times
for New Era" The New York Times 29/09/2012
http://www.nytimes.com/2012/09/30/nyregion/arthur-o-sulzberger-publisher-who-transformed-times-dies-at-86.html?src=me&ref=general
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