sábado, 5 de julio de 2025

Prevenir y curar o la ola reaccionaria

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Quizá hay demasiadas cosas que no nos acabamos de creer, que pensamos que son circunstanciales, que pasarán pronto. Las relativizamos y evitamos hablar mucho de ellas. A veces se esconden bajo una etiqueta particular que evita que veamos sus verdaderas dimensiones —¿existe trumpismo más allá de Trump?—.

Hay que analizar bien lo que está pasando en los Estados Unidos y, en especial, lo que nos está llegando desde los Estados Unidos, dos fenómenos distintos. Del primero nos distanciamos pensando que es algo que les pasa a otros; el segundo resulta molesto, pero no nos va a hacer cambiar.

Hace algún tiempo que muchos grupos sociales que han luchado por derechos para todos se empiezan a dar cuenta y denunciar los retrocesos que perciben. Los cambios que se dan allí tienen su reflejo aquí de una u otra forma. Este es un cambio diferente a otros. Cuando en los Estados Unidos había un cambio progresista, se les copiaba, se empezaba como moda y se acababa con cambios sociales profundos. Hoy lo que nos llega de los Estados Unidos es lo contrario, una ola reaccionaria. Pero los tiempos han cambiado y los Estados Unidos, pese a las quejas de Trump, tiene herramientas de todo tipo —amenazas, chantajes, retiradas, aislamientos...— para imponer por las buenas o las malas un punto de vista, unas condiciones que afectan a la vida de todos y a la percepción de la persona y la sociedad, que afectan a la educación, al empleo público, a la inversiones, al medio ambiente, a la visión de la Ciencia...

En RTVE.es nos hablan de uno de esos elementos que llegan desde los Estados Unidos y que se traduce en actos peligrosos, El artículo lo firma Sofía Soler y lleva por titular "Las empresas reducen sus campañas del Orgullo LGTBIQ+: la ola reaccionaria de EE.UU. se siente también en Europa". En él se nos dice: 

Dos de cada cinco empresas en Estados Unidos han reducido sus campañas por el Orgullo LGTBIQ+ este año. Así lo concluye la consultora Gravity Research, especializada en riesgos corporativos y problemas de reputación tras encuestar sobre sus intenciones a directivos de las principales compañías del mundo. La premisa de "sigue el dinero" para identificar corrientes profundas se cumple en esta ocasión y también en el hecho de que ninguna de las empresas encuestadas quiera aumentar su compromiso con los derechos de gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales y queers.

El dinero es la prueba, pero las causas no son (solo) económicas: el 61% de las empresas citan la presión desde la nueva administración de Donald Trump como la principal razón para cambiar su estrategia este Orgullo, de acuerdo con el estudio publicado en abril. Le siguen la amenaza de una reacción de los consumidores y activistas conservadores (39%) y de los legisladores del Partido Republicano (20%). Son menores las exigencias percibidas desde los propios consejos de administración y las plantillas (9%), mientras el temor a una respuesta de activistas y consumidores de izquierdas se reduce al 7%.

En su primera semana al mando, el presidente de Estados Unidos firmó una orden para acabar en la administración federal con todas las políticas y los programas de "diversidad, equidad e inclusión", conocidos bajo las siglas DEI. La decisión suponía cortar la financiación de esas políticas, que Trump considera "discriminatorias" y contrarias a la meritocracia, pero, ¿cuánto ha llegado a España de esa ola reaccionaria?* 

El trumpismo es una etiqueta simplificadora de lo que hay detrás. Es una fórmula que en la comunicación política personaliza la ideología para concentrar en una figura todo un movimiento más amplio e intenso. La gente, piensan, ya no se maneja por ideas sino por figuras en las que se personalizan sus filias y fobias. Es la muerte de la ideología como etiqueta y el ascenso de una forma de personalismo empatizante que detecta gracias a las herramientas obtenidas desde el mercado las conexiones con el líder. Han descubierto el cesarismo mediático, que la gente se adhiere emocionalmente y luego, si es necesario, lo racionaliza. 

Se trata de dirigir la ira y los miedos, las insatisfacciones, contra una serie de grupos que van desde los migrantes a los LGTBIQ+ pasando por la misma Ciencia, especialmente contra vacunas, cambio climático, etc.

La creación de mentes simplistas se traduce en líneas de acción de diverso tipo —económicas, ataques y persecuciones, prohibiciones...— alentadas desde las redes sociales, que es la herramienta que permite canalizar el odio anónimo, la ira desahogada de la oscuridad del anonimato o de pseudónimo. Es lo que acaba convirtiéndose en discursos de odio y especialmente, como nos cuenta el artículo, en el miedo a ser puesto en el punto de mira de los grupos o del poder, como ocurre ya en los Estados Unidos, con una administración que desmonta las ayudas y persigue a los que se les oponen.

Enzarzados en sus disputas locales, nuestros partidos no parecen darse cuenta de a lo que se enfrentan. Prefieren usarlo como argumento general, endosárselo a otros como acusación en este peloteo inacabable en que nos hemos convertido.

Todo esto lo aprovecha una ultraderecha que aprende de lo que se hace en los Estados Unidos y que lo aplica allí donde puede, como vemos con Vox. La debilidad crítica de la política española hace que quedemos en manos de grupos que ven aumentado su poder respecto a lo que sacan en las urnas por las políticas de pactos. 

Los estudios sobre la situación española detectan un incremento de la ultraderecha y, como nos decían ayer después de una encuesta, el aumento importante de jóvenes que creen ya en que un gobierno autoritario es mejor que uno democrático. Esto está producido en gran parte por la proliferación de los discursos de odio, pero de una forma más importante por el "mal ejemplo" dado por los partidos mayoritarios, que se suponen democráticos. Esta guerra absurda en la que llevan más de una década metidos es el principal alimento para que crezca el extremismo, en especial el de la ultraderecha que sí tiene un plan internacional coordinado y de apoyo mutuo.

El miedo a participar en algo que lleve la etiqueta "diversidad" o cualquier otra que rompa con los estándares de la ultraderecha y sus pilares "divinos" y "naturales" es creciente. Hemos tratado aquí hace unos días el caso de los anuncios en el Metro de Madrid en favor de las "familias numerosas", pero también una forma de ir contra los que no hagan esa apuesta. Es una variable de lo que supuso en la campaña electoral norteamericana el ataque contra las poseedoras de gatos (las cat ladies) que no tenían hijos, considerándolas anti norteamericanas y poniendo a Kamala Harris como objetivo.

La ultraderecha usa estas líneas como primarias en su política, lo que le permite atacar, prohibir, etc. todo lo que se oponga, por ejemplo, a tener hijos.

Lo ocurrido en la Hungría de Viktor Orbán con la prohibición del Desfile del Orgullo se justificaba en la "defensa de la infancia" y el "mal ejemplo" que los gais suponían. Solo la presencia en el desfile de políticos de toda Europa evitó la intervención oficial y que la confluencia con otras dos contramanifestaciones ultraderechistas, esas sí autorizadas, acabara en una tragedia.

La estrategia común es clara. Lo que va llegando de los Estados Unidos en su versión más reaccionaria, ante la práctica desaparición del partido demócrata que no se ha recuperado de su debacle, se nos cuela en Europa por nuestras rendijas y debilidades. Se nos cuela mediante diversos tipos de negacionismos: de género, de diversidad, de la ciencia, del cambio climático... Sí, un mundo de oscurantismo, dogmatismo y represión.


Va siendo hora de que nos demos cuenta de qué futuro queremos tener y no solo enterarnos por las encuestas de cómo los derechos, las libertades, la diversidad, el progreso científico, el medio ambiente, etc. van retrocediendo ante una visión simplista y autoritaria de la vida social. Tenemos ejemplos en la Historia de cómo estas regresiones no son fáciles de controlar una vez pasada cierta línea.

La "ola reaccionaria", como bien la califica Sofía Soler en el artículo, puede barrer nuestras costas democráticas por la indiferencia que mostramos en muchas ocasiones. Es una ola que crece y que se va llevando por delante derechos que han tardado mucho en construirse para beneficio de todos. Pero las visiones autoritarias no gustan de la diversidad. Más vale prevenir, es decir, hacerles frente antes de que sea tarde. Hay que demostrar cada día que esta mundo es mejor que el que proponen.

Para bien o para mal, está en nuestras manos... por ahora. 

* Sofía Soler "Las empresas reducen sus campañas del Orgullo LGTBIQ+: la ola reaccionaria de EE.UU. se siente también en Europa" RTVE.es 04/07/2025 https://www.rtve.es/noticias/20250704/empresas-retirada-campanas-orgullo-lgbtiq/16638267.shtml

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