Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
mundo se nos está llenando de palabras peligrosas. Algunas proceden del juego
con el desconocimiento tecnológico, como "algoritmo" o "Big
Data", que suenan terribles en los medios, que las repiten en sus
titulares para atraer la atención. Es el juego de lo desconocido, las palabras
que esconden tras de sí los secretos de un mundo oscuro y tenebroso, aunque se
utilicen de forma normal cada día para cosas inocentes. Pero invocarlas y
ponerlas junto a nombres propios es siempre eficaz. Aquí comentamos no ha ce
muchos días los tres o cuatro artículo, un editorial y un titular a cinco
columnas, como se decía antes, dedicados a Pedro Sánchez, poseedor de
"algoritmos" que analizan "en tiempo real" todo lo que se
dice de él en las redes sociales y en los medios.
Desde
hace días la palabra terrible es "Pegasus". Comenzó con los
independentistas "espiados" y ahora es casi de mal gusto no ser
espiados por ese terrorífico caballo alado que se cuela en nuestros teléfonos
en busca de no se sabe qué.
La
palabra "Pegasus" nos lleva a pensar en un universo hostil en el que
debemos temer en cada movimiento porque está por todas partes, a todas horas,
haciendo que recelemos de todo. Con Pegasus todo es sospecha.
Los
medios aprovechan para darnos datos de lo que no sabemos, que ya es complicado.
Pero se trata de atraer la atención. Como en una partida de mus, los
independentistas trataron de ganar el protagonismo en la democracia española,
que les importa un bledo en circunstancias normales, y se colaron en la Comisión
de Secretos Oficiales, otro espacio para la ensoñación, un espacio en el que
entras sabiendo y sales comprometido a no contar nada, dejando en el aire la
mímica de la sorpresa o el "¡si yo le contara!". Los secretos,
efectivamente, no se pueden contar... pero acaban saliendo.
Pero las informaciones sobre el espionaje de Pegasus —más bien "con" Pegasus"— al gobierno ha sido como un órdago contra el órdago fallido de los independentistas, palabra que, por cierto, ha sido normalizada y ya, según parece, no asusta nada a nadie. Pegasus, sí; independentistas, separatistas, etc. no. Desde que son socios de investidura (¡qué bonita expresión!), las palabras se han dulcificado, aunque no los principios. Sostienen al gobierno y amenazan. Hasta los socios de gobierno, un grado de parentesco político más próximo, padecen de hermafroditismo político, que es la capacidad de ser gobierno y oposición según les convenga. Ya no son "antisistema" ni "radicales"; son un "sostén", un factor de "estabilidad", etc.
Pero
"Pegasus" es otra cosa. Según el oráculo de ERC, Gabriel Rufián, esto podría
acabar no solo con la estabilidad, sino con la democracia, lo que ha dicho con
un especial gesto de seriedad y concentración en el futuro. Pegasus, sí, lo es
todo.
Los
expertos nos intentan tranquilizar diciendo que no todo el mundo lo tiene, porque cuesta dos millones de euros, lo cual, es cierto, limita la cesta de la
compra del espionaje. ¿Pero qué son hoy dos millones de euros?
Al
menos, de Pegasus sabemos lo que cuesta y que se hizo en Israel. También se
nos dijo que solo se lo vendían a gobiernos, lo cual tranquilizó a unos e
intranquilizó a otros muchos. Pero, claro, ¿a qué gobiernos? ¿Están incluidos los
de distintos niveles? La pregunta no es baladí porque aquí todos se miran de
reojo. ¿Y si un gobierno compra Pegasus, espía y luego les pasa la información
a los "amigos" o a los "enemigos de sus enemigos" o a los "enemigos
de los amigos de sus enemigos"...? El gobierno ha dicho que hay
sospechosos "externos", un concepto con la suficiente ambigüedad como
para ser inquietante. Pero así funcionan estas cosas de los secretos.
A la
gente le explican que su teléfono puede estar infectado. Puestos a espiar, ¿por qué
no a mí? Lo de los dos millones no ha tranquilizado a muchos, que piensan que
así se amortiza antes. ¿No estaba Pedro Sánchez controlando ·en tiempo
real" lo que se decía de él para asegurarse controlar la opinión pública y
gobernar a golpe de giro de imagen? ¿No vale mi voto lo mismo que los de los
demás? El que te ninguneen sin espiarte sienta fatal.
Dicen
que la Europa está mirando de prohibir el uso de Pegasus. Causa un poco de
sonrojo pensar que en Europa se trate de estas cosas. Más bien parece un golpe
de efecto, la expresión de un buen deseo. Nadie va a dejar de espiar. El problema son los controles y la designación de amenazas, que sí deben estar regulados y por eso existen esas comisiones en los parlamentos, que deben ser reservadas porque algo que todos conocen no es un "secreto".
Recordemos que los grandes escándalos de espionaje han sido protagonizados por los Estados Unidos, con casos de espionaje de los móviles de medio mundo, especialmente de los aliados, a los que vendes protección con agujeros de reserva. Recordemos que hasta el móvil de Angela Merkel fue jaqueado en tiempos de Obama. Ene el otro extremo, Rusia es un factor de espionaje y desestabilización constante. Los problemas empiezan a ser tomados muy serio cuando el espionaje te lo hace tu vecino, como los que apuntan a Marruecos, por ejemplo.
19/01/2014 |
Nos
dicen en la TV que a Obama le costó desprenderse de su vieja Blackberry, que
Trump no abandonó su Samsung para tuitear, que Putin no tiene móvil y a Pedro
Sánchez y otros miembros del gobierno los móviles se los hace el CNI. Son
estilos de vida y de comunicación distintos. Pero lo cierto es que muchos están
enganchados al móvil como adolescentes y podría ocurrir una crisis mundial si
se les castiga sin hacer llamadas.
No sé
si alguien le saca algún provecho al jaqueo de los móviles en España, porque la
verdad es que no se nota nada y algo debería notarse. Sánchez es tan débil como
antes, sus socios de investidura o de gobierno siguen haciendo lo mismo que
antes.
Aquí lo
del jaqueo ha sido más bien a lo bestia, como en el caso del móvil quitado a la
colaboradora de Pablo Iglesias, el llamado "caso Dina". ¿Para qué
gastarse dos millones si lo solucionas con un tirón? España es diferente. Se
quejaba Iglesias de que el caso del tirón del móvil se había hecho para perjudicarle,
que eso da caché.
¿Seguiremos sin saber quién pago los dos millones por Pegasus para espiar por estos lares, a unos y a otros, suponiendo que sea el mismo el que lo hace? Pues no lo sé, realmente. Cualquier cosa que se diga será considerada una maniobra del gobierno de Sánchez. Si pensamos que con lo que se han llevado los comisionistas madrileños de las mascarillas se podría haber comprado tres juegos completos de Pegasus nos daremos cuenta que el programa puede ser comprado por cualquiera. Es ahí donde reside el problema, en si realmente cualquiera puede espiar, dentro y fuera. La irritación de Margarita Robles es más que fundada. Ser responsable de Defensa es usar los medios legales para evitar los ataques de diverso orden que podemos sufrir, Por eso la vigilancia del que quiere tu destrucción es legítimo bajo la mirada de las instituciones. Lo demás es hipocresía o candidez. Nuestro problema específico no es en sí el espionaje, sino lo extremo de nuestras discrepancias y cómo se pueden beneficiar de ellas terceros.
Ya sea
que el gobierno espíe a otra parte del gobierno y viceversa; ya sea que el
gobierno espíe a los independentistas y viceversa; ya sea que una potencia
extranjera (o varias) no espíen y luego se lo revendan a terceros de dentro o
de fuera, lo cierto es que vamos a tener Pegasus para rato. Ya nos avisan que es casi imposible saber quién está detrás, lo que me parece un poco aventurado si todo el mundo se espía.
Los que apuntan a Marruecos pueden abrir una nueva crisis de legislatura, suponiendo que podamos dar por cerrada la anterior. ¿Sabía el gobierno que había sido espiado por Marruecos cuando normalizó las relaciones hace algunas semanas? Es una pregunta que no tardará mucho en saltar.
La gente tendrá psicosis y pronto se venderán cajones insonorizados y otros dispositivos para que nuestro teléfono móvil no vaya contando por ahí lo que escucha de nuestros labios o de los que están cerca. Los expertos lo dicen: controla las cámaras traseras y delanteras; puede grabar vídeo y audio; puede reenviar las fotos y archivos que tengamos almacenados. Es como una madre de adolescente controlando el teléfono o una pareja celosa.
No hay que tomarse a broma Pegasus y a los que estén detrás. Con lo que soy escéptico es con los efectos de rasgado de vestiduras de algunos. Aunque ahora todos son sospechosos, ya no hay mayordomo, algo a lo que algunos se resisten. eso sí, todos le piden al gobierno "cabezas" por espiar o por ser espiados, tan malo lo uno como lo otro. Ya sea por maldad o por negligencia, todos salen a pedir cabezas, las de unos o las de otros. Mientras nada se aclare, todos sospechosos.
Creo que el objetivo de lograr más discordia está alcanzado. ¿A quién le interesa que nos peleemos más de lo que habitualmente nos peleamos? Pues eso habrá que investigar en este mundo convulso.
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