sábado, 21 de mayo de 2022

La viruela del mono en España o más de lo mismo

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Otro triste récord para España. Según afirma el titular de RTVE.es, "España, el país europeo con más casos de viruela del mono". Hemos dicho "triste récord", pero a lo mejor habría que decir "feliz", porque es una consecuencia más de nuestra cultura y negocio de la "fiesta", es decir, de la atracción y concentración de gente de todas partes del mundo. Estas concentraciones festivas hacen que se produzcan estas interacciones que facilitan contagios de todo tipo.

Nos movemos por el mundo gracias a las facilidades que nuestra época tiene para hacer lo que antes podía costar años. En apenas unas horas podemos dar la vuelta al mundo. Nos olvidamos de las largas listas de vacunas que se pedían para poder ir de un país a otro. Su sentido es claro, lo que se ha convertido en "normal" en un país, al otro lado del mundo es una novedad para la que no hay defensa. Los dos primeros casos en España del coronavirus fueron dos turistas, uno en Baleares, el otro en Canarias. ¿Recuerdan los iniciales confinamientos de los hoteles? Nuestro gusto por viajar, el gran negocio que hay montado alrededor, hace que estas cosas se propaguen a gran velocidad.

El titular actual de la portada del diario El País es mucho más concreto y afirma "Una fiesta multitudinaria en Gran Canaria, el segundo gran foco en España de la viruela del mono", señalando a continuación "Las autoridades investigan si varios de los diagnosticados se infectaron en el evento celebrado del 5 al 15 de mayo". Pronto saldrán los empresarios del ocio nocturno diciendo que se les estigmatiza y que se podían haber infectado en cualquier otro sitio. Evidentemente, cualquier buen abogado liberaría de la responsabilidad al espacio, incluso a la música de fondo, en la que se ha producido el contagio.

El titular del diario El mundo pone su foco en el centro de contagios en Madrid, una sauna: «Hastío en la sauna Paraíso, clausurada por la viruela del mono: "Aunque cerremos nosotros, la gente puede ir a otro sitio"». No le falta razón. Pero así pensamos, echándole la culpa al espacio en el que se producen los encuentros y no a los encuentros en sí, que es donde se produce el contagio.

Otra preocupación lógica es que no ocurra como con el SIDA, que se convierta en una enfermedad homosexual y sirva para fomentar el estigma otras décadas. No hace mucho, quizá como una premonición, salía una entrevista con una persona con SIDA afirmando que no decía qué enfermedad tenía por miedo.

También se trata de evitar que se considere una enfermedad de transmisión sexual, para lo que se utiliza un viejo eufemismo para lo mismo, "intercambio de fluidos". Evidentemente, tal como se vio también con el SIDA, las relaciones sexuales no eran la única vía de contagio. No solo se producía el contagio en las relaciones homosexuales, también en las heterosexuales y por caminos no sexuales.

Nos dice que los vacunados contra la viruela están protegidos un 85%, una extraña fórmula que no dice nada si te toca. ¡Mala suerte!, como decía el experto sobre el uso de las mascarillas en los ascensores y comentamos aquí.

España, de nuevo, puntera. Los hoteleros ya se lamentan. No solo se les matan los idiotas haciendo balconing ("mala prensa ", lo llaman), sino que ahora también se les contagian en las fiestas públicas y privadas.


No vamos a hablar de turismo, sino del negocio de la concentración, que vale para una discoteca, las procesiones de Semana Santa, los Sanfermines, una final futbolera de copa, las fiestas de tu pueblo o una sauna madrileña. Es un amplio abanico de situaciones en las que se entremezclan la pasión religiosa, la deportiva, mover el esqueleto o el gusto por el vapor, lo que prefieran. El caso es que estamos todos juntos por una buena causa, sea esta la que sea. Recuerden que algunos de los primeros contagios del coronavirus en España se producían en la celebración de funerales.

Ya sea porque volvamos de África después de haber leído a Isak Dinesen o visto la peli con Merryl Streep y Robert Redford, ya sea porque algunos acaban el recorrido africano en España o porque tienen un amigo de un amigo de un amigo que ha estado en África recientemente, lo cierto es que los titulares no engañan: España a la cabeza de los contagios en Europa. Las manos africanas con las que los medios nos muestran los estragos de la viruela del mono pronto podrán ser manos locales, madrileñas, catalanas, canarias o de cualquier lugar donde no se tenga la prevención necesaria.

Cuando vemos la televisión nos encontramos con mensajes en los que se nos dice que ya está bien de recogimiento, de estar en casa, de llevar mascarilla, etc. y nos piden encarecidamente que nos lancemos a recuperar el tiempo perdido. Los expertos están ya en el otoño de su influencia aunque pidan prevención y repitan que "el virus sigue ahí" "¡Que le den al virus!", replica nuestro festivo inconsciente colectivo.

Llevamos tiempo avisando de esta circunstancia. La evidencia más clara es que nuestras "olas" están sincronizadas con festividades de distinto tipo, con el agravante de que somos un país cada vez más dependiente de nuestras fiestas y de nuestra capacidad de "atracción festiva". De la misma forma que el turismo de excesos es una atracción para el mismo exceso formándose un círculo, la viruela del mono parece querer anidar en España porque es donde mejores condiciones encuentra para su transmisión.


La pregunta es cuántas enfermedades de transmisión por proximidad, contacto estrecho, etc. vamos a seguir manteniendo con nuestra "atracción fatal". Por tratar de decirlo de otra manera: ¿por qué la gente se tira de los balcones en ciertos sitios y no de otros? Cuando los expertos nos dicen que es por "efecto del alcohol" (¡vaya descubrimiento!) podemos preguntarnos si no se bebe en otros lugares del mundo y por qué solo aquí les da por lanzarse desde el balcón. Podemos llamarlo retroalimentación.

Puede que cojan la enfermedad en otros sitios, pero finalmente coinciden en una fiesta en Baleares o en una sauna en Madrid, como nos cuentan hoy los medios. Vienen de muchos sitios, pero se concentran aquí. Da igual que sean españoles, nórdicos o pecosos británicos. Nos movemos mucho y nos juntamos; viajamos y nos reunimos a celebrarlo. Es muy divertido, es productivo... pero tiene consecuencias. Ignorar los avisos, reducir la percepción del riesgo, etc. forma ya parte del negocio. ¡Callad a los agoreros! ¡Eliminad restricciones, vacunas, distancias... todo lo que haga aflojar el negocio!

Telemadrid 2/02/2021
Durante la pandemia vimos cómo llegaban a Madrid miles de jóvenes franceses que —lo decían ellos mismos ante el micrófono— venían a hacer lo que no les dejaban hacer en su país. A lo mejor no tiene gracia tirarse de un balcón en Escocia, pero algunos se la encuentran en Baleares. Hay un sitio para cada cosa. Nosotros nos hemos creado un perfil, aunque no sea el que no nos gusta, como se quejan los hoteleros baleares y su Consejera. La foto de la discreta sauna Paraíso, que ha sido cerrada por suponerla foco de los contagios madrileños, tiene una inscripción en su fachada: "Madrid es seguro". ¡Triste ironía! ¡Fracaso publicitario!

Hay muchas cosas sobre las que reflexionar en esta sucesión de récords negativos con las enfermedades contagiosas. Esta vez es la viruela del mono. Cuando vemos los datos europeos, comprobamos nuestra diferencia. El ranking lo encabezan España (30), Portugal (23) y Reino Unido (20). Después pasamos a Bélgica, Canadá y Australia (2), otros 5 países han tenido un caso por el momento. Ya nos dice bastante.

 Nos cuentan los medios que ya estamos comprando vacunas contra la viruela y que las acciones de la única compañía que la fabrica han disparado su cotización en bolsa. Otros se ofrecen a fabricarla aquí, en España.

Como siempre, algunos salen mejor parados que otros. No hay mal que por bien no venga, dice el refrán. No hay mal que no produzca beneficios, en versión económica. Lo llaman "oportunidades".

No hay que hablar solo de la salud pública, que es un tema esencial, sino de algo más preocupante, de mentalidad pública, de a dónde vamos con este modelo social y económico. Desgraciadamente, el problema se va a seguir ampliando con cada nueva enfermedad que salga a la luz. Podemos echarle la culpa a quienes queramos, pero los datos están ahí.

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