martes, 8 de julio de 2025

Hacer y contar

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Las noticias del día nos muestran los dos extremos de la vida política y lo complicado que se está poniendo esto. La primera es de éxito, como es la petición oficial de Benjamín Netanyahu para que le den el Nobel de la Paz a Donald Trump. A todo el mundo el habrá parecido "extraño" menos, claro está, al propio Trump que no entiende cómo no se lo han dado antes. ¡Con lo que trabaja él por la paz mundial!

En otras circunstancias, algunos podrían pensar que se trata de una ironía, de una broma gastada por Netanyahu, pero no, no hay broma alguna. Es una etapa más de la mascarada que llevan el mismo Netanyahu y el propio Trump presentando sus guerras y genocidios como "actos de paz". Es decir, la reducción de Gaza y sus habitantes a cenizas tiene por objetivo final una paz duradera, una paz como nunca se ha visto en la zona. Da igual que el camino sea la extinción de un pueblo por las bombas y el hambre contraviniendo todos los principios humanitarios; lo importante es esa idea de que tras la extinción se encuentra la "paz".

Por supuesto, dentro de esta lógica del exterminio, la petición del Nobel de la Paz para Trump encaja a la perfección. No hay que restarle ese punto de adulación babosa por parte de Netanyahu a su padrino y financiero de las muertes, un narcisista irredento que se ve "natural" vestido de Papa entre los muros del Vaticano. ¿Por qué no, si es un enviado de Dios a la Tierra? Lo malo es que con Trump en el papado volverían a resucitar las hogueras para aquellos que le llevaran la contraria.

Si la noticia sobre el éxito es la propuesta de Trump para el Nobel de la Paz, el otro extremo, el del fracaso, lo constituye el suicidio de ex ministro de Transportes  ruso, Roman Starovoit. Ha sido cesarle Vladimir Putin y recuperarse la vieja tradición rusa del suicidio. Esta vez no ha sido caerse por un puente, como suele ser habitual con los opositores, sino con algo más ajustado a estos tiempos, un simple tiro en la cabeza en mitad de un parque y junto a su coche. ¡Un clásico!

En RTVE.es nos dan algunas pistas sobre lo ocurrido:

El exministro de Transporte de Rusia, Román Starovoit, ha sido hallado muerto este lunes en su automóvil a las afueras de Moscú con una herida de bala, pocas horas después de que el presidente, Vladímir Putin, firmara su destitución. Las autoridades rusas han considerado el suicidio como principal hipótesis.

El Comité de Investigación de Rusia ha confirmado que trabaja para esclarecer las circunstancias exactas de la muerte. Medios rusos han informado que se ha hallado un arma registrada a nombre de Starovoit en el vehículo.

El decreto presidencial no ha especificado los motivos de la destitución de Starovoit, quien apenas llevaba un año en el cargo. No obstante, medios rusos han sugerido que su salida podría estar relacionada con una investigación por corrupción vinculada a su gestión previa como gobernador de la región de Kursk, fronteriza con Ucrania.

Antes de ser nombrado ministro en mayo de 2024, Starovoit había dirigido Kursk durante casi cinco años. Tras su mandato, la región fue escenario de una de las mayores incursiones militares extranjeras en territorio ruso desde la Segunda Guerra Mundial, cuando tropas ucranianas ingresaron en la región y establecieron focos de resistencia durante meses.

En abril de este año, su sucesor en el Gobierno regional, Alexéi Smirnov, fue acusado formalmente de malversar fondos destinados a reforzar las defensas fronterizas, lo que agravó las sospechas en torno a la gestión de Starovoit.*


Como vemos, en todas partes cuecen habas, como dice el refrán. A veces pensamos que tenemos la exclusiva de este tipo de casos. Que el final de Starovoit era la tumba no creo que lo pusiera en duda nadie en Rusia; que ha sido fulminante tampoco. Las dudas es si realmente ha sido un "suicidio" o una "ejecución" puede interesar a algunos, pero lo cierto es que no hay mucha diferencia en estos casos rusos. Lo que Putin considera poco instructivo y un gasto inútil es un arresto, un juicio después, etc. ¡Un lío, vamos!

Como lo del Nobel de la Paz, tiene su parte de escenificación, su parte de guión previsto. En el caso ruso, el "suicidio" es sobre todo un gesto. Una detención, un juicio y una codena es una demostración de que el sistema funciona. Pero en Rusia el sistema se llama Putin y de lo que se trata es de dejar claro que el que la hace la paga, que no hay más sistema que el acto sumarísimo, tras un par de horas, del suicidio. Podemos imaginarnos la conversación de Putin con el que entró Ministro de Transporte y salió futuro suicida, con un pie ya en la tumba. Probablemente terminaría con un "¡...ya sabes!" y quizá hasta le sugirió algún lugar para no tener que estar buscando. Se puede considerar reducción del gasto. En el mundo que Putin generó a su alrededor, los conocidos como oligarcas, los métodos mafiosos son claros para evitar que algunos traspasen los límites.

Un mundo convulso, sometido a una crisis de liderazgo mal entendido, donde el Nobel y el suicidio forman parte de la comunicación política, un elemento que se pone sobre la mesa de los equipos de comunicación, ya nos dice mucho. Trump, Netanyahu, Putin son formas muy próximas de entender el liderazgo, sobre todo como fuerza posteriormente escrita desde el poder. Se trata de hacer y contar. Por eso se resiente la democracia doblemente.

El País

Los políticos de este estilo necesitan de la comunicación, verdadera propaganda, para construir su mundo. Se hacen con los medios, con redes sociales, usas los "chatbots", la IA, lo que haga falta para imponer ese mundo.

El ciudadano asiste como espectador a un hecho que es reescrito ajustándose a la voluntad del poder. Las fronteras entre democracias y dictaduras se disuelven, desaparecen en beneficio de ese hecho convertido en aceptable en el interior de un discurso mayor. La "paz" de Netanyahu y Trump es la "guerra" en la mejor tradición orwelliana expresada en su obra "1984". El "suicidio" ruso, la fórmula de Putin, es una vía rápida y ejemplar para otros; no hay castigos intermedios; la traición es la muerte, sin más.

Estamos viviendo ya en un mundo poco ejemplar o, si se prefiere, de ejemplaridad negativa y controlada desde el poder. Habrá en Israel mucha gente que le parezca normal que se pida el Nobel para Trump. Son los que han asimilado las tesis de la "amenaza existencial" de Netanyahu, los que les parece que masacrar mujeres y niños, disparar contra colas que buscan comido, bombardear campamentos, etc. es necesario u justo. De la misma forma, habrá muchas personas en Rusia que consideren totalmente normal el suicidio de Starovoit. Algo habrá hecho.

Quizá sea el máximo atributo del poder el definir la normalidad y que la aceptemos como tal. 

The New York Times

* "Hallan muerto al exministro de Transporte ruso tras ser destituido horas antes por Vladímir Putin" RTVE.es /Agencias 7/07/2025  https://www.rtve.es/noticias/20250707/hallan-muerto-exministro-transporte-ruso-destituido-vladimir-putin/16655074.shtml

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