Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Es
sorprendente que el "pacifismo" de Unidad Podemos sea no enviar armas
al más débil para evitar, como ha dicho la ministra Belarra "evitar la escalada
bélica". Quizá tema que Ucrania invada Rusia y masacre a su población,
porque no se me ocurre otro tipo de "escalada" a la vista. Podría
haber apostado por el envío desde España a Ucrania de cianuro para el suicidio
y evitar derramamientos de sangre y unas toneladas de féretros como ayuda
humanitaria.
La
ministra Belarra, simplemente, no tiene vergüenza. Se refugia en una especie de
pseudo pacifismo de salón que queda extremadamente ridículo emparedado entre
las imágenes de destrucción por los bombardeos, de las colas de refugiados, de
las privaciones de casas, de los refugios en sótanos y todo lo que estamos
viendo.
La
ministra Belarra y algún otro viven en la comodidad europea, en la democracia
europea, pero están de corazón con esos personajes a los que tanto admiran, los
Maduro, los Putin y hasta los Lukashenko, aunque tenga un bigote teñido. La
ministra Belarra quiere ser muy moderna,
pero es irremediablemente antigua. ¡Qué antiguos se nos han quedado los
modernos! Pertenece a esa vieja estirpe de los que viven cómodamente y pueden
decidir desde ahí sobre las vidas de los demás.
Mientras
todos se identifican con Ucrania, la ministra Belarra y los suyos se preocupan
por la "paz", pero no por los muertos y no distinguen entre armas
para defenderse y armas para atacar, entre víctimas y verdugos, entre invasores
e invadidos. Puede que el mundo no lo entienda, pero puede que en el cielo de Putin
se les premie por sus buenas acciones en este mundo confuso.
¡Qué
triste galería la de estos dogmáticos de salón, incapaces de ver dónde está la
raíz del problema por su propia ceguera! ¡Qué triste que ocupen un espacio
desde el que buscan el protagonismo que luego las urnas les niegan, como ha
ocurrido en Castilla y León! ¡Qué fácil es ver la vida desde un sofá y luego
contársela a tus seguidores en un mitin!
Las fantasías de Ione Belarra no van a parar a Putin, cuyas amenazas de guerra nuclear ella no comenta. Solo el pueblo ruso, el ejército ruso, podrán parar la locura de Putin. Solo el hartazgo por obedecer órdenes injustas va a poder parar a un Putin desencadenado, salido de su propia jaula para agredir a sus vecinos, parea amenazar a Europa al completo. Pero la ministra Belarra siempre estará en el "sunny side of life", una zona sin matices y sin sentido de la realidad, poblada por sus héroes marvel-revolucionarios.
Lo que
está haciendo Putin con Ucrania no tiene precedente en Europa por décadas. No
se trata de una guerra local, sino de una súper potencia tragándose las tierras
de sus vecinos bajo la invocación de fantasías de amenazas. Puede que sean del
mismo corte que la de la ministra Belarra, donde siempre hay un mismo culpable,
el Occidente en el que la ministra vive, en el que disfruta cada día de paz y
seguridad.
El
presidente Sánchez —¡vaya cruz la suya!— ha tomado finalmente por la calle de
en medio y ha decidido pasar de Belarra y compañía anunciando que se enviarán
armas para su defensa a Ucrania, tal como estás haciendo países de tradicional
pacifismo y neutralidad ante el drama que tienen delante. Para Belarra la paz
es la extinción de Ucrania, la muerte de sus defensores, los que dejan atrás
familia mandándolas a lugares más seguros y regresando a combatir por un país que tienen claro.
Una
encuesta del CIS sacada a la prensa hace unos días nos decía que España era uno de los países
con más baja intención de ser defendido por quienes han nacido y se han criado
en él. Si viene Putin, lo veremos como un beneficio para el sector turístico y
nos alegraremos. ¡Mejor el ocio nocturno que el toque de queda! ¡Mejor el reguetón
que el ruido de las sirenas! De tanto dudar de la existencia de España, finalmente muchos no entienden que otros quieran a sus países y los quieran
defender de sus invasores. Decir que querer defender a tu país de una invasión injustificada es
una "escalada bélica" es vergonzoso e irresponsable. Responsabilizar a
los ucranianos por defenderse es, además, inmoral. Al único que se beneficia con esto es a Putin.
Los
ucranianos se merecen mucho más respeto que el que les brindan algunos cuyos modelos
e ídolos están muy lejos de aquí. Somos Europa y debemos aspirar, al menos, a
modelos mejores que lo que Venezuela, Irán, Bielorrusia, Chechenia o la propia
Rusia encarnan. Todos ellos le agradecen a la ministra y compañía sus esfuerzos
por la "paz".
La paz, ministra, es otra cosa.
¡Solidaridad con el pueblo ucraniano!
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