Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Negar
que exista una violencia de género es una forma de favorecer, encubrir, dejar
de explicar..., escoja cada uno el término que quiera, la violencia de género.
Como evidentemente no se pueden negar los hechos, sino solo su enmarcado, la
situación sigue creciendo porque el violento encuentra en el sistema la
negación.
Hay
países islámicos en donde se considera a las/los feministas como agentes
extranjeros cuyo objetivo es destruir el país empezando por la familia
tradicional, la única que consideran posible. De esta forma se
"inmoviliza" un modelo de familia que es un modelo de poder y un
modelo de economía. Podemos pensar que una familia es solo eso, una familia.
Cuando se dice que es la célula social no se tiene en cuenta realmente lo que
eso significa, en las dos direcciones, lo que supone el reflejo del estado en
la familia y los efectos del modelo familiar sobre el conjunto.
Leo en el diario El Mundo el siguiente titular "Vox vota en contra de la renovación del Pacto valenciano contra la violencia de género y machista". En el texto del artículo se nos explican las razones y se da espacio a sus propias explicaciones:
La formación ultraconservadora
considera, en palabras de su portavoz parlamentaria, Ana Vega, que su posición
"ha sido clara siempre" y que no han participado en los pactos contra
la violencia de género nacionales, autonómicos ni locales porque "la
violencia no tiene género". "La dignidad humana se tiene simplemente
por ser humano y que hay que proteger a todas las víctimas por igual.
Votaremos que no", sentenció.
La diputada Miriam Turiel precisó, además, que el pacto "ha sido un absoluto fracaso" ya que, desde que se firmó, "el número de víctimas año tras año, desgraciadamente, no ha parado de crecer". "Ni sirvió aquel pacto, ni servirá otro, no ha protegido a las mujeres ni les ha dado ninguna seguridad. No ha sido útil a las mujeres", sentenció antes de puntualizar que para "defender a las mujeres no se hace con pactos vacíos y medidas políticas" sino con "educación, prevención y sanciones".*
Los argumentos se dan en dos líneas: una es ya simplemente un eslogan, "la violencia no tiene género", un ejemplo de la simplificación dirigida a los receptores más allá de los que tiene delante; es un reduccionismo hasta mínimos. La segunda línea busca deshacerse de las responsabilidades de no participar en los pactos señalando que son un fracaso porque ha aumentado la violencia. No voy a cometer la simpleza de decir que Vox es el responsable del aumento de la violencia por negarla como tal y no sumarse al conjunto, pero sí hay que decir que entre sus explicaciones se esconden muchos que siguen el negacionismo porque les parece que crea una visión negativa del reparto desigual que supone lo que llaman "familia tradicional", que es el modelo que se proyecta socialmente.
Sería absurdo estar contra las familias. Muchas son felices a su manera, que diría Tolstoi. Pero hay muchas otras en las que ese reparto de poder que suponen no es la base de la dignidad de todas las personas que la integran. La sociedad ha evolucionado más allá del modelo de dependencia de la mujer de familias y esposos. En muchos lugares del mundo las familias deciden con quién se han de casar sus hijas. Es una forma de conexión y mejora social y la hija es un instrumento. Es cierto que en alguna cultura el hijo también debe obedecer, pero mayoritariamente se dan los casos con las hijas. Dirán si el hijo no está también obligado. Claro, pero para eso la sociedad masculina ha generado diversas soluciones: poligamia, harenes y concubinas, adulterios admitidos y otras fórmulas que ven con buenos ojos que el marido tenga separadas las fuentes de reproducción de las de diversión, de las que puede incluso presumir ante las amistades. Conocemos casos de hombres que tienen varias familias a la vez, mucho menos de mujeres que tengan otras, entre otras cosas porque muchas veces no salen de sus casas.
Aquí entra otro factor, la dependencia económica. Durante siglos las mujeres eran solo educadas en servir a su marido y atender el hogar y los hijos. No había otra función generalmente, aunque hay sociedades en las que las mujeres atendían, por ejemplo, el campo en épocas de siembre y cosecha.
Hoy la mujer tiene estudios y aspira al trabajo que le permita independencia, es decir, no depender para vivir de los ingresos del marido. El hombre se emancipa mediante el trabajo. La mujer, en cambio sigue luchando por el trabajo. Ya tiene el derecho a él en muchos sitios, pero incluso en los más avanzados tiene que luchar por la igualdad laboral y la de ingresos. La mujer se incorporó masivamente al trabajo en Occidente porque los hombres fueron masivamente a la guerra y había que cubrir el vacío en la producción. En la célebre película Un día en Nueva York (1949) hay una mujer taxista. Uno de los protagonistas exclama al verla "—¡Una mujer taxista" ¡Pero si ya ha terminado la guerra!" El comentario es revelador de las causas y de cómo se percibió. Como reacción tras la guerra surgen movimientos para que la mujer no retroceda en lo avanzado. Las ideas de las pioneras se cristalizan en diversos movimientos por los países más avanzados, pero incapaces de dar salida a las aspiraciones de las mujeres.
Eso es también "violencia". La violencia no son solo los golpes, los asesinatos, etc. es toda forma que impida a la mujer un estado paritario al del hombre. Y el tiempo corre a su favor gracias a los avances tecnológicos y sociales. Pero esto hace que la resistencia, la violencia y el negacionismo aumenten.
¿Cómo se puede justificar el negacionismo con el crecimiento de la violencia, como hace el texto leído? Pues convirtiendo en "políticos" a los otros y en "natural" su propia actitud. La familia tradicional es una realidad y las demás fórmulas (del tipo que la mujer trabaje, por ejemplo) en distorsiones de esas leyes "naturales" que hacen que el hombre gane más, que mande, que sea la cabeza del mundo exterior (gobiernos, empresas, etc.) y lo sea lógicamente en casa.
Es la resistencia al avance en la autonomía de las mujeres lo que determina la mayor parte de los casos de violencia. Aquel que ve a la mujer, porque así se le ha educado, como una propiedad se resiste a que ella sea autónoma y decida, por ejemplo, romper una relación. Es una forma de propiedad asentada en una especie de derecho natural, divino o ambas cosas, que destino queda en manos del varón. Vox ve las ideas de los otros como "ideología" y las suyas propias como algo "natural", Obvio y transparente. Pero solo la ignorancia puede dar por buena semejante estupidez.
Los intereses del populismo de derechas en este caso es que siguen idealizando el control sobre la mujer porque es algo que simbólicamente transfieren a otros ámbitos, como la misma idea feminizada de "madre patria": su concepción autoritaria y jerárquica de la vida.
El sistema natural es el de dependencia y control, un modelo no igualitario en la que el destino queda marcado por el sexo. El género es el despliegue cultural del sexo, su materialización en roles. La creación de bloques de género —lo que se considera en cada cultura como propio de cada sexo— es una forma de levantar muros excluyentes. Y esto es también "violencia" porque limita las posibilidades de las personas en su desarrollo, deseos, etc. No solo los limita, sino que los mal reparte, acumulando privilegios y limitaciones.
Negar que exista una violencia de género es como negar que exista una violencia religiosa. Habrá gente que viva con libertad y respeto sus creencias religiosas y las de los demás. Pero los habrá fanáticos capaces de poner bombas en iglesias, mezquitas o sinagogas; los habrá que quemen biblias y coranes; los habrá que asesinen en el nombre de su dios particular y se consideren ellos mismos como elegidos y mártires. Decir que no hay violencia religiosa y decir que todo es violencia es un absurdo interesado y, sobre todo, es la forma de no poder proponer soluciones reales y eficaces.
Otra cosa son los errores políticos de bulto cometidos por hacer demagogia. Pero eso no afecta a la existencia de la violencia de género, cosa que Vox niega como causa. De esta forma contribuye a invisibilizarla como tal violencia y confundirla con otros tipos de violencia. Así se avanza poco. Al error ideológico y retrógrado de Vox se suma el aumento de la resistencia a la autonomía de la mujer que se traduce en la violencia que se niega. En el fondo, lo que se está defendiendo es que la mujer debe vivir dentro de un modelo en el que es secundaria. Aunque se niegue esto, es la realidad que se está apoyando indirectamente. Si nos negamos a ver las causas reales de esa violencia no lo solucionaremos. Es como desvincular los robos de la pobreza y la desigualdad. Habrá cleptómanos, por supuesto y otro tipo de causas; pero no se podrá negar que la pobreza impulsa al robo si no se tiene nada que comer.
Creo que Vox no se puede creer sus propios argumentos,, claramente contradictorios. El problema es aquellos que están deseando escuchar ese mensaje que les justifica o que ellos entienden que lo hacen. No hay así una "violencia" sobre la mujer, sino un acto de "corrección". Da igual los casos de abusos que ligan al poder económico con las mujeres y que se reproduce desde los ministerios y grandes empresas hasta los pequeños. Es la misma violencia que ejemplifica el uso del poder en cada peldaño.
La negación de la efectividad de los pactos es una forma cínica de actuar. Es su negativa la que contribuye a que se envalentonen aquellos que ven a las mujeres como amenaza global o particular, que interpretan sus deseos de autonomía como actos contra natura de rebeldía.
Pero esta forma de actuación y sus efectos queda clara con un ejemplo. En julio de este año, elDiario.es titulaba en sus sección de noticias de la Comunidad Valenciana "El candidato de Vox condenado por violencia machista: “Las españolas no necesitan puntos violetas, sino fronteras bien guardadas”"**. Allí se nos explicaba el caso:
El candidato de Vox al Congreso por Valencia condenado por violencia de género en 2002, Carlos Flores, defiende que en materia de violencia machista “lo que las españolas necesitan son unas fronteras bien guardadas” y unas “condenas contundentes”.**
No solo es el caso del condenado negando la existencia de la violencia de género, sino la afirmación de que la mejor forma de proteger a la mujer es cerrando las fronteras, lo que introduce de forma canallesca el otro tema populista: el ataque a la inmigración. Proteger las fronteras como remedio contra la violencia es acusar a los inmigrantes de violadores. Viniendo de quien viene, un condenado, es un auténtico insulto a la inteligencia y una muestra de cómo funciona el asilo ideológico. Se trata de escoger los muros protectores de los que niegan tu propio delito.
La violencia de género sí existe, diga lo que diga Vox. Vox dice que no existe el "género", con lo que demuestra una ignorancia interesada supina; dice que todas las violencias son iguales, una tontería solo igualada por la anterior.
* Inma Lidón "Vox vota en contra de la renovación del Pacto valenciano contra la violencia de género y machista" El mundo 4/10/2023 https://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/2023/10/04/651d7397e85ecef4648b45ba.html?intcmp=masnoticiasportada
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