Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La gran
pregunta que ahora se hace en todos los niveles, de las calles a los despachos
de Inteligencia, pasando por los gobiernos mundiales es ¿hasta dónde está
dispuesto a llegar Vladimir Putin? Teniendo en cuenta, por un lado, la falsedad
de sus excusas y, por otro, los efectos contrarios de sus acciones, por otro,
¿qué le queda?
Putin
ha invadido un país con las excusas que ahora prodiga; estas deben ser cada vez
más intensas para ser proporcionadas a las decisiones tomadas. Es decir, Putin
necesita justificar ante su pueblo el daño que este está recibiendo por las
sanciones. Esto explica porqué considera la acciones como un "acto de
guerra". La explicación es absurda, pero es la única que puede dar a los
atónitos rusos que ven, por ejemplo, cómo se les cierran las 502 tiendas de
Inditex y se les cancelan las ventas online de ropa de la misma marca; que ven
cómo ya apenas pueden viajar a algunos países, como Bielorrusia, que ¡mira por
dónde! les parece poco atractivo para sus vacaciones. Si logran salir o están
fuera, sus tarjetas bancarias dejan de servirles porque sus bancos están bloqueados.
Y si tienen la suerte de ser oligarcas, pueden tener que salir corriendo de sus
puertos favoritos en las Costa del Sol o la Costa Azul para evitar quedarse en
tierra al requisarles el súper yate con toda la bebida dentro.
Si
Putin contaba con una guerra relámpago, una Blitzkrieg
rusa imitando las nazis, el panorama se le aparece más complicado, pues los
ucranianos están dispuestos a todo para mantener sus tierras libres de rusos.
Tras la invasión, Putin ha conseguido que todos los países de la zona quieran
protegerse de las futuras maldades rusas y corren en estampida a solicitar su
ingreso en la OTAN y la UE, un gesto claro de que prefieren cualquier riesgo a
la certeza de una invasión.
Solo
los favorecidos por el régimen se manifiestan a favor de Putin y se creen sus
mentiras. La prensa de ayer y hoy nos muestra a Putin dando explicaciones a un
grupo de azafatas de Aeroflot, la compañía rusa que se queda en tierra por
falta de lugares a los que dirigirse y espacios que sobrevolar. Si Putin tiene
que reunirse con cada una de las empresas que se ven damnificadas por los
efectos directos de sus acciones, va a necesitar más tiempo en el poder del que
ya tenía pensado, quizá una reencarnación, ¡Dios no lo quiera!
Los
analistas señalan que a Putin le han fallado en sus cálculos la "unidad de
Europa" y la "resistencia de los ucranianos". Evidentemente, son
dos factores clave en el desarrollo de esto, pero no nos resuelven el problema
de un "final" y de un "hasta dónde". Ambos problemas están
relacionados pues cuanto más lejos llegue, más difícil y comprometido para
todos será el final posible. Si Putin llega muy lejos, el camino de regreso
será también muy largo. Mucho me temo que su teoría sea ir lo más lejos posible
para, llegados a ese punto extremo, exigir la vuelta a una
"normalidad" imposible.
Las
intenciones de Putin se concentraban en una palabra que le permitía ir más allá
de la excusa defensiva, "desnazificación". Si Putin apelaba a la
seguridad, ese concepto implicaba el cambio de gobierno y la puesta en su lugar
de un gobierno títere. Para esto era esencial algo que no va a ocurrir, que los
ucranianos se creyeran realmente esa mentira. Pero el presidente ruso contaba
con aplicar los mismos medios de propaganda con los que cuenta en su país.
Seguro que tenía ya preparado un "Día de la Liberación" en el que los
ucranianos le darían las gracias por ser invadidos por Rusia. Pero los
ucranianos están dispuestos a vender muy cara la derrota y caer con dignidad,
mostrando a Putin que puede que caigan, pero que nunca va a estar en paz. Hoy
salen a manifestarse con sus banderas antes las tropas rusas que ocupan sus
poblaciones. Putin, si se queda, va a tener su "resistencia" tal como
Hitler la tuvo en la Francia ocupada.
Y, si
sigue con esta idea, se tendrá que quedar porque no habrá gobierno títere que
resista en cuanto que se vayan los tanques rusos. La guerra es, desde luego, un
enorme error de Putin, que no sabemos todavía qué motivó realmente a la vista
de los resultados. ¿No pudo prever que la huida hacia la UE y la OTAN iban a
ser masiva tras la intervención? ¿No se dio cuenta del efecto de reacción al
mayor peligro? Probablemente sí, pero tendría en mente la imposibilidad de una
invasión de Rusia por su propio tamaño, por su inmensidad colosal. La mejor
defensa rusa ha sido siempre el espacio, como aprendieron los ejércitos
napoleónicos y los que posteriormente lo intentaron, los nazis en la llamada
"Operación Barbarroja" comenzada a finales de junio de 1941. Rusia es
tan grande que adentrase en ella es perderse. Pero el armamento actual no
necesita la tierra para penetrar.
Lo
absurdo de la invasión invocando seguridad es que Rusia puede invadir Ucrania,
mientras que lo contrario es absurdo de todas, todas. La excusa del peligro no
convence a nadie. Por ello se necesita la causa "noble", la de "liberar"
al pueblo ucraniano de sus "tiranos" nazis. Y es aquí donde le han
fallado todos los cálculos.
Para
empezar, como se ha señalado, el presidente ucraniano Volodymir Zelensky es
judío, lo que le complica un poco el argumento nazi. Para Putin, lo ideal es que
hubiera huido en las primeras horas, pero el presidente no lo hizo y ha
acallado cada rumor desinformativo señalando que estaba fuera de Ucrania con
vídeos en sus principales lugares de la ciudad o desde su propio despacho.
Zelensky
es una pieza fundamental en el mantenimiento de la moral. Putin lo necesita
para hacer de él escarnio público, una especia de juicio político retransmitido
a todo el pueblo ucraniano en el que este reconociera sus pecados contra el
pueblo. Pero cada día que pasa, Zelensky adquiere tintes más heroicos, se
prodiga en todos los foros internacionales y dirige mensajes con alto valor
emotivo y patriótico, para desesperación de Putin y sus planes.
Cada
día que pasa, Putin es visto más como un bellaco, como un criminal que deberá
pagar por sus crímenes de guerra, un paria ante la comunidad internacional.
Zelensky, por el contrario, recoge admiración y empatía para con su pueblo en
todos los lugares del mundo, menos en la Venezuela de Maduro, Bielorrusia y
poco más.
A Putin
se le complica el final, porque hasta la victoria será una derrota. Incluso
cuando esta llegue y no quede piedra sobre piedra en Ucrania, tendrá un enorme
problema en Rusia, un cerco como no se ha visto otro igual. Va a necesitar algo
más que charlas con azafatas para mejorar su imagen interior; de la exterior,
mejor no hablar.
Pero
esto conlleva un peligro: necesita de una gran
final, algo que obligue a reconfigurarle. Qué pueda ser ese acto final es con lo que se está
especulando y temiendo en muchos lugares en los que los analistas tratan de
establecer los posibles escenarios de este infierno creado por un cruel y
criminal megalómano. Lo que Putin pueda poner sobre la mesa como apuesta final
puede ser terrible.
Cuando
cesen los cantos y marchas militares, los rusos mirarán a su alrededor y verán
la situación que les queda por años. Una pregunta llegará a sus mentes, ¿valió
la pena? Puede que no sean tan compresivos y educados como las azafatas de Aeroflot.
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