Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La foto
de esta misma mañana que nos muestra ABC con el presidente de Madrid —presidente
por espantá— me deja sorprendido.
Visto así, de pronto, parecen tres personas en un descampado. Hay nubes
cargadas al fondo, por lo que deseas que encuentren refugio cuando empiecen a
caer chuzos, que es lo que amenaza realmente. Cuando lees que están en lugar
donde se edificará ese templo del I+D+I (sin IVA), que será conocido como "Eurovegas",
te asalta la duda de si el amplio rollo que tienen los tres entre manos no sea
un tablero para jugar a la Oca o al Parchís; que hayan corrido, locos de
emoción, para ser los primeros en inaugurar lúdico-recreativamente aquel
espacio virginal.
Visto así,
parece una versión materialista y mesetaria, (des)almada de "El rezo del ángelus",
de Jean Millet, en el que la oración, las palabras del ángel en la anunciación, se habría convertido en plegaria profana por la suerte
en cualquiera de los juegos que albergará en el futuro este templo del azar. En
un país con tanto parado, con el consumo interno tirando a más bien bajo, la
perspectiva de ir a gastarse los cuartos en ese disneyland fosforescente, paraíso de las enfermedades pulmonares,
densa nube visible desde el espacio, reclamo luminoso avistable desde la más
lejana galaxia, cuyas luces viajarán por el espacio aun cuando el planeta haya desaparecido
tragado por el agujero negro más próximo, no es lo que el país espera, pero sí
lo que sus dirigentes —tahúres inconfesos— están dispuestos a traerles como
maná a pueblo perdido por esos desiertos de Dios.
En una
visión epifánica, ácida, del cuadro de Millet, el sacerdote político
oficia su ceremonia de conjuro, de hechizo arquitectónico entre los dos curritos.
Gracias a ABC, en la parte superior de la página, sobre la foto de este "angelus" de la muerte se eleva otra imagen mágica, misteriosa, de lo que
será el futuro convocado por nuestros nigromantes políticos. Antes y después, el páramo y el templo. Por lógica aplastante, el mismo diario se pregunta "¿Cuánto costará una vivienda cerca de Eurovegas, en Alcorcón?". Dice que los expertos recomiendan comprar ya. ¡Oh, prodigio! Todavía no se ha levantado un ladrillo, todavía no se ha abierto una baraja, y ya corre el dinero! ¿Corre! ¡Vuela!
Los planes se
acelerarán, dicen, para tener las bolitas rodando por la ruleta antes de que cante
un mariachi. Mientras, las mafias no viven por la emoción del blanqueo de todo
lo que haya que blanquear. Madrid ha elegido su futuro, su desierto soleado.
Por la mañana, El Prado; por la tarde, unas manitas
y por la noche, ¡ay, por la noche! Y a vivir, que son dos días.
Un Eurovegas
brillante, casi galáctico, surca el páramo vacío y cabrero como un encuentro en
la tercera fase. El faraón voluptuoso señala el punto exacto en el que debe
elevarse la obra, tumba, mausoleo, de las ilusiones y esperanzas de progreso de
la región, capital federal de la periferia envidiosa.
¿Lo inaugurará Julio?, me pregunto.
¿Lo inaugurará Julio?, me pregunto.
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