Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hay profesiones que son peligrosas porque hay que subirse a grandes alturas o descender a enormes profundidades; en otras es la velocidad, el manejo de energía lo que las hace peligrosas. Las muertes en el periodismo se producen también por estar en lugares en los que se producen situaciones de riesgo, de guerras a lugares inhóspitos. Pero el mayor riesgo de la profesión periodística es acercarse a la verdad, difundirla, molestar a otros que la quieren mantener oculta, silenciada. El mayor riesgo del periodismo es la verdad.
El periodista y activista ambiental Abisaí Pérez
Romero, cuyo cuerpo sin vida fue hallado en el municipio de Tula, estado de
Hidalgo, centro de México, se ha registrado como el primer caso de un
informador asesinado en México en 2023.
En un comunicado, emitido este jueves, la Universidad
Autónoma de la Ciudad de México (UACM) ha informado del hallazgo.
"Con profundo dolor comunicamos que el pasado 14
de febrero fue encontrado -en el municipio de Tula, estado Hidalgo- el cuerpo
sin vida de nuestro compañero Abisaí Pérez Romero, estudiante de la carrera de
Comunicación y Cultura de nuestra casa de estudios", ha señalado la
institución.
La UACM ha contado que Pérez era un
"comprometido defensor de los derechos humanos y los derechos
ambientales" y colaboraba en el Atlas de Justicia Ambiental además de
participar en el programa de servicio social Identificación y documentación de
conflictos socioambientales de la Universidad.
Ha recordado que en los últimos tiempos, se
dedicó a analizar y denunciar, entre otros, el impacto del Túnel Emisor Oriente
en el Valle del Mezquital, del Relleno Sanitario Regional en la Comunidad de Dendhó
y de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Atotonilco.*
México lleva tiempo siendo declarado el lugar más peligroso para la actividad periodística. Las notas emitidas por las instituciones muestran el lado "molesto" de su actividad, dejar en evidencia el destrozo medioambiental, las consecuencias para la salud de todos y el deterioro de lo que nos rodea.
Cada víctima periodística en México —o en cualquier otro lugar del mundo— muestra la necesidad y el peligro de ser periodista. En este mundo de trivialidades comunicativas, donde la información es algo que vuela de un teléfono a otro, algo que surge al deslizar un dedo sobre una pantalla, cada muerte de un periodista nos muestra la dificultad de informar, por un lado, su trivialidad encubridora, por otro.
Nuestras facultades de Comunicación en estos tiempos están más preocupadas por los valores comerciales de la información, por su seducción, que por el valor realmente social y político, en su sentido pleno, que por su compromiso ético y aceptación de valores democráticos. Esto se percibe con claridad allí donde estos valores están ausentes o escasean. La información es allí más necesaria y por ello más peligrosa. Valoramos poco el riesgo que asumen aquellos que se juegan la vida para que nosotros estemos bien informados. En cambio, seguimos embelesados a aquellos que nos dan lo que deseamos y se olvidan del resto.
Abisaí Pérez Romero era un estudiante de Comunicación. Seguramente fue a su facultad llevado por su sentido del compromiso con el medio ambiente, con la salud de sus conciudadanos. Su información no gustaba a los que manejan los recursos económicos, a los que autorizan obras con efectos negativos en el medio ambiente y en la salud de todos.
La mayoría de los muertos en los terremotos de Turquía y Siria se han producido por el derrumbe de edificios construidos sin seguir las normas de seguridad. Ahora se airea el escándalo ante la indignación popular; ahora se empieza a buscar y encarcelar a los responsables de haberse enriquecido con el ahorro de materiales, de construir donde no se debía, etc. Cuando ocurre algo así, salen a la luz decenas de circunstancias que de haberse informado de ellas podrían haberse ahorrado muchas muertes y dolores. Comprendemos en estos casos, si reflexionamos un poco, el valor de la información incómoda, la que desvela lo que se ha hecho y explica lo que puede ocurrir. Pero no siempre queremos escucharlo y muchas veces no podemos saberlo porque alguien elimina o presiona a los que quieren saber y contar.
Hoy la frivolidad es la cara más visible, la más llamativa, en la información. Basta con ver las noticias más vistas, que el mundo se nos llene de shakiras y piqués y de montajes hechos para nuestro deleite morboso. Somos capaces de invertir miles de euros en conocer los perfiles de nuestros receptores para saber qué quieren escuchar, que les gusta ver, y escamotearles la realidad que tienen delante.
Hay lugares en los que la realidad se oculta porque no interesa que sea conocida. Bajo sombras y entretenimiento, la realidad se muestra opaca, no nos permite saber que hay detrás, quién se beneficia de nuestras previsibles desgracias en forma de derrumbamientos, enfermedades, crisis, etc.
Nos dicen en la noticia: «En 2022, México fue el "país en paz" más peligroso para la prensa, al concentrar el 20 % de los asesinatos de periodistas en el mundo, con 13 casos, según la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF)»*. Durante el mandato de López Obrador se han producido 67 asesinatos de los 157 registrados desde el año 2000. Son muchas muertes, una sola lo es. Cada una de ellas es una denuncia doble, la de los males que los informadores sacaron a la luz y la de los intereses políticos, económicos, criminales que los silenciaron.
El joven estudiante muerto en México, el primero del año, tenía la enfermedad de la información, la que te impide cerrar los ojos, la que te impide cerrar la boca. Hoy se la han tapado de la misma forma brutal que lo han hecho con otros. La información sigue fluyendo en paralelo a la sangre de los que deciden contar el mundo, describirlo, explicarlo. Cada muerte es una demostración de la necesidad de informar en un mundo lleno de ruido.
* "Hallan muerto a un periodista en el centro de México, primer caso de un informador asesinado en el país en 2023" RTVE.es 17/02/2023 https://www.rtve.es/noticias/20230217/hallan-muerto-centro-mexico-periodista-abisai-perez/2425508.shtml
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