Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Llevaba algún tiempo intentando escribir sobre George
Clooney, pero siempre se cruzaba algo. Su detención mediática para llamar la
atención sobre lo que ocurre (y puede ocurrir) en Sudán es una muestra de su
forma de trabajo y de pensar. A los pocos días de estar presente en dos categorías
de los premios de la Academia —por Los
idus de Marzo y Los descendientes—,
Clooney aplica su imagen pública a causas que requieren la atención de la única
forma en que la sociedad mediática responde: a través de golpes de efecto.
Ayer comentábamos como el presidente y político (no es lo
mismo) Sarkozy tenía un incidente con la prensa insultando a un periodista (joven, simpático, bobo y “tocapelotas”, según su definición) por
preguntarle sobre unos incidentes de orden público en París. Clooney es el
ejemplo de lo contrario. Allí donde el presidente huye de sus responsabilidades
y se transforma en político protector de su propia imagen negándose a responder,
el actor Clooney se convierte en político al poner su imagen al servicio de los
problemas de los demás, que pasan a ser los suyos y, a través de él, de todos
los que consiga atraer a la causa.
Hace apenas unos días, Clooney se presentó
ante una comisión del Senado de los Estados, presidida por John Kerry, les
proyectó un documental sobre la situación de Sudán y les explicó algunas de las
claves de lo que allí ocurre. Una vez hecho esto, George Clooney da el
siguiente paso que un ciudadano norteamericano consciente realiza tras
contárselo a los políticos: se va a protestar a la puerta de la embajada de
Sudán.
Padre e hijo arrestados por desobediencia civil |
El diario El Mundo
nos cuenta que
Los manifestantes acusaban al
presidente sudanés, Omar al-Bashir, de provocar una crisis humanitaria por
bloquear el acceso de comida y ayuda en la región de las montañas de Nuba, en
la frontera con Sudán del Sur.
El fin era llamar la atención del
Gobierno estadounidense y de los líderes mundiales para detener la violencia en
la región. En la manifestación, organizada por la National Asociation for the
Advancement of Colored People (NAACP), también participaron su presidente, Ben
Jealous, y el congresista demócrata Jim Moran.
Clooney, un ferviente activista a
favor de los derechos de los habitantes de Sudán del Sur, pidió esta semana al
presidente Barack Obama que convenza al gobierno de China para que se una a la
presión internacional a fin de que el gobierno sudanés permita que entre la
ayuda en la frontera sur del país para paliar la hambruna.
Cuando le preguntan a Clooney por su paso de tres horas por
la comisaria, ironiza sobre lo interesante que ha sido compartir celda ese
tiempo con políticos y activistas, incluido un hijo de Martin Luther King.
Clooney ha dicho que seguirán rodando documentales denunciando lo que ocurre
allí o en otros lugares en los que se dan genocidios.
Más allá de la causa de Sudán, George Clooney ha ido
transformando su trabajo en una causa permanente y tratado de enganchar a ella
a amigos y público. Con películas como Syriana (2005), Michael
Clayton (2007), Up in the Air (2009)
y Los descendientes (2011) —entre las
ajenas— y las dirigidas por él, Confesiones
de una mente peligrosa (2002), Buenas
noches y buena suerte (2005) y Los
idus de marzo (2011), Clooney ha conseguido hacer un cine serio y sólido en
mitad de un Hollywood perdido entre glamour,
3D y efectos especiales. Todas esas películas le permiten avalar su trayectoria
profesional responsable en un contexto en el que los grandes éxitos de taquilla provienen
del mundo de los cómics, un mundo de
súper poderes físicos y mentales, o del deprimente
espectáculo de los infrapoderes
mentales, representados por las comedias de los resacones y similares. Entre superhéroes y supertontos, Clooney ha
tratado de introducir dosis de realidad en un cine empeñado en que la realidad se ve mejor con gafas
polarizadas. Al cine de Clooney le sobra la tercera dimensión física; él le
añade una tercera dimensión moral.
George Clooney ante la Comisión del Senado hablando sobre Sudán y pidiendo medidas |
Clooney es la única persona que ha estado nominada para los
premios de la Academia de Cine en cinco categorías, director, guionista
(original y adaptado) y actor (de reparto y protagonista), acumulando hasta el
momento siete nominaciones y ganado una como actor por Syriana en 2005. Ha ganado tres Globos de Oro, en los que estaba
nominado en cinco categorías distintas. La lista de premios en festivales,
asociaciones, etc. es muy larga. Pese a ello, más de uno sigue pensando que se
trata de un galán, de un actor atractivo que hace anuncios. Clooney ha sido
elegido varias veces entre los hombres más sexis del año, pero también está en
la lista de los hombres más influyentes que otras publicaciones realizan. Utiliza lo primero para lo segundo.
Confesiones de una mente peligrosa (2002), con Sam Rockwell como "Chuck Barris" |
La primera película dirigida por Clooney, Confesiones de una
mente peligrosa (2002), está basada en el libro del mismo título escrito por el
productor y presentador de televisión Chuck Barris, creador de The Gong Show —un concurso de “talentos”
insoportables—, The Dating Game —una
chica elige entre tres hombres a través de preguntas—, Three’s Crowd —un concurso para ver quién sabe más sobre un hombre,
si su esposa o su secretaria—, entre otros concursos de este tipo realizados en
los setenta y ochenta. En su biografía, Barris —un atípico presentador, tímido,
llenos de tics, como dar palmadas cada cuatro palabras, rascarse la cabeza y la
nariz, o equivocarse constantemente— confesaba haber sido reclutado por la CIA
y convertido en un asesino a sueldo.
Chuck Barris en The Gong Show |
La CIA negó sistemáticamente que fuera
cierto, lo que era parte del juego irónico del propio Barris. Cuanto más
insistentemente negara la CIA que Barris había sido agente, más cierto
parecería. Barris explicaba, por ejemplo, que el hecho de que él acompañara al extranjero a
las parejas ganadoras en el concurso The
Dating Game no era más que una tapadera para poder realizar sus encargos
de crímenes en las ciudades por las que pasaban.
Clooney toma literalmente lo que era un juego irónico y convierte
las acciones fantasiosas de Barris en reales, haciéndole pasar por el
reclutamiento, el entrenamiento para matar y los más de treinta crímenes
confesados por el protagonista, que empieza a padecer psíquicamente las consecuencias de
llevar una doble vida, presentador televisivo y asesino profesional de la CIA. Acabará estallando, recluido en la habitación de un hotel.
Buenas noches y buena suerte (2005) |
Creo que la metáfora que George Clooney eligió para su debut
cinematográfico es bastante elocuente respecto a su posición en lo que respecto
al mundo del espectáculo y a su propia posición en él. Clooney ha tratado de
recuperar la tradición de compromiso liberal americana como resultas de la era Bush y la presión que el 11/S supuso
como chantaje moral contra todos los que quisieran enfrentarse a la política
belicista norteamericana, representada por la USA Patriot Act, la ley que concedía mayores poderes a las agencias
—la CIA, evidentemente, entre ellas— para el control de la vida de los
ciudadanos ante la posibilidad de amenazas terroristas. La ley se aprobó de
forma mayoritaria tras los atentados del 11 de septiembre. Tampoco es
casualidad que la película siguiente de Clooney fuera Buenas noches y buena suerte (2005), la narración de la lucha del
periodista Edward R. Murrow con el senador Joseph McCarthy, el principal
responsable de la “caza de brujas”. En una entrevista de 2005 para la revista
alemana Brigitte, Clooney declaró:
"It's quite amazing that 'liberal'
nowadays has become a swear word as in the history of our country it always meant
to be on the side of justice. It started with the witchhunt in Salem, the
conservatives' point of view was: 'Burn them at the stake', and the liberals'
point of view was: 'There are no witches.'**
Como ocurrió con su película anterior, Buenas noches y buena suerte debía ser leída en clave de presente. Clooney está empeñado en resucitar el sentido que la palabra "liberal" ha tenido en la tradición americana y que el neoliberalismo conservador de Reagan llevó a su consideración más insolidaria apropiándosela. A los liberales economicistas se oponen los liberales morales, defensores de otros valores muy distintos. Y esa es la lucha de Clooney desde hace ya años: unir ideas, valores y películas. No ha compartimentado su vida, sino que ha tratado de integrarlo todo y se coherente. No todos pueden decir lo mismo.
En su última película, Los idus de marzo (2011) —con sus recelos sobre la política actual del presidente Obama— vuelve su mirada crítica hacia la las campañas, la lucha política y sus entresijos, pero sobre todo sobre la integridad moral. Una vez más, su centro es la comunicación —como ya lo fueron Confesiones de una mente peligrosa, Buenas noches y buena suerte y la comedia Ella es el partido—, su manipulación y control. Consciente de ello, su cruzada es denunciarlo a través de los mismos medios. El cine de Clooney es una vacuna contra la manipulación mediática y política, por eso ha de ser buen cine y buenos valores.
La detención de George Clooney ante la embajada de Sudán
tras su sesión hace unos días en el Congreso estadounidense es un capítulo más
en una vida que ha ido derivando hacia el compromiso político frente a la
frivolidad o el desinterés ante los problemas del mundo.
* “Clooney, libre tras
ser detenido ante la embajada de Sudán en Washington”. El Mundo 16/03/2012 http://www.elmundo.es/america/2012/03/16/estados_unidos/1331910957.html
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