Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Otro
triste récord para España. Según afirma el titular de RTVE.es, "España, el
país europeo con más casos de viruela del mono". Hemos dicho "triste
récord", pero a lo mejor habría que decir "feliz", porque es una
consecuencia más de nuestra cultura y negocio de la "fiesta", es
decir, de la atracción y concentración de gente de todas partes del mundo. Estas
concentraciones festivas hacen que se produzcan estas interacciones que facilitan
contagios de todo tipo.
Nos
movemos por el mundo gracias a las facilidades que nuestra época tiene para
hacer lo que antes podía costar años. En apenas unas horas podemos dar la
vuelta al mundo. Nos olvidamos de las largas listas de vacunas que se pedían
para poder ir de un país a otro. Su sentido es claro, lo que se ha convertido
en "normal" en un país, al otro lado del mundo es una novedad para la
que no hay defensa. Los dos primeros casos en España del coronavirus fueron dos
turistas, uno en Baleares, el otro en Canarias. ¿Recuerdan los iniciales confinamientos
de los hoteles? Nuestro gusto por viajar, el gran negocio que hay montado
alrededor, hace que estas cosas se propaguen a gran velocidad.
El
titular actual de la portada del diario El País es mucho más concreto y afirma
"Una fiesta multitudinaria en Gran Canaria, el segundo gran foco en España
de la viruela del mono", señalando a continuación "Las autoridades
investigan si varios de los diagnosticados se infectaron en el evento celebrado
del 5 al 15 de mayo". Pronto saldrán los empresarios del ocio nocturno
diciendo que se les estigmatiza y que se podían haber infectado en cualquier
otro sitio. Evidentemente, cualquier buen abogado liberaría de la
responsabilidad al espacio, incluso a la música de fondo, en la que se ha
producido el contagio.
El titular
del diario El mundo pone su foco en el
centro de contagios en Madrid, una sauna: «Hastío en la sauna Paraíso,
clausurada por la viruela del mono: "Aunque cerremos nosotros, la gente
puede ir a otro sitio"». No le falta razón. Pero así
pensamos, echándole la culpa al espacio en el que se producen los encuentros y
no a los encuentros en sí, que es donde se produce el contagio.
Otra preocupación lógica es que no ocurra como con
el SIDA, que se convierta en una enfermedad homosexual y sirva para fomentar el
estigma otras décadas. No hace mucho, quizá como una premonición, salía una
entrevista con una persona con SIDA afirmando que no decía qué enfermedad tenía
por miedo.
También se trata de evitar que se considere una
enfermedad de transmisión sexual, para lo que se utiliza un viejo eufemismo
para lo mismo, "intercambio de fluidos". Evidentemente, tal como se
vio también con el SIDA, las relaciones sexuales no eran la única vía de
contagio. No solo se producía el contagio en las relaciones homosexuales,
también en las heterosexuales y por caminos no sexuales.
Nos dice que los vacunados contra la viruela están
protegidos un 85%, una extraña fórmula que no dice nada si te toca. ¡Mala
suerte!, como decía el experto sobre el uso de las mascarillas en los
ascensores y comentamos aquí.
España, de nuevo, puntera. Los hoteleros ya se
lamentan. No solo se les matan los idiotas haciendo balconing ("mala prensa ", lo llaman), sino que ahora también
se les contagian en las fiestas públicas y privadas.
Ya sea porque volvamos de África después de haber
leído a Isak Dinesen o visto la peli
con Merryl Streep y Robert Redford, ya sea porque algunos acaban el recorrido
africano en España o porque tienen un amigo de un amigo de un amigo que ha
estado en África recientemente, lo cierto es que los titulares no engañan:
España a la cabeza de los contagios en Europa. Las manos africanas con las que
los medios nos muestran los estragos de la viruela del mono pronto podrán ser
manos locales, madrileñas, catalanas, canarias o de cualquier lugar donde no se
tenga la prevención necesaria.
Cuando vemos la televisión nos encontramos con
mensajes en los que se nos dice que ya está bien de recogimiento, de estar en
casa, de llevar mascarilla, etc. y nos piden encarecidamente que nos lancemos a recuperar el tiempo
perdido. Los expertos están ya en el otoño de su influencia aunque pidan
prevención y repitan que "el virus sigue ahí" "¡Que le den al
virus!", replica nuestro festivo inconsciente colectivo.
Llevamos tiempo avisando de esta circunstancia. La
evidencia más clara es que nuestras "olas" están sincronizadas con
festividades de distinto tipo, con el agravante de que somos un país cada vez
más dependiente de nuestras fiestas y de nuestra capacidad de "atracción
festiva". De la misma forma que el turismo de excesos es una atracción
para el mismo exceso formándose un círculo, la viruela del mono parece querer
anidar en España porque es donde mejores condiciones encuentra para su
transmisión.
Puede que cojan la enfermedad en otros sitios, pero
finalmente coinciden en una fiesta en Baleares o en una sauna en Madrid, como nos
cuentan hoy los medios. Vienen de muchos sitios, pero se concentran aquí. Da igual que sean españoles, nórdicos o pecosos británicos. Nos movemos mucho y nos juntamos; viajamos y nos reunimos a celebrarlo. Es muy divertido, es productivo... pero tiene consecuencias. Ignorar los avisos, reducir la percepción del riesgo, etc. forma ya parte del negocio. ¡Callad a los agoreros! ¡Eliminad restricciones, vacunas, distancias... todo lo que haga aflojar el negocio!
Telemadrid 2/02/2021 |
Hay muchas cosas sobre las que reflexionar en esta
sucesión de récords negativos con las enfermedades contagiosas. Esta vez es la
viruela del mono. Cuando vemos los datos europeos, comprobamos nuestra
diferencia. El ranking lo encabezan España (30), Portugal (23) y Reino Unido
(20). Después pasamos a Bélgica, Canadá y Australia (2), otros 5 países han
tenido un caso por el momento. Ya nos dice bastante.
Nos cuentan
los medios que ya estamos comprando vacunas contra la viruela y que las
acciones de la única compañía que la fabrica han disparado su cotización en
bolsa. Otros se ofrecen a fabricarla aquí, en España.
Como siempre, algunos salen mejor parados que otros.
No hay mal que por bien no venga, dice el refrán. No hay mal que no produzca
beneficios, en versión económica. Lo llaman "oportunidades".
No hay que hablar solo de la salud pública, que es un tema esencial, sino de algo más preocupante, de mentalidad pública, de a dónde vamos con este modelo social y económico. Desgraciadamente, el problema se va a seguir ampliando con cada nueva enfermedad que salga a la luz. Podemos echarle la culpa a quienes queramos, pero los datos están ahí.
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