Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Leo en
uno de los blogs de Le Monde* una información sobre una fotografía que dio la
vuelta al mundo hace unos años. Se trata de la famosa foto mostrando el llanto
desconsolado del Jefe Raoni ante el avance de los destrozos del medio ambiente
en la Amazonía brasileña.
Como en
muchos otros espacios informativos, pudimos leer entonces en el blog del
periodista, geógrafo y naturalista —según su propia descripción— César-Javier
Palacios en "20 minutos":
El jefe Raoni no pudo aguantar las lágrimas cuando se
enteró de que la presidenta brasileña Dilma Rousseff ha
autorizado el inicio de la construcción de la polémica central hidroeléctrica
de Belo Monte, incluso después de que decenas de miles de cartas y
correos electrónicos dirigidos a ella, así como más de 600.000 firmas, le
pidieran el abandono del proyecto. Esta decisión supone la sentencia de
muerte de los pueblos indígenas del río Xingu y de una naturaleza
única.
El embalse de Belo Monte será la
tercera presa más grande del mundo. Inundará 400.000 hectáreas de selva
amazónica, expulsará del territorio a 40.000 personas y destruirá hábitats
naturales extremadamente valiosos para la biodiversidad. Todo para producir
electricidad a un alto coste social, económico y ambiental, en
lugar de apostar por alternativas como mejorar la eficiencia energética del
país. Para colmo de males, su construcción duplicará la población regional en
al menos 85.000 personas más que llegarán buscando trabajo, provocando aún más
presión sobre la tierra y los bosques circundantes.
Estas son noticias terribles que nadie
cuenta pues a nadie parece importarle las lágrimas de un indígena.**
El bien intencionado Palacios aceptó las lágrimas del Jefe
Raoni como verdaderas, lagrimas de dolor convertidas en el eje comunicativo. La
verdad es que ese "nadie cuenta" no hace justicia a todos los que,
como él, creyeron que las lágrimas derramadas eran por la terrible situación
descrita. Sí, Dilma era mala.
Hoy, Le Monde nos señala que la foto es "falsa" o,
por decirlo mejor, está desajustada
respecto al acontecimiento que refleja. Más claramente: el jefe Raoni no
lloraba por la presa y sus consecuencias; lloraba por otra cosa. Fue una manipulación informativa
aprovechando una foto previa, de varios años a trás.
En su blog de Le
Monde, Eco(lo), Audrey Garrick está
realizando una serie que recoge unas cuantas falsificaciones o engaños sobre
cuestiones relacionados con temas ecológicos, entre las que se encuentra esta,
desvelada un año después de que saliera a la luz.
Alors, d'où vient cette fameuse photo ? Elle
a en fait été prise par Magna Oliveira da Silva, une professeure d'histoire de
42 ans qui vit et travaille dans la ville de Sao José do Xingu, une
municipalité de l'Etat du Mato Grosso – où se trouvent les territoires ancestraux
des Kayapo, la tribu de Raoni. La ville de Sao José est en outre située sur le
fleuve Xingu, sur lequel doit être construit le barrage de Belo Monte.
En novembre 2009, cette
défenseure des cultures indigènes a assisté dans le village de Piaraçu, tout près
de Sao José do Xingu, à un rassemblement d'Indiens contre le barrage de Belo
Monte en présence du chef Raoni. A l'époque, Dilma Rousseff n'était pas encore
présidente et le projet de barrage n'avait pas été approuvé. Les chefs Indiens
voulaient faire pression sur Luiz Inacio Lula da Silva afin de faire reculer le
gouvernement. Magna Oliveira da Silva prend une centaine de clichés de cette
rencontre, qu'elle publie en mai 2010 sur Orkut, un réseau social de Google
très utilisé au Brésil, dans un album spécifique.*
Y la explicación de la autora de la foto original:
"Raoni ne pleure pas en
raison du barrage de Belo Monte, rectifie-t-elle, jointe au téléphone. Il
s'agit d'un rituel de lamentations entre les membres Kayapo, qui venaient de
tout le pays et ne s'étaient pas vus depuis longtemps. Cela n'a rien à voir
avec son combat."*
La multiplicación
de fuentes gráficas por todo el mundo aumenta nuestras posibilidades de ver,
pero también la de ser engañados. Lo que antes era fruto del trabajo de los
periodistas profesionales —que también han hecho a veces de las suyas— hoy se
basa en la recogida a granel de fotos y vídeos que son sacados de redes
sociales o solicitados por los propios medios. "Envíenos sus
imágenes", nos piden constantemente. "¿Está en Egipto, Siria...?
Envíenos sus fotos y vídeos", nos pide la CNN o la BBC o cualquier cadena.
La finalidad es
doble: obtener información e integrar al público en esa nueva entidad
indiferenciada que pretende ser el "periodismo digital", termino
engañoso que debería distinguirse de la mediatización de los públicos,
su integración informal en los medios a través de blogs, vídeos, fotos, foros,
etc., para conseguir el aumento de las audiencias. La información ha pasado a
ser una gran familia.
Hay otro efecto más grave: la desconfianza. La mitad de las informaciones videográficas que pasan nuestros canales televisivos sobre actos ocurrido en lugares de conflictos van acompañadas de una nota señalando que no han podido "ser verificadas" ante el temor de ser víctimas de información falsificada para su distribución intoxicando a la opinión. Los ejemplos se suceden y la sombra de la sospecha, se confiese o no, sobrevuela las redacciones de los medios. No saben hasta qué punto la información que reciben generosamente es cierta. Utilizar vídeos de Youtube tiene sus riesgos. El aumento de las fuentes de información y de la capacidad de registro también ha aumentado las de manipulación. Las redes sociales están plagadas de vídeos y contra vídeos; de imágenes y contra imágenes luchando por la opinión pública, buscando la solidaridad con unos y el odio para otros.
La profesora Magna
Oliveira da Silva, la autora de las fotos del jefe Raoni, nunca se imaginó que
serían utilizadas para un engaño masivo, una manipulación al servicio de una
causa, que puede ser loable, pero que no es la causa común de cualquiera que
recibe información, la causa de la verdad. La foto engañosa fue reutilizada por
todos aquellos que creyeron en ella, como le ocurrió al bloguero naturalista
del diario 20minutos y a tantos otros
que se conmovieron con la lágrimas descolocadas
del jefe Raoni.
Magna Oliveira da Silva, profesora de Historia, habrá
aprendido mucho sobre el funcionamiento de la Historia con la foto y el uso que
se le ha dado. El texto del blog de Le Monde termina con la desesperación de la
autora de la foto que ha intentado reconducirla a la verdad de su origen
mediante explicaciones: " Mais en vain. Le cliché continue de circuler
hors de son contexte."** ¡Terrible idea para una historiadora, terremoto destructor
de los cimientos de su profesión! Paradojas de la vida: teniendo todas las
pruebas en su mano es incapaz de cambiar el curso de la deformación histórica.
También la historiadora llora a su manera.
Internet es un gigantesco cementerio de elefantes en el que
reposan, junto a las verdades, todas las mentiras dichas a la espera de que
algún conjuro las reviva y vuelvan a difundirse viralmente. Se conservan en
estado latente, a un tiro de Google, a la espera de que un tecleo nuestro las
reviva y sigan circulando.
El jefe Raoni está condenado a llorar por toda la
eternidad, condenado a que sus lágrimas sean utilizadas para sufrir por la
Amazonía, su causa principal y respetado, pero también a correr el riesgo de ser reciclado para el deshielo de
los glaciares, por la muerte de una ballena varada en Cádiz o por la caída de
las acciones en Wall Street. Es el efecto Kulechov: unas lágrimas más una causa, igual a una emoción.
En unos casos será más creíble que en otros —¿por qué no puede tener el jefe
Raoni acciones en bolsa?—, pero siempre habrá quien lo crea. El jefe es ya un personajes dese hace mucho tiempo y las lágrimas de alguien tan famoso, que se codea con Sting el Principe Carlos, Chirac o Sarkozy, Schwarzenegger y James Cameron y una larga lista de celebridades solidarias con su causa, son muy eficaces.
La otra opción es caer en el escepticismo sistemático y
profundo ante el mundo que nos rodea y nos intenta convencer cada día de una
verdad imposible, insólita o desagradable, según el día.
Lo importante, pensarán algunos, no son las lágrimas del
jefe sino las nuestras, las lágrimas empáticas que de verdad se buscan. Otros,
en cambio, pensamos que lo que mal empieza, mal acaba; que hoy se fingen las
lágrimas y mañana los muertos; se empieza con el llanto y se sigue mañana con
la contabilidad.
La verdad es biodegradable; si la entierras, pronto no queda
rastro.
* "Hoax écolos (2/4) : les larmes du chef Raoni"
Le Monde Eco(lo) 22/08/2013 http://ecologie.blog.lemonde.fr/2El Mundo
013/08/22/hoax-ecolos-24-les-larmes-du-chef-raoni/
** "Las lágrimas del jefe Raoni" 20 minutos blog
La crónica verde 27/06/2011 http://blogs.20minutos.es/cronicaverde/2011/06/27/las-lagrimas-del-jefe-raoni/
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