Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las
cuentas y declaraciones de Vox sobre la inmigración y sobre lo que habría que
hacer con ella han dado lugar a réplicas y explicaciones. En un momento
"complejo" de la política española, por usar un eufemismo, Vox quiere
rentabilizar sus discursos y los demás alguien a quien señalar horrorizados con
el dedo. Pero esta vez (puede que otras) han sido tan rotundos con su tema
estrella, que han creado titulares estrella en un mundo mediático muy disputado.
Vox
hace trumpismo puro y duro. El problema es que Trump lo hace desde el poder,
con decenas de millones de votantes, mientras que Vox quiere ver crecer sus
votos e influencias, que dependen en gran medida en poner en apuros al Partido
Popular. Este se ve pillado en medio de tener que rechazar estos postulados por
presentarse como "de centro" y rechazar los postulados extremistas de
Vox o el terrible futuro de verse necesitado de sus votos para poder gobernar.
Lo
dicho oficialmente y lo dicho fuera de cámara difieren y exige explicación
convincente, especialmente si los postulados de Vox aumentan en radicalidad,
algo planificado para meter presión y arrancar votos en un panorama cada vez
más atractivo para la extrema derecha del corte de Vox.
La lista
de personas y los tipos que deben ser expulsados de España, según Vox, depende
de sus propias rectificaciones, de la voluntad de protagonismo y de las
expectativas electorales. No hace mucho en España, los partidos daban un giro
hacia el centro para asegurarse más apoyo electoral. Hoy las cosas no están ya
tan claras y algunos apuestan por lo contrario, por la radicalidad.
En
RTVE.es se recogen las divergencias en Vox sobre la estrategia, en este caso,
sobre a quién expulsar y los "motivos" para hacerlo:
El presidente de Vox, Santiago Abascal, ha negado que su intención sea deportar a ocho millones de inmigrantes, incluidos sus hijos, y ha subrayado que su partido no ha dicho el número de los que deberían ser expulsados: "Simplemente porque no lo sabemos".
Abascal ha hecho estas afirmaciones en un mensaje en la red social X en respuesta a las "mentiras" que, según el líder de Vox, se han publicado sobre la política migratoria del partido tras una rueda de prensa de su portavoz de Asuntos de Interior, Samuel Vázquez, y la diputada Rocío de Meer este lunes en la sede del partido.
Vázquez apuntó a las repatriaciones "masivas" y la "remigración" como la solución "menos mala" al aumento de la inmigración y De Meer se refirió a ocho millones de personas, ("más de siete millones, porque tenemos que tener en cuenta a la segunda generación"), que han llegado en un muy corto periodo de tiempo y de diferentes orígenes.*
Se extraña Abascal de que se sume la lógica a lo que sus portavoces han dicho en la sede del partido. Las aclaraciones van en el sentido de proteger a Vox (y a él mismo) de la avalancha de críticas que le han llovido y de una demostración racista y xenófoba sin paliativos.
Abascal no es Trump, pero quiere serlo. Es una cuestión de cantidades de votos, como decíamos. Trump está en el poder y ellos no. La retórica anti inmigración de unos y otros se basa en elementos "emocionales", en presuntos "valores" y "peligros" que nos acechan. Pero cuando eso se expresa directamente, como han hecho, la cosa cambia y quedan al descubierto su profunda vena autoritaria.
Cuando Abascal ha querido "arreglar" las afirmaciones rotundas de sus acólitos, no ha arreglado nada y sí lo ha vuelto más turbio:
Abascal ha señalado que Vox pretende expulsar a todos los que hayan venido" a delinquir" o "vivir del esfuerzo de los demás", pretendan imponer una religión "extraña", "maltraten o menosprecien a las mujeres" y todos los menores mirantes no acompañados, porque "tienen que estar con sus padres".
"No sabemos cuántos son. Cuando lleguemos al Gobierno lo sabremos. Y se irán todos", ha subrayado el líder de Vox, convencido de que los primeros en celebrarlo, junto a los españoles, serán los inmigrantes legales que cumplen las normas y respetan al país que les acoge.*
Las explicaciones de Abascal van más allá del ridículo: es una especie de desmentido ratificante, pero otra cuestión es que le funcionen como le funcionan a Trump las suyas diciendo que todo lo que el llega de fuera es crimen organizado, enviado expresamente para hundir a los Estados Unidos, a los que todo el planeta envidia.
Las tesis de la ultraderecha son simples y simplistas: somos tan buenos que todos quieren venir por envidia. En qué consistan esas "bondades" variará según los momentos y lo que se necesite en cada uno de ellos.
Es sorprendente que en países avanzados (presuntamente avanzados, hay que añadir) estos argumento simples y emocionales puedan funcionar de la forma en la que lo hacen. Unas veces se dirigen contra la inmigración extracomunitaria, pero también en algunos países el "exceso de identidad" se dirige contra la Unión Europea como esa otra forma de "intervención" y de pérdida de nacionalidad. En España, donde afortunadamente el europeísmo se sostiene con firmeza (quizá debido a nuestros aislamientos de décadas), los "enemigos" vienen de otras fronteras y es hacia ellos que se dirigen los ataques y discursos, sin duda, xenófobos y racistas. Los argumentos "defensivos" solo funcionan si se define a un enemigo, una amenaza:
"¡Mentira! Yo no he dicho que había que expulsar 8 millones. Hay que expulsar los que haga falta para que ni una sola familia española más tenga que llorar el no haberlo hecho", ha asegurado también la propia De Meer en otro mensaje en X.*
La explicación es reveladora porque ya no se trata de amenazas a elementos abstractos, como la "economía" ni individuales, sino algo intermedio y emocional, la "familia española", que pasa a ser la amenazada. ¿Qué significa que la "familia española" vaya a "llorar"? Pues vaya usted a saber, porque aquí se trata de jugar con los miedos y fobias de cada uno. Ya se les ocurrirá algo a cada uno de sus atemorizados votantes.
La explicación más divertida para tratar de arreglar el desaguisado causado por los declaraciones iniciales son las del portavoz José Antonio Fúster: ""No odiamos a nadie, lo que tenemos es un amor inmenso hacia los españoles. Tenemos que poder elegir quién vive con nosotros", ha explicado."* Es un ejemplo de convertir el odio en amor, que siempre es más fácil de vender.
No hace mucho escribíamos aquí que no se debía abandonar el verdadero patriotismo en manos de estos que se autoproclaman "patriotas", los únicos patriotas posibles. Todos los que no aceptan sus ideas y formas son anti patriotas, enemigos de la patria. Para Trump son "anti americanos" los que no le siguen la corriente.
El Partido Popular, si desea volver al centro de forma creíble, tiene que desmarcarse y condenar este tipo de planteamientos. Ya se han producido fisuras al plantear qué es preferible si pactar con Vox o la repetición electoral. A Díaz Ayuso casi le da un infarto al escuchar la segunda posibilidad. ¡Con lo que cuesta llegar al poder!
Hace pocos días, en Murcia, donde está Vox en el gobierno, han hecho cambiar unos fondos para la construcción de casas de acogida para menores inmigrantes no acompañados. La respuesta del propio PP ha sido, literalmente, "¡rectificar es de sabios!". Permítanme que lo dude.
¡Y no me quieran tanto, por favor!
* "Vox aclara que quiere deportar a los migrantes "ilegales", los que delincan o "pretendan imponer una religión extraña"" RTVE.es 8/07/2025 https://www.rtve.es/noticias/20250708/abascal-niega-quiera-deportar-a-ocho-millones-inmigrantes-no-sabemos-cuantos-son/16655913.shtml






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