domingo, 15 de mayo de 2022

La respuesta final

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

La posición rusa, más allá del hecho de la guerra en Ucrania, es cada vez más delirante y absurda. Putin ha logrado crear una situación sin salida porque no se entiende los límites del problema ni su objetivo real más allá de lo obvio.

Como se vio pronto, si quería evitar que la OTAN estuviera en Ucrania, ha conseguido multiplicar el problema antes las diferentes adhesiones a la Alianza que su invasión de Ucrania conseguido. Las peticiones de ingreso de Finlandia y Suecia, que no serán las únicas, han convertido todo en un desastre objetivo para Rusia que, sin embargo, ha cambiado el discurso hacia la dirección contraria: ella es la víctima de una conspiración en la que está empeñada "Occidente", según ese imaginativo y a la vez inexpresivo ministro que es Serguéi Lavrov.

El argumento es el del cazador que se queja de que las piezas le hacen caminar demasiado y se lo ponen difícil. A Putin le gusta invadir y que le den las gracias, por decirlo así. Es difícil tratar de entender si sus objetivos son los que tenía o si son improvisados ante el cariz negativo que van tomando los acontecimientos en la zona. Las últimas palabras de Lavrov son una extensión de la guerra a prácticamente todo el planeta, pues todo el que esté del lado de Ucrania es considerado una "amenaza", un término que no se apea de su boca, la palabra que todo lo justifica y explica.

Rusia, un inmenso país, que lleva casi diez años tragándose territorios de otros, recomponiendo fronteras y llevando a cabo una política de corte imperial a través de la fórmula de la Federación Rusa, se siente "amenazada", nos dice, y considera "acto de guerra" cualquier medida que se tome contra lo que es el único acto de guerra real, la invasión y demolición de Ucrania, que irónicamente no se atreve a llamar "guerra". No pagar la factura en rublos, por ejemplo, es un acto de guerra; no querer su gas, otro. Y así sucesivamente. Todo es una guerra menos invadir otro país, bombardearlo y dejar cientos de cadáveres con tiros en la nuca en las cunetas y fosas comunes. Rusia es la dueña del diccionario.

Putin ha decidido que es el juez de cualquier acción que los demás países realicen, de la OTAN a decidir a quién le compran gas, petróleo o electricidad, pasando por la moneda en que exige se le pague. Para Putin solo existe Rusia y los demás son moscas a su alrededor. Mueve la cola para deshacerse de ellas.

Entre Putin y Lavrov, el mundo se siente desconcertado por las amenazas violentas de un país que se dice dispuesto a usar armas nucleares si "fuera necesario", un término escurridizo porque solo sabemos lo que Rusia considera "necesario" por sus amenazas.

Hay una línea pequeña entre toda la información sobre Ucrania. Nos la trae Antena 3 en un titular, pero en la noticia solo ocupa el primer párrafo: 

Ucrania denuncia que en ocasiones Rusia no recoge los cuerpos de sus caídos. Soldados ucranianos se ven obligados a trasladarlos en trenes refrigerados. La parte ucraniana está lista para entregarlos este fin de semana. Sin embargo, la parte rusa no ha dicho nada.* 

Putin y Lavrov pueden dar al mundo las explicaciones imaginativas que quieran, pueden ser acogidos en las televisiones de Berlusconi en Italia o cualquier otra fórmula propagandística que quieran. Pero hay una sola cosa que no pueden camuflar: las muertes de sus soldados. Esos muertos tienen familia a la que hay que responder cuando preguntan por sus hijos.

Putin está mandando a la guerra a veinteañeros, a soldados de reemplazo, a reclutas porque se reserva al ejército profesional para otras tareas, entre ellas la seguridad interna. Ya ocurrió en invasiones anteriores en las que los soldados rusos iban sin insignias y banderas. Las familias reclamaban pensiones de guerra en una guerra no declarada, sin víctimas reconocidas. Se negaban a aceptar la idea de muertes por "accidente". Los muertos tienen un coste social.

El hecho de que no se recojan los cadáveres de los soldados rusos caídos puede significar una retirada precipitada, pero también un tiempo ganado porque "no se sabe nada" del "desaparecido". Quizá sea una mezcla de ambas cosas.

Putin ha pasado de venderle una victoria prematura al pueblo ruso a entonar un doble canto de lamentos y amenazas. Su papel de juez puede no satisfacer al pueblo ruso. Sin embargo es poco probable que esto vaya a mucho más mientras controle los mecanismos de información. Lo que iba a ser una guerra relámpago y una aclamada entrada en Kiev se ha convertido en un infierno gracias a la resistencia numantina de los ucranianos y la solidaridad mundial, que ha permitido resistir militarmente con el suministro de armamento e información y debilitar a Rusia mediante sanciones.

El dilema del Kremlin es ahora claro: se ha metido en una guerra que pensaba ganar triunfalmente y salir de ella con "prestigio" de superpotencia, ¿cómo resolverlo? Lo que está ocurriendo va en dirección contraria. El hecho de que Ucrania siga en pie y consiga éxitos parciales es una enorme derrota de Rusia y un freno a la construcción de esa imagen mundial con la que intentaba agrupar a países que entraran en su órbita.

Rusia ha tratado de ofrecer una alternativa a los errores norteamericanos de las últimas presidencias, especialmente el fracaso de la Primavera Árabe, todo lo ocurrido en Crimea y ahora en toda Ucrania y la salida caótica de Afganistán dejándola en manos de los talibanes.

En estos años de comentarios hemos señalado en muchas ocasiones que Rusia ofrecía seguridad y colaboración a los dictadores, como ocurrió en Siria. El control de Putin aseguraba que las amistades no estarían condicionadas por los ataques imprevistos de moralidad que suelen actuar en los Estados Unidos. Solo Trump se ha permitido hablar descaradamente de "dictadores favoritos" en estos años.

El mal ejemplo norteamericano de Afganistán era la continuación del mal ejemplo dado con los kurdos dejándolos tirados de golpe. Hasta el ejército norteamericano se avergonzó de la acción, pero órdenes son órdenes.

A algunos países, lo que hace Putin le parece bien. Es una ocasión de debilitar el control occidental en muchas zonas o congeniar con la internacional anti norteamericana y europea. Otros países realizan un doble juego, recibiendo dinero de Washington y luego aplaudiendo a Putin. Es la forma de mantener contento al pueblo, al que le cuentan que la culpa de lo que les pasa es de Occidente. Rusia funciona de otro modo. Putin te da el respaldo que necesitas y no le importa cómo lo uses, solo que sepas que está a tú lado. Lo ocurrido en Siria ha sido ejemplar.

Los norteamericanos, que tienen una incombustible imagen de ellos mismos, no son capaces de entender cómo alguien prefiere estar al lado de Putin y no de ellos. Repasen lo ocurrido en Afganistán y lo entenderán mejor.

Pero ahora el problema es que Putin se ha metido en un conflicto que no puede resolver en tiempo ni forma a cómo lo tenía calculado. Cada día que pasa es una derrota en ambos frentes, el militar y el de creación de imagen. Putin necesita mantener esa imagen de poder dentro y fuera de Rusia. La cuestión es que discursos y desfiles militares no resuelven nada y que fuera de Rusia el prestigio se debilita. El propio Lukashenko, en Bielorrusia, admitió hace unos días que esto estaba durando más de lo que había pensado. Una cosa es dejar que pasen los rusos por su territorio y regresen victoriosos y otra lo que está ocurriendo.

Pero la cuestión inquietante sigue siendo la misma: ¿cómo va a reaccionar una persona que ha visto frustrados sus planes y que tiene un poderoso ejército y un botón nuclear, al que nadie se atreve a llevar la contraria, a decirle que se ha equivocado?

¡Solidaridad con el pueblo ucraniano!



* "Ucrania denuncia que Rusia no recoge los cuerpos de sus caídos en guerra" Antena 3 15/05/2022 https://www.antena3.com/noticias/mundo/ucrania-denuncia-que-rusia-recoge-cuerpos-sus-caidos-guerra_20220514627fe18e2c207f000182c374.html

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