Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Mientras
muchos españoles muestran su desapego, más bien rechazo, de los partidos
políticos y sus líderes (habría que empezar a llamarlos de otra manera), otros
se han lanzado a la arena política con inusitada intensidad. Casi se han
rebozado, diríamos. El Mundo nos trae
una apasionante historia de militancia extrema, un conmovedor ejemplo de amor y
generosidad política, de superación de las dos Españas, y entrega a esta noble
vocación (no profesión, oficialmente)
que es la política:
Dos concejales el PSOE en el Ayuntamiento de
Isla Cristina (Huelva) son militantes del PP, una circunstancia de la que la
dirección popular se ha dado cuenta ahora, por lo que ha decidido expulsarlos
del partido.
El presidente del PP de Isla Cristina,
Francisco González, ha explicado que se trata de los concejales de Cultura y
Juventud, Emilio Bogarín, y de Salud, José Manuel Raya, ambos miembros del
gobierno municipal que conforman PSOE y PA.
González ha indicado que en el PP se han dado
cuenta de la militancia popular de estos dos concejales cuando recientemente
tomó posesión la nueva ejecutiva local y actualizó los archivos.
"Nada más ver sus fichas nos dimos
cuenta de algo que nos sorprendió", que eran militantes del PP, aunque,
según González, "no estaban al corriente en el pago de las cuotas".
Fuentes del PP provincial han subrayado que
el caso de Bogarín es llamativo, ya que llevaba muchos años afiliado.
¿Se
trata de un caso de pasión por la
militancia? Más bien parece una confirmación del nivel al que ha llegado la
política española con una nueva categoría evolutiva: el afiliado apolítico. A los que les parezca que es rizar el rizo, les
diré que es una muestra de cómo la naturaleza nos guía sabiamente por los
caminos de la supervivencia.
Nos
encontramos ante una especie de sorelismo,
de versión ibérica del Rojo y negro
stendhaliano, en la que los concejales tenían claro lo que querían ser y menos
claro el camino por el que llegar allí. Cómodos trepadores decidieron que
cualquiera de las caras del monte es buena si te lleva a la cima. ¿Por qué
quedarse con solo una vía? ¿Por qué cerrar otras si solo se trata de sacarte un
carné que puedas exhibir el día que toque?
No
contaban la pareja de ideólogos de sí mismos con que la militancia es discreta,
pero que la sustancia de las alturas implica visibilidad y que en cualquier
momento te sacan los colores con un carné olvidado. No se puede ser el "concejal enmascarado", pongamos por caso; hay que dar la cara. Y un día, actualizan los fichero y te pillan.
Podemos
considerar que es un problema puntual,
que dicen los cursis. Pero ¿y si no fuese así? ¿Y si los partidos —cualquiera
de ellos— empezaran a descubrir que sus cargos públicos tienen carné de los
rivales, que están afiliados a todos los demás? Por lo que pueda pasar, más que nada. Es como el que echa el currículum en varias empresas.
Siempre
hemos sabido que cuando un partido gana las elecciones se produce un lógico
incremento de la afiliación y la gente comienza a pasarse por las sedes por si
cae algo. Pero este fenómeno, excepto en casos de multimilitancia patológica,
como el Jorge Verstringe, tiene ciertos límites y explicaciones en el tiempo,
van acompañados de caídas del burro, caminos de Damasco, desengaños y traumas
ideológicos que tienden a exteriorizarse como ejercicio de exorcismo. Uno reniega
y se vuelve neófito.
Pero no
es este el caso. Aquí más bien nos encontramos con el fenómeno de trepado
político, de nadar y guardar la ropa, de poner los huevos en distintos cestos
para conseguir llegar arriba sí o sí; ante un ejemplo de cómo los partidos se
han profesionalizado y puedan acoger en sus filas a los despolitizados
aspirantes a los beneficios de los cargos sin los dolores de cabeza de las
dudas de la ideología. Desde que no hay congresos, con ponencias, debates y
cosas de esas, pasa lo que pasa: que es más fácil dar el pego político. Te
basta con dar coba al jefe.
Los del
PSOE, por su parte, han dado explicaciones diciendo que uno de ellos no es su
afiliado, sino que es "independiente", lo no quita la metedura de
pata de tener un afiliado del PP entre sus concejales. La expulsión del partido
de los concejales ha sido con una excusa que suena a novela de LeCarré: para
evitar que tengan "acceso a las cartas y documentos del partido",
según cuenta El Mundo. Una tontería como otra cualquiera. Me imagino que más de uno estará revisando el historial de sus más fieles colaboradores antes de que se entre en una paranoia del "¡están entre nosotros!". Estas cosas nunca se sabe cómo acaban.
Se
equivoca el titular de la página de la cadena SER: "Expulsados dos
concejales del PSOE en Isla Cristina por estar afiliados al PP". Lo
correcto sería decir "Expulsados dos militantes del PP por ser concejales
del PSOE", que es distinto. Que sepamos, el PSOE no ha movido todavía
ficha y no sabemos cómo va a tratar a sus concejales en este delicado tema.
¿Infiltrados, conversos, oportunistas, amnésicos?
De los
800.000 afiliados de los que presumía Alfonso Alonso en el Senado, habrá que dar de
baja a dos.
*
"Dos concejales del PSOE en Isla Cristina son militantes del PP" El
Mundo 2/08/2013
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/08/02/andalucia/1375436715.html?a=471ebc0e5feb5233cd2e11917cca3fc9&t=1375473316&numero=
**
"Expulsados dos concejales del PSOE en Isla Cristina por estar afiliados
al PP" Cadena SER 2/08/2013
http://www.cadenaser.com/espana/articulo/expulsados-concejales-psoe-isla-cristina-estar-afiliados-pp/csrcsrpor/20130802csrcsrnac_14/Tes
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