Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Mientras
nuestros políticos (y medios de comunicación) discuten, debaten y se tiran los
trastos a la cabeza sobre la llamada ley del "solo sí es sí" (cuidado
con no acentuar), nos llegan noticias que deberían ser preocupantes si no
estuviéramos tan preocupados por lo mencionado anteriormente. Pero la ley se
ocupa de castigar lo que ya está hecho y no entra en lo que debemos hacer los
ciudadanos para evitar que se produzcan los ataques, los delitos y haya que
estar celebrando juicios sin poder evitar ya realizado. La ley no es del
"es", sino del "fue", ya que nos lleva a lo pasado, a lo
que es ya pasado y no se evitó. Es como si solo se hicieran leyes sobre los
accidentes de tráfico y no se pusieran semáforos, pasos de cebra, etc. para
evitarlos.
Es
curiosamente el escenario (el ocio
nocturno y similares) los que están empezando a tomar medidas que eviten, al
menos, que su imagen se deteriore por asociación de espacios y sucesos.
Sin
embargo, esto no es un "contagio vírico"; es el resultado de una
forma de ver el mundo, de una forma de evaluar a los demás, a las mujeres en
este caso, a las que se acosa y agrede.
En
RTVE.es leemos el titular "El porcentaje de adolescentes preocupados por
el machismo y la violencia de género cae más de un 10% desde 2019". En la
noticia podemos leer en su inicio:
Los adolescentes ya no tienen las mismas inquietudes. Según el tercer Barómetro de Opinión de la Infancia y Adolescencia publicado este jueves por Unicef, el porcentaje de jóvenes preocupados por las desigualdades, el machismo y la violencia de género ha caído un 14% desde 2019.
Mientras en la primera edición del barómetro (2019-2020) este problema ocupaba el primer lugar (a un 89,1% le preocupaba mucho o bastante), en la segunda edición (2020-2021) pasó al octavo puesto (con un 80,5%) y en este informe, a la decimotercera posición (75,1%).
Asimismo, el machismo inquieta más a las chicas que a los chicos: es la quinta preocupación para ellas, mientras que ellos lo sitúan en el décimo lugar.
El encargado de realizar la investigación para Unicef ha sido por tercera vez un equipo de la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla, que ha recogido las opiniones de 9.505 niños y adolescentes de entre 11 y 18 años de 208 centros educativos españoles entre diciembre de 2021 y mayo de 2022.*
Como cada vez es más frecuente, los datos eluden cualquier interpretación más allá de lo obvio. Pero "¿por qué ocurre esto?" es lo que tenemos que preguntarnos como sociedad porque es evidente que se trata de un problema que surge de nuestra forma de relacionarnos, de vernos unos a otros. La pregunta sobre el origen es incómoda porque lógicamente nos lleva a errores, malentendidos, injusticias, desigualdades y a un sinfín de situaciones que deberíamos cambiar. Pero es más sencillo no cambiar nuestra forma de vida, mantenernos dentro de nuestras zonas de confort, antes que intentar asumir las responsabilidades e intentar cambiarlo.
Lo que las cifras del estudio realizado nos muestran es un cambio a peor, un retroceso en la aceptación del machismo o, peor, la negación de que sea un problema social. Se discuten las "penas", pero no se habla de las causas, de dónde salen esas pérdidas. Indudablemente, los cambios sociales no se producen solos; tienen un origen que hace cambiar las actitudes, las formas de percibir y actuar.
La tendencia a no ir al fondo de las cuestiones y quedarse sobrevolando el desastre está siempre presente desgraciadamente. Entiendo que la prevención va más allá de poner carteles, "puntos morados", "palabras clave", etc.
Lo que nos dibuja el estudio es el caldo de cultivo en el que se van a dar esas acciones futuras o presentes, ya que el estudio llega a los 18 años y, en muchos casos, los acosos, agresiones de todo tipo, se realizan por menores. Si cae en picado la valoración negativa de esta situaciones y empiezan a verse con indiferencia, desde perspectivas negacionistas, etc. es que hay algo que no se está haciendo bien.
Pero lo peor es esa distancia con la que valoramos lo que ocurre a los menores, como si estos no crezcan posteriormente. Hay una cosa clara: la violencia de género se produce a lo largo de todas las edades y es mortífera desde edades cada vez más tempranas. Las tempranas ilusiones de que se ha vencido el modelo patriarcal son cada vez más claras. El modelo resiste de forma obvia y es lo que dato de UNICEF nos muestra. Son los niños y adolescentes los que aseguran su existencia futura.
Lo hemos repetido en ocasiones: los jóvenes que son machistas, por usar un término claro, lo serán a lo largo de su vida y solo se trata de que exista un detonante, una situación de crisis para que estallen. Los violadores reinciden en muchos casos, incluso en sus permisos penitenciarios; los maltratadores pasan de una pareja a otra maltratando, con pulsera o sin ella. Son los hechos. Y a esos hechos solo enfrentamos nuestras cotidianas discusiones y reproches.
Más allá tenemos incluso negacionistas que creen que no existe, que hay que defender modelos obsoletos como "garantía" de paz familiar o, directamente, la sumisión de la mujer, la obediencia, como se pregona en países de tradiciones retrógradas en los que millones de mujeres intentan obtener algo de libertad, aunque sea la de estudiar o salir a la calle, jugándose la vida, enfrentándose al más férreo machismo violento e integrista.
En la noticia sobre el estudio se recoge:
También se mantiene la idea de que hay actitudes más propias de un género que de otro: los adolescentes opinan que "ser dominantes" y "actuar como un líder" es más propio de los hombres, frente a comportamientos más frecuentes en mujeres como "expresar cariño abiertamente" y "querer lucir un buen aspecto", según recoge el estudio.*
Estas son las personas de hoy y de mañana. ¿Cómo es posible qué esto se siga percibiendo como "normalidad"? Significa que sostenemos una líneas, pero que vamos en dirección contraria. Significa, igualmente, que estos principios negativos van venciendo a los esfuerzos de años, que los positivos quedan sepultados bajo toneladas de basura informativa. No me refiero solo a los medios, aunque sin duda estos participan de la situación. Hoy existen fuentes paralelas que tienen más fuerza en la creación de opiniones, que condicionan más los comportamientos grupales que los propios medios de comunicación. Toda nuestra investigación mediática, por ejemplo, se basa no en la ejemplaridad, sino en el deseo: se ofrece lo que se desea.
Por eso es preocupante que esto se vuelva crónico, un tema recurrente de discusión política, un tópico escolar con un capítulo de un manual, salir con cada muerte a la calle a protestar un minuto y volver después a casa.
Estos estudios nos radiografían esta sociedad que se configura cada vez más horizontalmente, donde cualquier cosa se puede dar instantáneamente ante que sea posible frenarla y contener su daño, como ha ocurrido con "la bofetada viral" hace unos días.
Leyes, principios, valores, etc. todo nos suena a "represión". No hay nada malo... hasta que ocurre. Que sean los empresarios del ocio nocturno los más preocupados es de una enorme ironía, casi un chiste; que sean los vendedores de bebidas los que se preocupen por las drogas que se echan en las bebidas, etc.
Quien considera que es el dominante y que las mujeres deben obedecer sus deseos, que puede conseguir lo que desee por la fuerza, etc. es una bomba de relojería, un problema que se crea hoy pero estallará en el futuro. No es algo ocasional, sino algo que afecta a nuestra posición en la vida, a las relaciones con la familia, en el trabajo, en una fiesta, etc.
Nos falla la educación; nos falla la ejemplaridad y, sobre todo, nos falla la comodidad, es decir, el deseo de tener un mundo sin preocupaciones en el que nos nos alteren los planes los problemas de los demás. ¿No estaremos empezando la casa por el tejado en nuestras discusiones?
* "El porcentaje de adolescentes preocupados por el machismo y la
violencia de género cae más de un 10% desde 2019" RTVE.es 2/02/2023
https://www.rtve.es/noticias/20230202/unicef-barometro-adolescentes-preocupaciones-machismo/2420328.shtml
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