Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En vez
de sobre la Constitución o la Biblia, los políticos deberían jurar sus cargos
sobre el Diccionario de la Real Academia, incluso los republicanos de corazón.
Sin un diccionario sencillo, básico, no hay política posible porque si donde
"donde dije digo, digo Diego", la política se vuelve imposible.
Desconectarse del diccionario es desconectarse de los demás, del mundo, del
demonio y de la carne.
Y los
políticos españoles (allá ellos los de otros universos paralelos) están cada
vez más desconectados del resto de los mortales. Hablan (se insultan), dialogan
(se insultan), proclaman (se insultan) entre ellos; se traicionan (como con
Pablo Casado) en cuanto que tienen ocasión, para a renglón seguido convencernos
de que todo se hace por puro sacrificio y entrega. La legislatura de Sánchez se
nos hace eterna entre tantos incidentes en la realidad y tanta negación de la
misma. De Filomena (a nuestro pesar) a la sonrisa tras las mascarillas, a
Sánchez le ha pasado de todo: tiene socios de gobiernos que le apuñalan, tiene
socios de investidura que le dejan en cueros vivos en cuanto que tienen ocasión
y tiene una oposición que tiene que apoyarle en lo que sus socios no lo hacen.
La ridiculez del cese de la directora del CNI no es por el cese en sí, sino por la trayectoria grotesca del inicio al precipitado final. El Gobierno ha convertido Pegasus, un software que vale dos millones de dólares, en Spectra, una malévola entidad dedicada a chuparle los gigas al presidente y a nuestros ministros. Al final se ha tratado de una discusión sobre quién tiene más culpa, si los señores del CNI o los de La Moncloa. Lo ha pagado la parte más débil, la menos política, el CNI.
Lo que ha hecho la ministra Margarita Robles cuando le han preguntado por la destitución de la directora del CNI, colma el vaso de la paciencia del que ve y escucha. El acto se ha convertido en grotesco cuando la ministra ha querido convertir en gloriosa la destitución, concepto que chocaba con lo que ella esperaba de sí misma. Si alguien le hubiera preguntando a Margarita Robles sobre si era capaz de hacer lo que ha hecho, se hubiera indignado. En RTVE.es nos lo explican así:
El Gobierno ha destituido de su puesto a la hasta ahora directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Paz Esteban, a raíz del escándalo del espionaje mediante el sistema Pegasus al independentismo y al Gobierno. Su lugar será ocupado por la actual secretaria de Estado de Defensa, Esperanza Casteleiro Llamazares.
La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha anunciado en la rueda posterior al Consejo de Ministros la "sustitución" de Esteban, de quien ha destacado que "tiene todos los valores de los funcionarios del CNI, el de la responsabilidad", y que "lleva casi 40 años dedicados a su vida profesional, con muchísimas renuncias" tanto en lo "personal, profesional y familiar" para garantizar la seguridad.
La ministra, que ha insistido en que no se trata de un cese sino de una “sustitución”, ha agradecido a la directora saliente su “trabajo callado”, propio a cualquier miembro del CNI y a los funcionarios y servidores públicos. También ha dicho sentirse muy "cómoda" con el nuevo nombramiento de su número dos, y persona "de confianza", al frente del CNI. Y es que Casteleiro cuenta, al igual que Esteban, con casi 40 años de experiencia en el centro de Inteligencia.*
Las palabras de la ministra Robles son dignas de decirse al borde de la
tumba mientras derrama una lagrimita y echa una rosa a la fosa antes de que
empiecen a palear la tierra. La ministra abandona rápidamente el Cementerio de los Cargos
Sacrificados para dirigirse hacia el próximo Consejo de Ministros.
Robles, que era alabada por su firmeza en la defensa de las personas que
dependen de su Ministerio, se ha tirado ella sola al abismo. Hace unos días se
reivindicaba como silenciosa y contenida servidora del Estado, al margen de los
politiqueos. Apenas unas horas después, vemos cómo le da patadas al diccionario,
que es el síntoma de la inmersión en las aguas fangosas de la política. Patadas
al diccionario y al CNI, claro. Robles ha pasado de orgullosa indignada a
sumisa ministra de un gobierno del que considera un regalo (literalmente)
pertenecer gracias al Presidente Sánchez, todopoderoso en su debilidad.
Una vez más, Sánchez sacrifica la parte propia antes que enfrentarse con la
ajena. Sánchez, experto en fugas, como diría una conocida mía, "deja el
dinero y corre" ante sus insaciables socios y allegados, independentistas
y grupos a su izquierda, que se crecen con cada concesión y explicación absurda del
presidente. Incluso electoralmente, lo que hacen Sánchez y sus ministros, que
son sustituidos cuando ya no dan más de sí, no es muy comprensible. Quizá sea por
esa doble desconexión de la realidad y del diccionario.
La gravedad del espionaje "con" Pegasus, donde
"Pegasus" solo es la herramienta, es grande y seguimos sin saber
quiénes y con qué intención les sacan los gigas. Pero Sánchez elude la mayor y
se centra en los detalles. Algunos han llamado a Paz Esteban la "cabeza
de turco" del caso. Eso parece claro, lo que no lo está tanto es el caso
mismo.
El rasgado de vestiduras de los independentistas no es más que una
jeremiada victimista que busca vender la imagen de que están perseguidos. Esto
lo dicen quienes tienen que ser condenados por los Tribunales a impartir el 25%
de las clases en español en la escuelas y los que acaban de ser igualmente condenados
por las discriminación de los policías nacionales y los guardias civiles a la
hora de vacunarlos contra el COVID.
De no ser el apoyo de este gobierno —la cuestión central, triste destino
confiar tu futuro a los que quieren tu hundimiento, eso sí, sacándote lo que
puedan—, otra sería la situación.
Los apoyos de Margarita Robles al CNI, ese lugar donde no se
"destituye" sino que se "sustituye", han durado lo que un
bocadillo en la puerta de un colegio. Lo que se dijo en su favor, la fortaleza
que se le suponía, etc. han volado al primer soplido del lobo. Todos los principios esgrimidos inicialmente se han perdido y han tratado de ser reinterpretados a golpe de diccionario.
La verdad, todo esto debería importarnos menos. Quien quiera hacer estas cosas, allá él. Lo que nos interesa es quién tiene los gigas robados, si ha habido alguna utilización —algo que va del chantaje personal al uso privilegiado de información en negociaciones internacionales o nacionales—, todo eso que se nos elude en medio de esta gresca teatral. Pegasus, lo hemos dicho, es solo la herramienta. La novela que se ha montado tiene como fin escamotearnos lo que importa. Todos los indicios apuntan a un punto, que es el que se escamotea porque "saberlo" puede costar muchas más cabezas en todos los niveles. Por eso, el ruido viene bien; es útil, aunque peligroso.
Los medios se nos han llenado estos días de consejos sobre cómo no ser espiados, cómo evitar que te jaqueen el teléfono, como revisar si te han puesto micrófonos en la oficina, en casa, en el baño. Ayer, expertos en estas cosas, anunciaban la necesidad de revisarlo todo por nuestro bien. Esto del espionaje, decían, ha llegado para quedarse.
El espionaje se queda, los políticos se van... o son sustituidos. Pero no hay problema, la senda está abierta. Esto del espionaje le ha complicado ya la vida al PP, al gobierno, al CNI, a las instituciones autonómicas. ¿Y si empezarán a salir micrófonos, cámaras y todo tipo de dispositivos a nuestro alrededor? ¿Y si esto fuera incontenible? ¿Y si causara una caída de la venta de teléfonos? ¿Y si la gente no hablara más que en persona y, como hacen ahora los políticos, tapándose la boca para que no les lean los labios? ¿Y si la ventriloquía fuera el futuro? ¿O es ya el presente?
* Rocío Gil Grande "El Gobierno destituye a Paz Esteban como directora del CNI tras el escándalo por el espionaje de Pegasus" RTVE.es 10/05/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220510/gobierno-destituye-paz-esteban-como-directora-del-cni-tras-escandalo-espionaje-pegasus/2347308.shtml
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