Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Fue a
primera hora de la noche cuando los medios comenzaron a llenar sus puestos de
privilegio a la muerte de Stan Lee, el creador de muchos de los personajes de
lo que se llama el "universo Marvel", un gigantesco experimento
narrativo dentro de la cultura popular del siglo XX que ha estallado en el XXI.
Todos
los días los medios nos dan noticias de la muerte de escritores, actores,
directores de cine, etc. pero ninguno ha llegado a tener un reflejo como el de
Stan Lee ayer, prácticamente en todos los medios occidentales en ese sitio de
honor, en lo que tenía mucho de homenaje más allá de la información. Fotos,
entrevistas, pequeñas biografías trataban de reflejar lo que había supuesto la
vida de este creador de la cultura popular, un fabricante de personajes.
The New York Times, 12/11/2018 |
Mi
homenaje particular fue organizarme esta noche pasada para ver de nuevo
"Spiderman Homecoming", una estupenda película con uno de sus
personajes más queridos por todos los que han crecido con ellos. En el filme, aparece
Lee en una ventana tirando los tejos a una vecina preguntándole por su madre.
La capacidad de reírse de sí mismo la mantuvo hasta el final.
Entendió
como pocos que en la cultura pop no bastaba con producir, con crear, sino que
los nuevos medios surgidos a lo largo del siglo XX exigían la conversión del
creador en parte del espectáculo, como se pudo apreciar en otro icono, Andy
Warhol. La "torre de marfil" ya no era factible en un mundo mediático
y lo que procedía, como él mismo hizo —o el propio Walt Disney había hecho—,
era en convertirse en rostro identificable de las "factorías". Y Lee
lo fue de Marvel.
La
película Spiderman Homecoming —una de las mejores producciones, resultado del
trabajo conjunto de Sony y Marvel— creo que es un compendio de lo que significa
la cultura pop desde el interior del propio relato, reflejando los efectos del
mundo mediático en el propio texto. A Spiderman se le dirigen a lo largo de la
película preguntándole si "es el Spiderman de YouTube", ya que es ahí
de donde procede su popularidad. El detalle de guión es algo más que una
ironía; es el reconocimiento de un mundo mediático que produce la cultura pop y
que cubrían otros medios antes de la aparición de las redes sociales, difusoras
hoy de este tipo de cultura.
La
película se abre con un ficticio vídeo, "Un filme de Peter Parker",
en el que el joven ha grabado su encuentro anterior con los demás superhéroes,
tal como apareció reflejado en "Capitán América: Civil War", en el
que se produce la incorporación de Spiderman al Universo Cinematográfico Marvel,
desde una perspectiva exterior, y al mundo de los superhéroes, desde el
interior de la propia historia.
El
deseo de Peter Parker de grabarlo todo muestra este mundo en el que se actúa y
se traduce a imágenes todo, un mundo en el que la necesidad de la visibilidad
choca la necesidad de discreción de los personajes para poder seguir siendo
ellos mismos. A diferencia de los demás Vengadores, que no necesitan mantener
ocultas sus identidades, Parker mantiene su personalidad oculta o, al menos,
trata de hacerlo. La imagen del Capitán América, por ejemplo, se utiliza a
través de vídeos educativos para las clases de gimnasia o para corregir a los
castigados o Tony Stark da ruedas de prensa. Pero él, el adolescente con deseo
de protagonismo, debe realizar las grandes hazañas recoger el fruto de la
popularidad, contentándose con ser el pardillo del que se burlan en clase.
Hay en
la película una frase que define bien lo que se ha señalado como una
características de los personajes creados por Stan Lee. Es aquella con la que
Tony Stark, una mezcla extraña de figura del padre y colega respecto a Peter,
le contesta cuando Peter le dice que
"no es nadie sin su traje", reflejando la inseguridad del
adolescente. A lo que Stark le contesta "si no eres nadie sin tu traje, no
mereces llevarlo".
Creo
que el éxito de los personajes de Lee, su duración por encima de modas proviene
de que son algo más que un "traje" y unos "poderes" específicos, con
los que muchos se hubieran contentado. El conflicto que todo buen personaje
representa —consigo mismo, con el mundo, con ambos— quedaba perfilado en su
diseño. Los mejores de ellos están por encima de su dimensión heroica y
afrontan sus imperfecciones o las del mundo, permitiendo el aumento de la
complejidad de las tramas más allá de las peripecias.
El
mejor momento de la película lo tenemos en la escena del coche, entre un
sublime Michael Keaton que debe actuar como villano y como padre, mientras que
Peter debe comportarse como "acompañante" y como héroe. Creo que esa
escena refleja muy bien la capacidad de establecer niveles en los personajes y
en las situaciones, de fusionarlos para crear la intensidad dramática, que
ambos actores resuelven con solvencia.
La película no es escapista. Peter Parker está aprendiendo español en sus clases en un país en el que por hablarlo algunos te insultan o llaman a los servicios de deportación. Nos muestra a una joven que se niega a subir al monumento a Washington porque dice que fue construido por esclavos. Black Lives matters! Se critica el belicismo y la explotación y hasta el villano tiene su discurso sobre la injusticia social. La trama refleja el mundo en el que viven los espectadores incorporando lo cotidiano. El mundo no es fácil para nadie.
Durante
décadas Stan Lee ha sido una figura clave en el mundo del entretenimiento, un
creador inagotable de figuras para la cultura popular. El estallido final se ha
producido cuando aquellos cómics han dado el salto para la creación de un
"universo cinematográfico" que se va elaborando en el tiempo, como un
gigantesco puzle realizado por un
sistema de producción que funde lo aprendido en los diferentes medios por los
que ha ido pasando la materia narrativa, del cómic a la televisión.
Para
Lee los personajes no son algo cerrado, lo que ha dado distintas versiones o
enfoques, renacimientos, de las historias. En ocasiones eran readaptaciones
para la siguiente generación, pero en otras un intento de profundizar en nuevos
aspectos del personaje.
Se
comprende la importancia dada al fallecimiento de Stan Lee. Nuestra cultura
académica clasifica mal a la cultura popular. Vivimos hoy en universos de
culturas populares en un proceso que ha ido creciendo desde que a los
románticos se les ocurrió recoger los "cuentos del hogar", las
tradiciones folclóricas en cada país. La cultura se volvió urbana y se centró
menos en las tradiciones que en lo que se creaba para el consumo diario. Frente
a la cultura que aspiraba a la inmortalidad, el pragmatismo del día a día de la
comunicación, del consumo. La ironía es que esta cultura que se pensaba efímera
dura más que la que aspiraba a la inmortalidad gracias al culto de sus consumidores
que consideran como parte de sus vidas, textos o figuras con las que han
crecido.
En los
sesenta, la cultura pop explota con la música, la televisión, el cine y los
cómics. Lo que había surgido amparado en la prensa, la radio y el cine, tomaba
ahora forma intensa con la llegada de la televisión a los hogares y la creación
de un mundo global y compartido. Stan Lee contribuyó a la consolidación de este
mundo popular y mediático. No es casual que le pregunten si es el "Spiderman de YouTube".
Hoy se
produce el fenómeno de la consolidación de esta cultura popular, elevada a
proyectos que van más allá del mero consumo. Ejemplos como la trilogía del
Caballero Oscuro, de Christopher Nolan, sobre el competidor Batman, muestran que
se puede reescribir con éxito y dar el salto del consumo cultural a proyectos
sólidos. El mismo proyecto del "Universo Cinematográfico Marvel"
rebasa los meros estándares del consumismo cultural.
Lee
aparecía en los cómics y en las películas como un personaje más en sus
esperados cameos, en los que manifestaba siempre un claro sentido del humor. Eso
hizo su imagen popular. Ahora su vida está ahí, en medio de seres de ficción,
uno más entre ellos.
Descanse en paz.
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