viernes, 10 de febrero de 2023

Ira en los andenes

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

El problema de los trenes que no caben por los túneles no es nada en comparación con el problema ferroviario creado en Madrid por las obras que se realizan en la importante estación de Chamartín, un auténtico súper nudo de comunicaciones, con una duración prevista de diez meses, hasta diciembre. Los caos a todas horas, las carreras de unas vías a otras, entrechocándose los pasajeros que suben y bajan con peligro físico una estrechas escaleras —con bicis, maletas, patinetes, coches de bebé...— y nerviosismo crecientes.

Ayer veía la noticia del incidente público provocado por los retrasos y paros de trenes en la estación de Atocha, otro centro neurálgico del transporte madrileño, conexión —al igual que Chamartín— con media España. Desde estas estaciones salen y llegan no solo los transportes de la península, sino que la línea de Cercanías, la que une las poblaciones a esa red que recorre la gran capital, a la que acuden cada día millones de ciudadanos (entre los que me encuentro) para ir al trabajo, estudiar, etc.

Madrid tiene un enorme entramado de sistemas de comunicación (trenes, autobuses, metro...) que tejen una red que los usuarios combinan para desplazarse a través de la ciudad y de la Comunidad, con salidas y llegadas hacia el aeropuerto que la une al mundo. Todo esto tiembla y se convierte en un caos por el corte de una estación previsto para diez meses, no para un par de semanas.

9/02/2023

Pese a los esfuerzos de toda una flota de personas (mayormente jóvenes) desplegados por las estaciones para suministrar informaciones, lo que tenemos es un sistema que va al caos, sin posibilidad de concretar lo que se le pide al transporte: regularidad, puntualidad, etc., es decir, la posibilidad de saber cuánto tiempo se va a usar en realizar ese trayecto que se repite cada día y que da tranquilidad. Lo que existe ahora es un sensación caótica que impide saber cuánto se tardará, que acumula miles de personas nerviosas preguntándose unos a otros "¿a dónde va este tren?", si va hasta un destino determinado, si pasa por tal estación, etc. Se produce un caos que se intensificará cada día creando, además, una ansiedad que acabará estallando, tal como recogen lo ocurrido en la estación de Atocha:

En El Confidencial se nos relataba el incidente:

La mayoría de las líneas de Cercanías de Madrid se han visto afectadas por una avería en Atocha y el caos se ha incrementado por las obras y el corte del túnel entre Sol y Chamartín. El suceso ha ocurrido a las nueve de la mañana, en plena hora punta, y el servicio no ha recuperado la normalidad hasta la 1 de la tarde, según informó Cercanías a través de su cuenta de Twitter. 

El colapso de las Cercanías, con retenciones en la C-1, C-2, C-3, C-4, C-5, C-7, C-8 y C-10, también ha afectado a los trenes de Media y Larga Distancia. Los trenes más afectados fueron los de origen Aranjuez y Atocha de la C-3 y por ello, los viajeros han tenido que concluir sus recorridos en Villaverde Bajo, teniendo que hacer trasbordo hacia la C-4.

En redes sociales, no dejaban de llegar las quejas a @CercaniasMadrid. Los usuarios compartían fotos de andenes desbordados. Además, justo estas aglomeraciones, se producen con el primer día en el que las mascarillas ya no son obligatorias en el transporte.

Se han registrado multitud de incidentes en varias estaciones. En Atocha, algunos usuarios han golpeado los trenes e increpado a los conductores de los vehículos. Un hombre decidió elevar su protesta bajando a la mitad de las vías, poniendo en riesgo su vida, según informa Telemadrid.* 

Hace algún tiempo, quizá entre tres y cuatro meses, es decir, desde bastante antes de que empezaran las obras de remodelación de Chamartín, que se estaban produciendo distintos tipos de incidencias con los horarios, retrasos, provocados por accidentes o paros de trenes en determinadas líneas, algo que los propios servicios de megafonía explicaban ante la impaciencia de los viajeros, que se movían nerviosos con sus teléfonos móviles llamando a decir que se retrasaban, saliendo de la estación a buscar medios alternativos, etc.

Los incidentes no han hecho más que comenzar y es previsible que conforme aumente la indignación vaya a más, como ya ha ocurrido en Atocha y se nos contaba en el texto de El Confidencial. Este estado de irritación se acaba pagando con los que tienen un trato directo con el público o simplemente están a la vista. La capacidad de expresar indignación traduciéndose en actos violentos aumenta gracias a las posibilidades de interacción (compartir vídeos del caos), la repetición de los hechos y los efectos que se puedan transmitir por causa de la complejidad del sistema en su conjunto.

Lo que ocurre en las redes ferroviarias desvía parte de sus viajeros hacia otros tipos de transporte. Es probable que empiecen a aumentar los atascos en las carreteras, lo que afectará a las entradas en Madrid desde la periferias. El aumento de autobuses, por ejemplo, provocará más atascos junto con el aumento de coches. Eso, a su vez, generará más caos, más accidentes, más nerviosismo, etc.

No dejemos de pensar en que esto serán 10 meses, no un par de días. Ya hay protestas a través de los ayuntamientos; pronto las habrá directamente.

Si mencionábamos la chapuza de los trenes grandes en Asturias y Cantabria y un retraso de tres años para que se solucione el "problema", es decir, que lleguen los nuevos trenes, el caso de las obras de Chamartín puede crear un gigantesco incidente, por así decir, que provoque cada día diferentes estallidos populares.

Ayer pude ver la primera de las caídas. Un señor que intentaba subir corriendo las escaleras cayó y tuvo que ser levantado por las personas. Esas carreras por los túneles de Chamartín son un gran peligro por la cantidad de personas y la ausencia de escaleras mecánicas en las galerías subterráneas que conectan la estación ferroviaria con el metro de Madrid. Lo que es el tráfico normal para llegar a los andenes se convierte en una carrera de obstáculos desesperada y peligrosa para todos los que intentan alcanzar el tren.

Otro mal diseño: los carteles luminosos están colocados sobre las boca de la salidas a los andenes. Esto implica que la gente se para allí y obstruye la subida y bajada de las escaleras, que se concentra en esos puntos porque no hay fiabilidad en las pantallas al cambiarse de unas líneas a otras según el caótico tráfico, lo que implica bajar corriendo a contracorriente con los que suben también corriendo, además de que la mayor parte de la gente se concentra en el mismo punto, otro peligro.

Se eliminaron los murales con los planos generales de las líneas de los trenes. Teóricamente como se mira en Internet... Pero lo cierto es que al indicar el destino y no las estaciones intermedias no existe indicación de por dónde pasa el tren, por lo que la pregunta "Este tren pasa por X", se la realizan los viajeros unos a otros, no sabiendo la respuesta la gran mayoría.

Las máquinas expendedoras de bebidas están situadas en los puntos de acceso, junto a las escaleras, que es donde se concentra el paso de viajeros. Eso ahora es un problema porque los andenes están saturados de gente.

Como señala la información, todo esto hace que se llenen los trenes y que estén tiempo parados esperando la orden de salida. Esto ocurre precisamente con el momento de retirada de la obligatoriedad de llevar las mascarillas en el interior. Mucha gente no se la quita, pero es probable que pronto tengamos nuevas cifras de contagios de diverso tipo, no solo de la COVID.

Todo se junta. Todo forma parte de la complejidad. Es evidente que la planificación de unas obras de 10 meses en la estación de trenes de máximo tráfico de está mal planificada y peor desarrollada, que tiene unos efectos colaterales debido a lo complejo del sistema de comunicación en una ciudad y región como la madrileña con una densa red de comunicaciones. Los cambios en esta tienen efectos en el sistema laboral (la gente va y viene del trabajo), va a tener costes en términos de accidentes y sanitarios (aumentos de enfermedades), afectará a los demás subsistemas de transporte (metro, autobuses, taxis, etc.) por atascos, retrasos, accidentes, etc. Hará que estos subsistemas se vean tensionados, como ya ocurre en el metro, que absorbe muchos pasajeros que no pueden usar el tren. El mayor uso provocará un deterioro más rápido por el uso, que los menguantes servicios de reparación y mantenimiento (reducidos en los últimos años, en los que el tiempo, por ejemplo, de reparación de una escalera mecánica se ha multiplicado).

Lo peligroso es que toda esta variedad de situaciones las padecen los mismos. Bajo la etiqueta de "viajeros" están las mismas personas, que acabarán estallando y pidiendo, como ya hacen, cambios y responsables. Son las víctimas diarias.

Telemadrid


La brillante campaña publicitaria —"Perdonen las mejoras"— puede hacer perder la paciencia a aquel que tiene la perspectiva de que le descuenten una y otra vez dinero de su sueldo por llegar tarde o cualquier otra circunstancia que modifique la vida diaria y que se verá afectada, en mayor o menor medida, por lo que supone desplazarse. Diez meses enfadados por conflictos de todo tipo puede ser demasiado. "Perdonen los cabreos" será la contra campaña con la que se pueden encontrar en breve. El problema es que ese estado de ánimo es fácil que se vaya de las manos y se traduzca en más violencia.

¿Han infravalorado lo que significa en términos sistémicos las obras de Chamartín? Me temo que sí. Lo que ocurre en Chamartín, no se queda en Chamartín, como aseguran. Los efectos son múltiples y crecientes. Por lo pronto está dejando a la vista muchas otras carencias, modificaciones que parecían no tener importancia (como retirar puntos de información hacer pequeños y distantes los letreros luminosos, etc.) y que ahora la tienen.

Desgraciadamente, pronto esto irá a más, tal como la paciencia irá a menos. Demasiadas chapuzas que pagan siempre los mismos, que caen sobre las mismas espaldas. Esto es un paso más hacia ese caos de inoperancia, que sentimos que nos rodea. Da igual que sea verdadero o solo una ilusión. Con las ilusiones, en ambos sentidos, se hacen muchas cosas y no todas se pueden controlar cuando se ponen en marcha. No es lo mismo estar enfadado en casa que estarlo en un andén con cientos o miles de personas en estado de irritación. Me temo que pronto lo comprobaremos. La gente levanta las manos para grabar con sus teléfonos el caos... por ahora.

* EC "Caos en el Cercanías Madrid: golpes a los trenes e insultos a maquinistas por los retrasos" El Confidencial 8/02/2023 https://www.elconfidencial.com/espana/madrid/2023-02-08/cercanias-madrid-atocha-andenes-aglomeraciones-cortes_3572337/

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