Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Erdogan
está lanzado. El primer ministro turco acumula conflictos cuya consecuencia más
evidente —lo señalan con insistencia muchos medios— será la perdida de
posibilidades para ser que Estambul sea la sede de los Juegos Olímpicos, algo
que se verá en unos pocos días.
Me
imagino que lo que está ocurriendo en la Rusia de Putin con los próximos Juegos
Olímpicos de Invierno, con la Ley anti gay y demás medidas discriminadoras,
también estará pesando en el ánimo de los que tengan que tomar la decisión
final entre las tres ciudades en liza, Estambul, Tokio y Madrid.
La ola
de protestas y llamadas al boicot internacional a Rusia se han visto agravadas
hoy por los avisos de las asociaciones de Derechos Humanos de que se acaban de aprobar leyes restrictivas
para evitar que se puedan producir manifestaciones en las zonas de los Juegos.
El olimpismo deja de ser una fiesta de convivencia y convierte el espacio en el
que tiene lugar en una especie de zona carcelaria para evitar que nadie se
manifieste.
El autoritarismo
de Putin convierte lo que debe ser un festejo universal del deporte y la
convivencia en un triste escenario de amenazas y restricciones. Amnistía Internacional
en Rusia ha denunciado la pérdida de Derechos de los ciudadanos que vivan en
las zonas olímpicas. Putin se ha justificado en alarmas terroristas, pero una
cosa es la seguridad y otra el recorte de derechos. El argumento de la
seguridad empieza a estar muy manido.
Las
alarmas respecto a la candidatura de Estambul para los Juegos están sonando también
por la actitud de Erdogan. La reciente aprobación de una legislación para
evitar las manifestaciones, cantos, etc., de tipo político en los estadios de
fútbol pretende silenciar las crecientes protestas contra sus maneras en
Turquía. Pero Erdogan va más allá de las protestas circunstanciales.
El
diario El Mundo recogía ayer, bajo el
sugerente título "Sueño olímpico de sexos separados", algunas ideas
de Erdogan:
El primer ministro de Turquía sigue
empecinado en obtener para Estambul la candidatura de los Juegos Olímpicos
2020. Pero, al mismo tiempo, quiere imponer el pudor que sus creencias
religiosas dictan en todas las esferas sociales, también en la deportiva. Así,
acaba de prometer a los ciudadanos de Rize, ciudad norteña y cuna del líder
político, la construcción de dos piscinas aptas para las competiciones
olímpicas: una para hombres y otra para mujeres.
"A partir de ahora aquí no habrá sólo
fútbol", arrancó Recep Tayyip Erdogan, el domingo pasado, ante una
muchedumbre enfervorecida. "Si Dios quiere, habrá baloncesto, canoa y
natación", prosiguió el 'premier' turco, luciendo la bufanda del Rizespor,
equipo de fútbol recién ascendido a la primera liga nacional. Paradójicamente,
el Gobierno acaba de prohibir los eslóganes políticos en las gradas de los
estadios a fin de evitar la politización e ideologización del deporte, según
sus promotores.
El jefe de Gabinete, del islámico Partido
para la Justicia y el Desarrollo (AKP), remató su discurso dominical con una
promesa insólita. "Construiremos una piscina para mujeres y otra para
hombres. Y, de esta manera, la juventud de Rize se alejará de las malas costumbres",
anunció pomposo. Esta última frase tiene su precedente en marzo pasado, cuando
Erdogan justificó la nueva y restrictiva ley sobre el alcohol asegurando:
"No queremos una juventud que se pille cogorzas diariamente".*
Puede
que Dios quiera que haya "baloncesto, canoa y natación" en su pueblo,
pero tengo mis dudas sobre que quiera dos piscinas para mantener a la gente
alejada unos de otros. La sociedad perfecta
que los islamistas, estén donde estén, tienen en mente acaba saliendo a flote.
El sueño de piscinas separadas encaja en esa perfección puritana a la que los
demás se deben plegar porque están poseídos por la verdad y siempre tienen el "voto
de calidad" divino. En el caso de que las piscinas separadas crearan problemas, como muestra una caricatura turca de Erdogan, podrían ser sustituidas por refrescantes manguerazos en calles y plazas. Ya les ha dicho a sus ciudadanos que no consentirá que sus plazas se conviertan en versiones de Tahrir. Y hace lo posible por que así sea.
La
posibilidad de unos Juegos Olímpicos en un territorio autoritario y excluyente,
segregado, con limitaciones a la
convivencia de las personas, incluso en el agua, estará asustando al Comité
Olímpico. La contestación de la propia sociedad turca, poco a poco tomada por
el islamismo, irá creciendo y se alimentará con ejemplos como los de Egipto o
Túnez, los lugares en los que han plantado cara a la fórmula islamista.
En
Egipto, el ánimo anti Erdogan se ha disparado por su apoyo expreso al gobierno
de Mursi y los distintos movimientos que ha realizado para el regreso del ex
presidente al poder. Nadie ha ido más allá de Erdogan en su furia contra el
derrocamiento de su presidente gemelo. Esto ha creado un intenso sentimiento
popular de rechazo centrados en el primer ministro turco. El diario Egypt Independent recoge los problemas
empresariales desatados en ambos países por las críticas y ataques turcos al
proceso abierto en Egipto:
The Egyptian-Turkish Business Council said
Turkish businessmen with businesses in Egypt will pressure the Turkish
government to take less stringent stances against Egypt and consider their
common economic interests with Egypt.
Ties between Cairo and Ankara have deteriorated
since the ousting of ex-President Mohamed Morsy by armed forces in July
following mass rallies. Turkey is a main opponent of Morsy’s ouster. The two
countries summoned their ambassadors after a media war between their officials.
They also canceled joint naval training that was slated for October.**
Más allá de la llamada oficial a los embajadores o de las
suspensiones de actividades conjuntas, a muchos egipcios no les ha sentado bien
ver la manifestaciones organizadas en las dos principales ciudades turcas,
Estambul y Ankara, a favor de los islamistas, orquestadas por el partido de
Erdogan, compañero de viaje del islamista Partido de la Justicia y la Libertad egipcio.
Con Morsi fuera de juego y Túnez en retirada, Erdogan no solo ataca allí donde
el islamismo entra en crisis, sino que se siente en la obligación de asumir el
liderazgo conjunto, algo que no ha servido de nada, en todo caso para empeorar,
como casi la mayor parte de los exabruptos que lanza.
El medio oficial egipcio Al-Ahram es mucho más explícito en
la manifestación del rechazo social. Acusa a Turquía de haberse dedicado a
difundir las versiones de los acontecimiento de Al-Jazeera y la CNN —con mala
imagen hoy por lo que entienden como apoyo explícito al gobierno de Mursi y la
Hermandad— y a organizar manifestaciones en sus ciudades, además del hecho —mucho
más grave, dicen— de insultar al Ejército. Los últimos ataques se han dirigido contra el Gran Mufti de Egipto y el Imam del Al-Azhar, dos personalidades que representan instituciones esenciales en la vida pública de Egipto y del mundo islámico, algo que no le perdonarán fácilmente los egipcios.
Señalan en Al-Ahram:
As a result, the Egyptian people have begun to
air their anger at Ankara, having already begun to question Turkish Prime
Minister Recep Tayyip Erdogan’s democratic credentials when he unleashed a
police crackdown against peaceful environmental rights protesters in Istanbul’s
Gezi Park earlier this year.
However, they could never have imagined that
Erdogan would be arrogant enough to cast himself as an Ottoman caliph wearing a
Western suit and tie. But Erdogan has set his government and its media squarely
against the will of the Egyptian people, as voiced in the revolutionary waves
of the 30 June Revolution, and this has opened their eyes to the true character
of the government in Ankara.
The admiration that many Egyptians felt for the
beautiful expanses of Anatolia and the elegance of its cities until just a
month and a half ago has now turned into something akin to revulsion. The anger
has homed in on a single person, Erdogan, but it has also been expressed by the
Egyptian public’s switching off the Turkish television serials that it was once
addicted to and increasingly boycotting products made in Turkey.***
En esta ejemplar pieza de retórica oficial, se recuerdan
amores y se confirman odios centrados, como se puede apreciar, en la figura de
Erdogan al que se llama sin tapujos "califa otomano". Basta con
recordar hasta dónde llegó el imperio otomano para entender que el retrato va
al fondo de las heridas históricas.
La guerra de boicots comerciales y mediáticos ha comenzado.
Si los egipcios, en su irritación, han comenzado a prescindir de las series
turcas, el nivel de tensión es elevado, dada la pasión televisiva de los
egipcios y el esfuerzo de desengancharse a los culebrones.
Son demasiados frentes los que tiene abiertos Recep Tayyip
Erdogan para llegar a conseguir su objetivo olímpico, que siempre va emparejado al
reconocimiento internacional. El olimpismo es una mezcla de negocio, sudor y
sonrisas para el que este mal clima
no es bueno. No solo porque te pueda granjear enemigos en las votaciones
decisivas, sino porque se resiente el negocio conjunto ante las perspectivas de
lo que pueda ocurrir que enturbie el desarrollo de los Juegos.
El Olimpismo se enfrenta a varios retos serios con sus
próximas convocatorias: Rusia los de invierno y los de Río de Janeiro. Pero la
cuestión no es tanto la "protesta" como el sentido de las protestas.
Lo que Putin hará en Rusia, anulación de derechos civiles de los ciudadanos, va
más allá de una conflictiva situación económica en un momento dado. Lo de
Erdogan tampoco tiene nada que ver con la situación económica, sino con una
mente sectaria y autoritaria. Las prohibiciones de manifestaciones o la forma
de tratarlas cuando se producen así lo muestran, como los periodistas
encarcelados, de los que Turquía tiene el récord.
Su deseo de hacer piscinas separadas y de mantener alejada a
la gente de las "malas costumbres", como él dice, pasan por su
definición de lo que son las "buenas costumbres", las únicas
posibles. Ya ha tomado medidas en los últimos tiempos, cuando se siente más seguro, contra el alcohol o la segregación en otros ámbitos, de lo que ha dado cuenta la prensa turca con regularidad. El temor ahora es que Erdogan comience a tomar medidas para que la "realidad"
se asemeje lo más posible a su visión de lo que es el "orden"
perfecto, incluidas las piscinas pecaminosas, de cara a evitar que exista contestación aprovechando el marco olímpico, como Rusia, y vaya más allá en cumplimiento de su ideario islamista sobre lo permisible.
No sé si Recep Tayyip Erdogan estará en el poder cuando se
celebren las Olimpiadas que hoy se debaten, pero lo importante es que él se
imagina que sí. Quizá los turcos opinen otra cosa y hayan dirigido sus vidas
hacia caminos menos restrictivos para ellos y más amigables para con los demás;
quizá no tengan ya un dirigente que vive en estado constante de amenaza en
cuanto que se le lleva la contraria dentro y fuera del país; un dirigente que echa
la culpa de todo lo que allí ocurre a Internet, los medios o las conspiraciones
que se tejen en contra de su visión de la sociedad perfecta.
El diario El Mundo
termina su información sobre las aplaudidas piscinas
separadas señalando que es una "medida sin precedentes" en el
camino turco a la perfección:
Sin embargo, la separación
acuática de sexos sí ha visto otros experimentos similares. En las playas de
Kocaeli, bañada por el mar de Mármara, el ayuntamiento colocó tablones de
madera para delimitar una zona para el ocio femenino y otra para el masculino.
La polémica desatada acabó cuando un temporal derribó la instalación municipal.
En Sariyer, Estambul, la playa de Altinkum ofrece un rincón donde, previo pago,
las mujeres pueden disfrutar del sol o darse un baño lejos de las miradas del
sexo opuesto.*
Puede que, de aquí a las Olimpiadas en liza, le llegue a Erdogan
un temporal que, como ocurrió en la ciudad de Kocaeli, barra las separaciones
playeras y sus equivalentes en otros ámbitos sociales de la vida turca. El
sueño de las piscinas separadas, de un mundo segregado, no es bueno en sí mismo
por más que sea el ideal de Erdogan y los que piensa como él.
La trampa rusa en
la que se ha metido el olimpismo, presionado cada vez más por las organizaciones
de Derechos para que se boicoteen los Juegos de invierno, muestran que los
criterios electivos deben ser otros para el futuro y que no se deben apoyar celebraciones
allí donde no se cumplan ciertos requisitos que pueden agravar la situación de
las personas —restricción de derechos— antes que mejorarla.
Habría que modificar el famoso lema del olimpismo, "lo
importante es participar" y convertirlo en "lo importante es no discriminar"
ni por sexo ni por sexualidad, ni por ambas cosas. La idea de que el deporte rompía barreras, traía el progreso, la modernización, etc., se ha transformado en la triste realidad del deporte quebrando derechos o imponiendo voluntades. Y no debe ser así.
En unos días veremos el resultado.
* "Sueño olímpico de sexos separados" El Mundo
26/08/2013
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/08/26/internacional/1377524402.html
**
"Businessmen pressure Turkey to shift Egypt stance" Egypt Independent
26/08/2013
http://www.egyptindependent.com/news/businessmen-pressure-turkey-shift-egypt-stance
***
"Turning against Turkey" Al-Ahram Weekly 21/08/2013
http://weekly.ahram.org.eg/News/3802/17/Turning-against-Turkey.aspx
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