martes, 20 de noviembre de 2018

El votante vigilado

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Parece que los partidos políticos españoles ya se han puesto de acuerdo en algo, según nos informa el diario El Mundo: la recogida de datos sobre los ciudadanos. En vez de preocuparse, lo que han hecho es ponerse de acuerdo para la posible creación de perfiles de votantes, pues no es otro el resultado de la aprobación en el Senado de lo que ya había sido una realidad en el Congreso. Los partidos han decidido que ellos son una "buena causa" por la que merece la pena recoger los datos de los ciudadanos.
Los ciudadanos estamos sujetos a un constante acceso a los datos, a los que se nos obliga mediante diferentes fórmulas, la más habitual el bloqueo en caso de no acceder. Eso se entiende como "libre consentimiento", lo que no deja de ser un sarcasmo. Resulta bastante cargante que todo ello se disfrace con retóricas paternalistas diciendo que todo ello forma parte de la "mejora de nuestra experiencia". Somos el cubo y los peces en este enorme negocio en el que pensamos que tenemos el control, cuando es precisamente lo contrario. Desde que se ha "regulado" el uso ha surgido el abuso. La regulación solo ha servido para que se nos presione en la aceptación de nuestro "destino digital", ser vigilados desde múltiples puntos (prácticamente desde cualquier acceso).
El problema del caso con Cambridge Analytica parece ser que era Rusia la beneficiaria de nuestros datos, mientras que no existe problema si son nuestros propios partidos los que usan nuestros datos para perfilar nuestros mensajes y actuar sobre nuestras intenciones desde un mejor conocimiento, el que le permiten el recopilar los datos.
El diario señala:

Las formaciones políticas han aprovechado la tramitación en el Congreso y Senado de esta Ley Orgánica para modificar la ley electoral y dar luz verde a la "recopilación de datos personales relativos a las opiniones políticas de las personas que lleven a cabo los partidos políticos en el marco de sus actividades electorales se encontrará amparada en el interés público únicamente cuando se ofrezcan garantías adecuadas". Además, los partidos han establecido que el envío de propaganda electoral "no tendrá la consideración de actividad o comunicación comercial".*


¿No sé qué son las "garantías adecuadas"? ¿Es el "interés público" el de los partidos o el de los ciudadanos? Toda la cuestión gira sobre esa distinción básica. Es cierto que no podemos hacer como Donald Trump y declarar, en este caso, a los partidos como "enemigos del pueblo", pero eso no les da derecho a convertirse en algo excepcional, es decir, a disponer de información sobre los ciudadanos cuya función es conocer su propio posicionamiento político, algo que debería estar claramente amparado para evitar tanto la identificación como la discriminación. Un sistema democrático se basa en la libertad de voto pero también en el anonimato del votante.
Estamos realizando peligrosas transposiciones de un universo democrático sencillo a otro cuyos planteamientos no lo son, ya que incluyen aspectos que no forman parte de la idea democrática. Algunos pensarán que lo "democrático" es un principio que no se afectado por los cambios. No creo que sea así. Los procedimientos son esenciales en cuanto a lo democrático y el almacenamiento de datos políticos de los ciudadanos se acerca más al perfil de lo practicado por las dictaduras que por las democracias. Son, en el fondo, sistemas de vigilancia e identificación en los que nos adentramos de forma bastante irresponsable y siempre con palabras amables pese a las consecuencias que puedan tener.
Los tiempos que se avecinan en la política no son precisamente los de mejoras en la salud democráticas. Estamos viviendo el ascenso de los populismos y la radicalidad, algo que se traduce en el aumento de los partidos radicales y de la radicalización de los partidos. Salir de las formas de protección del ciudadano a las de vigilancia me parece un tremendo error de cálculo e ignorancia de las consecuencias. Es estar ciego a lo que ocurre en muchos países en los que la democracia está en recesión.
Hemos cambiado nuestra percepción no ya de la intimidad (que prácticamente ha desparecido) sino de la propia idea de ciudadanía. Hay en esta percepción un sentido de superioridad de los partidos sobre los ciudadanos ya que se autoriza a los primeros a nuevas formas de control sobre ellos.
Este es el artículo, tal como lo recoge el diario El Mundo:

Artículo 58 bis. Utilización de medios tecnológicos y datos personales en las actividades electorales.
1. La recopilación de datos personales relativos a las opiniones políticas de las personas que lleven a cabo los partidos políticos en el marco de sus actividades electorales se encontrará amparada en el interés público únicamente cuando se ofrezcan garantías adecuadas.
2. Los partidos políticos, coaliciones y agrupaciones electorales podrán utilizar datos personales obtenidos en páginas web y otras fuentes de acceso público para la realización de actividades políticas durante el periodo electoral.
3. El envío de propaganda electoral por medios electrónicos o sistemas de mensajería y la contratación de propaganda electoral en redes sociales o medios equivalentes no tendrán la consideración de actividad o comunicación comercial.
4. Las actividades divulgativas anteriormente referidas identificarán de modo destacado su naturaleza electoral.
5. Se facilitará al destinatario un modo sencillo y gratuito de ejercicio del derecho de oposición.»

Como puede apreciarse son los dos primeros puntos los que concentran los problemas. Los tres últimos se refieren a la salida de información de los partidos, mientras que los dos primeros lo hacen a la entrada de datos. Es importante esta distinción porque no exige que lo que entra esté en relación con lo que sale. Es decir: puedo recopilar datos, pero esos datos, se nos dice, "podrán" ser utilizados durante el periodo electoral. ¿El "uso" implica que no podrán hacer nada con ellos durante el tiempo fuera de la campaña? ¿Usarlos se refiere tan solo al "envío de propaganda"? Es ridículo pensar que esos datos obtenidos serán congelados o destruidos fuera del tiempo de campaña. Lo que ocurrirá con toda probabilidad es que esos datos serán usados para fines de detección a lo largo de las legislaturas y que se concretarán en las campañas. ¿Pero qué ocurre con el conocimiento que aportan en el tiempo entre campañas?


Estamos dando el visto bueno a una gigantesca maquinaria de crear problemas en el futuro. No hay reflexión sobre cuál es la relación entre los ciudadanos y los partidos políticos, a los que se equipara con consumidores de información comercial, quienes deben ser "estimulados" para el consumo.
La información del diario El Mundo recoge algunas opiniones de expertos en diversos campos:

Este uso de datos personales de la ciudadanía por parte de los políticos no estaba contemplado en la propuesta del Gobierno -que es quien planteó la iniciativa-, pero el PSOE presentó una enmienda con este contenido. Fue avalado por todos los partidos. El dictamen de la ley fue aprobado por unanimidad en el Congreso y ninguna formación ha puesto objeciones a esta práctica. Los socialistas justificaron esta práctica con la necesidad "adecuar el Reglamento a las especificidades nacionales y establecer salvaguardas para impedir casos como el que vincula a Cambridge Analytica con el uso ilícito de datos de 50 millones de usuarios de Facebook para mercadotecnia electoral".
Y es que, como ratifican los expertos en campañas electorales consultados por este diario, los partidos políticos ya usan estos datos, lo que hacen ahora es regularlo, blindarse para evitar posible problemas o denuncias. "El problema no es tanto el envío de propaganda electoral como la recogida de datos", alerta Rafael Rubio, profesor de Derecho Constitucional en la Complutense de Madrid y experto en campañas electorales. "La normativa no tiene un desarrollo reglamentario, no se especifican cuáles son las garantías adecuadas y la redacción del artículo hace intuir una relajación y flexibilización de su uso. Los partidos esquivan una regulación más estricta". Los partidos saben que conocer las necesidades del votante facilita tanto la elaboración de programas electorales como la definición del voto dudoso.
El acceder a datos personales permite segmentar el envío de propaganda electoral para aumentar su efectividad. Esto es, personalizar el mensaje. Que un posible votante escuche o lea aquello que puede incitarle a votar a un partido, a no votar a otro o, simplemente, ir a votar. "Las redes sociales, apps, mails, y nuestra interacción con todos estos elementos generan una cantidad de datos que, de ser recopilados, ofrecen al estratega electoral una inmensa cantidad de datos. Esto es justamente lo que la ley permitirá: almacenaje de datos de forma masiva de la mano de los partidos políticos dentro de la legalidad, con un gran objetivo: mejorar las estrategias electorales", expone Carles Salom, líder de estrategia y mensaje en Politiks360 y experto en estrategia electoral para pequeñas y medianas audiencias.*

Se está abriendo la caja de Pandora. Las consecuencias del acceso a los datos por parte de los partidos es una forma de invertir el sentido de la democracia, de los ciudadanos a los partidos. Los efectos que esto tiene son de gran calado en el sentido de cómo debe funcionar una democracia en la que el ciudadano sea realmente el centro, es decir, un sujeto de derechos y no un objeto de investigación. Así, por el contrario, se amplían los derechos de los partidos sobre los ciudadanos y tendrán que ser estos los que ejerzan el derecho de oposición, algo prácticamente imposible ya que las fuentes de los datos pueden ser múltiples y haber recorrido caminos muy diferentes.
No serán los partidos quienes accedan directamente a los datos, sino que estos serán recogidos por unos y tratados por otros, dificultando la identificación y, por ello, el ejercicio del derecho. Es al ciudadano al que se le "permite" defenderse, pero eso no sería necesario si no se permitiera previamente ser sometido a "perfiles políticos". Pues no se trata de otra cosa, sino de tener una identificación de votantes, de dudosos y de opositores.


Debemos creer que de esta situación saldrá algún bien para nuestras democracias. Lo dudo mucho. Lo mejor para una democracia es la honestidad de los políticos, la transparencia de los mensajes y las causas comunes. Pero no es esto lo que vivimos cada día. Más bien es la preocupación de todos los partidos por la percepción negativa que se tiene de ellos y la poca valoración de los dirigentes que muestran. Esto no es apatía, sino hartazgo de la falta de rectificación en los errores, de la persistencia en ellos.
Se elige el camino de darles más poderes (se los dan ellos mismos) en vez de dar una mayor capacidad de elección a los ciudadanos. Los ciudadanos manifiestan claramente lo que quieren, pero la política parece haber elegido una peligrosa vía, dar más poder a los partidos. Por lo que sabemos, los partidos son los que deben buscar medios de conocerse adecuadamente para rectificar aquellos comportamientos que los ciudadanos rechazamos. Ellos, en lugar de rectificar, prefieren ahondar en métodos que eviten el rechazo.
El hecho de que hayan estado todos de acuerdo es preocupante. Que sean capaces de acordar esto, pero no lo sean, por ejemplo, en medidas anticorrupción ya es significativo. La democracia surge con unos requisitos de protección que los partidos políticos han decidido soslayar. Por mucho que se incluyan expresiones tranquilizadoras, una vez puesto en marcha entre las ambigüedades y los errores, lo cierto es que el ciudadano está cada vez más expuesto. Lo que iba a ayudar a ser más transparentes, nos deja indefensos ante una mirada que personaliza al ciudadano, realizando un auténtico marcado social, con los peligros que esto conlleva allí donde es necesario el máximo de privacidad, en ocasiones por pura seguridad.
Hasta el momento, se dibujaban perfiles generales de los votantes. Las nuevas técnicas le pondrán nombre, apellidos y dirección. Es demasiado riesgo para unos y tentación para otros.



* "Los partidos políticos 'espiarán' los datos personales de los ciudadanos para captar votos" El Mundo 20/10/2018 https://www.elmundo.es/espana/2018/11/20/5bf31b2d468aeb5e1e8b4648.html

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