Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Lo de
Pedro Sánchez no tiene explicación. Con la que está cayendo fuera —en mitad de
una guerra que tiene a Europa atenazada—, y con la que está cayendo dentro —una
huelga del transporte que ya afecta a todos los sectores en cadena—, abre una
nueva puerta a los problemas poniéndose del lado de Marruecos en la cuestión
del Sahara, un tema vital no solo para los saharauis sino para nosotros como
españoles y europeos.
¿Tiene Sánchez
personas "normales" a su alrededor, con algo de sentido común? ¡A
quién se le ocurre meterse (meternos en este lío)! Quizás, puede uno
preguntarse, parte de un mal principio teórico, que cuando hay mucho lío es el
momento de realizar cambios porque nadie se va a fijar. ¿Hay que explicarle que
ese es un mal principio, que casi nunca funciona, que el riesgo es muy elevado
si todo se suma? ¿Es otro mal ejemplo de su optimismo congénito y la creencia
de que no hay problema que se le resista?
Con
todo, lo más sorprendente es su afirmación de que Argelia, de quien dependemos
para nuestro gas, ahora que Europa está en manos de Putin, había sido
informada. Argelia, por su parte, ha sido contundente: ha retirado a su
embajador de España y ha dicho claramente que no sabía nada de esto, que nadie
le había dicho nada.
A
Sánchez le faltan pies para dispararse él solito. Si fuera un ciempiés,
entonces le faltarían balas. ¡A quién se le ocurre destapar este problema! ¿No
tuvo bastante con el creado antes con Marruecos y la entrada clandestina del
líder del Polisario a un hospital español?
¿Era
necesario hacerlo ahora? ¿Era
necesario ir ahora contra los
acuerdos internacionales que se habían estado defendiendo por décadas? ¿Por qué
ahora?
La retirada del embajador argelino nos deja en una curiosa situación, con el embajador marroquí todavía sin regresar, España ha conseguido un inusual récord, si bien Sánchez tiene la capacidad de crear cualquier tipo de conflicto con estas decisiones inexplicables. Ha puesto en juego lo que más necesitamos en estos momentos, la energía. Y es indudable que una Argelia enfadada tiene que salir por algún lado. Lo más probable es que sea por donde más nos duela.
No
entro al fondo de si es buena o mala la decisión (creo que es mala), sino en la
inoportunidad clara de tomar esta decisión ahora, en el peor momento para España.
A la
queja de Argelia por no haber sido informada se suma otra en clave nacional: ni
sus propios socios de gobierno se han enterado de esta decisión, lo que nos
dice bastante del estado de los "socios" de gobierno. Tampoco se han
enterado ni les ha sentado bien a los socios de investidura. ¡Es sorprendente
que Pedro Sánchez tenga tantos socios y tan poca confianza en ellos! Ser
"socio" de Sánchez es ya una profesión de alto riesgo por unas cosas
o por otras. A lo mejor cree que es mejor actuar primero y explicar después,
pero no deja de ser una peculiar forma de plantearse la política y los apoyos.
Esta vez sí ha logrado algo: unir a todos en su contra, de sus ministros a la oposición, incluso alguna voz disonante entre el propio grupo socialista. Sánchez —no era fácil— lo ha logrado superando todos los desastres anteriores en decisiones inesperadas.
Ahora queda por ver lo que hará Argelia además de hacer desaparecer su embajador. Evidentemente no se puede quedar inmóvil ante un giro que es más un lanzarse al vacío. Que hayan aclarado que no sabían nada es un primer paso para las medidas. No importa realmente si lo sabían o no. Pero el Ministerio de Asuntos Exteriores queda una vez más en evidencia ante esta errática política que nadie entiende, entre otras cosas porque nadie la explica.
La
oposición dice, con razón, que un giro de este tipo, que involucra a España y
el futuro de las relaciones no se debe tomar unilateralmente. A muchos de los
socios de Sánchez la expresión "referéndum de autodeterminación" les
gusta demasiado, tanto juntas como separadas las palabras. De la misma forma
que algunos entendían que se apoyara a Ucrania porque les gustaba la idea de la
defensa de la tierra frente al invasor. Así es la política española, poética y
soñadora.
¿Es Sánchez un incomprendido? ¡Sin duda! Nadie, ni sus socios de diverso pelaje, ni la oposición, ni muchos miembros de su partido comprenden lo que hace. Es el incomprendido total. Lo malo es que Argelia no necesita entenderle; le basta con complicarnos un poco más la vida. Si a todo lo que tenemos encima se añade presión por el gesto de nuestro gobierno hacia Marruecos por parte de Argelia, Pedro Sánchez se va a tener que esforzar mucho para que se le comprenda.
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