miércoles, 23 de julio de 2025

La España de los privilegios

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Lo que va saliendo de los diversos casos de corrupción es algo más que preocupante. No se trata de casos aislados sino de una forma de comportamiento que puede comenzar hace décadas y que sale ahora a la luz dejando al descubierto a nombres ilustres en la política y poderosos en las empresas.

Cuando se nos describen las prácticas en lo que se ha dado en llamar "caso Montoro" y los sectores de la política y de las empresas no se puede calificar más que como un "comportamiento mafioso", una alianza de intereses y poderes en la sombra.

Lo de la sombra es relativo porque no se puede mantener algo así a oscuras si no es por interés de ambas partes. La estrategia, parece ser, es no favorecer a uno solo sino repartir la corrupción haciéndola extensiva a todo el que pudiera pagarla. Muy democrático, sí.

Esta forma de acción que se describe en todos los casos, de unos y otros, abiertos y puestos sobre la mesa por las investigaciones,  dejan en evidencia algo más que unos delitos. Esto va más allá hasta convertirse en un modus operandi, una forma de hacer ciertas cosas para lo que es necesaria una triple conexión: la política, la empresarial y los mediadores que son los que trabajan con ambos sectores.

RTVE.es 23/07/2025

Ayer señalábamos nuestra preocupación por un mundo empresarial que se lanza de cabeza a la corrupción en sus diversas modalidades, que no denuncia sino que se abona al reparto de dinero a través de una serie de conseguidores que actúan como intermediarios. Son gente identificados con la palabra clave en la corrupción, "contactos". Tienen contactos en las administraciones y tienen contactos en los partidos, lo que constituye sus objetivos: favores, trato exclusivo, información privilegiada o, como acabamos de ver, leyes a la medida.

La diferencia con lo que estábamos acostumbrados es que ya no se trata de pequeñas empresas creadas para recibir dinero mediante ventas o concesiones. Ahora se trata de grandes empresas en sectores clave, como el energético; ya no se trata de "pelotazos" con venta de mascarillas, sino de la elaboración de leyes que ignoran en beneficio de la ciudadanía y son escritas para beneficio de empresas importantes de sectores clave.

Conforme la corrupción se convierte en una "forma normal" de actuar para conseguir un privilegio, un beneficio, el poder del estado decrece, la democracia pasa a convertirse en una mentira piadosa, pues las personas que se eligen lo hacen desde una falsedad: no actúan por el bien de los ciudadanos sino en beneficio propio y de unos pocos.

Doy por descontado que en los partidos e instituciones afectados hay gente con una voluntad de servicio a la ciudadanía, personas que buscan la mejora del sistema, de todos. Pero es una evidencia clamorosa que ahora mismo y durante tiempo esto ha servido para tapar una corrupción que avanzaba ante el temor de muchos que lo sabían a ser censurados, depurados, eliminados del sistema.

Es imposible que casos como el "Koldo/Ábalos/Cerdán" o el de "Montoro y compañía" se hayan producido en la mayor discreción. La contratación fraudulenta de familiares y "novias", los "dedazos" a empresas de amigos, las leyes al dictado, las comisiones, la creación de empresas fantasmas para despistar el dinero, etc. no son hechos invisibles. Se hacen a la luz, con cierta discreción, sí, pero con cierto conocimiento de dónde hay que ir y a quién  pero no sale nada al exterior... hasta que estalla. Entonces los datos salen en volúmenes, los audios se multiplican, los contactos se esclarecen. Donde solo había silencio, ahora hay un estallido sinfónico que inunda los medios.

Lo que identifica a una democracia, a un estado de derecho, es precisamente la capacidad de poner sobre la mesa los problemas y vicios, su capacidad de denuncia. Aquí, lo más sorprendente, es que la denuncia apenas existe por parte de los que se han visto afectados. El estallido es a posteriori, cuando ha pasado tiempo, décadas en algunos casos. La denuncia global hace que se aproveche para sacar a la luz muchos casos que comienzan a investigarse. Es entonces cuando se nos revelan las conexiones, los tentáculos de la trama corrupta, la que nos lleva de grupos mafiosos a ministerios, autonomías y ayuntamientos, de estos a empresas y grupos de interés. Vemos la trama con la claridad de las líneas marcadas por las acusaciones. Así vemos desfilar por los juzgados —la verdadera "alfombra roja" a la española— a políticos y ex políticos, a altos directivos de empresas involucradas.

Es otro "mapa de España", el del poder real. Vemos cómo los que dicen tener el poder están al servicio (pagado) de otros que son los que piden, pagan y obtienen. Las dos grandes tramas sacadas a la luz involucran a ambos partidos, los que se reparte el poder nominal en España. Las múltiples divisiones permiten trazar parcelas en las que se maneja el poder económico de compra y venta, de regulación, de concesión, etc.

El uso del BOE a la carta es un caso muy significativo de una forma de proceder, de la venta de privilegios. Como decíamos ayer, esto es algo más que un caso de corrupción; es una forma de actuar, de manejar el país, de que los más poderosos lo sigan siendo... por un módico precio.

No es cuestión de ideología; no nos dejemos arrastrar a ese planteamiento maniqueo que culpa a unos y salva a otros. Aquí todos los corruptos tienen la misma ideología: la del enriquecimiento personal y el desprecio social. La fachada que han utilizado era solo una forma de encubrimiento de esa realidad.

Nos ha extrañado el machismo despectivo de algunos en partidos que defienden a la mujer. Es casi el ejemplo más claro de esa falsedad asumida para llegar al poder ganando la confianza para ascender hasta los puestos desde los que asegurar sus manejos.

Esto es un problema sistémico, de degradación social de los valores, acrecentado por la deriva de los partidos políticos hacia otros problemas, muchas veces más mediáticos que realmente esenciales. Se ha dejado de mirar de frente a los problemas y muchos de ellos acaban debajo de la alfombra. Grave, como ya señalamos, que esto haya sido aceptado por una parte del empresariado.

Los problemas del empleo y su precariedad, de la vivienda especulativa, de la falta de recursos en la sanidad, de la educación, de la natalidad, etc. son ignorados por unas élites políticas para las que todo va bien cuando están en el poder y todo está mal si están en la oposición. Para ellos se trata todo de cambiar de portavoces.

Con estas posturas compartidas, la realidad queda aparcada. Parte de esa realidad es la corrupción instaladas en sus dependencias o creada aprovechando esos contactos, el acceso a la información, a los contratos, al empleo público.

Frente a esto, ambos partidos mantienen la misma estrategia defensiva de su imagen: echar la culpa al otro y rebajar lo propio. Es al ciudadano al que se debe defender de lo que ellos mismos han creado o dejado crecer. Con ello mantienen esta España de los privilegios y dejan indefensa a la ciudadanía que descubre poco a poco que no es la destinataria del mejor trato, sino que es, en la mayoría de los casos, la víctima. 

Y no solo los partidos deben dar cuentas. Esas empresas que salen a la luz por la compra de favores deben recibir lo que merecen y ser dejados en evidencia sus directivos. Esperamos respuestas de las confederaciones empresariales a lo que está saliendo a la luz.

La democracia es otra cosa y empieza por el respeto, algo que no sentimos. No queremos que los políticos se embarquen en guerras de distracción a la que se nos pide sumarnos mientras la corrupción crece entre ellos. Son todos ellos los que deben ser claros y contundentes con lo que se encuentra en su jardín.

Es un hecho histórico que la corrupción llama a la corrupción, que se extiende y afianza si no se toman medidas contundentes. No las vemos.

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