Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cuando el presente es tan doloroso, el futuro se resiste. Sin embargo, Europa tiene que pensar en el día después. La falta de apoyo militar convierte el caso ucraniano en un final predecible, agónico. Es cuestión de tiempo que Ucrania se vacíe, algo que ya Putin intenta evitar. Necesita cortar la huida masiva para que su inmoral chantaje sea eficaz. Rusia repoblará Ucrania como hizo tantas veces en el pasado. Aumentará así el sentimiento prorruso que le asegure otro país títere gobernado por un sicario, como ocurre con Bielorrusia.
De la
misma forma, Putin transforma en "agresiones" las sanciones que se
acumulan contra él y su política belicista. Las considera como "acciones
de guerra" contra Rusia. Bajo esta forma retórica, Putin convence a los
rusos que lo que van a padecer por las sanciones son fruto de la maldad y
enemistad de Occidente. Esto justifica, además, la represión y el silencio
impuestos a la población, tratar como "traidores" a los que
disienten.
Europa tiene claro que debe desprenderse de las dependencias rusas, que debe cortar los lazos, convertir el este en un mar abismal en el que será peligroso navegar. Cuando Putin consuma su "paz" se habrán cerrado las puertas. Es poco probable que Europa pueda mantener contacto con una Rusia volcada sobre sí misma.
Desde
esta perspectiva, Rusia intensificará los intentos de desestabilización en
Europa, algo que lleva años haciendo a través de los contactos y financiación
con muchos de los grupos y partidos que hoy son partidarios de la
"diplomacia", es decir, que Rusia destruya Ucrania y luego negocie
con los cadáveres y ruinas. Estos van de la Venezuela de Maduro a sus hijos
predilectos en Europa, parte de los cuales tenemos en España aireando su
extraño sentido de la paz, equilibrando retóricamente lo imposible de equilibrar.
Serán estos grupos los que mantengan viva la imagen de un Putin salvador y pacífico.
Europa necesita solidarizarse con su propio futuro, que será complejo, pues Rusia no va a desaparecer. Su plan imperial no se va a frenar en Ucrania. Ha tenido sobre la mesa la opción de la paz, pero ha elegido la guerra y con ella el ostracismo.
Pero
esta soledad necesita de compensarse con las alianzas con otros países, los
países que configuran sus barricadas geográficas, pero necesita algo más. En
este sentido, el papel de China será esencial. Hasta hace poco se podía pensar
que China podría ejercer algún tipo de influencia sobre Rusia y frenarlo. Hoy ya
está muy claro que nadie puede hacer desistir a Rusia en sus aspiraciones
imperiales y forma de entender el mundo. Pero ¿está dispuesta China a dejarse
arrastrar?
Los
conflictos con Taiwán llevan décadas, desde la fundación de la nueva república.
Antes de que Rusia mordiera a Ucrania, las miradas estaban lanzadas hacia
China, con los conflictos de Taiwán, pero también conflictos fronterizos con
India, y crisis con Japón y Corea del Sur, que se sentían amenazadas. En gran
parte, estos conflictos derivaban de la política antichina practicada por Donald
Trump y seguida por Joe Biden en otro tono, pero con la misma finalidad,
reducir el papel económico de China.
Por mucho que pensemos que son casos y actitudes distintos, parte de esos conflictos empujaron a China hacia Rusia, como ha ocurrido frecuentemente con otros conflictos tratando de aumentar las distancias de otros países. Todo esto no es nuevo, lleva años produciéndose y se ha entendido como una forma de debilidad norteamericana y, por añadidura, occidental. De lo que no me cabe duda es que durante años se ha jugado con fuego en esta y otras zonas, como es claro en Oriente Medio o lo ocurrido en Afganistán, todos acontecimientos que están en el tablero político y en la mente calculadora de Vladimir Putin.
Aunque Putin se haya equivocado en sus cálculos sobre las respuestas, quedan por todo el mundo muchas cuestiones abiertas que tendrán que ser resueltas con más acierto que el practicado hasta el momento.
Está
claro que Europa pasa a ser un centro de conflictos que necesita ser previsto
en sus posibles escenarios para no seguir jugando con negras, al arrastre de lo
que Putin decida en cada momento. Europa debe permanecer unida y bien
defendida, que es el único lenguaje que Putin entiende, el de la firmeza.
El
drama ucraniano no se va a acabar con la invasión total rusa. Eso será solo una
parte, la del dolor directo, la de la muerte sembrada. Ya son más de millón y
medio los ucranianos en el exilio, familia que han dejado a los hombres
luchando y que van a necesitar mucha protección y comprensión, un esfuerzo
solidario europeo bien planificado, la colaboración de todos.
Está
claro que Ucrania va a resistir más allá de la invasión. La idea de Putin es,
una vez llegado al extremo y conseguido sus objetivos, negociar los restos de
Ucrania con Occidente para limitar el daño de las sanciones que, al
considerarlas parte de la guerra,
dejarían de tener sentido y se llevarían a la mesa. Para ello ya está
utilizando a la población civil como rehén, mostrando que decide sobre si viven
o mueren, rompiendo el alto el fuego para mostrar su decidido comportamiento
cruel, maquiavélico.
Putin
es un criminal de guerra, sin duda. Esto no admite mucha discusión. Lo ha sido antes; ha
eliminado sin piedad a enemigos, opositores en su propio país y por donde ha
pasado ha dejado un reguero de muertes colocando piezas a su medida en diferentes países. Los que admiraban su firmeza y astucia ya ven lo que es y lo que han creado dándole cancha. Espero que los partidarios de la "diplomacia" vayan cayendo más en su propio absurdo hasta ser tragados por su incongruencia, aunque no confío nada en ello. Hay mucho putinismo fuera de Rusia, mucho estómago agradecido.
Por
todo ello, es fundamental para Europa crear un cinturón de seguridad en el
frente oriental y, especialmente, evitar que los aliados y posibles aliados de
Putin cojan fuerza. Es importante que sepan que quedan aislados de la comunidad
internacional; que Europa lo asuma, que al este solo queda una peligrosa y
oscura nada de la que hay que estar prevenidos, en estado de alerta, vigilantes.
El editorial de hoy del diario italiano La Stampa titula "Vlad 'el loco' se quita la máscara".
Solidaridad con Ucrania
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