domingo, 18 de noviembre de 2018

Haifaa al-Mansour, de Wadjda a Mary Shelley

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Poco podría imaginarse quien viera la película La bicicleta verde (Wajda 2012), de la saudí Haifaa al-Mansour, que su siguiente película sería una biografía de Mary Shelley, la autora de una de las novelas más valoradas, recordadas y vigentes del siglo XIX, por muchos aspectos, Frankenstein o el moderno Prometeo.
La pequeña historia que Al-Mansour nos contó en La bicicleta verde era la de una niña de una familia acomodada en la que el padre se va a divorciar por las presiones familiares (es su excusa) debido a que su esposa, la madre de Wadjda, ya no puede tener más hijos. Eso significa que ya no tendrá un descendiente varón con el que la familia pueda prolongarse en la historia. Las mujeres no cuentan. 

Uno de los momentos en que la niña Wadjda comienza a entender el mundo en el que vive es cuando ve que su padre ha retirado del cuadro que representa el árbol genealógico familiar el post-it que ella había colocado con su nombre. Ella no es lo que deseaban, un hijo con el que se mantuviera el nombre del padre. Toda la película se basa en el deseo de Wajda de vencer el rechazo de su padre. Intenta ser lo que el padre quiere y ella nunca podrá ser, un varón.
Visto desde esta perspectiva, la biografía de Mary Shelley realizada por Haifaa al-Mansour tiene una perfecta continuidad. La sencillez de La bicicleta verde escondía una profunda reflexión sobre el rechazo de la mujer en una sociedad patriarcal como la saudí en el que las mujeres son adornos en la línea masculina cuya función es traer hijos varones al mundo para ampliar el poder de la familia. Wadjda y su madre deben aprender a vivir con ello, con ese rechazo de la una por no poder dar hijos varones y la otra por ser el único resultado de un matrimonio en el que el amor es secundario y supeditado a la presión y mandato familiar. Tú no eres nada sino una parte irrenunciable de la familia, la prioridad principal. Y quien decide todo son los hombres.


La biografía de Mary Shelley que Haifaa al-Mansour ha realizado es una magnífica recreación del tema del rechazo desde otra perspectiva pero con igual penetración en el análisis.
Haifaa al-Mansour ha trabajado el personaje de Mary Shelley con profundidad, respaldada por una extraordinaria Elle Fanning, una actriz que crece en cada papel, capaz de trasladar al personaje todas sus vicisitudes interiores.
Estéticamente la película es muy diferente, puesta al servicio de proyecto. Haifaa al-Mansour estudió Literatura Inglesa y su conocimiento del material que tiene entre manos refleja una sensibilidad en el a menudo malinterpretado romanticismo inglés, tan proclive a la fabricación de héroes. Al-Mansour deja a cada uno en su lugar.
Una de las partes más interesantes es precisamente el reconocimiento e interpretación de lo que supuso en su momento la obra de Mary Shelley, publicada anónimamente —como ocurrió con muchas otras obras de la época— con la presunción de que su autor era Percy B. Shelley. Este aspecto es una muestra más de la falta de aceptación de las mujeres, reducidas a mero juguete reproductivo, y de la falta de apoyo para su trabajo.


No deja de ser relevante el destino de aquellas mujeres escritoras que se debieron enfrentar al recelo y al desprecio de una sociedad que no las valoraba. Jane Austen, las hermanas Brontë, Mary Shelley, Elizabeth Barrett Browning... fueron mujeres que hicieron algo más que escribir. Tuvieron que encontrar una voz propia y, sobre todo, luchar contra los prejuicios de su época, contra el desprecio hacia lo que hacían. Quizá sea por ese ánimo de rebeldía que se encuentra en sus obras por lo que han conectado por nosotros por encima de lo que los ilustres varones escribieron.


La Wadjda saudí y la Mary británica tienen muchas cosas en común entre y ellas y quizá con la directora que las llevó a la pantalla. Hay un deseo de encontrar su propio camino, poder elaborarse algo que estaba vedado, una identidad propia. La mujer debía ser un "complemento" del hombre, una creación para atender sus necesidades y encajar en el diseño social que se esperaba de ella. Wajda era inconformista como lo es Mary. Ambas se enfrentan cada día a ese rechazo que sufren desde diferentes ámbitos, la familia, la escuela, la sociedad en su conjunto. La distancia entre la sociedad saudí actual y la Inglaterra de comienzo del siglo XIX no valoraban a las mujeres. Lo que las condenaba a una soledad creativa, reflexiva sobre su propia condición y lo que las oprimía. Wadjda y Mary son rebeldes en sociedades diferentes, en tradiciones muy diferentes, pero con un mismo control de las mujeres.
Difieren las figuras paternas, el anarquista William Godwin, el padre de Mary y marido de Mary Wollstonecraft, no tiene mucho que ver con el frívolo padre de Wadjda, atacado de conformismo complaciente ante la familia. Godwin será un apoyo, pero a Mary se le muestran la fisuras del liberalismo. Lo que él hizo como hombre, no es lo mismo que lo haga una mujer. El ejemplo idealizado de Mary Wollstonecraft, la madre muerta al nacer Mary, le servirá de ejemplo radical, algo que tendrá que recordar a su padre, partidario del amor libre, pero padre que no puede escapar a sus condicionamientos.


Este es una de las líneas de interés de la película de Haifaa al-Mansour, la diferencia de raseros de los que se sienten "progresistas", pero que usan ese progresismo de forma egoísta y manipuladora, como es el caso de Byron y Shelley.
La película los retrata como portadores de ese idealismo infantil que esconde su propio narcisismo (término que se usa en la película), un egoísmo que les impide ir más allá de sí mismos.
Un aspecto importante de la película de Haifaa al-Mansour es la dimensión estética. Lejos de caer en el formalismo, la obra tiene una hermosa fotografía naturalista que trata de recrear una visión de la naturaleza próxima a la libertad que Mary reclama. La oposición entre el mundo urbano y el mundo natural se concreta en ese tratamiento de la fotografía de la película a cargo de David Ungaro. La idea de la naturaleza como aspecto simbólico en la obra se corresponde con el propio sentir romántico que en realidad, más allá de los excesos de estilo, supuso un reconsideración del papel de la Naturaleza tras abandonarse el mecanismo newtoniano en favor de una dimensión orgánica del mundo. Esta idea está presente en ese mundo natural de soledad en el que se refugia Mary, representado en el cementerio en el que se encuentra enterrada su madre. La fotografía, como decimos, trata de crear ese marco "natural" del personaje frente a otros espacios.


El guión de la película, firmado por Emma Jensen, con aportaciones —como se nos dice en los créditos— de la propia Haifaa al-Mansour, huye de los tópicos habituales en las películas sobre estos personajes, recreado en muchas ocasiones. Pese a ello, es de gran originalidad y con un gran perfilado de los personajes. Mary es una luchadora que sigue el consejo de su padre, abandonar las voces prestadas y encontrar la propia, un consejo que va más allá de la escritura. Mary usará ese consejo aunque sea frente a su propio padre.
Lejos de recrearse en su obra maestra, la película termina con una victoria modesta pero importante: el estampado de su nombre en la portada de la obra en su segunda edición, algo que le había sido negado en la primera. Frankenstein o el moderno Prometeo es la historia del rechazo del creador a su criatura, un personaje que Hollywood tergiversó y ha pasado a formar parte de la cultura popular como un enorme error. Aquella criatura que leía a Rousseau mientras era perseguida, víctima del odio de quien le trajo al mundo, era la representación de los despreciados, de los rechazados por la sociedad.


El rechazo que Mary Shelley vivió parte de su vida quedó reflejado en esa obra que llega hasta nosotros y que siempre será actual mientras exista el rechazo de alguien por ser mujer o por no cumplir con obediencia lo que la familia, sociedad, instituciones, nos imponen en el duro camino de alcanzar la identidad.
Haifaa al-Mansour ha sabido reflejarlo con una espléndida dirección de actores, destacando la naturalidad de las intérpretes frentes a lo histriónico de los personajes masculinos. De nuevo el reconocimiento del trabajo de Elle Fanning como una gran interpretación, medida e interiorizada para mostrar en la pantalla a un personaje con humanidad.


En un artículo publicado en julio por El País Semanal, se recogen estas palabras de Haifaa al-Mansour: “Mary Shelley escribió un libro cuando era muy joven y no fue reconocida en su momento. Lo es ahora. Las mujeres deberían atreverse a ser lo que quieran y no dejar que la sociedad dicte su camino”. Su proyecto próximo anima a las mujeres a decir lo que piensan y sienten en Arabia Saudí. Me temo que las condiciones no son sencillas, pero es importante el llamamiento. Los textos quedan, como el de Mary Shelley, para sembrar esperanzas, para llamar al momento preciso en el que la letra se convierta en realidad.
Probablemente "Frankenstein o el moderno Prometo" sea uno de los libros más tergiversados por la cultura popular, una forma de reducir su mensaje radical de libertad y de búsqueda de caminos propios. La conciencia de que las mujeres abren el camino a otras mujeres es una parte importante del mensaje. Mary Wollstonecraft se lo abrió a su hija Mary desde sus escritos, aunque no estuviera junto a ella. Mary Shelley sobrevive a la pérdida de su propia hija, pero transmitió el mensaje hacia el futuro, levantando un banderín de enganche para una causa que seguía su marcha inexorable hasta hoy, con mucho camino por delante todavía.
La cadena sigue.


* "Haifaa Al Mansour, la cineasta saudí que rompe barreras" El País Semanal 13/07/2018 https://elpais.com/elpais/2018/07/11/eps/1531303172_799050.html



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