Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Dos
cuestiones que van transformar lo andado hasta el momento: la prohibición de
los patinetes y la de los teléfonos a los menores. La primera afecta a personas
de muy diversas edades, que se verán sin el medio combinado de transporte
—transporte público y patinete—, que es un peligro, según denuncias por algunas
explosiones en las baterías. También ha habido explosiones en los teléfonos, si
bien esta vez tiene otro tipo de peligros: la exposición de la infancia y los
efectos negativos que tiene.
Es un tema
que llevamos tratando aquí en los últimos años y que parece que finalmente se
va imponiendo por los evidentes y peligrosos efectos que tiene cada vez en
edades más tempranas y, por ello, más peligrosas ante la incapacidad de indefensión.
Es el atractivo que elimina pensar en los peligros reales. Sin embargo, no se
resalta que son los adultos quienes ponen el teléfono móvil en manos de los
menores. Hablamos mucho de los efectos sobre los niños, sobre las
responsabilidades de las tecnológicas, pero mucho menos de la responsabilidad
de los más próximos a ello, que son quienes ponen el teléfono en sus manos. El
transporte público permite ver a esos padres adictos que están usando el teléfono
de sus hijos para no ser "molestados" por sus hijos en los trayectos.
Me imagino que lo mismo ocurrirá en las casas, allí donde el niño se refugia en
el teléfono ante la indiferencia familiar. Los padres solo tienen que retirar
el móvil... pero no lo hacen. Sn los verdaderos introductores del elemento
negativo en las vidas de sus hijos. De esto se habla mucho menos, pero es la
triste realidad. Podemos escuchar todo tipo de excusas, pero no hay móvil en
manos de los niños que no haya estado antes en manos de los padres.
En el diario El Mundo se nos da cuenta, a través de un artículo de Olga R. Sanmartín, de un acuerdo entre instituciones de diverso tipo al respecto. Todo esto servirá de poco mientras exista esa irresponsabilidad familiar que da los teléfonos a los hijos para no ser molestados. En el texto se señalan algunas consideraciones que son de importancia para ver el estado en que se encuentra todo esto:
La Fiscalía de Menores y la Agencia Española de Protección de Datos han consensuado con 131 entidades un documento con 15 medidas concretas para «proteger a la infancia y a la adolescencia en el mundo digital» que van a presentar a todos los grupos parlamentarios con el objetivo de que alcancen un pacto de Estado. Es el primer gran acuerdo social logrado en España en relación a las pantallas. El texto, que muestra un cambio de rumbo respecto al uso de las nuevas tecnologías por parte de los menores -se aborda como un «problema de salud pública»-, contempla medidas como «limitar» los móviles en los colegios, establecer mecanismos de verificación de edad para impedir el acceso a pornografía u obligar a que las tecnológicas se responsabilicen de los daños causados.
Los firmantes recuerdan que la
llegada del primer móvil de uso personal en España está en torno a los 11
años, que el 90,8% de los adolescentes se conectan todos o
casi todos los días y que el 98% está registrado en alguna red
social. Según un estudio de Unicef, uno de cada tres jóvenes
españoles podría tener ya un consumo problemático de internet. La edad media
para el primer contacto con la pornografía se encuentra entre los nueve y los 11
años.
«Su uso por parte de niños, niñas y
adolescentes es especialmente sensible, además de porque se encuentran en un
momento evolutivo y de neurodesarrollo, porque son productos diseñados para
adultos, que pueden afectar a su socialización y que pueden potenciar posibles
problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión, además de facilitar
situaciones de violencia como el acoso escolar y sexual», advierten.
«El acceso a la tecnología se ha
convertido, en muchas ocasiones, en una puerta a contenidos inapropiados para
el desarrollo integral de los niños, como los pornográficos, que generan una
banalización de las relaciones sexuales, sexualización precoz o sesgos de
género», avisan los fiscales de menores, expertos en protección de datos y
representantes de asociaciones que atienden a la infancia como Unicef,
Save the Children o la Fundación Anar.
Añaden que «los modelos de negocio de las grandes plataformas y redes sociales se basan en la captación de la atención de estos niños a través de diseños persuasivos, casi siempre ocultos para los padres, produciéndose una mercantilización de sus datos a través de su recogida, la aplicación de algoritmos opacos y el perfilado para su venta a terceros con fines publicitarios».*
Como puede apreciarse, se sigue soslayando el hecho de que son las familias las que entregan los teléfonos a sus hijos. Peor: el énfasis se pone en los espacios exteriores a la familia, los colegios. Mientras no se ataque el centro del problema (la irresponsabilidad familiar), todo quedará en manos de instituciones a las que se les exige que controlen lo que la familia no controla. Esto es una fuente de problemas futuros, ya que la paciencia institucional es corta y se hartarán de ser ellos los que combaten lo que la familia no hace.
No son necesarios muchas encuestas ni estudios para comprobar la fuente de los móviles. Basta con mirar lo que ocurre en la calle, los padres y madres con un móvil en la mano mientras empujan un carrito, llevan a un hijo de la mano o se aíslan de ellos en un parque. Es algo que se hace a simple vista, en la calle.
El niño repite el comportamiento de los padres, normaliza lo que ve y lo repite en su esfera. Nadie se plantea entrar en el ámbito familiar, me imagino que por cuestiones legales, pero ¿qué hacer cuando es ese el foco del problema? A lo mejor es necesario cambiar el objetivo de las campañas, aunque dudo que sirva de mucho a estas alturas.
El acuerdo social es una buena noticias, pero las dudas sobre su eficacia están ahí. Los menores son solo una parte del problema.
* Olga R. Sanmartín "Primer gran acuerdo social para un pacto de Estado que "proteja" a los menores de las pantallas" El Mundo 27/11/2023 https://www.elmundo.es/espana/2023/11/27/65608476e9cf4a3e738b456d.html
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