lunes, 16 de mayo de 2022

El gesto del siglo

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Es indudable que vivimos en un mundo distinto al de hace unas décadas. La variación está en las redes, en la intensificación de una forma de comunicación, con el deseo de  ver y ser vistos, de llamar la atención de una forma u otra. Las redes son el espacio, pero conlleva la existencia de dispositivos que la hacen posible. Ordenadores y teléfonos son las dos principales vías para adentrarse en ese espacio, para digitalizarse o ser digitalizados por otros. Somos lo que nuestros teléfonos permiten recoger, grabar y distribuir. Ser o nos ser digitalizados. Cada vez es más difícil vivir al margen de las redes, en donde introducimos una parte de nuestra vida o sencillamente nos fabricamos una versión digital (o varias).

El gesto de sostener el teléfono en alto grabando vídeos de lo que tenemos alrededor es el gesto del siglo XXI. Nos convertimos en el ojo-eje, en el punto desde el que se nos ofrece un universo del que somos centro.

Leo en RTVE.es sobre el proyecto "Be Witness", obra del Laboratorio de Innovación y Nuevas Narrativas de RTVE. Nos lo cuentan con el titular: "Be Witness, una guía de RTVE para empoderar a ciudadanos testigos de conflictos, catástrofes o crisis humanitarias".

Ya sea en la guerra de Ucrania, en la erupción del volcán de la Palma o en las crisis de refugiados, hemos visto a personas, testigos, grabando con sus teléfonos móviles y publicando imágenes en redes sociales. Al mismo tiempo, autoridades como la fiscalía ucraniana han pedido a los ciudadanos pruebas gráficas de posibles violaciones de los Derechos Humanos.

Be Witness es la primera guía online de servicio público que ayuda a aprender las claves para grabar y publicar en situaciones extremas. Con un grafismo ilustrativo y textos concisos, este interactivo permite conocer los conceptos básicos para grabar testimonios o situaciones relacionadas con este tipo de eventos, así como para publicar con intención de informar a la población local, o movilizar a la opinión internacional.*


Es un proyecto de instrucción de la mirada ocasional para que sea útil en circunstancias como las señaladas. En un universo lleno de imágenes, muchas son inservibles o inseguras para los estándares necesarios según los casos. No se trata de una cuestión estética, sino de asegurar que lo que se transmite no pueda ser puesto en duda.

La proliferación de imágenes captadas conlleva la falsificación de muchas de ellas y una imagen engañosa extiende la inseguridad al resto. Las mentiras de Trump hicieron desarrollarse los sistemas de verificación para poder llamarle "mentiroso" o "equívoco" con seguridad.

De los tres dispositivos en liza, el ordenador, la tableta y el teléfono, el triunfador ha sido el teléfono, que consiguió absorber a los otros dos. Los ordenadores se han hecho más pequeños, las tabletas más grandes y los teléfonos han concentrado más funciones, pero las cámaras y sus demás posibilidades han superado a los otros dos rivales por la primacía social.

Cada día vemos más imágenes que proceden de teléfonos. Vemos peleas callejeras desde terrazas, adelantamientos temerarios en la carretera, soldados y muertos en el frente ucranio, las detenciones de disidentes que protestan en Rusia...

Las imágenes que nos dan del vuelo de regreso de Chanel son un mar de teléfonos en alto. Uno de ellos nos permite ver al resto del pasaje grabando lo que ocurre. Se trata de guardar para la posteridad o para olvidarlo poco después.

El asesino de la penúltima matanza racista en Estados Unidos llevaba conectada una cámara para la retransmisión en directo a través de las redes sociales. Poco de lo que hacemos queda fuera del foco. La sexualidad se practica bajo el teléfono o teléfonos con una doble función, captar y excitar viendo, un auto voyerismo.

La gente muere haciendo numeritos en terrazas y acantilados, lanzándose al vacío, subiendo a lo más alto de un edificio... haciendo lo inimaginable siempre que pueda ser captado por la cámara de un teléfono.

Ante la imposibilidad de luchar contra las grabaciones caseras, los medios han decidido importarlas, con lo que les dan nueva vida e intensidad. Es el grado siguiente, el resultante del filtrado de millones de vídeos diarios. El "ojo público" se dirige al "ojo privado", que desea ser compartido. Se inicia así la lucha por pasar a otro nivel superior, más allá de los amigos de nuestra red, ganar la gloria del retuit en cualquiera de sus escenarios.

Hay indudables testimonios valiosos, como reconoce el proyecto Be-Witness, pero también una cascada de trivialidad  y narcisismo realmente apabullante. El deseo de sorprender a los demás y estar en boca de todos se ha vuelto imparable y se crece con ello. Antes esto se consideraba negativo en un mundo que tenía la discreción como una virtud educada.

El dispositivo tecnológico, el espacio virtual, la velocidad de transmisión, la capacidad de replicar... están ahí. Son los cuatro aspectos que dan forma a esta extraña vida que llevamos, para muchos la natural, la única. De vez en cuando, algunas figuras públicas notifican que se retiran de su vida en las redes, sumergiéndose en un agujero negro del que nada sale.

Una parte importante de la formación de las personas requiera de la soledad. De la "descansada vida", de la que nos habló el poeta. Retirarse a la "intimidad" es hoy una expresión vacía, ya que la intimidad pasa a ser una fuente de información de la persona hacia el exterior. Las barreras entre lo público y lo privado se han debilitado o directamente destruido.

La necesidad de mostrarse es una de las patologías del nuevo siglo. Lo ocurrido con el autor de la matanza racista de días pasados es cada día más frecuente. Los tuits continuos de Trump para estar en el punto de mira son otro ejemplo.

Vivimos en un mundo acelerado en el que ponemos en marcha muchas cosas sin tener en cuenta sus efectos. La ciencia es demasiado lenta en sus investigaciones y, por qué no decirlo, irrelevante en sus resultados, que nadie asume cuando nos hablan de los daños causados. Nos vemos mucho, pero nos importamos poco, algo que ha sido sustituido por una especie de emocionalidad simple provocada por el bombardeo de datos.

Somos cada vez más manipulables por nuestra dependencia, por nuestro miedo a quedar fuera de ese espacio excitante en el que nos exponemos y miramos. Hoy se dedica mucho tiempo y dinero a saber cómo hacernos más dependientes y previsibles. Le echamos la culpa a algoritmos y demás, pero lo cierto es que somos nosotros los que nos exponemos ante los demás mordiendo los múltiples anzuelos que se nos lanzan.

La idea de "aldea global" de McLuhan ha sido sustituida por la de "patio de vecindad global" en el que volcamos nuestras experiencias triviales, prefabricadas y algunas cosas valiosas.  Esas últimas son las que trata de salvar el Laboratorio creado. Hay que darle utilidad y sentido a esas imágenes. Hay que convertir el gesto del siglo, el teléfono alzado, en una herramienta más allá del narcisismo o la trivialidad. Indudablemente hay muchísima información valiosa a la que se puede acceder, pero necesitamos una nueva forma de educación crítica sobre cómo movernos por este mundo de imágenes, con nosotros mismos convertidos en imágenes cuyo alcance se nos escapa de las manos.

Todo ha crecido muy rápido, quizá demasiado para asimilar sus consecuencias personales y sociales. No se ve mucho movimiento educativo sobre esta nueva forma de movernos por el mundo, de observarlo y de vernos en él. Su propia velocidad hace que todo quede fuera, desplazado por lo siguiente, que es casi inmediato.

* Lab RTVE "Be Witness, una guía de RTVE para empoderar a ciudadanos testigos de conflictos, catástrofes o crisis humanitarias" RTVE.es 13%05/2022 https://www.rtve.es/rtve/20220513/be-witness-tutorial-interactivo-grabar-movil/2347865.shtml

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