Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La
visión diaria de las imágenes que nos llegan de Ucrania, de la devastación, de
muertos en las calles, de edificios destruidos, de la intimidad de los hogares
revelados por la obscena destrucción de sus fachadas... nos hacen preguntarnos
por qué está consiguiendo Rusia con su acción depredadora y cruel.
Es evidente
que han fracasado en su plan de invasión, que presumían como un desfile
militar, una rápida conquista que permitiera el uso de la propaganda
convenciendo a la propia población ucraniana de que les habían hecho un favor.
El papel infame de la Iglesia Ortodoxa Rusa contribuiría a ello mostrando
nuevas bendiciones por la victoria infame y "reunificando"
amorosamente a los hermanos distanciados por el horror del pecado, mayormente
"gay", según nos contó el patriarca.
Se trataba
de hacer válidas rápidamente las imaginativas tesis rusas sobre Ucrania y que
el pueblo entendiera que era por su bien, para librarlos de armados "nazis",
"drogadictos" y "homosexuales", el retrato rápido del país
liberado. Todos lo celebrarían. Se depondría al gobierno, se eliminarían las
pequeñas resistencia locales y un buen plan de medios convencería a los
ucranianos que les habían hecho un favor. Los hermanos se fundirían en un
abrazo y entrarían a formar parte de esos estados felices a la sombra del
Kremlin, como Bielorrusia, Chechenia y demás familia.
Pero
todo esto se ha venido abajo con la resistencia ucraniana que se ha crecido
ante una invasión cada vez más incómoda, más difícil de disfrazar y silenciar,
algo que les pasa factura, como el desafío en el Canal 1 de la periodista Marina
Ovsiannikova sosteniendo en directo su cartel de protesta y diciendo "No a
la guerra" y "os engañan".
Cuanto
más dura el asedio, menos probabilidades tiene Putin de seguir conteniendo la
verdad en sus manos. El dique construido por los medios oficiales y los silenciamientos está
próximo a reventar. Eso implica mayor grado de represión para evitarlo, creando un círculo vicioso en el que las muestras despóticas necesitan ser tapadas de nuevo.
RTVE.es
nos informa: «"Queda prohibida la actividad de la
multinacional estadounidense Meta Platforms de ofrecer las redes sociales
Facebook e Instagram en el territorio de la Federación Rusa por actividades
extremistas", ha señalado el tribunal de Tverskói en un comunicado en
Telegram.»* El "extremismo", nos explican, es llamar a la resistencia
frente a Rusia, acusarla de agresión, de invadir un país vecino. Esos son los
peligros que el Kremlin ve y lo conjura a golpe de sentencia judicial
recortando el espacio informativo.
Pronto no quedarán plataformas para comunicar el
cierre de otras plataformas, planteándose la paradoja de que es necesario
mantener canales por los que manipular a la vez que tener que cerrarlos para
evitar que se filtre aquello que se quiere comunicar. El ejemplo más señalado es
el de la periodista Marina
Ovsiannikova: el uso del programa oficial de noticias para mostrar esa
disidencia con origen en la epifanía de la manipulación, ser consciente en un
destello de haber formado parte de una herramienta propagandística al servicio
del Kremlin. ¿Se pueden producir otras más, una cadena epifánica de
informadores que se auto inculpen de mentir, de ser meras piezas
propagandísticas de Putin?
El
mitin-fiesta —200.000 personas, según las cifras oficiales— es una muestra de
debilidad porque su intención clara es tapar las posibles dudas y disidencias.
Fue un acto programado no para proclamar la gloria de Putin sino para evitar
perderla. La imagen del zar, micrófono en mano, transmitiendo energía y
consignas, su visión del mundo, a entusiastas adolescentes (el futuro está con
él) y demás, no representan más que su necesidad comunicativa, la compensación
por el peligro que supone cada día de lucha en Ucrania.
Putin
ha presentado su "acción militar" como un acto fraterno de
"liberación", ¿cómo justificar entonces las imágenes de destrucción
cruel, de ciudades asoladas, de bombardeos causando la muerte de miles de
civiles? Y en otro orden, ¿cómo impedir que esas mismas imágenes se acaben
filtrando al otro lado, a los rusos que vean la realidad creada por sus propias
tropas, bendecidas por el Patriarca de Moscú? Es el límite de la propaganda, de
la burbuja aislante lo que está en juego.
En
estos días se vuelve a Orwell, a su 1984,
inspirado en el 1948 que se vivía en Rusia bajo la mano de Stalin. Se comentan
sus aspectos, siempre proféticos, y su conversión de distopía en realidad. Lo
irónico es que Orwell no tenía pretensiones "utópicas", sino justo lo
contrario, una descripción profunda de un mundo en parte ya real y proyectado
hacia un futuro que lo acabaría de completar. Los periodistas y columnistas
sacan a la luz el "doble pensar" y los eslóganes que el Gran Hermano
proclamaba y que ahora son —siempre lo han sido, aunque no se expresaran— la
base del poder manipulador:
LA GUERRA ES LA PAZ
LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD
LA IGNORANCIA ES LA FUERZA
Es el "doble
pensar" el que permite que los rusos vivan dentro de esa burbuja en la que
el lenguaje deja de mostrar y se
ocupe de hacer que la inteligencia no vea contradicciones entre lo que se ve y
lo que se dice. Es un auténtico juego mental que hace que se muevan creyendo lo
que les dicen y distorsionando lo que ven, que adquiere significados falsos.
La gran
cuestión ahora es qué mandará hacer Putin si Ucrania sigue resistiendo, como ha
anunciado, y a sus tropas solo les queda la "solución final", el
exterminio masivo, algo que será difícil de esconder si los ejércitos rusos
tenían pensado el desfile glorioso celebrado por los propios ucranianos
agradeciendo la invasión salvadora y haberse librado de sus monstruosos
dirigentes.
Nos
dicen que ya hay fuera de Ucrania el 25% de la población. Esta parte son
mayoritariamente mujeres y niños. Los hombres se quedan a defender las ciudades
y muchas mujeres regresan a hacerlo después de haber dejado a los hijos en
suelo seguro. Los alcaldes de Kiev y de Mariúpol han sido claros: no van a
entregar las armas ni las ciudades. Resistirán a muerte. El sacrificio enfrentará a Rusia a su
propia monstruosidad porque esa masacre no podrá ser ocultada, tergiversada o
cualquier otra forma de manipulación mediática. Quedará inscrita en la Historia y en el
ánimo reivindicativo futuro de Ucrania y el mundo, que no podrá mirar a otro lado.
Contrastan
agriamente las imágenes de destrucción, de muerte, con la frivolidad
propagandística del mitin de Putin. En la seguridad tranquila de su mitin, los
asistentes juegan con sus banderitas con los colores de Rusia, mientras esbozan
amplias y juveniles sonrisas. Es un acto divertido; Rusia ganará y las puertas
gloriosas de la Historia se abren para ellos en un mundo doblegado, liberado,
protegido por los ejércitos bajo la mano del icono Putin, el que caza, pesca,
pilota aviones, hace llaves de judo en el tatami, intimida a los generales con
solo su mirada fría o hace agitar las banderitas mientras las adolescentes gritan
como ante un ídolo del pop.
Dice la CNN en español que hubo un corte en la transmisión televisiva del mitin, un "fallo técnico". El mitin se vio interrumpido. Luego fue ofrecido en su integridad a las audiencias que vieron a su líder micro en mano bajo un cartel de "Por un mundo sin nazismo". ¡Gracias, Putin!
Con cada crueldad Rusia se destruye a sí misma, oscurece su futuro, reescribe negativamente su historia. Putin ha creado, como otros dictadores, una casta poderosa en la que solo se entra mediante sumisión y falta de escrúpulos. Se deshizo de las mafias creando otra nueva. Pero ¿cuánto tiempo puede sobrevivir a su propia inmundicia? Probablemente lo que resista su propio aparato de mentiras y persista el autoengaño del pueblo ruso.
Tendemos a separar a los dictadores de
sus pueblos para tratar de salvar a este último que es el que persiste, el que
tendrá que elegir entre alternativas de futuro. El prestigio de los dictadores
no resiste mucho cuando se le despoja del aparato propagandístico. Pero ahora
lo está usando y lo importante es cuánto resistirá esta tensión que mantiene a
una gran parte de Rusia bajo su embrujo.
Aumentan
las noticias de manifestaciones de protesta por la guerra; aumentan los
detenidos, los cierres de redes sociales... pero esto, como hemos señalado, es
un síntoma de fragilidad del sistema que teme verse desbordado por las imágenes
de la realidad que acaban colándose en los sueños felices y los convierten en
pesadillas.
* "Un tribunal ruso declara "extremista" a Facebook e Instagram y prohíbe su uso" RTVE.es / Agencias 21/03/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220321/rusia-declara-extremista-facebook-instagram/2319201.shtml
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