miércoles, 31 de octubre de 2018

Sucederá

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Aquejado de agudos ataque de ignorancia, el presidente Donald Trump tiene ahora otro nuevo objetivo: acabar con la nacionalidad por nacimiento, es decir, el hecho de que "es" norteamericano quien nace dentro de sus fronteras. El presidente, con el habitual desparpajo del que lo sabe todo, ha señalado que eso le parece una "tontería". Naces en algún punto entre Canadá y México y, ¡zas! ya eres estadounidense. ¡Es poco serio!, piensa este hijo de emigrantes alemanes de segunda generación.
A su abuelo, que se había largado de Alemania para evitar que le reclutaran, por ejemplo, le quitaron el derecho a ser alemán cuando regresó. Les pareció poco "alemán" salir corriendo a otros lugares cuando hay conflicto y luego regresar a buscar esposa, seguramente porque no encontró a nadie en su entorno inmediato que le pareciera satisfactorio para sus expectativas.
El diario El país explica algunos de los problemas que tiene su idea:

La constitución estadounidense reconoce desde hace 150 años el derecho a la ciudadanía por el hecho de nacer en suelo estadounidense. Negar ese derecho a los hijos de padres que no residen legalmente en el país es una idea que Trump ya había formulado con anterioridad en su carrera política. Pero, debido a que chocaría con el enunciado de la 14ª enmienda, sería difícil llevar a cabo la medida unilateralmente, e intentarlo desencadenaría, cuando menos, un intenso debate constitucional.*


¿Se va a frenar por eso? Por supuesto que no. Este jurista ocasional, considera que su voluntad es ley y que los obstáculos que las propias leyes le ponen a sus deseos son una forma de imperfección. El mundo iría mucho mejor si de dejara llevar por sus intuiciones.

“Somos el único país del mundo donde una persona viene y tiene un bebé, y ese bebé es esencialmente ciudadano de los Estados Unidos durante 85 años, con todos los beneficios. Es ridículo. Es ridículo. Y tiene que acabar”, ha dicho el presidente, según extractos adelantados de la entrevista. El anuncio de Trump ha llegado acompañado de la ración habitual de tergiversación de la realidad: no es cierto que sea "el único país". Lo cierto es que más de 30 países reconocen el ius soli, según un informe del Centro para Estudios de Inmigración, un organismo, a menudo citado por el entorno de Trump, que defiende el control de las fronteras. Entre los países que reconocen ese derecho están Canadá y México. Ninguno de los países de la UE, en cambio, contempla ese derecho de manera automática.*

Ese doble "es ridículo" del presidente es un claro indicador de que ha meditado mucho esta cuestión. Esto le llevara a hacer de ello un caso prioritario, algo necesario, urgente.
La urgencia, señalan los analistas, es calentar estos últimos días antes de las elecciones que parecen que no pintan bien para los republicanos. Trump trata de costear el caso Jamal Khashoggi, los crímenes de odio cometidos estos últimos días y que le señalen como responsable de crear este clima, y vuelve una y otra vez a la migración como forma de conectar con miedos y prejuicios.
La mayoría de los analistas ya han señalado que se trata de otra forma electoral de sembrar el miedo a la inmigración. Los especialistas igualmente están todos de acuerdo en señalar que lo que quiere es un absurdo, que choca con la constitución y que esta no se puede cambiar por un mero deseo. Eso no le preocupa mucho.
La CNN recoge la información, que es el resultado de una entrevista en la HBO, y habla de lo poco que eso le importa a Trump: «The President didn't provide any details of his plan, but said that "it's in the process. It'll happen."»** "Sucederá", así, sin más. Trump sigue queriendo transmitir la idea de que omnipotente, que todo lo que se le pasa por la cabeza es posible. Y cuanto más complicado se lo pongan, más gratificante es el reto que supone para él.


La fijación de Trump en el discurso anti migratorio es realmente notoria. Le permite desarrollar el discurso de la identidad americana amenazada. Al igual que otros populistas, se usan las grandes palabras "nación", "patria", "Dios", etc. para crear un discurso lleno de retórica y que permite canalizar odios y miedos.
Lo mismo ocurre en Italia con Mateo Salvini, en Brasil con Jair Bolsonaro, en Francia con LePen, en la santa Rusia de Putin, el neo otomanismo de Erdogan..., en todos aquellos lugares en los que se elevan los muros protectores de la identidad nacional, una mezcla de sentimiento visionario y exclusivo. El pasaporte se convierte en un sacramento mediante el cual Dios se compromete a incluirnos en esa nueva entidad que le es grata, la nación correspondiente. Es realmente preocupante ver cuántos protectores devotos les salen a las patrias, cuántos espíritus deseosos de servir a estos vehículos que surcan los mares de la historia.
Dice Pablo Guimón, cerrado el artículo en El País, sobre esta iniciativa:

Trump ha sacado este nuevo conejo de la chistera al día siguiente de comunicar que va a enviar más de 5.000 soldados a la frontera sur del país para detener el paso a la caravana de buscadores de asilo que recorre México en dirección a la frontera con EE UU. El presidente Trump, que llegó a referirse a los comicios del próximo martes como “las elecciones de la caravana”, ha llevado el tema de la inmigración al centro de la campaña, confiando en que movilice a sus bases para que impidan en las urnas que los republicanos pierdan el control del Congreso.*


El problema de Trump es que, a mitad de su mandato, la mayoría conoce ya sus trucos y artimañas. No es fácil estar constantemente sorprendiendo a unos y otros con novedades. Pero hay que tener cuidado con él. Trump sigue en plena forma, a su aire. La sorpresa que ha caudado entre los mismos republicanos —como Paul Ryan— demuestra que sigue siendo un improvisador descarado, que confía en sus propias intuiciones de que estas cosas le pueden funcionar.
Los seguidores que ha hayan escuchado, ya estarán convencidos de que es una enorme injusticia que nazcas aquí eso te dé derecho a la nacionalidad. Eso ocurre cuando esta se mitifica, se considera una especie de "esencia", un premio, al que no tendrían derecho ninguno, de no ser por ese fallo del sistema.
Pero, como sabemos bien, él es el gran arreglador, como dijo a todos cuando llegó. Viene a enmendar los errores de sus antecesores, hasta llegar aproximadamente a los padres fundadores si es necesario.
Sucederá, sin más.



* "Trump planea abolir el derecho a la nacionalidad por nacer en Estados Unidos" El País 30/10/2018 https://elpais.com/internacional/2018/10/30/actualidad/1540903217_464286.html
** "Trump claims he can defy Constitution and end birthright citizenship" CNN 30/10/2018 https://edition.cnn.com/2018/10/30/politics/donald-trump-ending-birthright-citizenship/index.html


The New York Times

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