Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Si
pretendemos que el racismo se combate con la Policía patrullando en las calles,
es decir, en la última fase del proceso, estamos bastante fuera del problema.
Es un problema de orden público, sí, pero es sobre todo un problema cultural.
Antes del comportamiento, de la acción, están las ideas que llevan a ello.
A la ultraderecha
le viene bien incluso que haya estos despliegues policiales. El efecto buscado
se logra y se ahorran algunos golpes y detenciones, que les sirven además para
crear sus propias castas de héroes, construir sus propias leyendas personales
de "patriotismo", de "españolidad", que es por donde
quieren crecer, algo que están haciendo según los datos.
Escuchamos
discursos llenos de tópicos, como en el caso de Núñez Feijoo sobre las
"deportaciones inmediatas de los que vienen a delinquir", a silencios
clamorosos o a los que piden volver a paces anteriores, no siempre tan claras.
Mientras
no se asuma que el racismo y la xenofobia están instalados entre nosotros de
diferentes formas e intensidades, que están por encima (o por debajo) de otro
tipo de problemas, que son los que configuran en discurso político habitual,
los que los políticos pueden usar en su intercambio, no habremos avanzado nada
o muy poco.
Lo
ocurrido en Torre Pacheco es la punta de un iceberg cultural, que no se expresa
directamente más que en estos estallidos, convocados aprovechando ese caldo de
cultivo anterior. Pero hay una serie de discursos y actitudes que circulan en
forma adaptada a las situaciones cotidianas. Surgen en pequeños comentarios, en
actitudes, en conversaciones, chistes y otras muchas forman que esquivan los
rechazos.
Si de
verdad estamos contra el racismo y la xenofobia hay que afrontarla en estos
pequeños espacios, enfrentarse a ellas de forma clara y decidida. Hay que
hacerlo en las escuelas señalando que el acoso que sufren los niños, ya sea
físico o verbal, es el inicio de unas actitudes que se volverán más peligrosas
con el tiempo. No nos vale mirar hacia otro lado. Hay que dejarlas en
evidencia.
No, lo
ocurrido en Torre Pacheco o, para ser más precisos, lo que se quería que ocurriera en Torre Pacheco ha
servido para darnos cuenta de la perspectiva de una sociedad salvaje en la que
nos cuantos puede llamar a "una cacería" de migrantes sin pudor
alguno. Esta falta de pudor es buscada para lograr visibilidad y darse un baño
de heroicidad, mostrando su capacidad de "sacrificio" por "todos",
"su inmenso amor por España", como proclamaban en Vox hace unos
cuantos días, en la previa de Torre Pacheco. Hoy ya sabemos en qué consiste ese
"amor".
Si no
le gusta esta versión bárbara de España, dígalo, no se calle. El silencio es
una complicidad ya que ellos cuentan con él. Hace poco tiempo escribimos aquí
que no podíamos dejar que nos robaran el patriotismo. No debemos dejarles que
se autoproclamen como "patriotas" convirtiendo en "enemigos de
España" a los que les niegan y rechazan sus valores.
El amor a
España se manifiesta de muchas formas, pero sobre todo deseando y trabajando
por una España más humana, más llena de convivencia y derechos, abierta, justa.
Mientras se aplaude a los millones de turistas que vienen a gastarse aquí el
dinero, se persigue o margina a los que vienen a traer su trabajo para que se
posibilite esa forma de crecimiento.
Nos daban esta mañana en RTVE el dato de que un trabajador migrante gana cerca de un 30% menos que uno nacional. Eso ya es significativo de nuestra peculiar forma de entender la equidad. Hace unos días entrevistaba a las tres doctoras extranjeras que se habían hecho cargo de un centro de salud en esa España vaciada al que nadie quería ir.
Estamos copiando lo peor de lo que ocurre en una Europa que crece en su xenofobia en determinados países. Tienen todas las armas disponibles en sus manos. Pero si queremos una Europa que se aleje de sus raíces racistas hacia un espacio de convivencia y justicia, habrá que ser más firmes en los principios si realmente creemos en ellos. El racismo avanza más allá de los conflictos como el de Torre Pacheco.
Podemos presumir de que no han conseguido su objetivo de la
"cacería", pero el mero hecho de que esta se planteara ya es un
fracaso como sociedad.
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| elDiario.es 16/07/2025 |
El
racismo trabaja con situaciones muy concretas y las eleva al rango de
universalidad. Lo que hace uno, lo hacen
todos. La idea de que vienen a delinquir ya ha sobrepasado las paranoias de
Trump, con sus fantasías del atacado paraíso norteamericano. Una de sus colaboradoras
directas llegó a decir que nunca hubo racismo en los Estados Unidos. No sé de
qué país estaba realmente hablando. El retroceso norteamericano con Trump y demás
al frente es un claro aviso para nosotros.
Por Europa van creciendo el radicalismo xenófobo con medidas legales o con acciones violentas. El silencio se hace cómplice por temor político a que cueste votos.
Esto supone un reto para todos. Nos obliga a pensar qué tipo de país queremos; nos obliga a defenderlo frente a los que se autoproclaman "patriotas" y hacer un nuevo patriotismo más justo. Es hora de demostrar que hay muchas formas mejores que las violentas y teatrales que reivindican algunos.







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