Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El caso
Khashoggi sigue el rumbo previsible. Entra en una fase nueva desde el momento
en el que Arabia Saudí ha admitido la muerte del periodista en el consulado.
Ahora se trata de fabricar un discurso coherente que permita salvar los papeles
a unos, justificar los abrazos a otros y dé sentido a las denuncias. Es decir,
se trata de llegar a un discurso que satisfaga a una, dos o las tres partes
implicada en el tsunami provocado por la piedra en el estanque.
El
problema para encontrar la "buena historia" es que es difícil que
satisfaga a los tres, es decir, Arabia Saudí, los Estados Unidos y Turquía. La
historia sería buena porque permitiría frenar el conflicto desencadenado o,
quizá, sería mejor hablar de conflictos, ya que son varios los que hay en liza.
Hechos
y discursos que los explican. Como nos dicen los historiadores posmodernos, la
Historia no es lo que pasa sino lo que se cuenta y este contar es un acto que
tiene que ver con el poder. En su "Repensar la Historia", Keith
Jenkins —tras citar a Michel Foucault— expresa lo siguiente:
La historia es un discurso, un juego
lingüístico; en él, la «verdad» y las expresiones similares a esta son artefactos
que permiten la apertura, la regulación y la clausura de las interpretaciones.
La verdad actúa como un censor que establece los límites. Sabemos que tales
verdades son, en realidad, «ficciones útiles» que se encuentran en el discurso
en virtud del poder (alguien las ha colocado y las mantiene allí) y que el
poder utiliza el término «verdad» para ejercer su control: los regímenes de
verdad. La verdad previene el desorden y es este miedo al desorden (a los
desordenados) o, para decirlo de forma más positiva, es este temor a la
libertad (por parte de los que no son libres) lo que la vincula funcionalmente
a los intereses materiales.*
Son
muchas cosas las que hay en esas escuetas líneas, de gran alcance. El problema
con el que se encuentran todos ahora precisamente es el de encontrar una
"ficción útil" que evite ese caos imprevisible del que hablábamos
ayer al ir aumentando la complejidad de los efectos del crimen hasta hacerse
incontrolable.
Hay
pues una lucha de poderes por intentar hacer aceptar a los otros la
"ficción" creada, es historia que reduzca el caos y lleve a una
situación controlable y no negativa para esos tres órdenes de los que hablábamos
ayer.
El
problema que se plantea es que Arabia Saudí puede ofrecer una historia que
solo acepten ellos o puede intentar construir una historia que pueda ser
aceptada por los otros dos agentes en conflicto, Estados Unidos y Turquía. Y
esto es muy difícil porque Turquía está devolviendo el golpe a los otros dos,
como resultado de los conflictos específicos y el clima de enfrentamiento
provocado anteriormente.
Mientras
Arabia Saudí busca encontrar un discurso que le salve la cara a Donald Trump
(no a los Estados Unidos en sí), Turquía lleva enfrascada en una guerra
política, económica y de egos con los Estados Unidos.
Los
saudíes han tenido el detalle expreso y delicado de no asesinar a Jamal Khashoggi en su
residencia de los Estados Unidos, precisamente para no crear un conflicto con
los Estados Unidos. De haberlo hecho allí, el conflicto hubiera sido otro y eso
no se le hace a un amigo. Esperaron a que Khashoggi saliera de los Estados
Unidos, entrara en un país en conflicto con el Reino, como es Turquía, y lo
asesinaron y descuartizaron dentro de su propio territorio, es decir, dentro
del consulado, diplomáticamente territorio saudí.
Estos
aspectos son importantes porque establecen un grado de premeditación que entra
en contradicción con la idea de que se encontró allí, por casualidad, con unas
personas con las que discutió.
Donald
Trump, por su parte, ha intentado ganar tiempo para ver cómo movían fichas los
saudís. Transmitió rápidamente que el rey Salman decía no saber nada del asunto y que podrían ser una banda autónoma de criminales. Lo ridículo de la versión debió
de servir para que algún alma caritativa le explicara que eso solo pasa en las
películas y con poca frecuencia en la realidad, de la que no hay que abusar. La
"ficciones útiles" tienen sus límites, como señalan Jenkins y
Foucault, y hace falta mucho "poder" para imponer esa versión.
Visto
lo visto, la nueva jugada de Trump es desviar hacia el congreso la toma de
decisiones sobre lo que ocurra. La jugada le sirve para aparentar que las cosas
importantes las consulta con los representantes del pueblo y también para
desligarse de las medidas que haya que tomar, dos cosas casi imposibles. Trump
es el segundo más afectado por el caso Khashoggi, después del propio periodista
asesinado. El rey Salman y el príncipe que gestiona el reino tienen la llave
del petróleo y la desfachatez como para usarla. Trump, en cambio, solo tiene
medidas de las que después deberán dar cuenta ante el electorado y esto no se
arregla a base de tuits nocturnos.
Como
era previsible, las cadenas televisivas, los periódicos norteamericanos no
dejan de dar información sobre el caso, frente al silencio periodístico de
países como Egipto, aliados del Reino, que tratan de rebajar la tensión interna
ya que también les perjudica la forma de actuar esta monarquía engreída y
retrógrada.
¿Y
Turquía? El gran beneficiado de este caso es Erdogan. Al presidente turco, un
gran represor de la prensa y figura autoritaria, le permite: 1) atacar a sus
enemigos saudíes, grandes rivales, ya que él está más cerca de Irán y Qatar; 2)
atacar a Trump, que es quien le ha declarado una guerra desde distintos
frentes, sumiendo a Turquía en una crisis económica de gran trascendencia, una
crisis que ha dejado la libra por los suelos; 3) reivindicarse ante la
comunidad internacional y su electorado como paladín de las libertades,
incluida la de prensa.
Mientras
a Turquía le interesa mantener abierto el caso, tanto para consumo interno,
como para el exterior, a la monarquía saudí se le complica la vida, también
dentro y fuera. A Trump le
¿Es
posible un discurso que satisfaga las expectativas de las tres partes y, a su
vez, sea asumible por la comunidad internacional, entendiendo por tal la
prensa, las ONG de derechos humanos, demás países? Creo que no es fácil porque
lo único que permitiría una historia aceptable sería que los enemigos
enfrentados que ahora están en liza sacaran tajada todos ellos, unos de una
forma y otros de otra, es decir: ¿cómo pueden Estados Unidos y Arabia Saudí
aceptable por Erdogan lo ocurrido? Indudablemente tendrán que encontrar algo
que satisfaga a Erdogan. ¿Es eso posible?
El
asesinato de Jamal Khashoggi se produce en el área más compleja del universo
conocido. Cualquier cosa que ocurra allí tiene sus repercusiones sistémicas en
un espacio en el que están presentes todas las fuerzas del planeta, que tiene
comprometidos a todos los gobiernos en conflictos internos y externos, a la
comunidad internacional en aspectos relacionados con la economía local y
global, ya que incluye al mayor productor de petróleo y a dos miembros de la
OTAN, uno de ellos en relaciones adúlteras con la Rusia de Putin y con Irán,
máximo enemigo de Arabia Saudí, con quien tiene abiertos múltiples
enfrentamientos en la zona. Tiene además como protagonistas a tres figuras
autoritarias, dos de ellas con afán por los grandes gestos histriónicos, como
son Trump y Erdogan, y otro en proyección, como el príncipe Mohamed Ben Salman,
MBS para sus amigos. Y se podría seguir añadiendo conflictos entre los tres,
que afectan a otros, como Qatar, que además posee la herramienta de Al-Jazeera
para calentar la zona, los Hermanos Musulmanes buscando recuperar terreno, etc.
La
verdad es una cosa y lo que se cuenta y acepta como tal es otra distinta. La
verdad la saben los que estaban dentro del consulado, de los que por cierto, ya
ha muerto uno en accidente de tráfico. ¡Benditos coches!
Arabia
Saudí ya ha detenido a otros cuantos y ha destituido al segundo responsable de
estas cosas de la seguridad y la inteligencia. Para eso están los subordinados.
El Reino no se caracteriza por una justicia especialmente transparente, por lo
que un día nos contarán que los han encarcelado o ajusticiado y nos lo
tendremos que creer, como lo del accidente de tráfico o que todos estaba grado
por el reloj, etc.
Hasta
el momento, la "ficción útil" que Arabia Saudí ha dado al mundo es
esta:
La Fiscalía General de Arabia Saudí aseguró
este sábado de que los resultados preliminares de su investigación sobre el
caso del periodista Jamal Khashoggi muestran, según afirman, que murió en el
consulado saudí en Estambul "después de una pelea con personas con las que
se encontró allí", según un comunicado citado por medios estatales. Hasta
ahora, Riad no había admitido que el periodista, crítico con la monarquía
absoluta saudí, había fallecido, tal como habían sugerido Turquía y Estados
Unidos.
"Las investigaciones están todavía en
marcha y 18 ciudadanos saudíes han sido arrestados", asevera la nota, que
afirma también que un asesor real, Saud al-Qahtani, y el número dos de los
servicios de inteligencia, Ahmed Al Asiri, han sido despedidos de sus puestos.
El comunicado no ofrece más detalles
sobre la relación de ambos con el periodista que desapareció en Turquía el
pasado 2 de octubre cuando entró en la sede diplomática saudí.**
No
contentará a la gran mayoría, pero el Reino ha ido dando pasos, cambiando sus
negativas rotundas del principio. Llegará hasta el límite de lo que puede
admitir, hasta el límite de los nombres que pueda dar y de los que pueda
destituir. La cuestión es si podrán parar el tsunami. Cuando hayan llegado a su
límite, empezarán a imponer la verdad por la fuerza y la amenaza. Tienen poder para intentarlo. Ellos juegan con la idea de que de la tormenta se pasa a la calma, pero está tormenta va cogiendo fuerza y aumentando de intensidad.
El senador republicano Lindsay Graham ya ha dicho mostarse escéptico ante la versión saudí. Otro senador, republicano también, John Kennedy, ha apostado por eliminar lo improbable y quedarse
con lo que el sentido común le dice:
"I think Mr. Khashoggi is dead,"
Louisiana Republican Sen. John Kennedy told reporters on Capitol Hill. "I
don't think the aliens abducted him. I don't think he fell through a hole in
the space-time continuum. I think he's dead. And I think the Saudis killed
him."**
Es una versión sencilla, pero aceptable, a falta de más detalles. Que venga de un republicano nos confirma que Trump va a tener problemas, que se va a quedar solo con sus compañeros del baile de la cimitarra, una exhibición que le ha salido cara. Es interesante también comprobar cómo países aliados de Arabia Saudí, como Egipto, reabren los titulares para ir acogiendo las historias que llegan del Reino y, de paso, colar algunas otras que llegan de fuera. No es fácil dar la cara por los saudíes.
Una de
las cosas que aceleraron la llamada "crisis de la Historia" como
disciplina, como búsqueda de la verdad, es que se usa para lo contrario, para
imponer esas ficciones útiles para cumplir los objetivos propios del poder.
Nicholas Kristof titula su artículo en The New York Times de ayer "More insulting lies from Saudí Arabia" (19/10/2018) y señala que el caso es un test para Trump y Estados Unidos en su conjunto; son amistades caras. El titular de The Atlantic (19/10/2018) explica que Turquía está tratando el caso como si se tratara de un serial televisivo, paso a paso. Así es. Es un gran tiempo para los contadores de historias.
* Keith
Jenkins (1991) Repensar la Historia.
Trad. Jesús Izquierdo Martín
** "Arabia Saudí reconoce la muerte de
Khashoggi y dice ahora que fue en una pelea en el consulado" El País
20/10/2018
https://elpais.com/internacional/2018/10/20/actualidad/1539988114_382377.html
** "On Capitol Hill, More Scorn on Saudi Arabia Over Khashoggi" VOA 17/10/2018 https://www.voanews.com/a/on-capitol-hill-more-scorn-on-saudi-arabia-over-khashoggi/4617697.html
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