viernes, 18 de marzo de 2022

Conflicto de realidades

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Está de moda negar. Puede que siempre se haya utilizado la negación como arma, pero también es cierto que el aumento exponencial de la información circulante obliga a negar más. El negacionismo es muy amplio, va del ex presidente Trump negando haber perdido las elecciones al régimen de Putin, negando que están bombardeando Ucranio; va de los que niegan la violencia de género, pese al número de mujeres muertas a manos de sus parejas, a los que ahora también niegan la veracidad de los datos sobre la pobreza, como acaba de ocurrir. Pero una guerra es una guerra, la violencia contra las mujeres es violencia real, Trump no está ya en la Casa Blanca y los pobres están ahí, aunque miremos para otro lado.

Es sorprendente escuchar a una ministra rusa afirmando que Rusia no bombardea, por lo que la única explicación a las muertes y los edificios destruidos es que los ucranianos, como se sugiere, se están bombardeando ellos solos.

Se ha teorizado muchos sobre el negacionismo, las "fake news" y las "realidades alternativas", tres conceptos que van en la misma línea, el principio psicológico que insiste en que negando de forma constante cuentas con sectores de apoyo garantizados: la gente cree lo que quiere creer. No hay que dejar que otros les afirmen, hay que negar ante ellos con rotundidad, cara de póker, sin pestañear, como hace Putin.

Laura Gómez Díaz escribe sobre el conflicto de realidades que se les plantea a los rusos: 

Nikita G. señala que existen “dos realidades: la creada en Rusia y la burbuja rusa y la realidad del resto del mundo de que hay guerra”. “Una es la que crean las cadenas de televisión rusas diciendo que es una operación especial y que estamos intentando destruir un régimen fascista, pero todo el que pueda leer noticias internacionales entiende que esto es una guerra y que nadie gana en esta guerra”, afirma.

En este sentido, Elena explica que ve “la televisión rusa para ver lo que nos dicen, porque hay que comparar”. “Russia Today dice cosas muy diferentes de lo que dicen en Estados Unidos y en Europa. Las televisiones rusas dicen que no matan a nadie y que en Ucrania hay nazis, que son muy malos, pero nadie sabe quiénes son”, asevera. Precisamente, Putin justifica la "operación militar especial" con el objetivo de "desmilitarizar y denazificar" Ucrania.*

 

El conflicto de realidades se produce cuando tú no puedes comprobar algo por ti mismo y dependes de terceros, que son los que te cuentan —con todo lujo de detalles— lo que debes creer. Cuando tienes solo una fuente, crees en ella porque no hay otra alternativa. Por eso, la Rusia de Putin cierra las fronteras informativas evitando la entrada de informaciones no controladas, expulsa a los medios internacionales, siempre molestos, y allana así el terreno para su "verdad", que se esparce como una mancha de petróleo, contaminándolo todo.

Lo hacen todas las dictaduras. A todas les interesa un discurso único controlado para actuar sobre la opinión pública. Antes las dictaduras cerraban los periódicos; ahora los reescriben porque el silencio siempre da que pensar, mientras que las mentiras se hacen más intensa y verosímiles. Es la distancia que hay entre "guerra" e "invasión" y "operación" y "salvación". Si además cuentan con el apoyo del Patriarca de Moscú que cree que van a eliminar el peligroso lobby gay, pues mejor que mejor. Todo se convierte en una "cruzada" generosa contra el mal, personificado esta vez en "nazis", "drogadictos" y "gais", los enemigos de la Santa Rusia que se han agarrado como garrapatas a la piel de la "hermana" Ucrania.

El negacionismo es un vicio del poder que se está extendiendo de los regímenes dictatoriales a los populistas en las democracias. Las formas de la negación son múltiples y de diversa intensidad, en aspectos concretos o negándolo todo. La negación general no es fácil porque la verdad o las verdades parciales no se pueden mantener en un mundo complejo e intercomunicado. Siempre se cuela algo. Que los medios en los países occidentales tengan que abrir secciones especiales para separar el trigo de la paja informativos no deja de ser un rasgo claro de lo que esto supone cada día.

Lo más obvio es que la información era la tarea diaria de los periodistas y hoy los periodistas solo son una parte, la que además muere en los límites violentos de la realidad. Lo hace precisamente para poder informar desde el terreno, como suele decirse. Eso tiene sus riesgos en todo el mundo. Basta con ver los periodistas muertos en México cada año y los siete que han muerto ya en Ucrania. Antes, llevar puesto el "Press" en espalda y pecho era una especie de barrera salvadora; ahora, por el contrario, puede ponerte una diana en el pecho.

Me vienen a la mente lo ocurrido en El Cairo durante los inicios de la Primavera Árabe egipcia, en la Plaza Tahrir. Lo primero que hizo el régimen de Hosni Mubarak fue cortar el acceso a la redes, lo que hizo que la gente se mantuviera físicamente en contacto en la plaza, sin abandonarla. Después comenzó a intimidar a la prensa extranjera, incluido el acoso sexual a las mujeres periodistas, con algún caso violento. A los manifestantes se les desprestigiaba desde los medios oficiales señalando que eran "agentes extranjeros". Tuvieron que organizarse los propios jóvenes manifestantes creando cadenas humanas para proteger a los periodistas extranjeros y que pudieran contar al mundo lo que estaba pasando. Creo recordar que fueron tres días de corte de las redes con los que el gobierno trató de crear un muro de silencio y del control absoluto informativo. Pero la labor de muchos periodistas en las manifestaciones logró contar al mundo lo que ocurría, aunque los propios egipcios fueran los peor informados por el cerco.

28/05/2011

La situación ucraniana es muy distinta a la rusa. Los ucranianos están viviendo una realidad que no les puede ser negada; la tienen encima en toda su crueldad. Pero lejos de allí, en Rusia, lo que sale es manipulación, tergiversación de todo y falsedades absolutas. La maquinaria rusa, interna y externa, trata de crear flujos creíbles, pero le es cada vez más difícil. La fuerte resistencia de los ucranianos le pasa factura. Putin responde a la preguntas diciendo que "todo va según el plan previsto", pero cada día que pasa lo desmiente.

Cuando la anterior invasión de los soldados rusos, sin identificaciones militares, la versión oficial del gobierno de Putin acabó reventando por las protestas de las familias de los soldados por la negación de sus muertes, algo que no existía por escrito en ningún lugar. Las peticiones de las "pensiones" de los caídos en la guerra, que no existía, eran una necesidad para aquellos que dependían de ellas para sobrevivir.

Oficialmente, aquellos soldados rusos no existían, pero si tenían la extraña propiedad de morir aún siendo inexistentes. Y es que no se puede negar todo eternamente, aunque se puede intentar.

Son muchas voces las que señalan que esto solo lo podrá parar el propio pueblo ruso, pero para ello hace falta que caigan los muros de la vergüenza informativa. Es lo que ocurrió el otro día en el Canal 1 de la televisión oficial rusa cuando la periodista Marina Ovsiannikova se plantó ante las cámaras y detrás de su compañera locutora con un cartel diciendo "no a la guerra" y advirtiendo que todo es una gran mentira, una enorme patraña de la que se arrepiente tras haber dedicado su vida a trabajar por ella. Temeroso por el grado de notoriedad que el caso ha tenido, Putin la ha dejado salir, por ahora. La periodista no parece dispuesta a callarse e insiste en que se vive dentro de esa enorme mentira.

Negar, desinformar, manipular... son las acciones informativas que cada vez están más presentes. Frente a la profesionalidad ética de los periodistas que se empeñan en servir a sus lectores, espectadores u oyentes, están los ejércitos de comunicadores de gabinete, los que estudian los comportamientos sociales para tener controlado desde el poder a la opinión pública o para debilitar a los países que se enfrentan mediante ejércitos de desinformadores. La manipulación es ya una asignatura que ha entrado con aceptación en nuestros planes de estudio; lo ha hecho con pomposos nombres sobre emociones, positividad, empatía, neuromárketing y bla bla bla. Unos días se nos presentan como héroes de la economía y otros como villanos políticos.

¿Es rentable esto de crear mentiras, noticias falsas y realidades alternativas? A la larga, no, máxime en estos tiempos en que existe un teléfono en cada mano en todos los países, una cámara en cada esquina, en cada cajero, etc. Intentar que la realidad no se nos cuele por cualquier rendija tiene un enorme coste. Cuando la burbuja estalla, el régimen que hay detrás se tiene que quitar la máscara y reprimir fuertemente su propio "nicho", como ha ocurrido en la Rusia de Putin, donde hay que prohibir palabras como "guerra" y repetir otras como "operación militar". La represión en Rusia es feroz desde hace muchos años. El problema real es que los autoritarios nunca ven un camino de salida que no sea un recrudecimiento del empleo de la fuerza. No hay libertad al final del túnel oscuro de los autócratas, solo más inversión en mentiras, más violencia para silenciar las voces y hechos reales.

Reporteros Sin Fronteras 22/01/2021

El Egipto de Hosni Mubarak colapsó cuando los militares que le sostenían comprobaron que les arrastraba a la ruina. Le depusieron, juzgaron y encarcelaron para poder seguir controlando el poder. El caso es distinto, desde luego, pero muestra que lo imposible se produce en ocasiones. Desgraciadamente, la caída de Mubarak trajo la nueva dictadura de al-Sisi, pasando por el autoritarismo islamista de Morsi.

La cuestión, pues, es saber cuáles son los poderes y apoyos reales de Vladimir Putin, hasta qué punto los que estaban detrás pongan en la balanza lo que pueden perder. Las noticias hablan de cuatro generales rusos muertos durante la invasión y eso es algo que no suele apetecer a los generales y le da que pensar. Tampoco les gusta a los oligarcas que les confisquen yates y mansiones por el mundo. Tampoco a las madres de los soldados que hayan muerto 7.000 de sus hijos. Son cosas que el negacionismo no tiene capacidad de tapar a los propios afectados.

* Laura Gómez Díaz "Los rusos, desconectados de la realidad sobre Ucrania: "Hay gente a la que han lavado el cerebro y niegan la guerra"" RTVE.es 17/03/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220317/rusos-desconectados-realidad-ucrania/2313182.shtml

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