Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Es casi
inevitable. La pobreza grandilocuente del discurso del presidente egipcio,
Abdel Fattah al-Sisi, queda en evidencia tras tres días de declaraciones al
frente del Foro Mundial de la Juventud, organizado para su mayor gloria y la
del país. Si el primer día lo dedicó a pedir por enésima vez la
"renovación del discurso religioso" mientras Egipto se hace más
conservador y persigue a los ateos, homosexuales, periodistas e intelectuales
críticos (recordemos las recientes denuncias desde la Deutsche Welle del
escritor Alaa Al-Aswani); si el segundo lo ha dedicado a calificar como
"abrir las puertas del infierno" la revolución del 25 de enero de
2011, considerando como el ideal de estabilidad los 30 años del régimen
autoritario de Hosni Mubarak; el tercer día lo ha dedicado a aquello que le
faltaba, las redes sociales y en especial los medios de comunicación, partiendo
de la defensa del comportamiento de Arabia Saudí, universalmente criticada por
el asesinato en el consulado de Estambul del periodista crítico Jamal
Khashoggi. Era este último detalle la guinda del pastel, como señala el tópico,
que le consagra y define, al igual que lo hace el futuro de Egipto. Ya saben lo
que el futuro les depara con toda claridad.
Es
difícil encontrar un discurso tan reaccionario en su conjunto, con metas tan
erradas y, sobre todo, carente de cualquier brillo o chispa en algún sentido
hacia el futuro, del que solo se promete el "orden", entendido como
represión. El mensaje es claro: solo hay futuro en la vigilancia militar del
país.
Reproducida
su imagen decenas de miles de veces por la superficie del extenso país, lo
hueco del discurso deja en evidencia la creación de una figura tecnocrática con
toques del visionario que dijo ser llamado en sueños a cumplir la salvación del
país. Más allá de la cartelería, el discurso de al-Sisi queda en evidencia en
su pobreza repetitiva de las amenazas que se ciernen sobre el país si él
levantara la mano.
El
tercer día muestra, además, el empecinamiento tan característico del país, que
en su cabeza se acompaña de la soberbia del que es incapaz de rectificar ante
lo que tiene delante, ante una realidad que le deja solo. El caso del asesinato
de Jamal Khashoggi lo demuestra con claridad.
El
estatal Ahram Online, dedicado a la magnificación de los discursos en el Foro
Mundial, señala con probable sonrojo:
Egyptian President Abdel-Fattah El-Sisi has
said that the media has played a negative role in their coverage of the killing
of Saudi journalist Jamal Khashoggi and said that the army will defend Gulf
countries against threats.
The president added that Saudi Arabia's
stability cannot be undermined, according to Egypt’s state news agency MENA.
"We are confident about the wise and
rational administration of the kingdom under the leadership of Saudi King
Salman Bin Abdel Aziz," El-Sisi said during a meeting with foreign media
journalists in the resort city of Sharm El-Sheikh.
The president called on the public to wait for
the results of the Saudi investigation into the killing, which has sparked an
international outcry.
Khashoggi, a well-known Saudi journalist who
was critical of some of the policies of the kingdom, disappeared after entering
his country's consulate in Istanbul on 2 October.
The international community and major
international media outlets have called on the Saudi government to account for
the killing of Khashoogi in a transparent manner.
Saudi officials, who initially said that
Khashoggi had left the consulate, later announced that he was killed inside the
consulate.
The Saudi authorities have since arrested 18
Saudi nationals in connection with Khashoogi's murder and opened an
investigation into the case.
Egypt has warned against the case being used to
politically exploit Saudi Arabia and hailed the kingdom's "transparent
investigation" into the case.*
La construcción argumentativa del texto muestra un equilibrio
entre lo que tiene que repetir de las palabras del presidente, aceptar como imposición,
y la simple constatación de las evidencias que existen hasta el momento,
reconocidas por el propio gobierno de Arabia Saudí.
Egipto se queda sumisamente solo, obcecadamente solo en el
caso Khashoggi, por detrás incluso de los propios saudís, que no han podido sino
tragar que los medios internacionales les han dejado en evidencia, obligándolos
a reconocer lo que no tenían más remedio que reconocer. Pero eso no es
suficiente para un presidente Egipcio, por encima de la realidad y más allá de
la verdad, a la que probablemente seguirá accediendo en sueños. Pero el
gobierno egipcio todavía no ha reconocido que el avión ruso lleno de turistas
fue destruido en atentado terrorista o que sigue sin aclarar el crimen de
estado cometido contra el joven italiano Giulio Regeni, con el que se sigue
burlando de la comunidad internacional y del dolor de su familia.
Desde que se produjo el caso de Jamal Khashoggi señalamos el
paralelismo con el caso de Giulio Regeni, secuestrado, torturado y asesinado,
según todos los indicios y sin el reconocimiento oficial, por los servicios de
seguridad egipcios. Pasado el tiempo, lo que Egipto no ha sido capaz de hacer,
lo ha hecho Arabia Saudí tras la presión de dos semanas. Los saudís, al menos,
han reconocido lo hecho; el gobierno egipcio se sigue riendo de todos.
Las palabras de al-Sisi sobre el papel de la prensa, criticando
a los medios, quedará en su historial de declaraciones junto a que los derechos
humanos son un lujo occidental. Queda a la luz, tras las sonrisas promocionales
de la sisimanía, la frialdad del Jefe de la Inteligencia egipcia en ese periodo
"estable" e "ideal" que fue la época de Hosni Mubarak.
El texto de Ahram Online no puede ocultar su vergüenza
solidaria con el papel de los medios internacionales negándose a aceptar el
levantamiento de hombros de los saudís ante el crimen cometido en su consulado.
Al-Sisi lo justifica. Y lo hace cuando habla de las amenazas a la estabilidad
del Reino. En este caso, la "amenaza" era el propio Khashoggi, al que
se hizo desaparecer. También alguien pensó que Regeni, un joven doctorando
italiano que realizaba su tesis sobre el papel de los sindicatos tras la
revolución denostada de 2011, era una "amenaza" seria para el estado
y se le hizo desaparecer. El cuerpo apareció finalmente en una cuneta, el
desierto, tras la presión del gobierno italiano. Se trató de desviar la
atención enturbiando su imagen, pero finalmente todos los argumentos y
explicaciones dados oficialmente caían en el absurdo, en la contradicción. Lo
siguen haciendo. Pero eso no le importa mucho a la soberbia del gobierno
egipcio, a su descaro. La Policía mató a cinco delincuentes y dijo que tenían
el pasaporte de Regeni. Fue el insulto final a la inteligencia por parte de un
gobierno lleno de soberbia, que pide —como ahora hace en el caso Khashoggi— que
nadie se precipite.
Egypt Independent reproduce las palabras del presidente:
The president affirmed Egypt’s support for
Saudi Arabia, concerning the killing of journalist Jamal Khashoggi in his
country’s consulate in Istanbul, Turkey.
He pointed out that the incident is being
investigated by competent authorities in both Turkey and Saudi Arabia, calling
on people not to make unfounded predictions.
“In Egypt, for example, when a subject is said
to be under investigation and justice is going to be achieved, why are these
words not trusted? Why there is no perception…that it will extend to justice?
There is a belief that we can politicize the judiciary in cases that are of
interest to the developed countries, and take the paths of the judiciary to
areas according to what we want, and the truth is just the opposite,” he
remarked.**
Sale el frío pragmático a la luz. ¿Han dado los medios
"importancia" al caso del asesinato de Jamal Khashoggi porque les
interesa desestabilizar a Arabia Saudí, a los países del Golfo, a Egipto mismo?
Eso es lo que transmite en el pomposo Foro Mundial de la Juventud. Esa es la
idea.
Los países sensatos, serenos, justos, confían en sus
gobernantes y deben estar seguros que lo que digan es la "verdad".
¿Por qué iban a mentirles tan justos, sabios y prudentes gobernantes?
La hipocresía, el cinismo de sus palabras no tienen límite. ¿Es el caso de Jamal Khashoggi "interest
to the developed countries"? Hay que tener un sentido muy retorcido
del poder y de lo público para considerarlo así. Pero este el concepto de al-Sisi,
un militar pragmático, imbuido de verdades reveladas y un sentido del deber que
considera "patriótico" deshacerse de los enemigos, como Regeni o de la
asesinada en plena calle Shaimaa al-Sabbagh, la llamada "mártir de las
flores" por llevar una corona de homenaje a los caídos.
Considera antipatriótico, peligroso, recelar de los
gobiernos y jueces, pese a las prácticas de olvido o encubrimiento, de
silencios ante la desaparición forzosa de las personas. De esto, el gobierno
egipcio sabe mucho en estos años. Y sabe lo molesto que es tener que dar
explicaciones a lo que los medios preguntan. Los medios, piensa, deben estar al servicio
de las verdades que los gobiernos les transmiten para que pueblo piense
correctamente, confíe en ellos y no sienta la tentación de abrir de nuevo "las
puertas del infierno", por usar su propia expresión para referirse a lo
ocurrido el 25 de enero de 2011, un levantamiento cuyo origen fue la brutalidad
e impunidad policial, asesinando a un joven, Khaled Ali, que lo denunció. Pero
esto, en la versión de al-Sisi, fue una maniobra extranjera, de los
"países desarrollados", para desestabilizar a Egipto.
No puedo dejar de citar un párrafo que debe ser leído con
reposo. Son palabras del presidente que nos ofrece Egypt Independent y nos
muestra su sentido del Estado y de la Historia:
“There can be no eternal rule, and it ends with
the age of man, and the people change if they want change, because the state is
functioning by its people, who make progress,” Sisi said, responding to one
participant’s question.**
Todo por el pueblo, los crímenes por el pueblo, la represión
por el pueblo. El estado debe deshacerse de todo aquello que obstaculice su
avance porque se hace en el nombre del pueblo. Es un sentido trágico de la
política y de la vida de los pueblos. Y es una enorme responsabilidad que la
Historia pone en manos de los elegidos,
de los llamados a vivir trágicamente su destino a toque de corneta. Curiosos
caminos los del patriotismo.
El tercer día del presidente al-Sisi ha sido duro. Ha tenido
que decirles a los periodistas internacionales que son sicarios de gobiernos
menos patrióticos que el suyo, que son manipulados por sus gobiernos para hacer
ver que el secuestro, tortura y desmembramiento de un colega suyo, Jamal
Khashoggi, no tiene importancia porque es la forma en que se manifiesta el
llamado del deber.
La tozudez proverbial egipcia no sirve ya para explicar su
gobierno. Es difícil entender para cualquier observador que los saudís sean
capaces de rectificar, aunque sea a medias, mientras que ellos siguen con
versiones que los propios saudís ya han desestimado. Pero, en realidad, puede
que al-Sisi no esté hablando de Arabia Saudí, sino de Egipto, de su Egipto, del que no rectifica sino que se ratifica eternamente.
Cita
finalmente Ahram Online las palabras presidenciales: “We stand by our brothers
in the Gulf wholeheartedly, and if Gulf security is directly threatened, Egypt
will mobilise its forces to protect its brothers.”* Conmovedor.
*
"Egypt's Sisi criticises media coverage of Khashoggi killing; says army
will defend Gulf countries" Ahram Online 6/11/2018
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/315842/Egypt/Politics-/Egypts-Sisi-criticises-media-coverage-of-Khashoggi.aspx
**
"Sisi: social media poses threat to Arab world, but banning it will not
work" Egypt Independent 6/11/2018
https://www.egyptindependent.com/sisi-social-media-poses-threat-to-arab-world-but-banning-it-will-not-work/
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