Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La pretensión de alguno de los candidatos republicanos —de
nuevo Rick Santorum— embarcados en la carrera por la nominación presidencial de
prohibir los anticonceptivos hace reflexionar a Louise G. Trubek, profesora
emérita de la Facultad de Derecho de la Universidad de Wisconsin, sobre el
estatus de los avances reales en la sociedad norteamericana y el fenómeno de
las reversiones. Se pregunta
la jurista:
Why are issues that the courts
decided so long ago still unresolved? Maybe it is time to recognize that law
alone is not enough to effect social change. It must be linked to social activism on behalf of women’s rights.*
Louise G. Trubek |
Louise G. Trubek fue participante activa en la serie de
procesos que consiguieron la legalización de los anticonceptivos. En 1957, ella y su marido, se aceptaron poner su
nombre a una demanda contra el Estado de Connecticut por una ley que prohibía
la venta de anticonceptivos o que los médicos pudieran orientar sobre ellos
incluso a las parejas casadas. Trubek señala que ella no era una “radical sexual”
sino un “niña buena”, que se casó y quería compatibilizar su carrera incipiente
de abogado con la posibilidad de desarrollar su familia decidiendo cuándo y
cuántos hijos podía tener. Tras diversos contenciosos jurídicos, cristalizó en
el caso Griswold vs Connecticut que
acabó señalando la ley como una “intromisión en la vida conyugal”, como una cuestión de "privacidad".
El argumento de la “privacidad” del caso Griswold ha sido utilizado
posteriormente en otras cuestiones relacionadas con el aborto (1973), las relaciones
homosexuales (2003) y por tribunales a favor del matrimonio entre personas del
mismo sexo, señala Trubek. La jurista —reconocida especialista en cuestiones de derecho y salud pública— denuncia que, pasados los años, sigue sin
resolverse la cuestión primordial: la posibilidad de las mujeres de organizar
su vida para compatibilizarla con la vida laboral, algo que perjudica a las más desafavorecidas:
In short, we won the legal battle
but not the war. Women are still not guaranteed control over their lives,
because the necessary social supports were never secure. The initial goal of
Griswold was to help women — and even though the precedent has helped with
same-sex marriage laws, those initial needs, especially of poor women, have
been left largely unmet. *
La cuestión de los anticonceptivos que plantea ahora en su artículo Louise G. Trubek
no es casual y debe ser enmarcada en una lucha más amplia dentro del plan de
salud del presidente Obama por incluir su financiación dentro de la seguridad
social.
Hace unos días, Rush Limbaugh, el comentarista radiofónico conservador
más poderoso en los Estados Unidos, atacó desde sus micrófonos a una estudiante
de Derecho que solicitó intervenir en el programa para defender la gratuidad de
los anticonceptivos en la línea expresada por el presidente**. Limbaugh la
atacó de forma infame e inmisericorde: la llamó “puta”, “prostituta” y señaló
que ya que quería que el “estado” le financiara sus relaciones sexuales, ella
debería grabarlas para que los ciudadanos pudieran disfrutarlas en línea como compensación. Como gracia, dijo que la
muchacha tenía tantas relaciones sexuales que le faltaba dinero para
anticonceptivos porque se habría arruinado comprándolos. Las condenas a la vulgaridad e infamia del comentarista radiofónico no han dejado de manifestarse, aunque no le han afectado mucho y ha continuado.
La estudiante de derecho Sandra Fluke |
La estudiante de Derecho, Sandra Fluke, recibió la llamada
del presidente Obama en su casa. Habló con sus padres y les dijo que tenían que
estar orgullosos de su hija. Rush Limbaugh, al enterarse de las declaraciones
de la Casa Blanca cuando notificó la llamada a la familia, contraatacó diciendo
que “él estaría avergonzado” si fuera el padre. Afortunadamente, Sandra Fluke
no tiene por progenitor a tamaño energúmeno. Los ataque fueron más allá y el comentarista señaló que estaba dispuesto a comprar "aspirinas" para que las mujeres de Georgetown (Universidad a la que pertenece Sandra Fluke) se las pusieran entre las piernas.
Rush Limbaugh |
Del caso de Louise G. Trubek al de Sandra Fluke han pasado
más de cincuenta años. Comprendemos el sentido de la pregunta de la jurista de
la Universidad de Wisconsin: ¿qué son las leyes sin costumbres? El papel del
activismo social es ir más allá de los tribunales y entrar en las mentes de las
generaciones. Pero eso choca con una de las características más especiales del
pueblo norteamericano y que nunca acabamos de entender. Es en este contexto en
el que se sitúa, por ejemplo, la resistencia de Rick Santorum y de muchos otros a llevar a
sus hijos a las escuelas, en las que ven un semillero de causas no deseadas. La educación en casa es su solución, el aislamiento social, con lo que pasados los años vuelves a tener los mismos individuos reproducidos al detalle. Así no es posible alcanzar demasiado consensos sociales y acaba habiendo más cosas que dividen que las que unen. Educar permanentemente en la "maldad" de las leyes o de los gobiernos no es nunca un buen camino. Es un residuo colonial que no ayuda mucho.
Es curioso que un pueblo tan unido para tantas cosas como es
el norteamericano, sin embargo tenga ese recelo
permanente, esa incapacidad casi genética para asumir elementos comunes con los
que discurrir hacia adelante conjuntamente. El cambio de leyes, la vuelta a
situaciones anteriores, se puede producir en cualquier momento. Por eso el “activismo”
en Estados Unidos tiene que ser una constante, una actividad permanente, porque
nunca cesa el impulso contrario, que no hace sino replegarse a la espera de la
debilidad o el abandono. Como señalaba Trubek en su artículo, se ganan batallas pero no guerras. Eso implica un hacer y un deshacer constante, una división
social permanente e irreconciliable, sobre todo en los aspectos morales, que se
hacen cada vez más radicales y fundamentalistas. Para algunos puede ser una virtud americana; pero es indudable que, sin unos consensos mínimos en ciertas cuestiones, es difícil poder construir.
* Louise G.
Trubek: “The Unfinished Fight Over Contraception”. The New York Times 1/03/2012 http://www.nytimes.com/2012/03/02/opinion/contraception-war-goes-on.html?src=me&ref=general
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