lunes, 28 de julio de 2025

Los acuerdos USA: armas y energía

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

El próximo presidente de los Estados Unidos tendrá sobre la mesa un dilema, seguir los pasos de Donald Trump o tratar de recuperar el prestigio perdido en estos años; tendrá que decidir si sigue la fórmula de la amenaza y el chantaje o, si por el contrario, da un sentido conforme al diccionario a la palabra "aliado". En definitiva, tendrá que decidir sobre cómo quiere relacionarse con el mundo más allá de la violencia. De ello dependerán muchas cosas en la política internacional, en las relaciones entre países y, dentro de ellos, el creciente recelo, animadversión hacia los Estados Unidos. Es parte importante de los cambios que se están produciendo.

Estamos acostumbrados a llevar las quejas de Trump y el aparato gubernamental a las primeras planas. La visión mesiánica del imperio norteamericano ha cristalizado finalmente en una visión quejica, en una colección de tópicos neuróticos y lamentos infinitos. Ninguno de ellos explica porqué si un país ha sufrido tantos ataques, robos, parásitos, etc. ha llegado a ser la primera potencia mundial, la que está armada hasta las cejas y se puede permitir promesas de anexión o favorecer dictaduras e imponer genocidios como el de Gaza.

Hay, por supuesto, una "explicación": Dios lo quiere. El país puntero en los avances científicos, el que atrae a los investigadores de todo el mundo, se ha convertido en un país mesiánico, en el nuevo "pueblo elegido" para la gloria, con un presidente al que Dios quiere allí sí o sí.

El "acuerdo" con la Unión Europea impone la compra de energía y de material de guerra, con lo que se favorece a las dos grandes industrias que han hecho "América grande". La tercera, la digital, ya no necesita de imposiciones de uso porque se les ha entregado el mundo con la argucia de la "globalización". Hoy puede leer usted esto porque las empresas norteamericanas del sector, entregadas al trumpismo, lo permiten. Pueden borrarlo en cualquier momento o usar el "shadow ban", la fórmula del algoritmo que reduce drásticamente la visibilidad.

Me encontré ayer, releyendo la obra de la feminista egipcia Nawal El Saadawi, el siguiente pasaje escrito en 1991 para el prólogo de la traducción española de su obra La cara desnuda de la mujer árabe:

...¿cuál es ese nuevo orden del que tanto habla la primera potencia mundial, es decir, “la industria militar americana”? Se trata de un sistema que pretende:

1. La dominación de quien posee la fuerza de la bomba atómica sobre quien tiene la razón de los valores humanos.   

2. La dominación de quien detenta el poder económico sobre quien tiene la verdad.   

3. La dominación del hombre sobre la mujer.*

Lo primero que hice fue comprobar la fecha pues parece estar escrito hoy mismo.

Quizá no hemos sabido ver esto a tiempo pensando que nuestro estatus de "aliados" hacía que no se nos aplicara, que solo los que carecían de ese estatus privilegiado percibían las cosas de esta manera.

El trumpismo actual, como pensamiento oficial, participa de estos principios, incluido el del machismo patriarcal, que se impone a través de diversas acciones enmascarado como "tradición" y "mandato divino" de la superioridad masculina. Trump ha querido controlar hasta la vestimenta y estilo a través de una serie de normas y se ha insultado a las feministas que se le han enfrentado.

Trump ignora (o no) que el ascenso de los Estados Unidos se produce tras la II Guerra Mundial, entrando en una Europa devastada. Se dice que el general Charles de Gaulle, presidente de Francia marcó las relaciones con Estados Unidos convencido de que las tropas norteamericanas solo intervinieron cuando ya no había apenas resistencia y dependerían de la ocupación estadounidense como ultima salvación. Esta idea es la que permitió a Francia no querer depender de USA para la defensa del país y convertirse en potencia europea con armamento nuclear.

Estados Unidos quiere vender armas y energía. La mejor manera de hacerlo no es fomentar la paz, sino las guerras, por mucho que Trump se presente como un enviado de la paz. Lo cierto es que desde que está en el poder no hay día prácticamente que no estalle algún conflicto o se recrudezcan otros. Es el problema de tener a la industria armamentística detrás, como apoyo y financiación. El caso especial de la guerra de Gaza con un Israel genocida con Netanyahu al frente será el que marque su paso a la historia negativa.

La mejor forma de vender armas es la guerra o su amenaza. Hemos vuelto a una especie de nuevo formato de la Guerra Fría, con el episodio en caliente de la guerra en Ucrania. Esta amenaza rusa a Europa ha sido suficiente para que Estados Unidos (e Israel) aumenten sus ventas de armas para disfrute de su industria de armamento. La paz con Trump no es paz, es un paréntesis amenazante en el que hay que armarse, un juego diabólico en que se vuelve a tener dos espacios controlados por las dos superpotencias. Trump necesita a Rusia para hacer negocios y vender protección.


Las potencias europeas son mini potencias. Europa se construyó para evitar guerras contando con un paraguas permanente norteamericano. Hoy ese paraguas se paga doble, como dependencia y como alquileres de seguridad, compra de armas y energía, etc.

El acuerdo de aranceles con el compromiso de depender energética y militarmente de Estados Unidos es un mal acuerdo si no se va eliminando esta doble dependencia. La cuestión es ¿dejarán los Estados Unidos que la independencia ser real y efectiva? No hace falta ser muy perspicaz para intuir la respuesta. Por es esencial lo que ocurra en el periodo post Trump. ¿Se seguirá la misma política de fomento de la dependencia, de crear conflictos cercanos para que los países de la Unión Europea se sientan en peligro y reclamen protección norteamericana? Una vez que Rusia ha comprendido el mecanismo le bastará ser una amenaza creíble para meter el suficiente miedo a Europa como para que esta se lance a pedir protección y compre más armas. Hemos visto lo que ocurre en Ucrania como para no necesitar imaginar demasiado: protección a cambio de explotación de recursos.

Según nos decían hoy en el debate mañanero de RTVE.es, España es el país de la UE que más armas compra a Israel. Es algo que va más allá de lo que se ha expuesto con algún contrato que ha salido a la luz. ¿Qué autoridad queda para pedir parar la barbarie genocida de Gaza?

Lo que está ocurriendo hoy en muchos lugares forma parte de esta estrategia de venta de armas, del gran negocio norteamericano a través de la venta de energía y de armas. Basta que se produzcan bombardeos en zonas de energía, que se corten los tráficos energéticos, para que haya que recurrir a los Estados Unidos de Trump.


El mundo se ve débil. Es poco probable que los que lleguen después de Trump modifiquen todo este entramado que se ve reafirmado por las corrupciones propias del mundo de las armas. 

Recibirá pleno apoyo económico y político aquel que siga defendiendo los intereses de esa "gran industria", que —como decía la escritora egipcia Nawal El Saadawi— busca "la dominación de quien posee la fuerza de la bomba atómica sobre quien tiene la razón de los valores humanos".

No podemos permitirnos más ingenuidades de las necesarias. Hay que evitar que nuestros gobiernos actúen de esta forma por miedo, incapacidad o falta de integridad. Son muchas las cosas que están en juego y nos conformamos con poco. 

Una visión de un futuro de dependencia no es la mejor. Estados Unidos (y Rusia e Israel) se está acostumbrando a que se puede hacer cualquier cosa y eso no es bueno.

 

* — Nawal El Saadawi (1991) La cara desnuda de la mujer árabe (1977). Ed. Horas y horas. Traducción: María Luisa Fuentes

 

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