Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La
cruel matanza ocurrida en días pasados en una escuela de Texas ha vuelto a
producir el mismo fenómeno de mercado que en otras matanzas anteriores: subida
de las cotizaciones en bolsa de los fabricantes de armas y subida de las
compras de armas. Lejos de repudiarse, el fenómeno es el contrario.
Cuando
una compañía aérea tiene un accidente, las acciones de esa y las demás
compañías del sector suelen experimentar una fuerte caída. La explicación
psicológica es que un accidente hace retraerse a los viajeros, que durante unos
días se vuelven reacios a viajar usando este medio de transporte. Posponen sus
viajes o cambian de medio.
Pero
con las armas ocurre lo contrario en los Estados Unidos. Cualquier tiroteo en
lugares públicos, con muertos como es el caso, dispara las ventas y hace subir
la cotización. En Infobae nos explican el fenómeno:
Las acciones de las principales empresas fabricantes de armas en Estados Unidos subían este miércoles, un día después del tiroteo en una escuela de Texas que dejó 19 niños y dos maestras muertas, ya que los inversores prevén un aumento de la demanda ante el temor a posibles restricciones a la venta de armamento.
A las 10.27 hora local (14.27 GMT) las acciones de Smith & Wesson Brands -mayor fabricante de armas de fuego cortas de Estados Unidos- subían un 9 %, las de Vista Outdoor sumaban un 6,74 % y las de Sturm Ruger & Company un 3,46 %.
Esta subida suele presentarse cuando se registra un tiroteo con muchos muertos, ya que los inversores esperan un aumento de la compra de armas ante posibles restricciones.*
Es algo parecido, para hacernos una idea, a lo ocurrido con las compras de papel higiénico a causa de los confinamientos durante la pandemia. El fenómeno es el mismo: la gente teme que los estantes quedan vacíos, lo que hace que efectivamente se agoten. Pero en este caso, son las posibles restricciones las que llevan a comprar algo que queda y sobra en los hogares americanos híper armados. El papel se agota, las armas no. Lo que se forma es un arsenal, construido a golpe de miedo, permanente, que crece y crece en función de la importancia de la masacre producida.
Pero comprar armas porque se puede restringir la compra solo es la traducción económica, como suele ocurrir, de un fenómeno psicológico y social. La violencia genera miedo y este se traduce en la compra de armas, de la misma manera que los robos del barrio se traducen en cámaras de vigilancia y alarmas instaladas en las casas.
Dado que estos tiroteos y asesinatos se producen diariamente (solo las que tienen gran número de muertes logran protagonismo) y teniendo en cuenta que los pueblos tranquilos son igualmente candidatos a estos estallidos de ira y violencia, el miedo se extiende por todas partes en un país lanzado a una espiral en la que nunca se tienen bastantes armas porque los fenómenos se siguen produciendo. Es más, crecen las matanzas en vez de decrecer por el aumento de los arsenales de armas acumuladas.
En una reciente matanza, los padres habían regalado el arma al joven por su cumpleaños. Deseoso de probarla, acabó con las vidas de los que pudo. Hay otras matanzas recientes en las que es el odio el que ha estado presente: gente que ha recorrido varios cientos de kilómetros hasta llegar a la frontera para matar hispanos —los "bad hombres" de Trump— o se han dirigido a barrios de negros para disparar contra la gente en un supermercado, como ha ocurrido hace unos pocos días. La venganza por el acoso sufrido en las escuelas, como en este caso, introduce un móvil frecuente y da cuenta de la violencia que se vive como parte del acoso en escuelas e institutos. Gran parte de estas muertes se producen precisamente por ese germen violento que crece en los primeros años. Marca para toda la vida y muchos esperan al momento de tener las armas para regresar y saldar cuentas con el lugar del terror de su infancia.
Ya sea por miedo, por odio o por venganza, lo cierto es que el acopio de armas va más allá de la mera defensa o, si se prefiere, no hay límites en la inseguridad que la violencia despierta en las personas. En el texto de Infobae se señala: «Las ventas de armas aumentaron en todo el país durante la pandemia, ya que algunos temían que el brote pudiera provocar alborotos civiles.»* Es una muestra más de que es una espiral de miedo causada por cualquier circunstancia.
Lo que se demuestra es una división mental en el país en el que cada persona, un vecino, puede llegar a convertirse en una amenaza para cualquier otro. No saber de qué armamento dispone ya supone miedo para el obsesivo, el que vive a la espera de diferentes formas de violencia.
Por supuesto, la fabricación de armas no es un negocio solo norteamericano, pero sí es prácticamente norteamericana la venta interior y sin restricciones apenas; sí son norteamericanas las matanzas como las de Texas y nadie alcanza el número de muertos o las cifras de armas almacenadas como los Estados Unidos.
Los políticos se dividen con las armas. Los conservadores siempre alientan el miedo como fuerza de acción. Si las armas son formas defensivas, ellos provocan que todo el mundo sienta miedo a algo para así asegurarse los votos de los que temen que se les deje indefensos. La política del miedo tiene, por supuesto, sus terribles consecuencias, pero al que sale elegido le da igual. Cada masacre le sirve para confirmar que hay que estar armados. La idea de armar a las escuelas, a los maestros, se repite cada vez que hay algún acontecimiento de este tipo.
La mera sospecha causa una respuesta violenta porque no sabes si el otro puede ir armado, lo que eleva el riesgo del mero encuentro. Esto es lo que ocurrió en la muerte del muchacho muerto por la mera sospecha de un vigilante, la que dio lugar al llamado "movimiento de las capuchas" en solidaridad con quien recibió disparos solo por ir con la capucha puesta, algo que le debió parecer sumamente peligroso al que disparo. El muchacho solo iba a hacer un encargo a la tienda del barrio, pero tuvo la mala suerte de cruzarse con un miedoso armado. "Dispara primero y pregunta después" es la ley del miedo que vemos una y otra vez repetirse.
En la matanza de niños ocurrida en Texas se levantan ya voces sobre la falta de acción de la Policía. En muchas ocasiones, son los primeros en disparar, como se ha podido comprobar; en otras, cuando la situación es adversa y existe riesgo, como en este caso, todo son reservas, mientras el asesino se complace en ir ejecutando niños uno a uno.
Cada vez que se produce un caso de este tipo, las quejas y lamentos saltan y suben las ventas y las acciones. Cada muerte siembra el miedo de la gente y aumenta las ganancias de los que se lucran fabricando y vendiendo armas. La peculiar psicología de los Estados Unidos está detrás de este fenómeno y marca muchos de sus comportamientos y forma de ver el mundo y la vida. Armas y miedo son mala combinación. Si además generan negocios, lucro y votos, peor.
* "Las acciones de los fabricantes de armas en EEUU subieron tras la masacre en Texas" Infobae 25/05/2022 https://www.infobae.com/america/eeuu/2022/05/25/las-acciones-de-los-fabricantes-de-armas-en-eeuu-subieron-tras-la-masacre-en-texas/
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