sábado, 10 de noviembre de 2018

Aliados, cómplices y víctimas

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El hecho de que la Casa Blanca haya difundido un vídeo manipulado para justificar la expulsión del corresponsal de la cadena CNN, críticos ambos —periodista y medio— con las acciones y planteamientos de Donald Trump, supone un paso más en la degradación institucional a la que el presidente está sometiendo a las instituciones, la presidencia incluida, y al propio pueblo de los Estados Unidos, que sigue dividido, alentando desde la propia presidencia.
Lo más sorprendente de todo ello no es la manipulación del vídeo en sí, sino la manipulación ideológica que conlleva el asunto en sí. A la manipulación de las imágenes, grave, se suma el insulto a la inteligencia colectiva, por no decir universal.
El diario El País lo explica así:

La discusión el miércoles entre el periodista de la cadena CNN Jim Acosta y el presidente estadounidense, Donald Trump, se está volviendo cada vez más en contra de la Casa Blanca. Tras el incidente, el equipo de comunicación de Trump le retiró a Acosta su credencial permanente en la Casa Blanca por un comportamiento “completamente inaceptable” durante la rueda de prensa. Lo culpaban de “colocar sus manos” sobre una becaria que trató de retirarle el micrófono después de que Trump le espetara que ya no podía hacer más preguntas. Acosta alegó que esa acusación es falsa. Para reforzar la tesis de la Casa Blanca, la portavoz presidencial, Sarah Sanders, difundió un vídeo del incidente. Sin embargo, ese vídeo estaba alterado para exagerar el contacto entre el brazo del periodista y de la empleada, según las conclusiones de varios expertos visuales.



La manipulación pasa a convertirse así en una de las mayores infamias —el listón está alto— cometidas por Donald Trump en el tiempo que lleva ocupando la Casa Blanca. Incapaz de justificar su autoritarismo visible y la eliminación de un periodista crítico con su mandato, Trump convierte la expulsión de Jim Acosta en un caso de "indecencia", de "tocamientos" a la becaria que le intentó retirar el micrófono de las manos. No solo es una manipulación, primero y un insulto después, sino que es una desvergüenza viniendo de una persona que presumía de agarrar a la mujeres por sus partes íntimas como una ventaja del poder, tal como salió filtrado durante la campaña electoral, y que tiene un largo historial de indecencias sexuales.
Con este caso, Trump sigue hundiendo el prestigio de la Casa Blanca y la autoridad del propio sistema norteamericano de libertades. Trump está transformando las instituciones a su imagen y semejanza ante la alegría republicana que sigue sin dejar de ver en él un salvador. Pese a ello, Trump les acabará arrastrando hacia un abismo que les obligará a llegar cada vez más a una radicalización con la que justificar su mandato.


El momento en el que se producen estos hechos es especialmente señalado ya que acaba de comenzar la agenda de la visita de Trump a Europa para la celebración del final de la I Guerra Mundial.
El corresponsal diplomático de CNN, Nic Robertson, se muestra especialmente crítico ante el silencio europeo ante Trump:

As President Trump's combative pose, picking on CNN's Jim Acosta was splashed across the mainstream newspapers the world over and the President's strident tones on a multitude of issues still reverberated, the silence from Trump's European allies about Wednesday's confrontational press conference has been deafening.
Many of Trump's allies will meet with him in Paris this weekend to commemorate the 100th anniversary of the end of the First World War -- known as the war to end all wars.
Trump will arrive at this commemoration of peace having just opened new hostilities back home, where he threatened his adversaries -- should they not conform to his desires -- that he will take them down.
Not just taking aim at the media he insists on calling fake news, but warning Democrats -- who just won a majority in the House of Representatives -- that if they try to use their new powers to investigate him, he will investigate them too.**



No se le escapará a nadie la sutileza de distinguir, como se hace en texto, entre "Trump's European allies" y los "aliados de los Estados Unidos". Si los norteamericanos tienen problemas para mantener en un mismo "cuerpo" al "presidente de los Estados Unidos" y a "Donald Trump", los europeos —al menos sus gobiernos— se ven en la tesitura de tener que hacer la misma distinción entre un "aliado" y un zafio y amenazante personaje, llamado Donald Trump y que viene como "presidente" de la superpotencia mundial con la que mantienen importantes lazos.
Si los medios europeos son críticos con las políticas de Trump, con las que arrastra a los Estados Unidos, complicando las relaciones, los gobiernos europeos se encuentran en una difícil e insólita posición, la de un presidente extranjero que no sabe comportarse "internacionalmente", que considera que las "relaciones internacionales" (acuerdos, tratados, etc.) son "trampas" para los Estados Unidos y que la única voz que se debe escuchar en el mundo es la suya.


La tesis internacional de Trump es la negociación está en función de la fuerza de cada uno. Y si Estados Unidos es una potencia mundial, algo que nadie duda, se debe traducir en poder y en acatamiento por parte de los demás. De ahí su énfasis "renegociador", campo en el que se considera un experto en sacar las mejores condiciones para los Estados Unidos, al menos sobre el papel, y al entender del creciente "nacionalismo" (supremacista e imperialista) que se está gestando a su alrededor. Ese importante sector de la sociedad norteamericana que le apoya necesita ver que su fuerza se centra en la humillación exterior, en la pleitesía y en el cobro de la protección. Ese ha sido su planteamiento de la OTAN: cobrar por proteger Europa.


El incidente con el periodista Jim Acosta es grave y la manipulación del vídeo para intentar justificar lo que no es más que un ataque directo y sin tapujos a la prensa crítica lo complica más.
La presidencia de Trump es profundamente autoritaria. No consigue ser "antidemocrática" porque la democracia no depende de él, sino de las instituciones, por lo que se encuentra en abierta lucha con muchas de ellas o trata de controlarlas para ponerlas a su servicio. La democracia, afortunadamente, reside en el pueblo norteamericano y en las instituciones creadas para gestionarse. Eso salva a los Estados Unidos, en cuyo origen ya está tratar de evitar el autoritarismo mediante sistema de equilibrio y control de poderes. Pero todo esto no quita que la presidencia actual autoritaria, despectiva, agresiva y falta de diálogo; una presidencia que ha buscado como orientación ideológica lo más deleznable de la historia norteamericana, el racismo, el nacionalismo imperialista basado en la fuerza, el uso del supremacismo blanco, etc.
Hay una democracia institucional y una democracia de valores. La primera representa el diseño de la vida social y política para hacerla de todos: la segunda es aquella que anima a hacer que esas instituciones sean espacios de diálogo, convivencia, búsqueda del bien común y de la solidaridad. Instituciones sin valores dan lugar a un funcionamiento donde solo se gestiona el egoísmo y la fuerza.


Lo que otros políticos han hecho con discreción para evitar que se pudiera ver claramente su maquiavelismo, en Trump es descaro, que un rasgo del fascismo, ya que se ampara no en la razón sino en la fuerza. El mensaje que Trump dedicó en su visita a Arabia Saudí fue "no es cosa nuestra si no sois demócratas", eludiendo el propio sentido imaginado para los Estados Unidos, la tierra de la libertad, la república que surgió para que el pueblo se liberara de tiranos, como los que hoy representan las monarquías del Golfo y otros dictadores repartido por la periferia.
Esto quiere decir que su presidencia carece de esos valores democráticos, del poco respeto que le merecen, considerando el único que es la fuerza. De ahí los constantes conflictos institucionales e internacionales.
Lo peor de todo es que, mientras que los Estados Unidos tiene una capacidad de resistencia forjada en su vida democrática, no ocurre lo mismo con muchos de sus imitadores, que basan en la fuerza, la represión y un falso nacionalismo aliado con las religiones, como ocurre en países de Oriente Medio o en el Brasil de Broncano, lanzado a las armas, la seguridad y la insolidaridad social dentro de lo que puede ser considerado como un "nuevo egoísmo" institucionalizado, que no es más que la ideologización positiva del viejo egoísmo.
No es casual que sea la Prensa el objeto de los ataques de Trump. No es casual porque la prensa es un gran poder en los Estados Unidos, el de la opinión pública, que se contrapone a un caos informativo creado desde dentro y fuera del país para manipular.


Jim Acosta se enfrentó con preguntas que a Trump no le gustaron. Las ruedas de prensa no son de su gusto, como lo es el tuit solitario que le conecta con sus seguidores directamente. Trump es, en sí, un medio, de ahí su mala relación con cualquier intermediario que no controle en absoluto. Él es el mensaje, por parafrasear a McLuhan; lo son sus actitudes y valores, que se transmiten con él.
La prensa norteamericana informa hoy mismo de nuevos desprecios —esta vez a unas reporteras afronorteamericanas— realizados por el presidente cuando le ponen un micrófono delante. Su malhumor e impertinencia siguen aumentando desvelando lo que apenas puede contenerse en su zafiedad. Es el Trump de siempre, el acostumbrado a mandar de forma insultante, a despedir de mala manera a aquellos que no le sirven como quiere o no se pliegan.
La CNN ha recogido informaciones de los chistes y comentarios que algunos mandatarios internacionales ha realizado sobre la opinión que Trump les merece. El personaje es despreciable y, pasado el protocolo, es inevitable que se filtren las opiniones que les merece. La presencia exterior de Trump daña la imagen norteamericana en un sentido nuevo, de la misma forma que ha dañado la de la presidencia internamente.



Si Trump es un problema para los Estados Unidos, lo es también para el mundo, muchos más inseguro con él. De la misma forma que lo son los Estados Unidos con el aumento de las armas o del racismo. En la medida en que se prolonga a través de clones por la geografía mundial, gentes que han aprendido que es el miedo y el odio lo que puede atraer a la sociedad, que son las actitudes autoritarias las que son admiradas porque el diálogo requiere de inteligencia y no solo de fuerza, etc., aumenta la inseguridad global.
Europa es aliada de Estados Unidos, no cómplice de Trump. Son dos maneras diferentes de ver las relaciones. El problema grave que se plantea es separar lo que los votos han unido: la presidencia de un país y el presidente que la ocupa, persona sin sentido histórico alguno, sin compromiso con lo que los Estados Unidos puedan representar como referencia o potencia mundial. El problema proviene, como se está planteando conflictivamente desde el inicio de su mandato, del desprecio que manifiesta por su propio cargo, por lo que representa, por los valores que deberían sustentarlo.
La esperanza de que el cargo cambiaría a Trump se desvaneció hace mucho y la realidad es la contraria; es Trump el que ha cambiado la presidencia y la representación de los Estados Unidos. El artículo de Nic Bobertson termina con estas palabras: "Macron and other world leaders have learned to adjust their measure of Trump. The midterm results indicate their recalibration is far from done."** Lo que se percibe, en efecto, no es demasiado alentador para el conjunto.  Y Robertson advierte de los peligros de que ese juego con Trump dé lugar a equívocos, silencios y medianías. Pero no es sencillo, como no se le escapa a Nic Robertson. Las relaciones son con los Estados Unidos y Trump, esperan todos, es un paréntesis incómodo. Aunque parece impensable, ¿llegará el momento en eque tendrán que recordarle en público —como a Ergodan, a Maduro, a al-Sisi— que debe respetar a la prensa? Puede ser, pero hará falta valor para poner el cascabel. La perspectiva de un Trump reelecto es una pesadilla para muchos.
La manipulación del vídeo de Jim Acosta, el periodista de la CNN, muestra la realidad de Trump, su desprecio profundo por aquello que debería representar y defender, la verdad y las libertades, incluida la de prensa. 



* "La Casa Blanca difunde un vídeo alterado de la discusión del periodista de la CNN con Trump" El País 10/11/2018 https://elpais.com/internacional/2018/11/09/estados_unidos/1541785609_317340.html
** Nic Robertson "Trump's new aggression is forcing the world to change once again" CNN 9/11/2018 https://edition.cnn.com/2018/11/09/opinions/europe-silence-on-trump-is-deafening-opinion-intl/index.html



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