Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Enfrascado
en la gratificante lectura de Nacionalismo,
del gran poeta e intelectual indio Rabindranaz Tagore, otro nombre arrastrado
por el fango de la trivialidad hasta el delta del abandono. No hay mejor lugar
para encontrar algo que nos aleje de la podredumbre que nos rodea que esa
comunidad de gloriosos olvidados de los que podemos aprender algo.
Comienza
su escrito Tagore celebrando el despertar de Japón como potencia, una inyección
al derrotismo causado por el desarrollo de occidente, por su poderío colonial y
militar. Tagore lo saluda como un modelo para Asia, si bien el tiempo le
demostrará pronto que Japón asume su nuevo poder como potencia colonial
agresiva invadiendo a sus vecinos, como se verá en su alineamiento en el Eje
con la Alemania hitleriana para el reparto del mundo. El futuro no siempre es
claro.
Más
adelante, Pearl S. Buck, en sus escritos sobre India y China, pondrá el dedo sobre
el problema. Buck supo ver que los Estados Unidos iban a perder a dos países
amigos, la India y China, a manos de un colonialismo japonés que algunos
preferían al colonialismo occidental, a su racismo, el mismo que todavía hoy se
padece (e intensifica) en los Estados Unidos.
Buck era una auténtica amiga de China, en donde creció y vivió. Trató que
las relaciones de los Estados Unidos con estos países fueran honestas y no racistas o coloniales. Algunos prefieren, escribirá y repetirá en conferencias
de la época, un colonialismo asiático, como mal menor, a un colonialismo
racista llegado de occidente que habla de la superioridad del "hombre
blanco". La amistad se rompió y hoy aumenta la ruptura.
Pero se
perdieron unos y otros. Tagore critica la dominación británica desde la
perspectiva de la creación de las agresivas "naciones" o los
"estados-nación", concepto tras el que se esconde la voluntad de poder,
el colonialismo que se disfraza de superioridad racial ignorando la realidad
espiritual de Oriente, su origen y desarrollo científico ("tomada" y
"aprovechada" por occidente). En efecto, de China se traen la
pólvora, la brújula, la imprenta, el papel y la tinta. Los cimientos tecnológicos
de lo que serán las revoluciones de los viajes, de las conquistas allí donde
llegan, y de las revoluciones causadas por la imprenta, con la difusión de las ideas
religiosas que entrarán en conflicto.
Tagore
no es nacionalista y aboga, al
contrario, por una idea amplia de Oriente, más espiritual que meramente física
o racial. Oriente es un estado del espíritu, de la mente. Con motivo del 150 aniversario
de su muerte, en 2010, el diario El País publicó el artículo firmado por el
filósofo iraní y profesor de la Universidad de Toronto, Ramin Jahanbegloo, titulado
"Rabindranath Tagore: un indio cosmopolita" en el cual, tras repasar
su figura, se concluía:
A caballo entre Asia y Europa, sin rendirse a
la idea de un choque entre ambas, Tagore amplió el significado y la importancia
pragmática del diálogo crítico intercultural como ninguna otra persona antes
que él. Al extender su visión de la civilización más allá del mero
particularismo, otorgó un valor supremo a la idea de un mundo integral. Un
mundo integral que era como una familia en la que sus miembros, las distintas
naciones, contribuyen, cada uno con su parte, al bienestar de todos.
Hoy, en un momento en el que la humanidad se
enfrenta a un panorama poco halagüeño, con choques de intereses nacionales y
prejuicios étnicos y raciales, un intento de entablar un diálogo intercultural
puede ser una forma fidedigna de sentar las bases de una nueva solidaridad
humana en un mundo plural.
Lo que debemos preguntarnos es si nos
encontramos en el momento histórico en el que debemos "perder nuestra fe
en el hombre" o debemos esforzarnos en preparar las condiciones necesarias
para que un diálogo intercultural contribuya a forjar la solidaridad humana en
un mundo plural. No cabe duda de que Tagore es el testigo cuyos textos nos
ayudarán a discernir si estamos avanzando o no hacia más diálogo cultural y más
solidaridad humana en nuestro mundo.**
El auge
actual de los populismos, de los nacionalismos y de la xenofobia ligada a ellos,
nos llevan a dar una respuesta negativa a la pregunta final del escrito. Estamos
avanzando en algunos sentidos, pero retrocediendo en otros muchos. Y lo hacemos
porque la calidad de los dialogantes
se ha empobrecido en muchos sentidos. Nuestro progreso científico y técnico no
se acompaña de una mejora de lo que realmente pueda ser una mejora en el
diálogo mismo, en nuestra propia humanidad.
El
mundo globalizado está suscitando enormes conflictos propios e interculturales.
La extensión planetaria de los medios hace que a la vez se levanten barreras de
censura, que se cierren medios, que se tapen bocas por todo el mundo. El modelo
retrógrado del "America First" recuerda el cierre usado por Japón en
el siglo XIX para evitar tener contacto con un mundo diferente y convertir su carácter
isleño en una garantía de aislamiento.
Hay en
el texto de Tagore unos párrafos que considero muy claros sobre la evolución de
las culturas en la distancia y en la gestión de sus propias raíces. Las ideas
sobre oriente mismo pueden ser revisables por su idealización y el paso del
tiempo, pero creo que su capacidad de ver desde el exterior refleja algunos de
nuestros más serios problemas.
Nos
recuerda el destino de los nacionalismos europeos, el desgarramiento de eso que
algunos anhelan, la "Europa de las naciones", cada vez más agresiva,
radical e intransigente, cada vez confundiendo con más intensidad lo que es circunstancia y lo que es esencia de lo europeo mismo, reduciendo
a caricatura la identidad, que es algo hacia lo que caminamos cada día —un querer ser— y no un pasado mítico,
idealizado e intransigente. Escribe Tagore:
¿Siguen sin entender esta verdad, ahora que
una guerra cruel ha clavado sus garras en las entrañas de Europa, se
volatilizan sus reservas de riqueza y la humanidad se despedaza en sus campos
de batalla? Ustedes se preguntan asombrados: ¿qué ha hecho Europa para merecer
esto? La respuesta es que Occidente ha endurecido sistemáticamente su esencia
moral para que sus descomunales abstracciones de eficiencia tengan sólidos
cimientos.
Lleva mucho tiempo matando de hambre la vida
interior del individuo en provecho de su vida profesional.*
Puede
parecer un tópico, un estereotipo sobre lo europeo como apegado a lo material a
través de esa idea de "eficiencia" que nos descarna y nos convierte
en objeto de escrutinio, de evaluación permanente, como forma de vida.
Lo
cierto es que nuestra vida nos deja poco tiempo para construirnos a nosotros
mismos; nos obliga a seguir sendas trilladas por las que somos llevados hasta
conseguir que seamos útiles y rentables. Creamos un mundo frío
sacudido por choques emocionales; poco más.
Puede
que las palabras o los enfoques de Tagore nos parezcan demasiado espirituales, centrados en aspectos poco
prácticos, pero creo que revelan algo profundo que marca nuestra orientación
cultural. Coincide con las críticas que desde el interior de nuestra cultura muchos
nos hacemos, esa insatisfacción que se nos crea con nuestra propia forma de
vida.
Al
igual que los nacionalismos estallaron tras la revolución industrial y arrastró
hasta las fábricas, hoy estalla de nuevo el nacionalismo tras otra revolución,
la tecnológica y con otra forma de expansión, la globalización. Nos expandimos
comercialmente y rechazamos las consecuencias de nuestra propia riqueza sobre
los otros.
Tagore
nos hablaba hace cien años. No hemos avanzado mucho, en realidad. Esa idea de
pérdida de nuestro sentido es hoy uno de los males que nos aquejan en este
universo trivial y eficiente que hemos creado, que gira sobre sí mismo, y ahora
se llena de peligrosas quimeras que reclaman protagonismo.
El
subtítulo de "Nacionalismo" era "Todas las grandes naciones de
Europa tienen sus víctimas en otras partes del mundo". Más allá de esto,
Tagore comprendió que Europa, Occidente hoy, era también víctima de sí mismo.
Seguimos
sin entendernos. Y quien actúa sin entenderse es peligroso.
*
Rabindranath Tagore. Nacionalismo (1920). Trad. Federico Corriente y Sonia Chaparro.
** Ramin
Jahanbegloo, "Rabindranath Tagore: un indio cosmopolita". El País
5/09/2010 https://elpais.com/diario/2010/09/05/opinion/1283637604_850215.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.