Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
diario ABC, al hilo de la marejada de
Gibraltar, se pregunta de dónde viene el término "paraísos fiscales"*.
En realidad no se lo pregunta, sino
que como ha encontrado la respuesta, decide preguntárselo. La pregunta la
encontró —también la respuesta— en el blog "Indvbio...", dedicado a
cuestiones de Economía, por Rafael Sanz. El autor publicó una entrada con esta
cuestión, en 2010, bajo el título "Aclarando
conceptos: *paraísos fiscales"**, que comienza con la sentencia: "Es
preciso ser cuidadosos con los conceptos que usamos al escribir o al hablar."
La
teoría que apunta es la siguiente: "paraísos fiscales" es una mala
traducción del inglés, en concreto de la expresión "Tax haven", que
debería ser traducida como "refugio fiscal". Aunque en francés se
utiliza "paradis fiscaux" y en italiano "paradiso fiscale" (¿se equivocaron todos?),
explica Sanz:
El término ha resultado todo un éxito, en
parte porque evoca una imagen concreta que es la que normalmente se asocia a
los paraísos fiscales: las islas paradisíacas situadas en el Caribe, como las
Bahamas o las Caimán, que ofrecen como nadie esa mezcla de palmeras y secreto
bancario. Pero acabamos de decir que las palabras que triunfan vienen en gran
parte determinadas por quién corta el bacalao, y también es así con el concepto
de paraíso fiscal, que invisibiliza una serie de realidades y aporta una serie
de connotaciones.**
Me
surgen varias cuestiones al hilo de la explicación. La primera es cómo
traduciría Hobbes la expresión "cortar el bacalao", pero lo dejaremos
para otra ocasión. La segunda es ¿por qué considera Sanz "universal"
su visión del Paraíso con "palmeras"? ¿Y Suiza? Las palmera no son reales sino simbólicas. Nos movemos en el terreno de las metáforas más que en el de las postales.
En contraposición a la idea de
"paraíso", escribe, se encuentra la de "infierno fiscal",
que, aunque señala no está bien definida,
concreta en la siguiente fórmula: "[...] son infiernos fiscales aquellos
Estados que mantienen el nivel de impuestos necesario para financiar los
servicios públicos y protección social demandados por la ciudadanía."** El
asunto suscita todavía más dudas que un "paraíso" con palmeras y
secreto bancario.
Como en
toda teoría, en la de Sanz, subyacen varios presupuestos, que es la parte
invisible o natural, la que uno no se
cuestiona porque están tan metido en ella como el pez en el agua. La teoría subyacente
es la siguiente: el mundo es inglés.
Frente a la tesis de que la lengua en la que Dios se dirigió al Hombre, porque
era la suya, fue el hebreo, la nueva tesis dice que fue el inglés. Al principio fue el inglés y todo lo
demás es traducción o copia imperfecta. Yes,
Sir. Esto tiene un cierto sentido histórico: el predominio anglosajón en la
teórica económica clásica y los debates a los que llevó a los demás, obligándolos
a rebatirlos o a seguirlos, pero siempre a tenerlos en mente. Esto tiene algo
que ver con lo del bacalao, a lo que se refería Sanz. También nos permite
entender porque países como España, Francia o Italia, ver un
"paraíso" mientras que los anglosajones y germanos ("Steuerparadis")
ver un "refugio".
La
elección de "paraíso fiscal" como término, no solo revela que seamos
malos traductores de la lengua original del mundo, sino que tenemos un concepto
diferente, subyacente, de la realidad que se describe. Lo esencial del
"paraíso" no es que haya palmeras o se pueda estar tumbado en una playa,
sino que te han expulsado de él. Están los paraísos
perdidos, los lugares sin pecado.
En cambio, el término inglés "refugio fiscal" no implica "expulsión",
sino, al contrario, "acogida". De donde te han expulsado es del
"infierno", es decir, de tu propia casa a base de impuestos.
La idea
de Sanz es que ni "paraíso" ni "refugio" reflejan correctamente el papel real que estos
espacios juegan en la economía actual. Cita a Strauss-Khan, quien señaló —en su
etapa ministerial— que la mitad de las operaciones de comercio mundial pasaban
por los paraísos fiscales. "Sería necesario usar otra palabra que
expresara la nueva realidad que suponen los muy mal llamados paraísos fiscales,
o limitarnos a describirlos"**, concluye Sanz. Este problema es relativo,
pues ocurre con muchos términos que no han de ser tomados ni literalmente ni
con las asociaciones que puedan despertar en unos o en otros. Para unos la
expulsión del paraíso supuso una condena;
para otros una oportunidad. No es
fácil volver para atrás en la historia de las palabras.
En el
fondo, no es el dinero al que vemos tumbado en una playa, con cocoteros y una
copa con bebida verde y con sombrillita de papel, sino a nosotros mismos. El
paraíso es un sitio donde no se trabaja;
lo dice la Biblia. La expresión "pon tu dinero a trabajar", que
escuchamos en ocasiones, o "que no esté ocioso tu dinero". etc., nos
revelan esa relación religiosa entre "trabajo" y "pecado",
entre "ocio" y "paraíso". El trabajo puede ser visto como
una maldición o como un mandato, como una vía de sufrimiento o como una vía de
redención. El pan, el sudor de la frente y todo eso.
Solo
desde una perspectiva teórica determinada es posible concebir como "infierno
fiscal" un lugar en el que se mantienen los servicios públicos que
demandan los ciudadanos. La idea de "refugio fiscal" es una idea en
la que el mal, precisamente, está en casa, es de lo que huyes. Un refugio es un
lugar en el que uno consigue amparo ante la inclemencia o la persecución.
Cuando a uno le persigue, se refugia. Por el contrario, del paraíso se es
expulsado. Existe el "evasor fiscal", no el "exiliado fiscal",
aunque también lo han usado algunos como defensa de su espantá.
Desde la
perspectiva neoliberal (y esto sí que tiene que ver con quién corta el bacalao), que ve en los impuestos el infierno, lo suyo sería traducir el
"tax haven" como "casa de
acogida fiscal", ya que se ve a los que mandan su dinero al extranjero
como sufridores de maltrato económico doméstico. Desde el punto de
vista de Depardieu, Francia es un infierno,
Rusia un paraíso o refugio, y él una víctima. El cantante Johnny Hallyday, por ejemplo, ha elegido la
próxima Suiza como su propio "paraíso" para huir del "infierno
fiscal" francés creado por Hollande. Suiza no tiene muchas palmeras,
aunque no hay nada que no se pueda conseguir con dinero.
Dice
Sanz, con razón, que ve un contrasentido en asociar un término positivo
"paraíso" con una actividad negativa, la evasión fiscal. Sin embargo,
no ve contradicción en asociar un elemento negativo, el "infierno",
con las satisfacción de las necesidades de los ciudadanos a través de los
impuestos, que queda en cambio "demonizada". ¿Por qué los impuestos
son el infierno y la evasión el paraíso? Como dijo Adán, el gobierno es el problema. No hay
economía sin teología.
Quizá
la idea de "paraíso" no tenga que ver con las palmeras sino con la
ausencia de reglas —un espacio
desregulado—, que son las que se imponen en casa para tontos y pecadores. En
el paraíso solo había una norma, como nos han contado: haz lo que quieras, pero no te pases de listo, que no otra cosa era
comer del "Árbol del bien y del mal" o "del conocimiento".
Se sigue manteniendo. Dios creó el mundo y después laissez faire.
*
"¿De dónde viene el término paraíso fiscal?" ABC 11/08/2013
http://www.abc.es/economia/20130811/abci-termino-paraiso-fiscal-201308091848.html
**
Rafael Sanz "Aclarando conceptos: *paraísos fiscales" 13/01/2010
http://indvbio.wordpress.com/2010/01/13/paraisosfiscales/
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