martes, 14 de febrero de 2023

El abrazo del oso

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Un gran despliegue informativo en RTVE.es presentando los resultados de la investigación realizada por periodistas de la UER sobre un episodio de la guerra de Ucrania, el secuestro de niños ucranianos por parte de Rusia. Son niños llevados hasta allí y recogidos en adopciones aceleradas y los que se les da pasaporte ruso (se les convierte oficialmente en "rusos") y se les escolariza en el sistema de adoctrinamiento escolar.

La tradición rusa secuestrando niños la conocemos en España. Curiosamente nadie menciona (o yo no lo he visto) el caso de los llamados "niños de la guerra", sacados de España durante nuestra contienda civil. Quizá algunos no quieran recordar lo que celebraron como un "acto humanitario" y que hoy vemos como una práctica rusa habitual, una forma de operar en paralelo con la militar.

La investigación da unos resultados que muestran este tipo de prácticas que confirman, una vez más, el modo de actuación ruso, que va más allá de la intervención y plantea siempre acciones sobre las poblaciones invadidas, cuyas familias son separadas como una forma de acción que es ahora denunciada. Nos dicen que

A partir de todas las fuentes disponibles, se ha podido confirmar que, desde el comienzo de la guerra, al menos cientos de niños de las zonas ocupadas de Ucrania han sido llevados a Rusia para ser acogidos en familias o instituciones estatales o aún no han regresado de tratamientos médicos o campamentos de verano en territorio ruso que deberían haber terminado hace meses. 

Lvova-Belova y las autoridades rusas presentan estos traslados de niños como un esfuerzo caritativo para salvarlos de los horrores de la guerra y darles una vida mejor que la que tenían antes. En los vídeos de propaganda y en los reportajes de la televisión estatal pueden verse aviones y trenes llenos de niños ucranianos desconcertados a su llegada a las ciudades rusas.

Los pequeños son recibidos con cestas de regalos y abrazos de adultos a los que nunca antes habían visto. Son sus futuros tutores, deseosos de facilitar su integración en la nueva "madre patria".*

Estas acciones rusas tienen una finalidad primera, en el presente, crear una situación de pérdida en las familias ucranianas que mine su capacidad de resistencia ante la desaparición de los hijos. Pero para el futuro, se tendrán unos miles de personas, crecidas en Rusia, bajo adoctrinamiento a los que se ha convencido que se les "ha salvado", que Rusia es una potencia que buscó su bien.

Rusia siempre ha tenido una gran apetencia por los hijos de los territorios ocupados. Son una inversión para el caso de que haya que "repoblar" en el futuro. ¿Quién les negará a esos niños, educados, adoctrinados en Rusia, el derecho a volver? Pero solo lo harán aquellos de confianza para Rusia. Rusia recoge primero y luego siembra. 

A lo largo la extensa información resultado de la investigación internacional conjunta, se nos ofrecen muestras de este tipo de adoctrinamiento infantil: «Todos estos niños oirán que Ucrania es un Estado fascista. Así que se produce esta desconexión con la cultura ucraniana, desconexión con la identidad ucraniana de estos niños".»*

Lo que está haciendo Rusia, según todas las instituciones que han consultado, forma parte de un plan que puede ser considerado como mucho más que una simple tarea "humanitaria": «"En nuestra opinión, el traslado forzoso de niños es claramente un crimen de guerra, pero también un crimen contra la humanidad, porque se lleva a cabo de forma generalizada y sistemática", afirma Reed Brody, veterano fiscal internacional especializado en crímenes de guerra y miembro de la Comisión Internacional de Juristas.»*

Las imágenes que se nos ofrecen en el informativo son repugnantemente propagandísticas. Niños sonrientes que bajan de los trenes donde les esperan sonrientes autoridades rusas para ofrecerles osos de peluche, un objeto que pretenden que represente ese "amor" con el que los reciben. Pero el oso de peluche esconde simbólicamente a la propia rusa, es su animal totémico. Ese oso de peluche no es un juguete, sino la entrega a Rusia de esos niños, que podrán ser "adoptado" rápidamente gracias al proceso de concesión de la nacionalidad. De esta forma se realizan dos cosas, su asimilación alienándolos y haciendo que su pista se pierda para las familias que intenten navegar por el laberinto ruso, el país más grande del mundo. Algunos, nos dicen, han acabado en Vladivostok, en la frontera rusa con Corea del Norte y China, a más de 9.000 kilómetros de Moscú.

¿Es Rusia —sus responsables— demasiado "poderosa" como para acabar pagando por ello? Es una gran pregunta que la Historia resolverá, pero que nos es importante entender en sus dimensiones. Rusia ha hecho lo que ha querido; es la bota orwelliana pisoteando un rostro contra el suelo. La impunidad la utiliza Putin como una muestra de grandeza.


Vivimos en un mundo de instituciones internacionales que surgió en la Guerra Fría, donde las potencias ganadoras se aseguraron estar un escalón por encima de los demás. Que sean sancionadas, como ocurre con Rusia actualmente, que se muestre su barbarie y se denuncie no sirve de mucho en cierto sentido. Rusia controla su propaganda con actos como las llegadas de esos niños a las estaciones y cuyos vídeos harán derramar lágrimas conmovidas a millones de familias rusas convencidas de que sus autoridades son la bondad personificada, la bondad llevada a extremos de altruismo, de generosidad. Rusia acoge a esos pobre niños, abandonados por sus perversas familias fascistas, ¿se puede pedir más?

La burbuja rusa aleja cualquier posibilidad de explosión porque se han eliminado los opositores, las voces disidentes, la prensa crítica, se han proclamado leyes represivas con fuertes condenas... Rusia vive en esa burbuja propagandística que ahora acoge a los niños, gracias al trabajo desde el Kremlin y a través del gigantesco aparato del estado.

Los niños confiados abrazan a los osos, pero realmente es el abrazo del oso el que están sufriendo. Por el "abrazo del oso" se entiende una falsa demostración de afecto que oculta una trampa. Nada define mejor que lo que está ocurriendo a esos niños.

No será fácil vencer la resistencia a la información ni probable que se manifieste algún tipo de fuerza interna que sacara a Putin del poder, algo que impedirían las repúblicas subordinadas en la federación, controladas por afines a Putin. Para el Kremlin, el mundo es un tablero sobre el que mueven las fichas, tropas o niños.

*  Belén López Garrido, para la Red de Periodismo de Investigación de la UER "Los niños de Ucrania secuestrados por Rusia" RTVE.es / UER https://ninosdesaparecidosucrania.rtve.es/los-ni-os-robados-de-ucrania/

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