martes, 15 de marzo de 2022

Dos rostros de la guerra

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


La guerra es brutal, devastadora. Los medios se esfuerzan en mostrarnos el día a día mostrando sus consecuencias. Frente a muchas noticias anónimas o generales, los medios necesitan ponerle rostros, personalizar, mostrar los efectos humanos.

En ocasiones, los satélites han servido para mostrarnos el antes y el después de la invasión. Los efectos de los bombardeos se plasman en esas visiones desde el espacio que nos muestran los efectos de la guerra, las zonas verdes que quedan convertidas en espacios grises, las casas desaparecidas. Luego nos llegan los cambios dramáticos a ras de suelo. Una mujer pasea ante un edificio destruido; no sabe adónde ir, aquellos restos eran su casa. Mujeres, niños y ancianos se desplazan a lo largo de carreteras camino de las fronteras, dejando atrás la vida y los recuerdos, dirigiéndose hacia un futuro incierto confiando en que alguien al otro lado les permita llorar en un abrazo.

En los medios se combinan las estrategias, los efectos económicos, las respuestas internacionales con los pequeños testimonios del sufrimiento, las historias de seres anónimos que nos sirven para ponerle esos rostros necesarios para la empatía, para salir de los mapas y ver el territorio real, para pasar de la abstracción al dolor específico de las personas cuyas historias nos llegan focalizadas.

Necesitamos rostros, casos con los que expresar la empatía y la solidaridad, en los que proyectar esperanza. Ayer dos mujeres simbolizaron ese rostro de la guerra, en variantes del sufrimiento. Los medios nos revelaban que aquella mujer embarazada que vimos  salir herida en camilla había muerto. Todos la califican de símbolo. Lo que representaba la infamia de los bombardeos de hospitales, la voluntad de supervivencia y una nueva vida frente a la barbarie se nos vuelve congoja ante el destino de ambos, de la mujer herida y del hijo que no llegará a conocer el mundo que le destruye.

No explican en RTVE:

Tras el ataque aéreo contra ese hospital, la mujer fue evacuada rápidamente en camilla de aquel edificio derruido en el que otra persona más murió y 17 resultaron heridas. Con la mirada perdida y sin dejar de acariciar su tripa ensangrentada, la embarazada se dirigió hasta un nuevo punto sanitario con el único deseo de que alguien pudiera salvar la vida de su hijo.

"¡Mátenme!", suplicó a los médicos cuando le dijeron que no habían podido hacer nada y que el bebé había nacido sin vida.

La mujer, explican, se encontraba en estado de 'shock' y su estado de salud era muy grave. "Llegó con la pelvis aplastada y la cadera desprendida", cuenta el médico que le realizó la cesárea. Trataron de reanimarla durante 30 minutos, pero finalmente solo pudieron confirmar su muerte.*

 


Historia terrible entre historias terribles. La guerra muestra su crueldad en historias como estas que los medios tratan de recoger de entre otras muchas que no llegarán a contarse. Por muchos rostros que encontremos para reflejar el horror, siempre será mayor el dolor oculto, el que se nos escapa.

Mientras escribo esto, por alguna extraña asociación, me llegan a la mente una y otra vez las imágenes de la "mujer del colchón" en la explosión del volcán Cumbre Vieja, en La Palma, un símbolo de la desesperación ante lo imposible de parar. El dolor llama al dolor. Los medios se esforzaron entonces en localizarla y mostrarnos cómo aquella desesperación, aquel gesto de impotencia, finalmente se convertía en ánimo cuando se resolvía la angustia y había un futuro por delante. Pero en el caso ucraniano no hay margen para convertir el dolor en alegría, por más que en el mismo artículo se nos hable de otra de las mujeres que sobrevivieron al ataque y que pudieron dar a luz sin contratiempos. Suena extraño el "sin contratiempos" teniendo en cuenta lo que rodea a esa recién nacida a la que han puesto por nombre Verónica. Nos hace pensar en lo frágil que es nuestro mundo, lo ilusorio de nuestra seguridad. Pero la mente humana necesita sentirse segura, aunque no lo esté. Nadie podrá quitar a esa madre el sentimiento de felicidad al dar a luz. Es el otro extremo del "¡mátenme!" ante el dolor infinito. 

Hay otro rostro de mujer en este día a día de la guerra. Está en el otro extremo de la guerra, en Rusia, en un programa informativo de televisión:

Una activista ha interrumpido este lunes uno de los informativos del Canal 1 de la televisión pública rusa con una pancarta contra la invasión de Ucrania. La ONG de derechos de los manifestantes OVD-Info ha identificado a la mujer como Marina Ovsiannikova, empleada del canal, que ha sido detenida y llevada a una comisaría.

Mientras la conocida presentadora Ekaterina Andreyeva hablaba, Ovsiannikova ha aparecido detrás de ella con un cartel que decía "no a la guerra" y estaba adornado con las banderas de Rusia y de Ucrania: "Detengamos la guerra. No os creáis la propaganda. Os están mintiendo. Rusos contra la guerra".

El vídeo con la activista entrando en plano ha sido ampliamente difundido por canales como Telegram y se ha viralizado en las redes sociales. La escena se ha producido durante el principal programa de noticias de la noche del canal de televisión más potente del país, Pervy Kanal, llamado Vremia.

Imperturbable, la presentadora siguió hablando durante unos segundos mientras la manifestante coreaba contra la guerra. La cadena se apresuró a emitir un reportaje sobre los hospitales, dando por finalizada la emisión en directo en el plató.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha agradecido la acción de la periodista durante un mensaje publicado en la noche de este lunes en sus redes sociales. "Agradezco a aquellos rusos que no paran de intentar contar la verdad", ha dicho.** 


Lo hecho por Marina Ovsiannikova, su enorme osadía desafiando a Vladimir Putin, permite salvar a una parte de Rusia, la que no coloca la "Z" en sus vehículos, camisetas o explanadas. La gran incógnita en una país totalmente controlado por el poder es saber hasta qué punto el pueblo ruso apoya una invasión y una guerra cruel de la que está perversamente informado. De este tipo de gestos depende el futuro real de Rusia. No son ya los miles de rusos que abandonaron el país como disidentes ante las persecuciones, sino los que quedan dentro y no se quieren sumar a la mascarada cruel.

Me sorprende la vaguedad con la que se trata este caso en nuestros medios: "la mujer", "la joven", "la periodista", "la activista", "una manifestante"... ¿Por qué no ponerle nombre a este caso, a la persona?

Durante unos instantes, en pantalla convivieron dos mensajes, el oficial por parte de la presentadora, y el contrario, el cartel que sostenía Ovsyannikova y la voz que repetía "no a la guerra". Un momento cumbre del enfrentamiento en un solo plano de dos mundos enfrentados, de la verdad intentando abrirse camino entre mentiras.

Marina Ovsyannikova le ha puesto rostro a esa parte del pueblo ruso que no comparte las mentiras informativas que les son suministradas como narcóticos para alterar su estado y conocimiento de la realidad. 

El ser periodista le añade un valor nuevo a su acto, un caso plenamente mediático en su acción y en su sentido. Ha atacado allí donde Putin se siente más seguro, el control de los medios rusos, el corazón de la maquinaria de la mentira institucional.

Segura de que sería detenida, Marina Ovsyannikova dejó grabadas las explicaciones de su acto. De esta forma, la atención que el acto tuvo se ve reforzada por su nueva carga explosiva informativa. El diario argentino La Nación nos explica el hecho y la motivación:

 “Detengan la guerra”, decía la pancarta que sostenía, en favor de Ucrania. En su pedido a la audiencia del canal de noticias, la mujer advirtió: “No crean en la propaganda, acá te están mintiendo”.

Es que Canal Uno describe la invasión rusa en Ucrania como una “operación especial” para “desnazificar” el país vecino invadido. De acuerdo con información de la agencia de noticias Tass, a cargo del Kremlin, el canal comunicó que estaba revisando de forma interna el incidente.

“Estoy avergonzada de haberme permitido contar mentiras en la pantalla televisiva. Estoy avergonzada de haber permitido que los rusos se convirtieran en zombis”, explicó. Además, invitó a los ciudadanos rusos a protestar contra la guerra y dijo que solo ellos pueden “frenar la locura”.

“Lo que está ocurriendo ahora en Ucrania es un crimen y Rusia es un país agresor. La responsabilidad de esta agresión recae en la consciencia de una sola persona, y esa persona es Vladimir Putin”, opinó la editora del Canal Uno de Rusia.

Y continuó: “Desafortunadamente, en los últimos años estuve trabajando en el Canal Uno, haciéndole propaganda al Kremlin, y ahora estoy avergonzada de eso”.***

 

Es el testimonio de una mujer valerosa, madre de dos hijos y amante de los perros, según señalan sus amigos y recogen los medios. Es un auténtico examen de conciencia público. 

En estos momentos está desaparecida, algo que ella misma sabía cuando realizó su acción. Por eso dejó todo preparado para que su voz siguiera viva tras la detención. La Nación recoge algunos testimonios que han aparecido en las redes sociales: “¡Marina, gracias! ¡Gracias por tu coraje, por la esperanza para nosotros los rusos y por tu acto inspirador! ¡Sos una verdadera heroína! ¡Estás en nuestros corazones!”.


El de Marina Ovsyannikova es uno de esos rostros que deben identificar esta infame guerra y hacerla humana en su irracionalidad deshumanizadora. Son estos gestos, decisiones voluntarias, las que contrapesan su fría crueldad. Hemos visto los arrestos de muchos rusos por protestar en las ciudades; los hemos visto ser golpeados y arrojados al interior de furgonetas con destino incierto. Hoy la periodista rusa Marina Ovsyannikova ha prestado su rostro para que sean representados. Es algo más que una anécdota; reivindica a una parte de Rusia y a una profesión capaz de lavar el cerebro a sus compatriotas o de dejar este gesto de rebeldía y honestidad ante ellos.

Estos días los medios recogen la muerte de dos periodistas que cubrían la información en Ucrania. Han dado la vida haciendo su trabajo. Marina Ovsyannikova es periodista rusa y ha hecho lo que no se esperaba, pero está del lado correcto. Ha elegido lo que su conciencia le dictaba y ha mandado a sus compatriotas un mensaje breve pero claro, que viven dentro de una gran mentira, que son manipulados, zombis. No se cuántos telespectadores tenía el programa en esos instantes, pero seguro que eligió el momento adecuado, el de máxima audiencia.

La guerra nos ofrece imágenes de muerte, de esperanza, de rebeldía, de dolor, de indignación. Son solo algunas de sus facetas, pues abarcan la total dimensión de lo humano, lo mejor y lo peor.

 * "Mueren la mujer embarazada y su bebé que fueron un símbolo del ataque a la maternidad de Mariúpol" RTVE.es 14/03/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220314/maternidad-guerra-ucrania-embarazada-hospital/2310125.shtml

** "Una periodista rusa interrumpe un informativo en la televisión pública para protestar contra la invasión de Ucrania" RTVE.es/ Agencias 15/03/2022  https://www.rtve.es/noticias/20220315/periodista-rusa-interrumpe-informativos-directo-protesta-invasion-ucrania/2311320.shtml

*** "Quién es Marina Ovsyannikova, la periodista que se manifestó en la televisión rusa contra Vladimir Putin" La nación 14/03/2022 https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/quien-es-marina-ovsyannikova-la-periodista-que-se-manifesto-en-la-television-rusa-contra-vladimir-nid14032022/

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