Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Mientras
se celebran los actos en conmemoración del pacifista Martin Luther King, con el
presidente Obama al frente, se prepara una intervención militar de
incalculables consecuencias y que los regímenes opositores a su realización califican
como catastróficas (Rusia e Irán). A
veces el calendario nos juega malas
pasadas y el tantas veces citado estos días "sueño" del doctor King
puede verse convertido en pesadilla.
¿Se ha
metido Barack Obama en un callejón sin salida él solo? Todo parece indicar que
sí. La política exterior norteamericana parece errática, mal asesorada o ambas
cosas. Quizá sea la idea de que la política internacional es un "solitario"
y no un juego con otros participantes que pueden responder y tener sus propias
estrategias. El sueño de que una vez caída la Unión Soviética se produciría el
imperio americano es cada vez más complicado de sostener en teoría y en la
práctica.
El caso
reciente de Egipto —sirva de ejemplo—, con una intensa oleada de rechazo
popular a sus políticas, hace ver que las estrategias no son las más adecuadas,
que no suma aliados en la zona, sino que los
pierde. Ya señalamos hace unos días que entre las reivindicaciones de
Tamarod, desencadenante de la caída de Morsi, estaba la cancelación de la ayuda
americana a Egipto. Hoy los líderes del movimiento social piden que se cierre
en Canal de Suez a todo barco con material militar que vaya a intervenir en
Siria. No es probable que esto ocurra, pero lo importante es la nueva oleada de
rechazos y cómo Al Asad los aprovechará, volviendo a su favor lo que siempre ha
tenido en contra. El antiamericanismo que se vive en Egipto por el apoyo a
Mubarak primero y a Morsi después se desvía hacia este tipo de peticiones alimentadas
por la idea de la conspiración
estadounidense en la zona, ya bastante viva.
El
rechazo que en casi todas partes del mundo suscita la figura de Basar Al Asad —Chávez
le tenía tanto cariño como a Gadafi, como buen estadounidense— puede modificarse
al ponerlo en el punto de mira norteamericano. En efecto, parece que nada
limpia más una trayectoria oscura que el hecho de que Estados Unidos te
convierta en su enemigo. El antiamericanismo vende. Puede parecer pueril, pero
lo que no había ocurrido hasta el momento —manifestaciones a favor del régimen
sirio— sucede ahora, y se convierten en manifestaciones de apoyo ante una
posible intervención estadounidense.
Este
antiamericanismo explica que, por ejemplo, en febrero se celebrara en Paris una
marcha "anti imperialista" y anti globalización" organizada por miembros
de la extrema derecha gala en la que se lucían pancartas con los ídolos de este
extraña y paradójica manifestación. Los héroes de las pancartas eran una mezcla
explosiva: Draza Mihailovic (monárquico y anticomunista, nacionalista serbio), Alexander
Lukashenko (dictatorial presidente de Bielorrusia y admirador de Stalin), Vladimir
Putin, el fallecido Hugo Chávez y, no podía faltar, Basar Al Asad. Aunque se le
pueda quitar importancia a la manifestación, no lo son tanto las uniones que se
establecen en las mentes de algunos. Que sea la ultraderecha francesa la que
llevaba esas pancartas no deja de ser una ironía reveladora.
Pero más
allá de la anécdota de la manifestación parisina, la intervención suscitará
rechazos por otro motivos. El estar en contra de una intervención en Siria no
convierte a los opositores en seguidores
de Al Asad, evidentemente, aunque a veces los sentimientos en este sentido
sean pueriles y comiencen a convertirle en un héroe solo por ser atacado por
Estados Unidos, algo que no es nuevo como hemos visto.
El
haber puesto en marcha una operación, con aliados incluidos, sin haber esperado
los informes de los investigadores de las Naciones Unidas no ha sido una
maniobra demasiado inteligente, transmitiendo la sensación —que puede ser
cierta— de que no importan los
mecanismos internacionales, algo que no constituye un buen ejemplo que, se supone, es el objetivo de la intervención. El hecho de que se siga el
"procedimiento", en cambio, es esencial para muchos otros países que
se niegan a actuar o respaldar la acción sin el aval legal de la ONU. Volvemos
a las viejas discusiones sobre los fundamentos del orden internacional.
El plante
parlamentario que ha tenido David Cameron es una muestra de lo que puede
ocurrir. Ed Miliband, el líder del Partido Laborista británico, ha sido
contundente en su aviso de bloqueo de cualquier iniciativa que no pasee por el
parlamento y se verá mañana allí. Otros países han manifestado su rechazo, con
distintos grados de contundencia, ante una intervención sin respaldo de la ONU.
Esa debería ser también una "línea roja" y lo es para muchos, sin que
signifique la justificación de un régimen deleznable que actúa con impunidad tras el amparo de Rusia y
China, que son quienes se convierten en responsables morales de lo que haga su protegido por los vetos. La política de
vetos no soluciona ningún problema y se convierte en una forma de impunidad
internacional, como ocurre con el caso de Israel, bajo la protección en este
caso de los Estados Unidos. El problema sigue ahí, enquistado, y sin soluciones
a la vista. Los protegidos acaban
creyéndose inmunes a las sanciones y no buscan soluciones, seguros como están
de sus padrinos protectores ¿Para qué
negociar si puedes hacer lo que quieras sin riesgos?
Lo
dijimos ayer: cualquier iniciativa que no sirva para mitigar el sufrimiento,
que no vaya hacia el cese de la violencia, no es solución. Bombardear Siria
para que Al Asad y otros sepan que no pueden utilizar armas
químicas es un argumento pobre y moralmente discutible en función del dolor y
consecuencias de otro orden que pueda causar. Las acciones no son elementos aislados,
sino piedras en un estanque. Las ondas se esparcen en todas direcciones hasta
llegar a la orilla, que en la Historia no se sabe muy bien dónde se encuentran
ni cuándo acaban.
La
intervención militar en Libia —sin pisar el suelo, según el mandato— tenía un sentido estratégico:
proteger desde el aire el avance de los rebeldes desde el este hacia Trípoli y
destruir las defensas para permitirles avanzar. Aunque oficialmente era una
operación de defensa de la población, no se le ocultó a nadie que el objetivo era la
eliminación de Gadafi, algo que todo el mundo entendió, incluido el propio
Gadafi que se había reído de la resolución.
Pero la intervención ahora —de dos o tres días, se nos dice, como si fuera una reserva de hotel— no tiene como objetivo, en las propias
palabras de Obama, el derrocamiento de Al Asad, por lo que no tiene ningún
sentido para la parte del pueblo sirio que quiere verle fuera y tranquiliza bastante a
los que quieren que siga dentro. El único argumento esgrimido es el del
"aviso" a Al Asad y a otros sobre el uso de armas químicas, lo que
convierte la operación en castigo, por un lado, y en preventiva por otro. Si el régimen de Al Asad estuviera pronto a caer, el castigo no tendría sentido; y si, por el contrario, estuviera avanzando en sus objetivos, sería una temeridad hacerlo por las represalias posteriores, imprevisibles. ¿Cuál es la situación real? ¿No hay alternativas? ¿Cómo se ha llegado hasta aquí?
El 27
de junio de 2011, la prensa internacional daba la noticia de la emisión de una
orden de detención de la Corte Penal Internacional de La Haya contra Muamar El Gadafi,
su hijo Saif al Islam y su cuñado, Abdulá al Senusi, responsable de la
inteligencia militar:
En una vista pública, los jueces de la Sala
Preliminar explicaron que la Fiscalía ha presentado suficientes pruebas (cerca
de 1.200 documentos) como para emitir la orden de detención contra Gadafi y su
entorno más cercano, acusados de crímenes de lesa humanidad presuntamente
cometidos en Libia a partir del pasado febrero durante las revueltas en ese país
magrebí.
La jueza que preside la sala, Sanji
Mmasenono, indicó que el arresto de los tres dirigentes libios "es
necesario", entre otras cosas, "para evitar que se sigan cometiendo
los crímenes".
En la lectura de la decisión, la jueza
especificó que "hay base suficiente" para creer que Gadafi y su hijo
cometieron asesinatos y persecuciones, entendidos como crímenes de lesa
humanidad, "especialmente en Trípoli, Bengasi y Misrata", entre el
"15 de febrero de 2011 y al menos el 28 de febrero de 2011".*
En
estos días, la Corte Internacional está reclamando al hijo de Gadafi, detenido
en Libia, para poder juzgarlo. En Libia quieran, por el contrario, hacerlo allí.
En
2011, en plena crisis de levantamientos de países árabes, Madeleine Albright, la que fuera
embajadora en la ONU y posteriormente Secretaria de Estado en el segundo
Gobierno de Bill Clinton, publicó en Financial
Times un artículo firmado junto a Marwan Muasher, vicepresidente de la
Fundación Carnegie y ex primer ministro de Jordania, con el título: " Assad
deserves a swift trip to The Hague"**. El artículo comenzaba señalando el
contraste entre el tratamiento dado a Gadafi y a Al Asad:
It is time for the international community to take
a stand against Syria’s use of violence against its citizens. On Monday the
International Criminal Court in The Hague issued arrest warrants for Muammer
Gaddafi and two of his closest lieutenants for alleged crimes against humanity.
The United Nations Security Council should now direct the ICC to investigate
whether Syrian president Bashar al-Assad is guilty of crimes against humanity.
The charge: using lethal violence to repress peaceful demonstrations in support
of democratic rule. The Arab League should also assume the same principled
position on Syria that it took on Libya.**
Del "uso de violencia letal" contra su pueblo
hemos pasado, muchos miles de muertos después, al uso de armas químicas, la
famosa línea roja, que establece
muertos de primera y de segunda, los permisibles y los imperdonables, los
muertos propios y la probabilidad de otros más allá de las fronteras. El
llamamiento a la "comunidad internacional", como sabemos dos años
después, no sirvió de mucho. Al Asad acabó convirtiendo en guerra civil en toda
regla el levantamiento inicial, polarizando al país y convirtiéndolo en la
violenta punta del iceberg de las relaciones soterradas en el mundo islámico y
en la zona. La práctica unanimidad contra Gadafi, un outsider, no se vio
reproducida en el caso de Al Asad, con otro tipo de apoyos y negocios. Aquí no
se trataba de los intereses del "petróleo", como les gusta a algunos
simplificar para explicarlo todo, sino de relaciones muchos más complicadas a
varias bandas. La apelación directa de los autores del artículo a la Liga Árabe
no era casual. Continuaban señalando en el artículo:
Sanctions and verbal condemnations have failed
to halt the machinery of repression. Mr Assad appears to believe that, like his
father, he can act with impunity in denying his people’s right to organise
politically and to petition peacefully for change. For several reasons, many
understandable, the international community is not taking the same stance
towards Syria as it did towards Libya. Now, however, it should make clear to
Damascus that brutal repression has serious consequences.**
Es en ese "several reasons, many understandable"
en donde radicaba y radica la clave de la situación actual, pues son aquellas
razones las que han debido de pesar para que Al Asad no haya sido denunciado
ante la Corte Penal Internacional y la situación siria se haya mantenido estancada internacionalmente mienytras crecía la violencia.
At present, the international criminal justice
system is the best available way of confronting Syria. As a cornerstone of this
system, the ICC has already shown the ability to influence official behaviour,
both on the part of those who are subject to investigation or indictment, and
on the part of other leaders who must decide whether to engage with or isolate
leaders under scrutiny. A serious attempt now to direct the judicial panel’s
attention to the situation in Syria could cause the government in Damascus to
think with greater depth about its interests and, as a result, possibly change
course, sparing many lives.**
Lo que
se planteaba en 2011 y que no fue posible entonces, tampoco lo ha sido ahora.
Los mecanismos de veto aplicados por Rusia, especialmente, de nuevo han
frustrado los intentos de advertir a Al Assad de las consecuencias ya
personalizadas de sus actuaciones. En enero de este mismo año, 2013, Philippe
Sands, en The Guardian, volvía a plantear
la cuestión de la Corte Penal Internacional de La Haya:
Against the background of mounting bloodshed
and terror, Switzerland has asked the UN security council to refer the
situation in Syria to the International criminal court. The aim is to send out
an unequivocal message to all parties "to fully respect international
human rights and humanitarian law", a warning that would have "an important
dissuasive effect".
The request is supported by more than 50
countries from every part of the world, including several countries with
firsthand experience of systematic human rights abuses and impunity, like Chile
and Libya. Britain and France support the initiative, but have not so far been
joined by the three other permanent members of the security council. The
Russian foreign ministry objects on the grounds that the initiative is
"untimely", and will be "counterproductive" in achieving
the immediate goal of ending the bloodshed. China and the United States remain silent.***
El
silencio de la tres grandes potencias mundiales tiene sentidos distintos y cada
uno revela sus propios intereses. El silencio de todos ellos —por razones
distintas— ha permitido que, finalmente, lo que se quería evitar, ocurra. Es la
ley de ocurrencia de lo imposible: lo
que hacemos para evitar que algo ocurra, lo acaba produciendo. Philippe Sands señalaba
que aunque la Corte de la Haya tiene sus limitaciones, la simple remisión
habría supuesto un serio aviso para Al Asad y, en especial, habría señalado a
Siria que el apoyo de Rusia tenía sus límites. Pero Rusia no solo no lo ha
hecho sino que ha abierto una línea de negocios, como ocurre con China,
beneficiada igualmente con ese mercado.
En
junio The Financial Times entrevistaba al viceministro sirio de Economía, que se
mostraba muy confiado y desafiante:
Irán, Rusia y China están apuntalando la
economía de Siria, perjudicada por la guerra, con el régimen de Bashar
al-Assad haciendo todos sus negocios en
riales, rublos y yuanes.
Los tres principales aliados de Siria están
apoyando las transacciones financieras internacionales, entregando US$500
millones al mes en petróleo y extendiendo líneas de crédito, dijo el vice
primer ministro de Economía, Kadri Jamil, en entrevista con Financial Times. Él agregó que sus
aliados pronto ayudarían con una “contra ofensiva” contra lo que llamó un
complot internacional para hundir la libra siria.
Los combativos comentarios de Jamil sobre la
profunda crisis económica siria destacan una visión más amplia de garantía del
régimen basado en los últimos avances militares y la creencia de que sus
mayores partidarios internacionales los están sosteniendo sólidamente. “No es
tan malo tener detrás a los rusos, los chinos y los iraníes,“ dijo Jamil al FT.
“Esos tres países nos están ayudando en lo político, militar y también en lo
económico”.****
Ahora,
los que están detrás y los que tendrá al frente abren un nuevo escenario, más
amplio del conflicto cuyos intereses son cada vez más complejos. Mientras Al Asad
se sienta protegido por sus apoyos, seguirá adelante porque no tiene mucho que
perder, como le ocurrió a Gadafi. Ahora el conflicto sirio es difícilmente
controlable, por lo que requiere medidas tendentes a no agravarlo y encaminadas
a una solución que reduzca el riesgo y que no lo aumente al extenderlo. Desgraciadamente, ese parece ser el camino elegido. No sabemos qué solución es la buena, ni si hay solución más allá de la solución final, la del exterminio del rival en el conflicto. La extraña mezcla de intereses entrecruzados tampoco permite hacer una clara evaluación de los riesgos reales. Lo único cierto es que se ha retrocedido en cuestión de relaciones internacionales desautorizando o volviendo ineficaces las instituciones creadas para evitar esto precisamente; que Rusia y Estados Unidos, como potencias mundiales, se encuentran en una situación que no resuelve nada; y finalmente que China no ha asimilado los compromisos que su posición de potencia emergente conlleva.
Mal
momento para recordar los sueños de un pacifista o quizá los más adecuados. Además de recordarlos y celebrarlos, deberíamos de tratar de hacerlos realidad. El sueño de paz debería ser para todos.
*
"El Tribunal Penal Internacional ordena el arresto de Gadafi, su hijo y su
cuñado" El Mundo 27/06/2011 http://www.elmundo.es/elmundo/2011/06/27/internacional/1309168108.html
**
Madeleine Albright and Marwan Muasher "Assad deserves a swift trip to The
Hague" 20/06/2011
http://www.ft.com/cms/s/0/e591a260-a1bb-11e0-b9f9-00144feabdc0.html#axzz2dLdYL46d
*** "Referring Syria to the international criminal court is a justified gamble" 16/01/2013 http://www.theguardian.com/commentisfree/2013/jan/16/syria-international-criminal-court-justified-gamble
**** "Irán, Rusia y China estarían apoyando al gobierno de Al-Assad en
Siria" Pulso / FT 28/06/2013
http://www.pulso.cl/noticia/portada/ft/2013/06/22-25275-9-iran-rusia-y-china-estarian-apoyando-al-gobierno-de-alassad-en-siria.shtml. [texto original Financial Times 27/06/2013:
http://www.ft.com/intl/cms/s/0/79eca81c-df48-11e2-a9f4-00144feab7de.html#axzz2dLdYL46d
]
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