Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Mientras aquí tenemos diversidad de escándalos, para todos los gustos y filiaciones, en Estados Unidos y otros frentes vinculados, como el británico, se centran preferentemente en un caso peculiar en la trayectoria de Donald Trump, su vinculación con el pedófilo Jeffrey. Epstein a través de una carta publicada en The Wall Street Journal. El otro caso que tiene a Trump en titulares es su intervención en la receta de la Coca-Cola.
El caso
de Trump contra el WSJ se va a convertir en la punta del iceberg de su lucha
contra la prensa y por esos se encuentra en la cabecera de muchos medios que le
comienzan a aplicar su mismo sistema de trabajo.
Durante
estos años, el llamado caso Epstein se basaba en algo que le encanta a Trump,
la insinuación. El propio Trump lo alentaba. Lo que no se sabía del caso
Epstein, las personas importantes de la vida internacional, que eran clientes y
amigos del suministrador de menores, se había convertido en una gigantesca
suposición: la lista contenía nombres célebres, importantes en la vida pública,
ya fuera en la política, la economía, el cine o la realeza. Epstein les habría
suministrado lo que le pedían.
El caso
de Epstein y su esposa se agrava y aumentan las suposiciones cuando se ahorca
en la celda en la que cumplía condena. En los grupos que rodean a Trump y que
absorben sus especulaciones surgen inmediatamente las teorías de la
conspiración, la creencia en que Epstein no se ha suicidado, sino que le han
"silenciado" para evitar que hable sobre su clientela, lo que podría
constituirse en un enorme escándalo.
Una de
las bazas electorales de Trump ha sido utilizar estas especulaciones
prometiendo la "verdad" cuando llegara el poder. Pero lo que la
administración Trump ha dado es muy pobre, dos folios en los que se confirma
que la muerte fue suicidio y que no hay lista de clientes. Los que han estado
haciendo de todo esto un eje de sus vidas y acción política, estallan: no les
dicen la verdad.
En este
clima, el WSJ publica una carta atribuida a Donald Trump felicitándole por su
cumpleaños, un dibujo de una mujer desnuda y un mensaje en el que se habla de
"secretos". No hacía falta más para la explosión de los grupos contra
Trump y de Trump contra los medios.
En las
ruedas de prensa Trump se queja abiertamente: "¿por qué me preguntáis por
un caso viejo, por qué seguís
preguntado por Epstein?", protesta. Trump pasa a ser víctima de sus
propias formas y deja de poder controlar las preguntas mediáticas. Los medios y
su público, sus propios grupos quieren saber. Y quieren saber de lo que él
mismo utilizó para conseguir votos prometiendo la verdad "escandalosa"
y "oculta" tras la que hacía creer a sus seguidores estaban sus
rivales y enemigos políticos.
Toda
esta "normalidad" que Trump intenta transmitir no resulta creíble
para aquellos a los que se reforzado en sus creencias sobre el escándalo.
Hoy en
los principales medios de Estados Unidos y Reino Unido, de The New York Times a
la BBC, tienen a Trump y al difunto Epstein en portada, en sitio preferente de
sus cabeceras. El presidente no logra redirigir su imagen hacia elementos
controlables, sino que es llevado hacia una zona oscura en la que van saliendo
las conexiones de aquella etapa de "amistad" con los Epstein.
Como
era esperable en él, Trump ha reaccionado contra los medios, una vieja
estrategia suya. Los medios están vendidos y controlados por los enemigos, es
decir, los suyos y los de Estados Unidos, ya que él se ha erigido como apóstol
salvador.
Pero esta vez, los medios cuentan con un inesperado aliado, los trumpistas convencidos por Trump de que tras el "silencio" sobre Epstein y la red de pedófilos se ocultan nombres famosos, incluido él mismo, tal como lo dejó en el aire Elon Musk, el amigo y aliado visto y no visto. Lo último que dejó caer, aunque después intentara desdecirse, fue que el mismísimo Trump estaba en esa lista oscura y que se estaban encargando de ocultarla para no perjudicarle.
Ahora, sin embargo, ha cambiado: ha señalado que será máxima prioridad de su nuevo partido político el sacar a la luz la lista oscura de clientes.
Los
medios, por su parte, seguirán dando salida a las noticias que hagan que pierda
nervios y pleitos, alzando la bandera de la libertad de prensa e información.
Si saben que Trump está tan "sensible" con este caso aprovecharán
para meterle el dedo en el ojo.
No
sabemos si la lista oscura existe o no, si existe o solo fue una invención
malintencionada que ha tomado cuerpo en el reino intermedio de las fake news. Puede ser real o simplemente
un bumerán que regresa a la cara de Trump tras hacer su vuelo de recorrido.
Todo esto tiene algo de fábula y mucho de ironía. Las insinuaciones que permitieron a Trump conseguir votos y hundir a sus rivales, se vuelven ahora contra él. Por mucho que lo intente, me temo que le van a marcar la legislatura como una piedra en el zapato. Cuanto más se enfade, esto será entendido como una confirmación de que hay algo que no quieren que salga a la luz. Es difícil librarte de esto si has enseñado tan bien a tus seguidores.








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