Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La
expresión "pedir explicaciones" tiene un sentido muy claro en
español. En la política española, por el contrario, las explicaciones se nos
dan sin ser solicitadas. La "explicación" es continua, por decirlo
así, ya que el marketing común —todos leyeron el mismo libros de autoayuda
política, todos asistieron al mismo cursillo de comunicación— dice que hablar en
política es "explicar al contario", poner el foco en él haciendo
crecer en la mente de los receptores una forma de verlos. Nuestros políticos
desvían la atención hacia el contrario reinterpretado condicionando la
percepción.
Traducido
a palabras podemos encontrar el ejemplo perfecto reinterpretativo en las
palabras del presidente de Podemos en el Congreso que nos trae RTVE.es. Son
palabras dichas a la Radio Nacional en donde Jaume Asens nos deja la
simplificación de lo que ocurre: "Al PSOE le da miedo la popularidad de
Yolanda Díaz". ¿Cabe mayor simplificación del complejo estado actual de las
relaciones en el gobierno de coalición? Pero es así como funciona esta
"nueva política" en todas las bandas: simplifica, que algo queda. La
tarea es sencilla y es la equivalente a la del que nos radia un partido de
fútbol desde su puesto de comentarista de la realidad.
Para completar la explicación, Asens señala:
Sobre la retirada del escaño al ya exdiputado
de Unidas Podemos Alberto Rodríguez, Asens ha asegurado que su grupo ha perdido
la confianza en la presidenta del Congreso, Meritxell Batet.
"Si el (juez) Marchena quiere seguir
siendo guionista de la política española, lo que tiene que hacer es presentarse
a las elecciones. La señora Batet ha abdicado de sus funciones, entregándoselas
a Marchena", ha recalcado.
Además, el presidente de Unidas Podemos en el Congreso ha acusado a Batet de utilizar un segundo informe "hecho a medida" por los letrados de la Cámara para justificar su decisión de retirarle el escaño a Rodríguez. De ese informe, Asens ha señalado que es "posterior" y "en diferido" y parece hecho para "salvar la cabeza" de la presidenta de la Cámara.*
Como puede apreciarse, "todo" queda "explicado". Es ya la forma política de hablar: no se dice lo que se piensa, sino lo que otros piensan o, si se prefiere, lo que uno piensa que los otros piensan y hacen. Nada queda sin explicación convincente y conveniente. Son los portavoces negativos de sus rivales.
Hasta
el momento, hemos vivido estas relaciones explicativas entre gobierno y
oposición. El gobierno habla poco de sí mismo y mucho de la oposición,
explicándola. Actúa como un cronista malintencionado que explica al contrario.
La oposición, por su parte, hace lo mismo: las fórmulas para referirse a ellos
mismos es simple, en términos globales positivos, mientras que dedica la mayor
parte de sus explicaciones a los contrarios, a las acciones o personajes del
gobierno. Es la perpetua descalificación de unos y otros. Es un aburrido juego
en el que quien no se siente especialmente
motivado se aburre a los pocos segundos de escucharlo.
Pero lo
que sorprende de la situación actual es la dureza con la que se la aplican
entre sí los miembros del gobierno. Decir "entre sí" sea quizá
exagerado, porque lo cierto es el flujo insultante está repartido con bastante
descaro por parte de Podemos, lo que está haciendo que los llamados
"barones" del PSOE estén empezando a sentirse tentados a intervenir.
El descaro de personas que consideran que son la "verdad", la pureza,
frente a los despreciables políticos de toda la vida está empezando a tentar la
paciencia. Pero el PSOE acaba reculando porque prefiere ser insultado por sus
socios del gobierno a pasar a ser sustituidos por la oposición (la otra) en La
Moncloa.
El más esperpéntico de los actos ha adoptado forma audiovisual en el vídeo hecho público por la ministra Ione Belarra desde su despacho sobre la Ley de Vivienda. Nos muestra claramente el peso de las pantallas, de la necesidad explicativa. La notificación de la Ley por el gobierno la había dejado fuera de la rueda de prensa, el verdadero hemiciclo. Para no perder la ocasión de que su nombre y el de su formación quedaran fuera del acto de comunicarlo, Belarre se montó su propio show para escenificar la buena noticia y comunicarla al mundo con esa imprescindible sonrisa. Su mensaje ha sido doble: que buenos somos que hemos conseguido sacar adelante esta Ley ante la resistencia del PSOE; y que malos son los del PSOE que no quieren que se note nuestra acción en favor de los ciudadanos.
Creíamos
que la "nueva política" iba a ser otra cosa. Sin embargo, España se
nos ha llenado de "comunicadores" de todos los colores y de
intérpretes múltiples de la realidad, que ya no es lo que era, sino una ilusión
fabricada en los despachos por los expertos asesores comunicación.
La idea
de la "envidia" por Yolanda Díaz es un "infantilismo
político", lo que no quiere decir que no haya gente que lo sienta. Para
llegar a las urnas hay que pasar por las encuestas, gestionar las sonrisas de
unos y las interpretaciones de otros. ¿Significa que será Díaz el
"objetivo" de unos y otros? No sé si lo conseguirá, pero desde luego
que ese es el objetivo de muchos es notorio. Todos los motores comunicativos
posibles han entrado ya en la guerra. Esta consiste en descalificar de forma
permanente a los rivales internos (los que compiten por el mismo electorado) y
ser el azote de los rivales externos demostrando a todos que son los únicos que
realmente atacan a los demonios.
Ayer veíamos aquí el victimismo protagonista del ex diputado Alberto Rodríguez, cargado de interpretaciones: él era el "pibe de barrio", el "canario" al que los peninsulares de derechas le robaban su escaño; a él y a 64.000 canarios, decía, dando explicaciones.
Como precedentes, este proceso en el que nos encontramos es muy peligroso. Lo es tener una política en la que hasta en el gobierno se pierden las formas y se desata la agresividad explicativa sin control, es decir, sin ningún tipo de freno que proteja a las instituciones que ocupan.
Como
juego, es simplón y aburrido. Lo es porque el nivel de atención mediático es muy
alto. A los medios les resulta rentable mostrarnos a los políticos en sus
luchas desde noticiarios y entrevistas, las que ellos aprovechan para seguir
explicando lo malos que son los otros y eludiendo los debates reales, los que
deberíamos escuchar atentamente.
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