Joaquín Mª Aguirre (UCM)
De
nuevo los talibanes, de nuevo las mujeres afganas en su rápida pérdida de cualquier atisbo de libertad, concepto que no existe en el universo plano del
islam afgano, siempre sumiso a la voluntad de un Dios masculino y terrible,
solo superado por sus fieles devotos. La pobreza, la incultura, la falta de sintonía
con la mayoría del mundo les sirve para sentirse más cerca de la divinidad
exigente que han creado con su intransigencia y ferocidad. Ellos son dueños de tierra, cuerpos y mentes. Son dueños del tiempo, que hacen retroceder a su antojo, arrastrando a millones de personas sin destino, suplantado por un fatalismo paralizante.
El
desastre norteamericano es el desastre afgano, un país abandonado a su mala
suerte. Lo que se les dio con una mano, se les quitó con la otra. Lo que costó
tanto esfuerzo crear, se deshizo por eso que llaman los "intereses
norteamericanos", con una retirada electoralista que dejó a millones de
personas en un agujero negro del pasado de que es imposible escapar.
Hoy el
único sentido del régimen afgano es la involución hasta un punto estático, un
punto de parálisis absoluta, que es la foto que describe su visión plana del
mundo. La doctrina describe la perfección como un momento opresivo en la que el
varón controla cualquier movimiento de la mujer, el gran error necesario para
que la vida continúe y seguir dando gracias a Dios por toda la historia del
universo.
El destino de la mujer es la oscuridad, la intelectual, la de los rincones oscuros de la casa, la del interior del burka, que ha sido la última disposición. Leemos en RTVE.es sobre las nuevas órdenes para las mujeres:
Los talibanes han decretado este sábado el uso obligatorio del burka en lugares públicos para todas las mujeres y niñas en Afganistán, una medida que se suma a la larga lista de restricciones contra las afganas desde que los fundamentalistas tomaron el control del país a mediados de agosto de 2021.
"A pesar de que el 99% de las mujeres afganas ya usan hijab, el resto también debería usarlo y no hay excusa para ellas", ha informado el Ministerio de Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio en una orden pública. El documento especifica que con hijab se refieren a todas aquellas prendas que cubran todo el cuerpo, y que en este caso "el burka es la mejor versión de ello".
La nueva orden establece que las mujeres "que trabajan con el Emirato Islámico (como se autodenominan los talibanes) en departamentos relevantes y no usen hijab, serán despedidas de sus trabajos", al igual que "si la hija o esposa de un trabajador/funcionario del Gobierno no usa hiyab" también será suspendido.*
A
diferencia de otros países musulmanes que tratan de camuflar sus restricciones
sobre las mujeres debido a su trato con países occidental, Afganistán está
construido sobre tres pilares negativos: el fanatismo religioso, la guerra y el
opio, que no es la mejor manera de construir de espacio de convivencia. Carecer
de objetivos que se salgan de esos tres elementos hace que no hay futuro, sino
es estatismo retrógrado del que hemos hablado.
Las
órdenes que se han dado significan, además, un fondo totalitario en el que el
varón cabeza de familia, el responsable masculino de las mujeres, carece de
cualquier poder sobre las mujeres, algo que en ocasiones puede servir como
atenuante. Ahora el que no cumpla lo establecido puede ser encarcelado por no
obligar a las mujeres a someterse a lo que el nuevo estado y la vieja menta
consideran de obligado cumplimiento.
Hay
países musulmanes en los que las mujeres pueden utilizar el amparo de sus
maridos, ya que las familias dejan de presionar si el marido lo acepta como
nuevo responsable de la mujer. Ahora es "tarea" suya, del marido, su
responsabilidad. Pero aquí ya no cabe esta posibilidad, como se puede ver en
las noticias.
El
gobierno afgano elige el momento en mitad de una crisis internacional por la guerra
en Ucrania, por la inflación mundial, por otros factores que tienen la atención
retenida. Pero el drama de las mujeres afganas es precisamente el olvido. Con
eso cuentan los talibanes, una de las fuerzas más negativas y brutales del
planeta, a los que se les ha dejado el destino de millones de personas para
satisfacer sus deseos de falsa "virtud".
Reducidos
a la nada intelectual, los talibanes solo tienen un fin: controlar ese espacio
que tienen y ordenarlo conforme a su visión retrograda del mundo. Una vez
pasada la ilusión de algún cambio, con lo que simplemente ganaron tiempo,
sencillamente se dedican a expulsar todo lo que consideran
"occidental" e "impío", alejado del deseo de un dios
terrible que ellos interpretan a sangre y fuego.
Cierran
el artículo en RTVE.es recordando los inicios del régimen tras la salida
internacional:
Pese a que los fundamentalistas prometieron respetar los derechos de las afganas para poder obtener reconocimiento internacional, la realidad que viven las mujeres en ese país se asemeja cada vez más a la época del primer régimen talibán de 1996 y 2001, cuando fueron recluidas en sus hogares, sin posibilidad de estudiar o trabajar.
Detrás de muchas de estas regulaciones contra las mujeres se encuentra el todopoderoso Ministerio de Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, una institución que entró en vigor durante el primer régimen talibán y se extinguió con la invasión estadounidense, quedando en un mal recuerdo para los afganos durante los siguientes 20 años.*
La negra institución tiene sus versiones en países como Arabia Saudí, con su Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, con su propia Policía encargada de mantener y hacer cumplir las normas. Las informaciones del Reino señalan que ha ido disminuyendo su poder en los últimos cinco o seis años, algo que está sujeto a los vaivenes políticos del momento, pero no es lo que ocurre en Afganistán donde el panorama es muy diferente.
Lo que las mujeres pudieron hacer durante veinte años se volatilizó en apenas unas semanas. Muchas tuvieron que huir a donde fueron recibidas. Veinte años es la vida de una generación formada de una manera diferente, al menos oficialmente. Lo importante es que la resistencia a la llegada de los talibanes fue prácticamente nula, con solo una zona que resistió lo que pudo. Pero esto es cuestión de calles y casa, de lo que se mantiene tras las puertas y de lo que es visible en las calles, que fueron brutalmente tomadas por esas patrullas que imponían su ley. Ya no vemos a aquellas mujeres que salían valerosamente a protestar, desconocemos su destino, perdemos su imagen, su rostro indignado bajo el burka que crea una nueva realidad.
El escándalo de las mujeres afganas, el abandono de su causa a su suerte, sigue dando cada cierto tiempo noticias que solo pueden ser negativas. Afganistán pasa a ser otro país prisión, una cárcel con las fronteras, las calles, las casas como barrotes.
¡No olvidemos a las mujeres afganas! ¡No las olvidemos, que no se sientan solas en su cada vez más angustiosa vida reducida a la oscuridad, al silencio! ¡Sin escuelas, sin libros, sin palabras, sin rostro, sin derecho a ser ellas mismas! La destrucción de cualquier resistencia al régimen está programada y seguirá su curso. Solo queda la peligrosa huida del infierno en que han convertido cada hora, cada día de su vida.
¡Solidaridad con las mujeres afganas!
https://www.rtve.es/noticias/20220507/talibanes-uso-obligatorio-burka-mujeres-ninas-afganistan/2346971.shtml
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