Joaquín Mª Aguirre (UCM)
No han conseguida vaciarla como no han conseguido vaciar el ánimo de los que han hecho de la plaza Tahrir su espacio de vida y reivindicación de libertad. Uno de los manifestantes ante la Embajada de Egipto se echa a llorar ante la cámara que le graba sin poder contener la emoción. “Debo decirlo primero en árabe” dice emocionado. Luego lo expresa en inglés entre lágrimas: “¡Beso el polvo que hay bajo vuestros pies!”.
El polvo de la Plaza Tahrir es el polvo que llega del cercano desierto que envuelve El Cairo y da sentido a su historia. Un pueblo arrinconado por el desierto que se ha hecho fuerte junto a un río. Hay otro polvo en la plaza. Es el de los suelos rotos para arrancar las piedras con las que defenderse. Tahrir es una trinchera abierta en la que el ánimo no decae. El País publica una foto extraordinaria, dentro de una serie extraordinaria de fotos.
La fotografía es absolutamente velazqueña. La luz, la composición, el rostro, las manos…, no hay nada en esta foto que no nos revele algo de lo que está ocurriendo allí. Las palabras nos explican, pero las imágenes de esta categoría nos sitúan allí mismo, viviendo la emoción, desatando la solidaridad empática del que la contempla. En la cara del manifestante se refleja el agotamiento, pero también la determinación. Está rodeado de piedras. Tiene herida la cabeza y las manos. Solo dispone de agua y escasa. Junto a él reposan los sacos que le servirán para cargar su munición y continuar. Los resistentes de la Plaza Tahrir mantienen a raya a los asaltantes mediante piedras. Y siguen allí, mostrando que la situación no se va a pudrir. La plaza Tahrir y los que la ocupan van escribiendo la historia del Egipto moderno, del Egipto que quiere ser, a golpe de piedra.
Las noticias hablan de acuerdos para que Mubarak salga y evitar baños de sangre. Ya son muchas las víctimas que se acumulan en los hospitales. No debería haber una sola más. El régimen sabe que ha perdido el apoyo interior y el exterior. La diplomacia de los países occidentales se ha visto a prueba ante el caso de Egipto. Se va a ver a prueba de nuevo, lo más probable, en poco tiempo porque esta cadena de reivindicaciones no ha hecho más que empezar. Espero que se haya aprendido algo sobre la nueva forma de funcionar el mundo, sobre este nuevo mundo que se está manifestando en muchos escenarios.
¿Es posible que no estemos empleando las herramientas adecuadas para entenderlo? ¿No estamos siendo incapaces del análisis de lo que tenemos delante? Mis amigos egipcios me hablaban constantemente de la “sociedad civil”. Y lo hacían de un país en el que, según contaban, no se manifestaban más de doscientas personas y rodeadas de policía. El salto ha sido espectacular. Tenemos que cambiar nuestra retórica y nuestra forma de relacionarnos y vernos para poder entenderlo.
Hoy es un día clave; otro día clave en la Plaza Tahrir. Es el ultimátum, el “día de la salida”, que se le ha dado a Mubarak. Puede ocurrir cualquier cosa hoy. Pero lo que es seguro es lo que ocurrirá mañana, o dentro de dos días, o de cinco… Eso es seguro. Eso es lo que se lee en la mirada del manifestante que la fotografía nos muestra.
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