miércoles, 10 de octubre de 2018

Nacionalismo y diálogo intercultural, Tagore

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Enfrascado en la gratificante lectura de Nacionalismo, del gran poeta e intelectual indio Rabindranaz Tagore, otro nombre arrastrado por el fango de la trivialidad hasta el delta del abandono. No hay mejor lugar para encontrar algo que nos aleje de la podredumbre que nos rodea que esa comunidad de gloriosos olvidados de los que podemos aprender algo.
Comienza su escrito Tagore celebrando el despertar de Japón como potencia, una inyección al derrotismo causado por el desarrollo de occidente, por su poderío colonial y militar. Tagore lo saluda como un modelo para Asia, si bien el tiempo le demostrará pronto que Japón asume su nuevo poder como potencia colonial agresiva invadiendo a sus vecinos, como se verá en su alineamiento en el Eje con la Alemania hitleriana para el reparto del mundo. El futuro no siempre es claro.


Más adelante, Pearl S. Buck, en sus escritos sobre India y China, pondrá el dedo sobre el problema. Buck supo ver que los Estados Unidos iban a perder a dos países amigos, la India y China, a manos de un colonialismo japonés que algunos preferían al colonialismo occidental, a su racismo, el mismo que todavía hoy se padece (e intensifica) en los Estados Unidos. 
Buck era una auténtica amiga de China, en donde creció y vivió. Trató que las relaciones de los Estados Unidos con estos países fueran honestas y no racistas o coloniales. Algunos prefieren, escribirá y repetirá en conferencias de la época, un colonialismo asiático, como mal menor, a un colonialismo racista llegado de occidente que habla de la superioridad del "hombre blanco". La amistad se rompió y hoy aumenta la ruptura.  

Pero se perdieron unos y otros. Tagore critica la dominación británica desde la perspectiva de la creación de las agresivas "naciones" o los "estados-nación", concepto tras el que se esconde la voluntad de poder, el colonialismo que se disfraza de superioridad racial ignorando la realidad espiritual de Oriente, su origen y desarrollo científico ("tomada" y "aprovechada" por occidente). En efecto, de China se traen la pólvora, la brújula, la imprenta, el papel y la tinta. Los cimientos tecnológicos de lo que serán las revoluciones de los viajes, de las conquistas allí donde llegan, y de las revoluciones causadas por la imprenta, con la difusión de las ideas religiosas que entrarán en conflicto.
Tagore no es nacionalista y aboga, al contrario, por una idea amplia de Oriente, más espiritual que meramente física o racial. Oriente es un estado del espíritu, de la mente. Con motivo del 150 aniversario de su muerte, en 2010, el diario El País publicó el artículo firmado por el filósofo iraní y profesor de la Universidad de Toronto, Ramin Jahanbegloo, titulado "Rabindranath Tagore: un indio cosmopolita" en el cual, tras repasar su figura, se concluía:

A caballo entre Asia y Europa, sin rendirse a la idea de un choque entre ambas, Tagore amplió el significado y la importancia pragmática del diálogo crítico intercultural como ninguna otra persona antes que él. Al extender su visión de la civilización más allá del mero particularismo, otorgó un valor supremo a la idea de un mundo integral. Un mundo integral que era como una familia en la que sus miembros, las distintas naciones, contribuyen, cada uno con su parte, al bienestar de todos.
Hoy, en un momento en el que la humanidad se enfrenta a un panorama poco halagüeño, con choques de intereses nacionales y prejuicios étnicos y raciales, un intento de entablar un diálogo intercultural puede ser una forma fidedigna de sentar las bases de una nueva solidaridad humana en un mundo plural. 
Lo que debemos preguntarnos es si nos encontramos en el momento histórico en el que debemos "perder nuestra fe en el hombre" o debemos esforzarnos en preparar las condiciones necesarias para que un diálogo intercultural contribuya a forjar la solidaridad humana en un mundo plural. No cabe duda de que Tagore es el testigo cuyos textos nos ayudarán a discernir si estamos avanzando o no hacia más diálogo cultural y más solidaridad humana en nuestro mundo.**


El auge actual de los populismos, de los nacionalismos y de la xenofobia ligada a ellos, nos llevan a dar una respuesta negativa a la pregunta final del escrito. Estamos avanzando en algunos sentidos, pero retrocediendo en otros muchos. Y lo hacemos porque la calidad de los dialogantes se ha empobrecido en muchos sentidos. Nuestro progreso científico y técnico no se acompaña de una mejora de lo que realmente pueda ser una mejora en el diálogo mismo, en nuestra propia humanidad.
El mundo globalizado está suscitando enormes conflictos propios e interculturales. La extensión planetaria de los medios hace que a la vez se levanten barreras de censura, que se cierren medios, que se tapen bocas por todo el mundo. El modelo retrógrado del "America First" recuerda el cierre usado por Japón en el siglo XIX para evitar tener contacto con un mundo diferente y convertir su carácter isleño en una garantía de aislamiento.
Hay en el texto de Tagore unos párrafos que considero muy claros sobre la evolución de las culturas en la distancia y en la gestión de sus propias raíces. Las ideas sobre oriente mismo pueden ser revisables por su idealización y el paso del tiempo, pero creo que su capacidad de ver desde el exterior refleja algunos de nuestros más serios problemas.
Nos recuerda el destino de los nacionalismos europeos, el desgarramiento de eso que algunos anhelan, la "Europa de las naciones", cada vez más agresiva, radical e intransigente, cada vez confundiendo con más intensidad lo que es circunstancia y lo que es esencia de lo europeo mismo, reduciendo a caricatura la identidad, que es algo hacia lo que caminamos cada día —un querer ser— y no un pasado mítico, idealizado e intransigente. Escribe Tagore:

¿Siguen sin entender esta verdad, ahora que una guerra cruel ha clavado sus garras en las entrañas de Europa, se volatilizan sus reservas de riqueza y la humanidad se despedaza en sus campos de batalla? Ustedes se preguntan asombrados: ¿qué ha hecho Europa para merecer esto? La respuesta es que Occidente ha endurecido sistemáticamente su esencia moral para que sus descomunales abstracciones de eficiencia tengan sólidos cimientos.
Lleva mucho tiempo matando de hambre la vida interior del individuo en provecho de su vida profesional.*



Puede parecer un tópico, un estereotipo sobre lo europeo como apegado a lo material a través de esa idea de "eficiencia" que nos descarna y nos convierte en objeto de escrutinio, de evaluación permanente, como forma de vida.
Lo cierto es que nuestra vida nos deja poco tiempo para construirnos a nosotros mismos; nos obliga a seguir sendas trilladas por las que somos llevados hasta conseguir que seamos útiles y rentables. Creamos un mundo frío sacudido por choques emocionales; poco más.
Puede que las palabras o los enfoques de Tagore nos parezcan demasiado espirituales, centrados en aspectos poco prácticos, pero creo que revelan algo profundo que marca nuestra orientación cultural. Coincide con las críticas que desde el interior de nuestra cultura muchos nos hacemos, esa insatisfacción que se nos crea con nuestra propia forma de vida.

Al igual que los nacionalismos estallaron tras la revolución industrial y arrastró hasta las fábricas, hoy estalla de nuevo el nacionalismo tras otra revolución, la tecnológica y con otra forma de expansión, la globalización. Nos expandimos comercialmente y rechazamos las consecuencias de nuestra propia riqueza sobre los otros.
Tagore nos hablaba hace cien años. No hemos avanzado mucho, en realidad. Esa idea de pérdida de nuestro sentido es hoy uno de los males que nos aquejan en este universo trivial y eficiente que hemos creado, que gira sobre sí mismo, y ahora se llena de peligrosas quimeras que reclaman protagonismo.
El subtítulo de "Nacionalismo" era "Todas las grandes naciones de Europa tienen sus víctimas en otras partes del mundo". Más allá de esto, Tagore comprendió que Europa, Occidente hoy, era también víctima de sí mismo.
Seguimos sin entendernos. Y quien actúa sin entenderse es peligroso.


* Rabindranath Tagore. Nacionalismo (1920). Trad.  Federico Corriente y Sonia Chaparro.
** Ramin Jahanbegloo, "Rabindranath Tagore: un indio cosmopolita". El País 5/09/2010 https://elpais.com/diario/2010/09/05/opinion/1283637604_850215.html

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