Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Con
amigos así no hacen falta enemigos, se suele decir. La que hay montada en el
gobierno de coalición es una buena bronca que las sonrisas rodeadas de palabras
de Pedro Sánchez no sabemos cuánto tiempo van a poder contener.
Con
cada día que pasa, queda menos para las siguientes elecciones, es ley de vida; pero
con cada nueva bronca interna, las probabilidades aceleradas se multiplican.
Cada bronca es un atractor del futuro.
Hace
unos meses publicamos aquí un post titulado "El principio de una gran
enemistad". No hacía falta ser adivino, porque el marco estaba claro y la
estrategia también. Por muy unidos que estén los socios de gobierno, llega un
momento en el que uno trabajará contra el otro atribuyéndose los méritos y
dejando al otro en evidencia para quedarse con el futuro, los electores. Así
funciona esta política inmisericorde, nada altruista, donde por un lado va la
propaganda y por el otro los hechos.
Un tuit sugerido por mi teléfono esta misma mañana me ha hecho descender al infierno de las descalificaciones. El PSOE es la ultraderecha, dicen; ya ni siquiera se le da el margen de "haberse escorado" o cualquier otra fórmula retórica atenuante. Un simple, rotundo y platónico "es", una ontología de la traición que elimina el fenómeno y se queda con el "ser" a secas: son la ultraderecha. Así se las gastan los socios, compañeros de viaje.
La estrategia de Podemos es de libro: lo bueno es nuestro, lo malo de ellos. Saben que la alianza es panecillos para hoy y hogazas para mañana. Cría cuervos, piensan en el PSOE, por seguir con los refranes. Y es que esto tiene mucho de política barriobajera frente a la "haute politique". Los socialistas se ven rodeados de extrañas alianzas, arrastrados inexorablemente hacia cosas de las que se arrepentirán pronto, pero que hoy ven con naturalidad hipnótica para su supervivencia circunstancial de legislatura, pero con un futuro desnaturalizado. Todo pasa factura es la única ley política que se mantiene traición tras traición, error tras error. Puñaladas intercaladas de abrazos, sonrisas tras insultos e insultos tras sonrisas. Infierno, purgatorio y un ratito de cielo.
La retirada del acta de diputado al condenado Rodríguez muestra a las claras la estrategia que se seguirá, la que está ya en la punta de la lengua. Nos la cuenta el propio interesado:
"¿Si yo no me apellidara Rodríguez, si
no fuera un pibe de barrio, de aquí, de una zona obrera, de familia obrera, si
no fuera canario, ¿qué hubiera pasado? ¿Qué hubiera pasado si fuera de otra
circunscripción, si tuviera un apellido compuesto? La sensación que tengo yo, y
que creo que tiene muchísima gente, es que esto no hubiera pasado", ha
apostillado el exdiputado.
Y aunque ha avisado de que la sentencia y sus
consecuencias pueden dar alas a Podemos en Canarias - "A ver si resulta
que cuando volvamos vamos a ser, en lugar de decenas de miles, centenares de
miles de votos", ha deslizado-, no será él quien lidere ya a la formación,
dado que deja la política.*
No se
puede ser ni más claro ni más demagógico. Rodríguez utiliza todos los
"agravios" posibles convirtiéndose en el Prometeo de las desgracias
del mundo, que él lleva con rebeldía camusiana sobre sus espaldas. No sé qué tipo de prevención se
tiene contra los "rodríguez" (¿hay alguna estadística de condenas?), contra
los "obreros", contra los "chicos (pibes) de barrio", contra los
"chicos canarios de barrio canario", contra los "canarios"
a secas. Pero Rodríguez, nuevo Prometeo, así parece creerlo. Es más: anuncia cuál
será su estrategia política para arrasar en las islas: nos tienen manía. O si se quiere: me tienen manía, ya que ha particularizado tanto que es difícilmente transferible.
Todo
este conflicto se puede pensar como el triunfo de la peor forma de entender
la política. Aquí unos mueven el árbol y otros recogen las nueces, que no son
ninguno de los dos. Los que se las acaban llevando son aquellos que ven en un
gobierno débil la base de sus propias campañas, peticiones del oyente y demás
peculiaridades de esta política desde que es "nueva política" y desde
que se acabó con el "bipartidismo". La política española —a la que
algunos le niegan que sea "política", otros "española" y
unos terceros ambas cosas— es hoy un cruce transgénico entre "Aquí no hay
quien viva" y "En los límites de la realidad", por irnos al
universo de las series. Los que atienden a este espectáculo —una vez ido Messi—
no acaban de encontrarle lógica interna o externa. No hay experto, comentarista, etc. capaz de resistir este ritmo de desencuentros multibanda.
Las
acusaciones contra el PSOE han subido de tono y están creando un enorme
conflicto institucional, lo que para un antisistema
es un regalo de cumpleaños. Todo es conspiración, todo tiene su lógica oscura
en ese mundo maniqueo en el que unos son la Liga de la Justicia y los demás los
villanos de cada episodio.
No es fácil mantener estas normas barriobajeras cuando se está un poquito más arriba en la escala política. Pero cada uno alimenta a sus votantes con sus propios agravios, convertidos en semillas de la futura cosecha.
La
pregunta que surge es ¿nos lo podemos permitir? La situación de España es muy
complicada y la pretensión de convertir el agravio al señor Rodríguez, al robo de su escaño por ser un chico
canario de barrio canario y no tener un apellido compuesto, un robo además
producido por la combinación de su socio de gobierno, el PSOE, en connivencia
con las fuerzas oscuras de la magistratura, un robo a los 64.000 canarios que
le votaron, plantea mucha inestabilidad.
Con la
luz por las nubes y con tendencia a seguir subiendo, con la crisis industrial
que provoca el cierre de empresas o la reducción de su producción, con los
enfrentamientos entre autonomías y gobierno central, con la inflación
comiéndose el poder adquisitivo y los ahorros, etc. estos incidentes entre
socios tienen un efecto de desgaste grande. De eso se encarga la oposición, que
ya es todo aquel que no es uno mismo.
A
Sánchez le han cogido todas: la pandemia, la tormenta "Filomena", la
crisis energética, la crisis con Marruecos por las acciones de su ministra, el
volcán de La Palma y, para colmo, a Biden le tuvieron que explicar quién era
aquel señor que le abordaba en su sprint transformándolo en un "encuentro
de alto nivel". No creo que nadie le envidie la legislatura, aunque La
Moncloa sigue siendo el objetivo de todos.
A su juicio, en cualquier caso, "lo más
grave es que se ha producido una interferencia con muy pocos precedentes del
poder judicial en el legislativo". Y ha acusado al PSOE, socio de Unidas
Podemos en el Gobierno de coalición, de no defender al Congreso: "El PSOE
se plegó a las presiones del poder judicial", ha afirmado, recalcando que
"acaba de robar el acta no a Alberto Rodríguez, sino a 64.000
canarios".*
Es una
pena que los Consejos de Ministros sean a puerta cerrada, porque seguro que
Tele5 hacia una buena oferta por la retransmisión.
¡Triste
destino! No me refiero al de Rodríguez, que le sacará rendimiento al
"ex", sino al nuestro de ver la política —o algo que se le parece—
llevada a estos niveles. Esta manifiesta incapacidad para llevar a cabo una
política de normalidad, que dé tranquilidad a los ciudadanos, es preocupante. Ni
los méritos de los gobiernos ni los de los opositores, ahora multiplicados, son
tranquilizadores. Si todo es teatro, es mal teatro; y si no lo es, peor todavía
porque es mala política. Este enfangamiento continuo no es bueno para nadie.
Corrijo: sí, para los que viven de estas cosas, malo para el resto, malo para las instituciones. Los políticos pasan (en ambos sentidos de la palabra), las instituciones quedan, sí, pero hechas un asco, la verdad.
Con lo habitual que está siendo tirar cosas a la Policía tras los botellones semanales, cabe preguntarse, si algunas futuras carreras políticas se verán truncadas en su camino al olimpo político.
* "Alberto Rodríguez abandona Podemos y acusa al PSOE de "robar" su escaño" RTVE.es 23/10/2021 https://www.rtve.es/noticias/20211023/alberto-rodriguez-abandona-podemos-tras-serle-retirado-escano-anuncia-recurrira-justicia-europea/2201360.shtml
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