Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Aquejado
de agudos ataque de ignorancia, el presidente Donald Trump tiene ahora otro
nuevo objetivo: acabar con la nacionalidad por nacimiento, es decir, el hecho
de que "es" norteamericano quien nace dentro de sus fronteras. El
presidente, con el habitual desparpajo del que lo sabe todo, ha señalado que eso
le parece una "tontería". Naces en algún punto entre Canadá y México
y, ¡zas! ya eres estadounidense. ¡Es poco serio!, piensa este hijo de
emigrantes alemanes de segunda generación.
A su
abuelo, que se había largado de Alemania para evitar que le reclutaran, por
ejemplo, le quitaron el derecho a ser alemán cuando regresó. Les pareció poco
"alemán" salir corriendo a otros lugares cuando hay conflicto y luego
regresar a buscar esposa, seguramente porque no encontró a nadie en su entorno
inmediato que le pareciera satisfactorio para sus expectativas.
El
diario El país explica algunos de los problemas que tiene su idea:
La constitución estadounidense reconoce desde
hace 150 años el derecho a la ciudadanía por el hecho de nacer en suelo
estadounidense. Negar ese derecho a los hijos de padres que no residen
legalmente en el país es una idea que Trump ya había formulado con anterioridad
en su carrera política. Pero, debido a que chocaría con el enunciado de la 14ª
enmienda, sería difícil llevar a cabo la medida unilateralmente, e intentarlo
desencadenaría, cuando menos, un intenso debate constitucional.*
¿Se va
a frenar por eso? Por supuesto que no. Este jurista ocasional, considera que su
voluntad es ley y que los obstáculos que las propias leyes le ponen a sus
deseos son una forma de imperfección. El mundo iría mucho mejor si de dejara
llevar por sus intuiciones.
“Somos el único país del mundo donde una
persona viene y tiene un bebé, y ese bebé es esencialmente ciudadano de los
Estados Unidos durante 85 años, con todos los beneficios. Es ridículo. Es
ridículo. Y tiene que acabar”, ha dicho el presidente, según extractos
adelantados de la entrevista. El anuncio de Trump ha llegado acompañado de la
ración habitual de tergiversación de la realidad: no es cierto que sea "el
único país". Lo cierto es que más de 30 países reconocen el ius soli, según un informe del Centro
para Estudios de Inmigración, un organismo, a menudo citado por el entorno de
Trump, que defiende el control de las fronteras. Entre los países que reconocen
ese derecho están Canadá y México. Ninguno de los países de la UE, en cambio,
contempla ese derecho de manera automática.*
Ese
doble "es ridículo" del presidente es un claro indicador de que ha
meditado mucho esta cuestión. Esto le llevara a hacer de ello un caso
prioritario, algo necesario, urgente.
La
urgencia, señalan los analistas, es calentar estos últimos días antes de las
elecciones que parecen que no pintan bien para los republicanos. Trump trata de costear el caso Jamal Khashoggi, los crímenes de odio cometidos estos últimos días y que le señalen como responsable de crear este clima, y vuelve una y otra vez a la migración como forma de conectar con miedos y prejuicios.
La
mayoría de los analistas ya han señalado que se trata de otra forma electoral
de sembrar el miedo a la inmigración. Los especialistas igualmente están todos
de acuerdo en señalar que lo que quiere es un absurdo, que choca con la
constitución y que esta no se puede cambiar por un mero deseo. Eso no le preocupa mucho.
La CNN
recoge la información, que es el resultado de una entrevista en la HBO, y habla
de lo poco que eso le importa a Trump: «The President didn't provide any
details of his plan, but said that "it's in the process. It'll
happen."»** "Sucederá", así, sin más. Trump sigue queriendo transmitir
la idea de que omnipotente, que todo lo que se le pasa por la cabeza es
posible. Y cuanto más complicado se lo pongan, más gratificante es el reto que supone
para él.
La
fijación de Trump en el discurso anti migratorio es realmente notoria. Le permite
desarrollar el discurso de la identidad americana amenazada. Al igual que otros
populistas, se usan las grandes palabras "nación",
"patria", "Dios", etc. para crear un discurso lleno de
retórica y que permite canalizar odios y miedos.
Lo
mismo ocurre en Italia con Mateo Salvini, en Brasil con Jair Bolsonaro, en Francia
con LePen, en la santa Rusia de Putin, el neo otomanismo de Erdogan..., en
todos aquellos lugares en los que se elevan los muros protectores de la
identidad nacional, una mezcla de sentimiento visionario y exclusivo. El
pasaporte se convierte en un sacramento mediante el cual Dios se compromete a
incluirnos en esa nueva entidad que le es grata, la nación correspondiente. Es
realmente preocupante ver cuántos protectores devotos les salen a las patrias,
cuántos espíritus deseosos de servir a estos vehículos que surcan los mares de
la historia.
Dice
Pablo Guimón, cerrado el artículo en El País, sobre esta iniciativa:
Trump ha sacado este nuevo conejo de la
chistera al día siguiente de comunicar que va a enviar más de 5.000 soldados a
la frontera sur del país para detener el paso a la caravana de buscadores de
asilo que recorre México en dirección a la frontera con EE UU. El presidente
Trump, que llegó a referirse a los comicios del próximo martes como “las
elecciones de la caravana”, ha llevado el tema de la inmigración al centro de
la campaña, confiando en que movilice a sus bases para que impidan en las urnas
que los republicanos pierdan el control del Congreso.*
El
problema de Trump es que, a mitad de su mandato, la mayoría conoce ya sus
trucos y artimañas. No es fácil estar constantemente sorprendiendo a unos y
otros con novedades. Pero hay que tener cuidado con él. Trump sigue en plena
forma, a su aire. La sorpresa que ha caudado entre los mismos republicanos
—como Paul Ryan— demuestra que sigue siendo un improvisador descarado, que
confía en sus propias intuiciones de que estas cosas le pueden funcionar.
Los
seguidores que ha hayan escuchado, ya estarán convencidos de que es una enorme
injusticia que nazcas aquí eso te dé derecho a la nacionalidad. Eso ocurre
cuando esta se mitifica, se considera una especie de "esencia", un
premio, al que no tendrían derecho ninguno, de no ser por ese fallo del
sistema.
Pero,
como sabemos bien, él es el gran arreglador, como dijo a todos cuando llegó.
Viene a enmendar los errores de sus antecesores, hasta llegar aproximadamente a
los padres fundadores si es necesario.
Sucederá, sin más.
*
"Trump planea abolir el derecho a la nacionalidad por nacer en Estados
Unidos" El País 30/10/2018 https://elpais.com/internacional/2018/10/30/actualidad/1540903217_464286.html
**
"Trump claims he can defy Constitution and end birthright
citizenship" CNN 30/10/2018
https://edition.cnn.com/2018/10/30/politics/donald-trump-ending-birthright-citizenship/index.html
The New York Times |
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